Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo especial 1: Un raro beso

Sirio

Orión le amenazó con matar humanos que nosotros íbamos a cazar, de forma horrible, matando a uno frente a ella, y solo entonces ella aceptó hablar. Retorciéndome por dentro al verla sufrir, la contuve con Altair. Ella no tenía por qué ver cosas tan desagradables, solo debe ver cosas hermosas. No es justo.

Aunque en parte me alivió, no quería cazar más humanos y así iba a poder sacarla de ahí más pronto.


Es el día. Entramos a su celda y tal y como Orión esperaba, ella habla, pero se guarda algunas cosas. Incluso es más valiente que yo a pesar de estar derrotada.

—Los humanos son tan fáciles —se burla Orión—. Aunque esperaba divertirme más, en fin. Sirio, ahora es toda tuya. Ya puedes matarla.

Es hora. Ella se exalta y reclama, pero ya es tarde, Orión me da el pase y me le acerco mientras ella me ruega con la mirada que no la lastime. Ahora más que nunca debo controlarme.

—Sirio... por favor... —pide temblando.

—Tranquila, no vas a sufrir, lo prometo.

—¡No!

Corre a la salida, pero Altair le corta el camino y la empuja con brusquedad. Oh no... Ella se pone de pie e intenta escapar de nuevo, alejándose y yendo hacia otra pared.

—¿Qué pasa, Sirio? Te he visto hacerlo mejor —reniega Orión.

—Quién lo diría, me enseñaste a esquivar bien —me dice ella.

Me toma por sorpresa. No sé si sabe lo que hace, pero es justo lo que necesitaba. Le gruño y la tomo del cuello, Altair reclama esta vez.

—Date prisa o lo haré yo, yo sí quería ver sangre.

—Sí —continúa ella, corta de aliento—, eres muy lento, deberías sentirte avergonzado.

Le gruño y los otros ríen y hacen comentarios.

—Esto se pone bueno. Ella está pidiendo que la hagas sufrir.

—¡BASTA! —les grito y traigo toda mi rabia para que la noten—. ¡Largo, me distraen!

Los saco sin problemas y cierro la puerta de golpe. Miro a mi aterrada chica y ella sigue espantada de mí. No me resisto más y me lanzo a abrazarla a pesar de que ella grita por el miedo que mi brusca reacción le ha causado.

Intento calmarla mientras la aprieto contra mi cuerpo.

—Perdón —susurro apenas—. Tenía que hacer todo esto, perdóname por favor. Te sacaré de aquí, te lo juro.

Empieza a llorar y me vuelve a romper el corazón. La siento temblar y olfateo que tiene una herida. Le pido que no tiemble, tomo su brazo y lamo su herida. Su vista está clavada en la mía, la abrazo y le vuelvo a pedir perdón en un suspiro.

También se ha aferrado a mí y ha dejado de llorar. Toma el cuello de mi camisa y me planta uno de sus dulces besos por mi clavícula. Un estremecimiento me recorre y la esperanza de que no me odie surge.

Su aliento golpea mi piel y hace sentir feliz de pronto. Pero para mi sorpresa, ahí no acaba. Me da otro beso en el cuello, bajo la vista y me da otro por el mentón, no dejo de estremecerme. Rodea mi cuello con sus brazos, su aliento roza mis labios y me besa ahí.

¿Qué?

Una fuerte corriente me recorre por dentro, mi corazón se acelera. Me da una fugaz mirada y vuelve a hacerlo. Abre sus labios y cubre los míos. Siento su calidez, su humedad, me estremezco con más fuerza que antes y quiero más.

Mis sentidos piden a gritos que haga lo mismo, así que lo intento, abro un poco los labios, pero ella me hace congelar con su reacción a eso. Se apodera de ellos y me derrite al empezar con un suave jugueteo.

Se aferra a mí, su aroma me embriaga, no detiene su dulce juego y no quiero que lo haga. Torpemente intento imitarla, pero me pierdo y me vuelvo a perder. Es tan suave, caliente, húmedo, puedo sentir su textura, sus dientes a veces rozan apenas, derritiéndome más.

Sus dedos se enredan en mi cabello y tira de mi labio inferior provocándome mil y una sensaciones. El abrazo fuerte y la pongo a mi altura para sentirla más mía de lo que ya lo hago. Me entrego por completo a ella y a ese raro, dulce, fuerte y rico beso. A esa bonita boca que siempre me atrajo y ahora la estaba probando de la mejor e impensable forma.

—Sirio, ¿cómo vas? —pregunta Altair desde el otro lado de la puerta, haciendo que nos detengamos en ese instante.

La miro sorprendido, luce hermosa con ese rubor, pero no puedo detenerme a pensar en eso. Me aclaro la garganta para arreglar mi voz.

—Todo bien, enseguida salgo —respondo mientras suelto a mi ahora mil veces más adorada, y la hago pisar suelo—. Tráeme la bolsa negra.

—Claro —responde Altair.

Miro con preocupación a Marien que parece estar pasmada.

—Recuéstate en tu cama y quédate ahí quieta. Finge estar muerta, ¿sí? —le pido lo más bajo que puedo.

Ella asiente y lo hace. Mi corazón late fuerte, pero respiro hondo y empiezo a tratar de bloquear todo sentimiento para no levantar sospechas. Mis labios laten apenas y están húmedos, se siente raro, pero me agrada.

Tocan la puerta y recupero por completo la compostura. Abro con cuidado.

—¿Y qué tal? —pregunta Altair mientras me da la bolsa.

—Dio buena pelea —respondo mientras me acerco a Marien.

Se deja manipular muy bien y logro ponerla en la bolsa, todavía está nerviosa y el plástico evitará que Altair se dé cuenta de que está viva. Con suerte confundirá sus latidos con los míos. Tomo la mochila y la cuelgo a mi espalda, alzo a mi chica y avanzo.

Continúo mi camino con Altair siguiéndome y cruzo el hall de ingreso, donde está Orión.

—Bien hecho, Sirio —me felicita—. Tu mamá ya puede quedarse tranquila, has limpiado su nombre. ¿Imploró por su patética vida?

—Oh sí, lo hizo —respondo fingiendo estar satisfecho a la perfección.

—Perfecto, a ti te encanta eso.


***

Después de salir de ahí, Marien me hizo saber que no me perdonaba y que a pesar de lo que había pasado, me odiaba. Eso me rompió por dentro y más aún al verla llorar y sufrir por mi culpa. No puedo vivir con eso, tampoco soy capaz de dejarla, tengo que decirle lo que siento, esto que me mata, que me quema.

No importa si incluso así me sigue odiando, me lo merezco, y sabía que pasaría desde que la vi, así que no hay marcha atrás. Lo que más quiero es dejarla en la capital, a salvo, nada me lo impedirá, aunque ya no pueda verla más luego, ni perderme en su aroma o en sus bonitos ojos. No interesa si sé que está a salvo, allá Orión no la encontrará luego de matarme. Confío en que sus amigos y las fuerzas armadas humanas la podrán proteger mejor que yo si algo llegara a pasar.


Después de confesarle lo que sentía y hablar un poco sobre lo que había pasado, no pude evitar preguntarle por aquel beso. Ella cortó con que había sido una despedida para Antonio, eso me volvió a romper por dentro. ¿Entonces no sentía lo mismo que yo? Le dije que seguía siendo el mismo, que podía seguir llamándome Antonio. Pero no quería y la entiendo.

Torpemente volví a abrir la boca.

—¿Puedo guardar las esperanzas de que te despidas de Sirio cuando te deje en la capital?

No hay respuesta. Claro.


Me mantengo entre el sueño y la vigilia, pensando en su beso, hasta que sus gritos y llantos me ponen alerta al cien por ciento. Corro a verla enseguida y la sacudo para despertarla de su pesadilla.

Está llorando, grita mi nombre y se me lanza, pidiéndome que no la deje. Ha vuelto a llamarme Antonio y eso me hace feliz después de tanta angustia.

—Tranquila, todo está bien —le susurro—. Estoy aquí, no te dejaré, nada va a poder hacerte daño.

—No me dejes, no me dejes, no me dejes... —sigue sollozando casi sin sentido.

No, mi dulce dama, no voy a dejarte.

La alzo y la llevo para hacerla dormir entre mis brazos mientras sigo en vigilia. La aprieto contra mí y acaricio su cabello, calmándola poco a poco.


Ya se ha dormido otra vez. Aprovecho y le doy un beso en la frente, acaricio su dulce rostro y le beso la mejilla. Toco con delicadeza sus labios, tan bonitos... Me llaman, pero no me atrevo a más. Quisiera repetir lo que ocurrió, pero solo quedo observándolos, durante minutos, y los minutos se vuelven horas.

Ya casi amanece y debemos continuar. Me atrevo a dejarme guiar por el fuerte impulso y vuelvo a empezar con mi tanda de caricias. La despertaría así toda la vida. Jugueteo con su cabello y ella finalmente se mueve, enterrando el rostro por mi pecho.

—Debemos continuar —le digo con tono suave y tierno, ese que me nace solo cuando está conmigo.

Suspira y se reacomoda, girando para ver hacia el frente.

—Perdón por lo de anoche, fue una pesadilla —murmura—, no volverá a pasar.

La aprieto más y deslizo mi nariz por su cabello, disfrutando de su aroma, quedo cerca de su oído.

—Perdóname tú, esto es mi culpa —respondo.

Oigo que su pulso se acelera y sé que he causado un buen efecto de algún modo.

—No estás perdonado aún —susurra.

—Está bien. —No importa, soy feliz con tenerla a mi lado. Recuesto mi mejilla en su hombro. Ahora que le he dicho lo que siento, soy más libre de demostrarlo—. Creo que no quiero salir de tu vida.

—Te entregaré a los de seguridad entonces —responde, y eso me hace reír en silencio.

Si la dejo a salvo me basta, soy feliz al poder tenerla entre mis brazos.


Después de partir, conversamos un poco más sobre mi terrible falta y poco a poco la conversación se va amenizando. Ella vuelve a sonreírme y siento que acabo de resucitar, no puedo evitar sonreírle ampliamente también. El impulso de querer llenarla de besos me golpea, pero tengo que contenerme.

Quiero que vuelva a darme un beso en los labios, pero no quiero que se despida con eso. Podría decirle que quiero un beso, pero que no es de despedida, sino de ¿reencuentro? «No. Rayos».

Luego de un rato de caminar nuestras manos rozan y tengo que luchar con el otro impulso de abrazarla para sentirla por completo. Ella me sorprende, tomando mi mano, entrelazando sus dedos con los míos y caminando así a mi lado. Le sonrío y ella también.

Ya sé qué haré. La llevaré a mi ciudad y me uniré a ella. Así podré darle un beso sin que tenga que ser una despedida, ya que el núcleo nos une eternamente, o por lo menos hasta que Orión me encuentre después de dejarla en la capital.

La besaré porque quiero, sin motivo ni lógica... solo espero tener el valor de hacerlo, y no quiero ofenderla. Ya estoy haciendo mal con no decirle a dónde quiero llevarla ahora, pero estoy seguro de que no se enojará. Ella quería ver mi pueblo después de todo, y estoy seguro de que le va a gustar... Además, no me uniría a otra que no sea ella...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro