Capítulo especial 2: Una noche única
Creo que soy lo más feliz que podría ser desde que la conocí. Estamos unidos, llevo el anillo del núcleo en la mano y ella también. Tenemos una habitación temporal en el hospital, pero en cuanto acabe todo el asunto la llevaré conmigo a donde ella quiera, en donde podrá vivir más feliz y sin preocupaciones.
Hacía tiempo que quería una "cita" con ella, como he visto que hacen los humanos, pero no hubo oportunidad. Ahora me pidió que saliera temprano porque quería nuestra cita y hacer algo especial esta noche. ¿Me pregunto qué será?
También quisiera saber si podré preguntarle algo que me tiene curioso desde hace mucho. Y es que ella me ha besado el pecho, yo también quisiera besar el suyo. Me muero por poder hacerlo, a veces me sorprendo a mí mismo fantaseando con cómo sería. Al mismo tiempo no me he atrevido a preguntarle pues temo que piense que soy un inmoral, lleno de malicia. Yo no debería tener pensamientos tan extraños y sin motivo u objetivo lógico.
Tal vez sí hay algo mal conmigo... y eso me preocupa más. No quiero decepcionarla ni ofenderla, mucho menos lastimarla y dar una mala imagen de mí. Todo por no ser capaz de controlar este fuerte deseo.
Voy a la cafetería y me siento a pensar, Max y Tania se acercan.
—¿Pasa algo? —pregunta ella.
—No.
—Oye, ¿qué cosas le gustan a Marien? —pregunta Max—. Digo, solo por si alguien deseara invitarla a salir o algo así.
Frunzo el ceño. ¿Salir?
—Esas cosas no tienen por qué importarle a alguien más que no sea yo —respondo—. ¿Y a qué te refieres con salir?
—Vamos, no te hagas. Que ustedes pueden salir con otras personas, de hecho tú deberías buscarte alguna H.E, ya que la unión que dices tener con Marien no es posible.
—Sí —agrega Tania y se sienta a mi lado—. Incluso ni siquiera tienen algún documento oficial que lo certifique —se acerca más—. Así que si te atrae alguna chica, así no sea H.E, eres libre de salir con ella.
—Aléjate —le digo con seriedad haciéndola sorprender.
Desde que apareció le gusta acercarse a mí y eso no me agrada, lo aguanto porque lo hace para darme algunas indicaciones pero siempre me enseñaron que hay un límite. Y más desde que tuve esa muy corta conversación con mi dulce Marien en la que estuve muy preocupado de que se sintiera mal por culpa de la insistencia de Tania en pelear conmigo.
—Ella tiene razón —se burla Max—. Ustedes ni siquiera llevan una vida de pareja, solo duermen juntos, eso no es. Hay muchas cosas que no entiendes sobre las parejas humanas...
Siento el roce del dorso de la mano de Tania sobre mi brazo y me pongo de pie, soltando sin querer un bajo gruñido. Ambos quedan estáticos.
—No me interesa ni causa curiosidad salir con alguna otra mujer, así sea H.E. Solo Marien tiene permitido acercarse y tocarme —miro a Tania—, ¿escuchaste?
—Exageras —ríe Max.
Volteo a verlo.
—Y si alguien se atreviera a querer salir con mi esposa, le rompería todos los huesos —agrego.
Se queda helado y salgo de ahí. Mientras junto mis cosas escucho que Ácrux les explica el significado de mi anillo.
—Es eternidad. Ese anillo de núcleo es uno de los símbolos que más respetamos, puede decirse que es sagrado, nadie tiene porqué ponerlo bajo duda —les dice.
Salgo de la edificación y voy hacia el hospital. Ya quiero estar con ella, quiero estar con mi preciosa dama y hacerla sonreír. Ella es mi mundo, ¿por qué se empeñan en molestar? No saben cómo somos cuando estamos juntos.
—¡Sirio! —Me detengo de golpe y volteo. Ácrux viene empujando un automóvil—. Este es el tuyo, ¿recuerdas?
Le da un empujón más y rueda hasta quedar a mi lado, los seguros se desactivan al detectar el sensor en mi camisa.
—Ah, claro, gracias.
Empiezo a caminar mientras lo empujo y lo dejo cerca de la puerta posterior del hospital. Al alejarme vuelve a sonar, indicando que los seguros se han activado. Vaya cosa rara, pero Max tenía razón, no se ve mal. Se lo daré a Marien, espero que le guste, ya luego tendré tiempo de aprender a usarlo.
***
Después de salir con Marien y dejarla algo impresionada con la cosa rara-auto, termino contándole lo que pasó con Max y Tania, aunque me ahorro la amenaza extra que le dije a Max, no quiero que me tema o me vea como a un verdadero salvaje inmaduro. A pesar de todo lo que me ha visto hacer, agradezco enormemente que me siga amando, y es que es tan comprensiva y amorosa conmigo, que no sé cómo hace caber su enorme corazón en ese hermoso y pequeño cuerpo.
Me distraigo con su arete que cuelga con gracia de su oreja. Me llama a jugar, y eso parece divertirle a ella.
Al principio me preocupé por ella y lo que ocurrió en el cementerio, sus padres no están en su tumba, y eso es muy raro. Luego ya pude estar aliviado al verla feliz y sonriente. Me sorprendió por completo cuando me dijo que quería hacer oficial nuestra unión aquí. La hubiera besado por horas pero estábamos en público. Probé el helado que hacen los humanos y pasamos un bonito rato.
Quiero consentirla más. Ella sugiere que podemos ir al cine ya que ando incómodo con estos lentes que paran mostrando figuritas a un costado, así que acepto. Ya ahí, sigo dispuesto a darle todo lo que quiere, se compra algunas golosinas y un pote con maíz al que lo han hecho reventar, insistiendo en que debía probarlo. Vaya que sabe bien...
Mientras dan la película conversamos sobre los niveles de contaminación en los que se vive en estas ciudades. La rodeo con un brazo y ella se recuesta en mi hombro. Mi dulce esposa. Rozo mis labios en su frente y le murmuro algo.
—Descuida, entre las montanas, en nuestros territorios, no entran bien las señales.
Ella me mira con su dulce sonrisa.
—Lo sé.
Roza sus hermosos labios con los míos y me da un dulce y corto beso, vuelve a hacerlo y no puedo resistir más. Ladeo el rostro y la beso. Sus suaves labios son un néctar que me vuelve adicto. Cómo ella los mueve lento entre los míos y a veces los reclama de forma arrebatada. Me hacer volar, y todo lo que los ancianos líderes siempre dijeron que no era bueno. Sigo y sigo, no quiero detenerme, pero ella lo hace.
—Más tarde te besaré más, ¿sí? —susurra.
—¿Mucho? —pregunto esperanzado y es que muero por ello.
—Mucho —responde luego de reír de forma dulce.
—¿Toda la noche? —«Por favor, por favor».
—Ya lo veremos —responde, y en su tono hay una promesa.
Sonrío ampliamente sin poder evitarlo. Acaricia mi cabello, eso me gusta, me provoca ronronear. Continúa viendo la película. Yo casi no puedo prestar atención, ya quiero volver al hospital.
Aunque luego de un rato, la película se torna entretenida, y entiendo por qué a los humanos les gusta. Supongo que para ellos, volar lejos de la realidad no es algo raro, y tienen muchas formas de hacerlo.
Al salir yo no puedo dejar de comentar acerca de la película, y es que han hecho un trabajo genial filmándose en esas batallas que no son reales y al mismo tiempo lo logran hacer ver entretenido en vez de triste y duro como lo es en la realidad, luciendo a sus héroes que ellos mismos han inventado. Es curioso, y me doy cuenta de que Marien me mira con ternura.
Ay no. ¿Me veré como un niño?
—También me gustaban esas películas —comenta con cierta nostalgia en la mirada.
—¿Y qué pasó?
—Uh... mientras más mayor me hacía, más ocupada estaba, y pues, olvidé hacer las cosas que amaba hacer...
Quiero ahuyentar todo lo malo de su vida, quiero seguir cuidándola. La rodeo y beso su frente.
—Vamos a hacer todo lo que amabas, entonces.
Ríe entre dientes.
—Bueno, ya hicimos algunas, pero tengamos otra cita, ya que amo estar contigo también.
Se detiene parcialmente cuando pasamos por un restaurante y piensa un par de segundos. Huele bien...
—¡Ya sé! Comamos algo aquí, luego vamos por el auto para dejarlo en el estacionamiento del sótano y pasemos la noche aquí, ¿por favor? —pide de forma dulce.
Oh, no sabía que era un hotel también. ¿Quiere dormir lejos de todos? Está perfecto por mí. Sé que quiere alejarse de la realidad y distraerse, después de todo lo que ha pasado, y me honra que quiera estar conmigo.
—Por supuesto, como usted diga, señorita.
La comida es muy buena, debo admitir, y veo que a ella le encanta. Luego vamos por el auto para traerlo. Marien va muy pensativa. Debe estar pensando en sus padres. Deja el auto en automático y suspira.
—¿Estás bien? —pregunto.
—Sí, solo estaba... pensando. —Mira hacia el volante con cierta tristeza, suspira y sonríe apenas—. Ya sabes... mis padres... y... mi sueño de tener una vida tranquila contigo. Si alguien llegara a hacerte algo...
—Tranquila —la calmo enseguida.
—¿Puedes... preguntarle a Max si puede ayudar? Sé que por su posición, puede acceder fácilmente a información así... Así además no te metes en tantos problemas.
—Sí. Le diré a Max sobre esto, descuida. —Tomo su mano—. No creo que me pase nada, estoy para protegerte, todo estará bien.
Sonríe aliviada.
Al llegar al hotel dejamos en auto en un nivel inferior al suelo y subimos. Cuando llegamos a la recepción me fijo en la decoración, bastante pintoresca, sin duda de otra cultura de los humanos. Como ella se distrae mirando a unos gordos peces enormes y yo paso desapercibido con los lentes oscuros, voy y pido una habitación.
—Buenas noches. —Trato de recordar cómo Marien pidió esa vez en la otra ciudad, pero la joven interrumpe.
—Tengo una habitación matrimonial perfecta para ustedes.
—Sí, muchas gracias.
Ella asiente inclinando la cabeza y me sorprende levemente. Decían que hay culturas humanas que tienen cierto parecido a la nuestra, pero no pensé que fuera verdad.
Olvido por completo mis uñas en punta y le doy la tarjeta, lo cual, para suerte mía no la espanta. Al mismo tiempo Marien viene de prisa y saluda a la joven, pero al ver que ella no está asustada, sino que más bien le ha agradado, se relaja.
Cuando subimos ella me explica que muchos asiáticos admiran las características de los evolucionados.
Vaya...
Nos encontramos con un letrerito que indica dejar los zapatos afuera, así que lo hacemos. Al entrar a la habitación ella sonríe y me encanta verla tan relajada y feliz. Así es como quiero verla siempre. Revisa algunas cosas mientras yo vuelvo a ver la decoración en las paredes.
—Tienes que probar esto —avisa con entusiasmo y me muestra una lata—. Con las fresas, sabe como helado.
—¿Es leche? —Eso me entusiasma también. Me saco los lentes y la tomo para leer lo que dice el logo.
Ella la abre y el aroma me lo confirma. Es leche... O algo derivado... Agarra una fresa, la sumerge parcialmente y la muerde. Al parecer es delicioso, me da aprobar también y lo hago.
Ambos sabores explotan en mi boca y quedo pasmado.
—Oh, esto está bueno —murmuro apenas.
Todavía no salgo de ese asombro y ella me empuja con suavidad con una sonrisa y un leve rubor. Choco contra la cama y me siento al tiempo en el que ella se sienta a horcajadas en mí. Caramba, sí sabe que me fascina de extraña forma tenerla así y lo usa muy bien a su favor.
—Me gustó salir contigo, mi joven esposo.
Junto mi frente a la suya.
—Me alegra que le haya gustado, mi bella esposa.
Se deja algo de esa leche dulce en los labios y luego en la punta de mi nariz, divirtiéndome con ese extraño nuevo juego. Me besa con suavidad y descubro el objetivo de este. Limpia la leche de mi nariz con un beso, produciéndome una sensación que barre conmigo, y vuelve a mi boca.
El beso se prolonga, se mueve con suavidad contra mí, y de algún modo algo me dice que esta noche es sumamente especial, que algo puede pasar... ese algo... Me deleito con su aroma, su aliento. Sus labios deliciosos, tibios, suaves, carnosos, y perfectos. Sus dedos recorren mi cabello, produciendo esa suave corriente que me empieza a derretir. Acaricia mi cuello y muerdo su labio inferior.
Empieza a desabrochar los botones de mi camisa. Beso su mejilla y bajo a su bonito mentón para darle otra suave mordida ahí, mientras sus manos empiezan a recorrer mi pecho. Su respiración se profundiza y la mía también.
Desliza la prenda por mis hombros, encendiendo la alarma. Es la primera vez que me la quita mientras nos besamos, y no me importa, al contrario. Retiro mis manos y la dejo en la cama. Tengo la necesidad de estar así, de despojarla de su ropa también, sentirla junto a mí, piel con piel. Hacerla arder con mi cuerpo, despertar ese instinto que aún no sé cómo calmar.
Me empuja un poco y me recuesto en el colchón trayéndola conmigo. Nuestro beso se vuelve más intenso mientras acaricia mi pecho. Cuelo mis manos por su cintura y muerde mi mentón, me fascina que haga eso. Empieza a bajar, besando toda mi piel, y al llegar a mis pectorales vuelve a dar sus suaves mordidas, me enciende. Regresa a mis labios y la recibo con fuego. Me siento y me atrevo a subir mis manos hacia sus costillas, sintiéndola estremecerse.
Necesito saber si puedo tocarla y besarla ahí.
—¿Puedo besarte...?
—Sí, hazlo —pide sin siquiera dejarme finalizar mi pregunta—. Bésame todo lo que quieras.
Mi alarma suena más fuerte en mi cabeza. Mi más oscura fantasía está por cumplirse, pero no dejo que eso me controle, pues también quiero admirarla, amarla. La tomo de la cintura y la tiendo por completo sobre el colchón. Sus finas manos recorren mi espalda, dejando esa dulce corriente recorrerme.
Beso su cuello y empiezo a desabotonar su blusa. Bajo besando y saboreando su piel mientras mis manos se encargan de dejar al descubierto esos dos suaves bultos de su pecho, sus «senos», que ahora son mi obsesión. Pero descubro que algo más los cubre, una especie de prenda pequeña los sostiene y protege. Sin embargo, solo verlos así me prende por completo.
Beso toda la piel que no está cubierta por la extraña prenda y bajo a su abdomen. Continúo hasta su vientre bajo y ladeo el rostro hacia su cintura, para hincarle mis colmillos con una suave y apasionada mordida, haciéndola jadear y curvarse un poco. No puedo resistirme a hacer este tipo de cosas. Su piel es tan bonita, suave, y tersa. Con ese aroma que me enloquece, y el extra delicioso de que ahora está húmeda por mis besos.
Recorro mi lengua en su abdomen y vuelvo a sus labios. Nuestra piel se une y la siento ardiente. Rodea mi cuello y empezamos a juguetear mientras sus dedos recorren mi cabello. Acaricio su cintura y sonrío, ella también lo hace, todo esto es indescriptible.
—¿Me ayudas? —cuestiona.
Siento un leve roce por mi vientre bajo y echo un vistazo. Se está desabrochando el pantalón. ¿Quiere que se lo quite? No me detengo a preguntar, me reincorporo e introduzco los dedos con cuidado debajo del borde, la miro una vez más para asegurarme de que no entendí mal, y deslizo la prenda hacia abajo.
Su corazón se ha acelerado. La veo tendida, a mi disposición, con esas diminutas prendas, y sus mejillas ruborizadas. Me deleito con sus hermosas piernas, y no puedo resistir. Me acerco, beso su rodilla, y empiezo a bajar por su muslo, casi devorándola a besos. Es preciosa.
Me rindo ante ella. Cierro los ojos y rozo mi mejilla por su piel, subiendo a su rodilla otra vez, y soltando un bajo y grave ronroneo. Mi hermosa me está dejando apreciar su cuerpo, me ha abierto las puertas a lo que era prohibido. Ahora que somos uno, ya no hay barreras entre nosotros.
Mis ojos se plantan en los suyos. Vuelvo a sus labios y rodeo su cintura, pegándola a mí. Me falta el aliento, nuestra piel quema al contacto. El ambiente se ha calentado, nuestro aroma se ha mezclado, es embriagador.
—Eres muy hermosa —digo con la respiración algo entrecortada.
Me besa, me da un suave empujón haciendo que giremos, y queda sobre mí. Quiero admirarla más tiempo así pero sale de la cama, tomando mi mano y llevándome con ella.
—También debes quitarte esto —murmura con una traviesa sonrisa mientras se dispone a sacarme el pantalón.
Le correspondo la sonrisa dejando que me haga lo que le plazca. La prenda cae y temo que se fije en la tensión de ahí abajo, aunque como ella parece saber que pasa y es normal, dejo la vergüenza.
Me hace volver a la cama y caigo sentado, recibiéndola sobre mí, tal y como me gusta, y nuestros cuerpos arden al juntarse así, sin ropa que estorbe. Nos besamos y me roba el aliento. Vuelve a moverse con suavidad contra mí y no puedo evitar aferrarme a su cintura, rodearla y estrecharla mientras me como sus labios sin poder controlarme tanto como antes.
—Desnúdame —pide con una urgencia nueva—, bésame y tócame todo lo que quieras —murmura con necesidad entre besos para luego morder mi labio con fuerza.
Todo un sinfín de pensamientos se me cruza por la mente, en un par de segundos que parecen eternos. ¿Desnudarla? ¿Se refiere a todo? Sin embargo quiero, sí quiero desnudarla, he fantaseado con eso antes carcomido por la curiosidad, sin ser capaz de controlar mi mente. Todos aquellos deseos que alguna vez tuve y que jamás creí que se cumplirían, que los taché de maliciosos e indebidos, ahora se materializan.
Vuelvo a besarla, y no me es problema romper ese gancho de su sujetador que no se dejaba abrir el corto milisegundo que lo intenté. La recuesto veloz y la despojo de esa pequeña ropa interior, cegado por el deseo que desconozco, y caigo en ella.
Siento toda su ardiente piel junto a la mía, su cuerpo hermoso, con todas sus formas, suave, rico. Enloquezco, se despierta algo en mí. La beso con mucha pasión, casi pierdo el control. Ella gime y curva contra mí pero sé que goza, por su sonrisa entre besos, quejidos y jadeos. Apenas soy consiente de que quiere quitarme la ropa interior así que lo hago veloz.
La recorro con mis manos y boca, con su cuerpo pegado al mío. Me aprieta contra sí, me quejo y hasta gruño sin poder evitarlo. Es placentero, mucho, un placer nuevo y distinto que solo con ella he sentido, puro placer ardiente que me hace caer en un desenfreno total.
No quiero parar, quiero estar así toda la noche. Si se detiene me matará. Llega un momento en el que me guía de alguna forma y termino descubriendo que el placer que sentía hasta ahora solo era el inicio.
Suelto un grave gemido sin poder evitarlo al sentir que entro en su cuerpo, y creo que pierdo toda la cordura, el mundo alrededor ha desaparecido y soy vulnerable. Siento calor, presión, y toda una ráfaga de placer intenso y cegador que me impulsa.
Ella también se queja. Abro un poco los ojos y hacemos contacto visual. La veo, sus labios rojos, sus mejillas ruborizadas, preciosa. Su cálido aliento llena mi boca y vuelve a besarme mientras terminamos de unirnos.
La electricidad me recorre, me siento suyo, la intensa sensación me ha cegado, mis pocos pensamientos se disparan lejos. Beso su cuerpo, lo recorro con mis manos y ella hace lo mismo. Nos besamos de forma candente, despacio, fuerte, ahogando nuestro gozo.
La adoro por completo, me pierdo en ella, en su cuerpo precioso y delicioso, mientras le correspondo una enloquecedora danza de amor.
***
La poderosa sensación se empieza a disipar, jadeo todavía con los ojos cerrados, así que los abro despacio y miro al techo, tratando de recuperar el aliento. Siento sus manos recorrer mi pecho, mientras yo intento volver a conectar todos mis pensamientos.
No sé qué me ha hecho ella, pero me siento pleno. Me he desarmado en ella, y de algún modo me siento realizado. Me siento suyo, soy su hombre y ella me maneja a su antojo, puede hacerme lo que quiera. Que lo haga, no le voy a negar nunca nada.
Ella intenta recuperar al aliento al igual que yo, que estoy todavía medio perdido en el ensueño, luego de haber "explotado" de alguna forma.
Ahora siento que podría enviciarme con esta nueva forma de hacer amor, como dijo ella, que había varias formas de hacerlo.
Esta sin duda es... Pero ¿cuál es el objetivo? Entonces recuerdo... Me besa, sacándome de mi mente y la estrecho contra mí ronroneando del puro gusto al sentir su suave cuerpo, recibiendo su hermosa risa. Giro, trayéndola conmigo y respiro hondo por sus cabellos. Quedo mirándola, perdido en sus ojos.
—Wow...
—Lo sé —susurra en respuesta.
Me da otro beso y junto mi frente a la suya, sonriendo.
—Bueno, creo que ahora entiendo el porqué de un par de cosas que ocurrían con mi cuerpo a las que no hallaba explicación... Creo que no era tensión, no del todo. —Ella ríe y me da otro dulce beso. Esto sin duda tiene que ser...—. ¿Puedo preguntar algo?
—Sí, pero si es sobre un bebé, no.
—Uhm, bueno.
La sigo besando, cuando de pronto ríe entre dientes de nuevo.
—¿Así que sí ibas a preguntar sobre eso?
Sonrío.
—Bueno, estamos sin ropa.
Ríe otra vez y me besa, pero parece meditar sobre algo luego de un par de segundos.
—¿Estás bien?
Asiente volviendo a sonreír.
—Todo bien, solo algo adolorida...
¿Qué?
—Oh, no. Perdóname...
—No, tranquilo, es normal.
Trata de restarle importancia, pero mis ojos captan enseguida las tenues marcas que le he dejado, probablemente con las puntas de mis dientes caninos, las uñas... Ay no, soy una bestia.
—Te he lastimado. Lo sabía, sabía que no iba a poder controlarme —reniego de mí mismo.
—Hey, no, estoy bien, en serio. Me encanta, es tu huella, es superficial, no me pasa nada, en serio.
Me regresa al calor de su cuerpo lo poco que me alejé y suelto aire en un suspiro. Sé que así como yo la adoro con todo, ella también lo hace. Ella además entiende mi naturaleza, pero no es justo. La abrazo, no puedo creer lo descuidado que he sido...
—Oye —me mira—. No vaya a ser que ya no quieras hacérmelo solo por esto.
¿Hacérselo? Sonrío.
—No, pero no va a volver a pasar, seré más cuidadoso, lo prometo. —Entonces mi mente conecta—. Espera, ¿significa que lo podemos volver a hacer? —No puedo evitar sonreír ante la idea de volver a tenerla así y ella ríe.
—Por supuesto —volviendo a besarme.
Ahora en verdad somos uno, a eso se referían con la intimidad que solo debía existir entre una pareja, aunque siento que a nosotros nos une algo incluso más fuerte. Sin duda el amor que siento por ella. Si quiere que se lo "haga", se lo voy a hacer, voy a hacerle el amor de esta forma, cuidando de no ser tan brusco y torpe como lo he sido. Siento que mi amor se materializa al hacerlo de esta forma también.
—¿Por qué ahora? ¿Por qué no antes? —quiero saber, porque parecía estar esperando para esto, dándome pistas sin decirme todo, buscando el momento sin encontrarlo—. ¿Tenías miedo?
—No, claro que no, es que... es un gran paso, y... también es la primera vez que lo hago.
¿Primera vez? Por supuesto que es la primera vez, también para mí... Es por eso que las parejas se unen, para tener una intimidad primera y única, ¿o no?
—¿Que no es normal que sea así?
Suspira y acaricia mi rostro. Me explica, en pocas palabras, que los humanos tienen esta clase de intimidad máxima con otras personas que no llegan a ser su unión eterna. Eso me descoloca en cierta forma. Por un segundo pienso en lo que los ancianos líderes siempre han dicho de los humanos, que están perdidos, que hay mucho desapego hacia todo incluso a sí mismos.
Pero ella... Ella no... Y de algún modo... me alivia.
A veces no entiendo su cultura, pero ella hace lo mejor por entender la mía, así que entiendo la suya, por supuesto. Es solo que a veces es difícil, sobre todo en los puntos en los que cada una se va hacia el otro extremo de la balanza.
Respiro con calma y sonrío levemente. Sí, entiendo, pero al mismo tiempo me alivia que ella no se haya dado antes de esta forma tan privada a alguien más. Una forma de hacer amor que solo puede ser para tu eterna compañía.
—Me alegra, me alegra que me hayas esperado. —La beso, sacando todos esos pensamientos ya inservibles de mi mente.
—Sí, yo también, no podría haber pedido algo mejor. Eres el amor de mi vida, y también te quiero dar todo de mí.
Vuelvo a abrazarla y suspiro. Sí, también le daré mi vida entera sin dudarlo.
Casi no puedo dormir pensando en lo que acaba de pasar...
Ella descansa contra mi pecho, luce hermosa con esas mejillas sonrosadas. Acaricio su cabello, su cuerpo. ¿En verdad pasó eso? Todavía no puedo creerlo. La miro, no puedo dejar de hacerlo, infinitamente hermosa, se me acaba de entregar de esa forma, me ha hecho suyo de tantas maneras.
Continúo acariciándola, rogando que traspasen hasta sus sueños, quiero que sueñe conmigo. La sensación aún me late ahí, todo mi cuerpo late con los recuerdos, pero esa zona en especial. No sabía que podía entrar en ella.
Es sin duda lo que dijo Altair, lo sé. Tanta intimidad debe tener un fruto. ¿Ahora nos llegará un hijo? ¿Será una pequeña parte de ambos? Pues quizá crezca en su interior, por eso fue por lo que al final...
Um, eso significa que mis padres... Oh.
Sacudo la cabeza, suspiro y miro hacia la ventana mientras peino sus cabellos con delicadeza. Espero no fallarle nunca, no dejarla desprotegida si llega a pasarme algo. En fin, no importa pensar en eso ahora, ya hace mucho que decidí que no pienso dejar que nada le pase, incluso moriría si así la dejo protegida.
La amo con locura, y pensar que no sabía lo que sentía hasta no hace mucho. Ella me mostró todo eso: abrazos, caricias, besos, y ahora esto, wow. Nuevamente no puedo creerlo, me fascina.
Paso casi toda la noche en vela, observándola dormir. Me tiene loco, sin cura. Me ha dado el mejor día de mi vida, bueno, uno de los mejores, y todos son con ella. Se casó conmigo aquí bajo sus leyes y me hizo descubrir algo nuevo.
La abrazo fuerte y me dispongo a dormir el resto de horas que quedan de la noche. Pienso despertarla como siempre, con caricias y besos.
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En el libro de Sirio está sin censura 7u7 en mi perfil...
Hay una versión sin censura de esto también en mi grupo 7u7 link en comentario ---->
Este capítulo estará más completo en la versión de Sirio.
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Registrado bajo derechos de propiedad intelectual, caso número 1-2261766092 United States Copyright office. Prohibida toda copia parcial o total, toma de ideas de la trama, personajes, adaptaciones. Bajo pena de denuncia.
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