Lluvia de estrellas
Talvez el destino lo puso en mi camino para cambiarlo completamente todo
Pov's Alexander
Y ahí estaba el, aquel hombre de vestimentas extrañas que me rescató luego de muchos desastes inesperados, sonriendo como los tipos que presentan en los comerciales de pasta dental, no había pasado mucho cuando noté que estaba desnudo frente a un extraño. Claro... ser un gato sin razón aparente no es muy normal tampoco.
-Y... alexander- mencionó magnus luego de que el extraño desnudo se vistiera -Por lo que veo eres un cazador de sombras?-.
-Si, ¿como sabes eso? No eres un mundano?- Su rostro se veía Angélical, aquellos gruesos y delgados cabellos tapaban su frente, parecía una escultura de la antigua grecia, aunque solo dijera frases sarcásticas o cosas sin sentido, seguía siendo magníficamente hermoso.
-Ja- rió sarcástico magnus -acaso vives en una piedra, muñequito de porcelana china?-
Alec puso los ojos en blanco "vaya idiota con el que fui a parar" pensó.
-Por si no lo sabías querido, Soy Magnus Bane, el gran brujo de Brooklyn- Alegó con aires de grandeza, sus ojos eran cautivadores, tanto, que al mirarlo quedabas atónito de presenciar tanta belleza, extrañamente tenía brillos por todas partes, como si hubiesa asaltado una papelería y hubiera robado todo el Glitter.
Ante esto alexander solo rió. ¿Gran brujo? jaja Gran estrella navideña. Bien terminé en casa de un maniático vestido con cortinas, el cual brilla más que un arbolito navideño. Pensó
Seguía siendo de madrugada, no pasaba de las 3 a.m. Toda la cuidad estaba a obscuras, las calles estaban inundadas de estrellas brillantes como grandes faros desde un cielo bañado por oscuridad. Pero el ambiente empezó a tornarse extraño Alexander colapsó, sus huesos comenzaron a quebrarse y sonaba estruendosamente un ruido proveniente de ellos, sus ojos comenzaron a cambiar a los de un gato, empezó a crecer desmedidamente pelaje gris en su espalda y su tamaño drásticamente disminuyó.
-Magnus! Que suced...- vociferó con desesperación mientras sostenía la mano de magnus en un intento de escapar a lo que estaba pasando.
Aquel agarre se volvió un arañazo de gato, no había explicación a lo que acababa de ocurrir, ambos se miraban atónitos. Cuando empezaron a caer las estrellas, casi como un millón de fuegos artificiales. Caían una a una. Esa noche era la famosa lluvia de estrellas en la cual todos los deseos que pidieras se harían realidad.
Continuará...
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