Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10

Ágatha

De un momento a otro, me encontré dentro de un carruaje yendo al castillo de Acantha-Ophelia.

—¡Demonios, chicos! ¿Mi vida será así de emocionante cada día?

—Oh, Ágatha. Esto solo es el principio —respondió Nico y solo pude guardar silencio.

A mi lado se encontraba Cora, y en frente nuestro los dos chicos: Nico y Deo. Recibí la noticia de que el rey Demetrius me alojará en su castillo y su hijo, el príncipe, me enseñará a controlar mis poderes de hechicera. La noticia fue inesperada, pero me sentía emocionada.

Apoyé mi cabeza contra la ventana, pues quería despejar mi mente. Me enfoqué en el paisaje, el cual era muy diferente a Atenas. Andábamos por un bosque hermoso, con muchos árboles de colores. Y es que aquí, en el reino mágico, todo es colorido. Una suave brisa entraba por la ventana semiabierta, y pude oler el delicioso aroma de la naturaleza. Me agradaba todo esto, pues me sentía libre y completa.

Al fin y al cabo, estoy en casa.

Pude divisar el gran castillo a la distancia, y el carruaje aumentó la velocidad. En poco tiempo, llegamos a nuestro destino y, finalmente, pudimos bajar de donde estábamos para pisar el suelo.

—Informe a mi padre que ya estoy aquí —dijo Deo a un guardia, el cual hizo una reverencia como respuesta y se fue.

Al entrar, Deo nos indicó que lo sigamos. Caminamos por los largos pasillos y cruzamos varias puertas, hasta que llegamos a un gran salón. Este parecía estar cubierto por roble y tenía finos detalles en dorado. El piso estaba cubierto por una alfombra roja y las grandes ventanas estaban cubiertas por cortinas color mostaza. En medio de este salón, habían unos grandes sillones, y los cuatro nos ubicamos en uno de ellos.

—Esperaremos aquí hasta que mi padre nos llame.

—De acuerdo, amigo —dijo Nico como respuesta.

De repente, oímos un gran estruendo que provenía del cuarto contínuo. Nos levantamos rápidamente y avanzamos hacia la pared, para luego apoyar nuestros oídos en ella.

—¿Son golpes?

—Tal vez esté ocurriendo una pelea.

—Es absurdo.

—Tu pregunta fue absurda. ¡Claro que son golpes!

La pequeña disputa entre Nico y Deo nos pareció graciosa a Cora y a mí. Pero antes de que los chicos pudieran quejarse por nuestras risas, Munchik, nuestro amigo chinchiná, apareció cruzando la pared en la que estábamos apoyados.

—¡Es un gusto volver a verlos, señor Nico, señorita Cora y señorita Ágatha! —y, haciendo una reverencia, siguió:— Traigo en mis manos una bandeja con agua para que beban, señores y señoritas.

—¡Gracias, Munchik! ¿Qué haces por aquí? —pregunté.

—Con mi hermano decidimos que Munchik podría hacerle compañía a Deo.

—Así es. Deo tiene bastante soledad en este castillo —agregó Nico.

—No es eso. Solo vino para ayudarme en... mis asuntos reales —se opuso el nombrado, aunque dudando de sus palabras.

Nuevamente nuestra conversación fue interrumpida, pero esta vez un guardia real entró al salón.

—El rey los está esperando.

Tras su anuncio, los cinco fuimos escoltados hasta el despacho del rey Demetrius. Al entrar, pudimos ver que este nos estaba esperando sentado en su escritorio.

—Tomen asiento, por favor —pidió y lo obedecimos.

Su cuerpo estaba calmado, su espalda estaba recta y sus cabellos negros tenían algunas canas. Sus dedos estaban entrelazados, y sus ojos violetas se dirigían hacia mí.

—Es un placer verte de nuevo, Ágatha. Espero que tus amigos te hayan informado de que vivirás en mi castillo para poder dominar tus poderes.

—Me lo han dicho, majestad.

—Excelente. Te instalarás ahora mismo en uno de los cuartos en el segundo piso. Mi hijo te guiará hasta allí, y cada tarde tendrás clases con él. Espero que no sea una molestia para ti, pues opino que Deo está capacitado para enseñarte.

—No es ninguna molestia. Estoy segura de que Deo me enseñará bien.

—Lo hará de maravillas, así somos los Bemus —y, esbozando una sonrisa, siguió:—. Antes de que te retires, quisiera hablar sobre otro tema: tu historia verdadera. ¿Has podido hablar con tu madre al respecto?

—Sí. Como lo suponían, soy adoptada. Mi madre me ha encontrado en un parque en Atenas, tras el asesinato de mis padres biológicos a manos de una hechicera. Sé que ellos eran magos por el violeta de sus ojos.

—Lamento oír aquello. Sin embargo, ¿sabes el nombre de tus padres o de aquella hechicera?

—Nada de eso, solo que la hechicera los asesinó con fuego.

Demetrius abrió sus ojos ante la sorpresa de mis palabras.

—¿Dices que fueron asesinados con fuego? ¡Vaya, eso es terrible! Por si no lo sabías, ningún mago es capaz de controlarlo debido a que es nuestro principal enemigo.

—Si fuéramos vampiros, el fuego sería nuestra estaca y agua bendita —comentó Nico, imitando los colmillos de un vampiro.

—¡Nico, estamos frente al rey! —dijo su hermana, quien tenía la cara roja por la vergüenza.

El rey Demetrius seguía pensativo.

—Padre, ¿deseas que te dejemos a solas para que pienses sobre la situación de Ágatha?

—Sí, por favor. Indícale a nuestra huésped su dormitorio, los horarios de las comidas y los horarios de sus clases. Pueden retirarse, y perdonen mi desconcierto actual.

Siguiendo sus indicaciones, nos retiramos del despacho y caminamos por el largo pasillo.

—¡Ahora comienza la diversión! —dijo Nico— No sabes lo genial que es este castillo. Ojalá pudiera vivir en él.

—Y bien, ¿qué lugares le mostraremos a Ágatha? —preguntó Cora a Deo.

—Iremos al comedor, luego a la biblioteca, al cuarto de baño y, por último, a su dormitorio. Vengan, es por aquí.

Doblamos a mitad del pasillo, y caminamos hacia una gran escalera de mármol blanco.

¡Y como brilla!

Subimos los escalones hasta llegar al primer piso, en donde únicamente habían dos grandes puertas, las cuales estaban enfrentadas.

—La puerta que tenemos frente nuestro es el comedor, y la puerta destrás nuestro es la biblioteca —dicho esto, Deo se dirigió hacia el comedor e ingresó en él.

Cora, Nico y yo seguimos sus pasos, y pude admirar la belleza del lugar. El piso era de un reluciente mármol blanco, las paredes eran blancas y en ellas habían enormes ventanas con finas cortinas rojas. En el centro del salón, se hallaba una mesa, la cual era la más larga que había visto.

¡Cien personas podrían cenar allí!

El lugar estaba decorado por enormes jarrones con grabados en cada esquina, un enorme candelabro de un hermoso cristal y varios cuadros antigüos. Curiosa por saber quiénes eran los hombres y mujeres pintados, me acerqué hacia ellos.

—Eudor Bemus y Aglaia Bemus; Neo Bemus y Circe Bemus... —leí.

—Ellos son mis bisabuelos y abuelos —explicó Deo ante mi desconcierto.

—Cuando un rey asume al trono, comunmente se lo retrata junto a su esposa —agregó Cora.

—¿No es más fácil tomar una foto? —pregunté, pero solo obtuve miradas confundidas como respuesta.

Oh, debí pensarlo. Aquí no existen las fotografías...

Caminé unos pasos hacia adelante y me topé con el retrato de Demetrius y Narcissa Bemus. Analicé sus rostros y se los notaba jóvenes, no debían de tener más de veinte años. Demetrius estaba vestido como los próceres que aparecen en los billetes de mi país, y Narcissa llevaba un elegante vestido rosado. Observando un poco más a la madre de Deo, pude hallar muchas similitudes entre ambos. Y es que, a pesar de que Deo no es rubio como lo era ella, sus rostros son idénticos e incluso su sonrisa.

Si tan solo viera sonreír a Deo más seguido.

—¡Ágatha, regresa de la luna! Vamos, iremos a la biblioteca.

Corrí hacia Cora y los cuatro nos dirigimos hacia la puerta contraria para ingresar a la biblioteca.

—¡Wow! —logré decir, pues lo que miraba era maravilloso.

El amplio cuarto tenía en sus paredes altas e incontables estanterías para los libros. El lugar estaba tan abarotado de libros que estos se hallaban en cajas o apilados sobre los diferentes escritorios. Y para hacer de la lectura algo más satisfactoria, el piso estaba cubierto por una suave alfombra bordó.

—¡Por todos los dioses, quiero que este sea mi dormitorio! —los hermanos Lander rieron como respuesta.

—En este lugar paso la mayor parte de mi tiempo, por lo que si necesitas algo, podrás encontrarme aquí —me informó Deo.

—¡Hey, nerds! ¿Podemos ir a los dormitorios? Tanto caminar me dio sueño —dijo Nico, agregando un bostezo falso para más dramatismo.

—Como digas, drama queen. Síganme, los dormitorios están en el segundo piso.

Salimos de la biblioteca y caminamos hacia la gran escalera, en donde subimos varios escalones hasta llegar al segundo piso. Cuando estuve allí, noté que habían cientos de puertas.

—¡Vaya! ¿Aquí duermen todos los empleados del castillo?

—No. Estas son las habitaciones reales y para huéspedes. Los empleados duermen en el cuarto piso —aclaró Deo.

¡Cuánta información por recordar, y cuántos pisos por descubrir!

Deo avanzó hacia el lado izquierdo del pasillo, en el cual solo se podían ver puertas de roble con finos tallados. Arriba de cada una, se hallaba una placa grabada en plata que indicaba el número de habitación. Seguimos al chico hasta la puerta número ochenta y tres, la cual estaba ubicada a mitad del pasillo.

—Este será tu cuarto —me dijo Deo y, tras sacar una llave de su bolsillo, siguió:—. No debes olvidar el número ni la llave.

Cuando el chico me dio la llave, no dudé en abrir la puerta. Sentía mucha curiosidad por saber cómo sería mi cuarto, y quedé maravillada al ver lo espacioso que era. Sus paredes, techo y suelo estaban cubiertos por una brillosa madera, además de que el suelo tenía una alfombra violeta; dos grandes ventanas iluminaban por completo la habitación, las cuales tenían cortinas blancas. Una gran cama se ubicaba cerca de las ventanas, y no dudé en saltar hacia ella.

—¡Por los dioses! ¡Esta cama es muy cómoda!

—Si crees que tu cama es cómoda, ¡imagina la cama del rey! Cómo desearía acostarme en la cama de tu padre, Deo —dijo Nico, pero su amigo solo rodó los ojos.

—¡Mira, Ágatha! Por allí se encuentra el vestidor —indicó Cora y me dirigí hacia él.

Este estaba dentro de la pared, y se accedía a él deslizando una gran puerta blanca. Al hacerlo, me sorprendí al encontrar varios vestidos.

—¡Ni piesen que los usaré! —exclamé y mis amigos rieron.

—Son bastantes anticuados, a decir verdad —comentó Cora.

—Al menos trajiste tu propia ropa —agregó Nico y asentí.

—Volviendo al recorrido del castillo —interrumpió Deo—, te mostraré el cuarto de baño. Se encuentra en frente de esta habitación.

—¿Todo el mundo usa ese baño? —pregunté, pues la idea de que alguien pudiera entrar en él mientras yo estara dentro era incómoda.

—¡Por suerte no! Hay diez baños distintos en este piso y, como no hay ningún huésped por el momento, tendrás el baño para tú sola —explicó Deo Bemus.

¿Un baño real para mí sola? ¡Ojalá se encontrara Shawn Mendes en él!

Noté que Deo me miró con intriga, estoy segura que leyó mis pensamientos.

—Te dejaremos a solas para que te instales —dijo Cora.

—¡Nos veremos en el almuerzo! —informó Nico y mis tres amigos se retiraron.

Quedé a solas en el gran cuarto y el silencio se hizo presente. Sin embargo, estaba emocionada por esta nueva experiencia. Me dirigí hacia mi maleta y saqué de ella ropa para cambiarme.

Remera roja, jeans y mis viejas zapatillas... un clásico cuando no sé qué ponerme.

Salí de donde estaba y crucé el pasillo hasta llegar al baño. Al entrar, un delicioso aroma a limón inundó mi nariz. Observé el gran lugar, el cual tenía paredes y suelo de un bello mármol blanco. Una gran bañera se encontraba en el centro, y a los costados del lugar se encontraban el lavabo, el excusado y una pequeña mesa en donde apoyé mi ropa. Una vez dentro de la bañera, abrí la llave del agua caliente y esta empezó a llenarse. Comenzaba a relajarme, cuando de pronto sentí algo extraño.

¡Por todos los demonios, el agua está hirviendo!

Salí rápidamente de la bañera y cerré el agua caliente, para abrir el agua fría. Una vez que la temperatura era agradable, ingresé otra vez.

Ahora sí.

Me dediqué a pasar tres cuartos de hora allí, bañándome y pensando en mi futuro en Acantha-Ophelia.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro