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Capítulo 3

Al entrar en mi departamento, no me sorprendió que mi madre no estuviera. Ella suele trabajar hasta muy tarde, por lo que es normal que en varias ocasiones pase las noches sola.

Dejé mi mochila en un rincón de mi cuarto y me centré en aquel libro que tanta intriga me daba.

¿Qué cosas dirá en su interior? ¿Será algo real o solo un cuento repleto de fantasía?

Tantas preguntas en mi mente que tenía que resolver. Me senté sobre mi cama y, con el libro apoyado sobre mis temblorosas manos, lo abrí.

«La historia de los ojos violetas se remonta a tiempos inmemorables. La historia de esta civilización con poderes mágicos cuenta que alguna vez convivió con los humanos, pero estos seres llenos de maldad y avaricia no toleraron no tener estos dones, y fue cuando comenzó una sangrienta eliminación. Durante siglos, magos, brujas, hechiceros y hechiceras fuimos perseguidos y quemados a pesar de nuestra bondad hacia tan vil civilización. Con el exilio, logramos sobrevivir y fundar nuestro pueblo.»

Tras leer aquella introducción, no sabía qué creer. «Todo esto debe ser un simple cuento de hadas, pues las brujas no existen», pero, a pesar de mis pensamientos, seguí pasando página tras página por si encontraba algo llamativo.

«Cómo llegar hacia el reino de Acantha-Ophelia»

Aquel título llamó mi atención, y decidí leerlo. El siguiente capítulo contaba un poco sobre la historia del reino, cómo funcionaba su poder monárquico y sus gobernantes. Pero lo que verdaderamente me interesó fueron las instrucciones para llegar hasta allí.

«Quien lleve ojos violetas y desee llegar hacia el reino, será bienvenido con gusto al pronunciar el siguiente encantamiento:»

—Pronunciando estas palabras al reino de los magos llegaré, pues bruja verdadera soy y mis aprendizajes llevaré.

Dije aquel conjuro en voz alta, y nada sucedió. «¡Lo sabía! Todo esto es un montón de fantasía. Como si existiera un reino de mag...», pero mis palabras quedaron atascadas, ya que un gran portal apareció frente a mí. Sin pensarlo, me levanté de mi cama y caminé lentamente hacia él.

«Podría ser un agujero negro que se desvió de lugar» pensé, pero sabía que era una estupidez. Lo quisiera o no, un portal estaba frente a mí, y entrar o no debía decidir. Pero ¿qué es lo peor que podría pasar? ¿Caer en un infinito vacío? ¿Morir? ¿Conocer a Shawn Mendes o llegar a aquel reino? Siguiendo mis instintos curiosos, decidí entrar al portal.

Uno...

Dos...

¡Tres!

Luego de saltar dentro del portal, comencé a girar y a mi alrededor no había nada más que oscuridad. Pasaron muchos minutos, hasta que en la lejanía pude ver un punto de luz que comenzó a agrandarse. Finalmente, estaba por llegar al otro lado de este portal, y me preguntaba cómo sería el lugar.

¿Un bosque, un río o acaso sería el baño de Shawn?

Pero ningunas de mis expectativas se realizó, pues aterricé sobre algo muy duro.

—¡Auch! —exclamé—¿Sobre qué demonios caí?

—Sobre mí —respondió la cosa debajo de mí, y rápidamente me levanté.

Caí sobre un chico, uno realmente lindo. Alto, un tanto delgado, con cabellos dorados y ojos violetas...

—¡Tienes ojos violetas! —grité asombrada, apuntándolo con mi dedo índice.

—Y tu también, tontita —dijo con una sonrisa gentil, y no pude evitar sonrojarme—¿Me dirás que nunca conociste a alguien con esta cualidad?

—En realidad, solo una vez, dos contigo. De donde vengo nadie tiene nuestro color de ojos.

El chico se mantuvo pensativo durante unos segundos y, como si lo que estuviera pensando encajara, abrió muy grandes los ojos.

—¡Tú debes ser la chica criada como humana! ¡Y pensar que dudaba de Deo!

—¿Deo Bemus?—pregunté.

—Así es. Te encontraste con él hace rato, ¿no es cierto?

—Un chico bastante misterioso —dije asintiendo y agregué:—. ¿Qué es este lugar? ¿Por qué tú también tienes ojos violetas?

—Niña, ¡todos aquí tenemos el mismo color de ojos! Estás en Acantha-Ophelia, reino de magos y brujas, además de hechiceros —e hizo una pausa para observarme—. Veo que estás muy sorprendida, y lo estarás más al ver el reino. Ven conmigo, te lo mostraré.

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