O4
De acuerdo, cuando Yoongi mencionó llevarse a Jimin a su casa lo había hecho sin pensar, un poquito enojado por la actitud del muchacho, pero al final decidió no retirar lo dicho. Se sentía culpable, esa era la razón.
Casi desde el principio estaba al tanto de su lazo con la infante, y sabía que mantenerse lejos provocaría llanto y malhumor a la pequeña en lo que la conexión se debilitaba y rompía. Empero, como su lobo no aguantaba estar sin verla, no dejaba pasar el tiempo necesario y eso solo alargaba y empeoraba la situación.
Así que sí, el hecho de que Jimin explotara de estrés y cansancio contra él, no era nada más que su culpa.
Sus padres le habían educado como un verdadero alfa, por lo que se abofeteó mentalmente por no cumplir con los pensamientos que tuvo el día en el que inició todo, se agarró las polainas y se hizo responsable de su estupidez.
—Adelante, pasa por favor —indicó cuando abrió la puerta de su departamento, dejándole el camino libre al omega.
Por supuesto que todo esto ha sido discutido con la policía y todas las partes estuvieron de acuerdo, siempre y cuando se cumpliera con el requisito de la seguridad. Nam no estuvo tan sorprendido, intuía que el doctor había formado un lazo con la infante, y ya antes sospechaba que la situación tomaría este nuevo rumbo gracias a ello.
No duraría mucho tiempo, de todos modos. Solo hasta que Jimin estuviera más estable y CheonMoon finalmente fuera llevada a un nido de nodrizas especializadas en cachorros. No había necesidad de hacer papeleo para constatar a Yoongi y a Jimin como los principales responsables, o al menos eso era lo que pensaban.
Jimin se afirmó en el hombro el tirante del bolso que contenía un poco de ropa que había recibido en el refugio y entró al lugar con CheonMoon dormida en su brazo derecho. La niña estaba a poco de cumplir el mes de nacida y seguía siendo tan pequeña como para caber sin problemas en la cuna de un antebrazo.
Con sus pies se quitó los zapatos y se colocó las pantuflas que el alfa le había dejado en el suelo.
El más bajo paseó su mirada por las paredes zafiro, los sillones negros con cojines gris claro y alfombra azul eléctrico obscuro, las puertas negras, los muebles de color marrón, las cortinas blancas, los recuadros de fotos borrosas en la pared de la sala, y el piso de mosaico blanco.
Cuando percibió los supresores en spray flotando en el ambiente como si fueran aromatizantes, Jimin apreció sinceramente la intención del neonatólogo por tratar de que estuviera lo más cómodo posible en su casa. Por supuesto que el spray no escondía por completo la esencia del pálido, mucho menos cuando todo ahí era suyo y, por obvias razones, olía a él.
Al omega le pareció curioso que, a pesar de seguir marcado —o al menos portando la cicatriz todavía en su piel— su lobo no se sintió incorrecto ahí. De hecho, casi podía escucharlo suspirar de puro gusto con lo poco que su nariz podía rescatar del aroma del mayor en el aire.
—Bien, pues... esta es mi casa —habló el peligris, cerrando la puerta tras él antes de caminar por delante para darle un mini tour después de quitarse el calzado también—. Aquí en seguida está la sala, el control de la televisión siempre está junto a esta, y a mano izquierda hay un baño —Su andar le llevó hacia el espacio que estaba después de la sala.—Este es el comedor y a mano izquierda la cocina. Sé que tú y Jeon se conocen de la carrera de gastronomía, así que no dudes en usar la cocina con confianza siempre y cuando la limpies después si queda muy sucia —le dijo con una pequeña sonrisa antes de seguir caminando por el pasillo que estaba entre la cocina y el comedor.
El menor supuso que, con su trabajo, no contaba con mucho tiempo para disponer en limpieza profunda, y prefería ahorrar tiempo.
El alfa le guió hacia cuatro puertas, deteniéndose en las de cristal.—Esta es la salida al balcón.
Jimin observó a través de las puertas transparentes. La vista de la ciudad era agradable y el balcón estaba acompañado de un pequeño juego de mesa y sillas, una sombrilla, un mini columpio y algunas plantas. Era lindo, todo estratégicamente acomodado para aprovechar el poco espacio.
Yoongi caminó al fondo del pasillo, abriendo la puerta café para mostrarle.—Esta es la lavandería. Hay lavadora, fregadero y secadora. Puedes usarlo cuando quieras —Se regresó a la segunda puerta que estaba frente a la salida del balcón.—Aquí es mi habitación y en esta otra puerta está la de invitados, que es donde te quedarás —dijo y abrió, invitándole a pasar para enseñarle el interior.
Park observó las paredes pintadas de beige y detalles blancos, burós blancos, una cajonera sencilla del mismo color con un pequeño armario café claro al costado, la ventana de cortinas vino, una cama matrimonial de fundas vino también, y una cuna justo al costado derecho de esta; era de color beige como las paredes, fundas verde manzana y la baranda del lado de la cama podía bajarse. Al lado de la cajonera y el armario había una puerta blanca.
—Esta habitación tiene baño privado igual que la mía, el baño de la entrada no tiene regadera. T-también conseguí una cuna para Moonie y... creo que eso es todo- ¡oh! Aquí está el interruptor de la luz —Señaló el mencionado.—Bueno, umh... si quieres dame a la bebé para que tomes una ducha en lo que yo preparo la comida y también para que te instales.
—¿Está seguro? —Park alzó las cejas.—No tiene que, yo puedo hacer la comida. Puedo esperar para bañarme.
El alfa asintió.—No te preocupes, Jimin. Puedo hacer ambas cosas sin problema, tú toma una ducha y acomódate —Extendió sus manos hacia la infante.
El menor, desacostumbrado a esa actitud, titubeó un poco y terminó por entregarle a la bebé que seguía dormida. Tal vez el pediatra no confiaba en su sazón y no quería probar su comida.
Min estuvo por abandonar la habitación cuando volvió a hablar.—En la sala hay un teléfono fijo y en este baño hay un mueble con toallas limpias y productos de higiene nuevos.
El otro asintió con una pequeña sonrisa.—Gracias, sunbaenim.
El alfa ya se iba cuando recordó otra cosa.—Espera, ¿eres alérgico a algo?
—A los gatos.
—No cocinaré nada de gatos, entonces.
Jimin se sonrojó al darse cuenta de que el doctor se refería a la cuestión alimenticia y le escuchó reírse mientras salía de la habitación.
🪁
Vivir con el pediatra no estaba siendo tan extraño, o eso pensaba Jimin durante estos primeros cuatro días. Ya habiéndose tratado en las visitas que le peligris hacía al refugio, no eran desconocidos y sabían que se llevaban bien y con normalidad, así que no estaba siendo malo.
Yoongi se iba a trabajar en la mañana al hospital, regresaba para la hora de la comida, y después se quedaba en casa. Eso sí, muy atento a una emergencia. Luego se iba a las diez de la noche para regresar a las dos de la madrugada. También, el pálido le dijo que a veces este horario cambiaba por completo y podía llegar a estar todo el día en el hospital, pues los cachorros no tenían hora para enfermar.
Jimin se rio cuando bromeó con aquello último.
En realidad parecían funcionar bien.
Yoongi casi siempre se encargaba de cocinar y procuraba mucho dejar la comida preparada antes de irse al hospital. Jimin lo respetó, después de todo se trataba de su cocina y su comida, no debía discutir con él.
También se turnaban a la bebé por las noches, estando las habitaciones lado a lado no era complicado. CheonMoon ya no lloraba todo el tiempo, dormía bien, y su hambre desesperada había disminuido, cosa que Jimin en verdad agradecía.
También hablaba con Hwasa por llamadas. Seguía sin tener un celular y Yoongi le había dicho que podía usar el teléfono del departamento siempre que quisiera, aún así, no quería disponer tanto del aparato y hacerlo molestar. Todos los residentes del refugio podían irse cuando mejor les pareciera, podían salir de él a algún lado y regresar, pero la omega prefería no salir de ahí en lo absoluto por ahora, mucho menos visitarle a la casa de un alfa.
Seguía lidiando con el tema de estar fuera del refugio, su lobo sentía que ella y Myeonjin estaban en gran peligro apenas ponía un pie en la calle.
El omega recuerda que una vez, después de una de las visitas del pediatra, Hyejin prefirió alejarse de CheonMoon y no cargarla, pues la niña traía encima el aroma del alfa.
Jimin deseaba de corazón que Hwasa y Myeonjin estuvieran mejor, siempre.
—¡Ya estoy aquí! —El pelinegro escuchó exactamente cuando cerró el grifo de la regadera, cargando con atención a la niña en sus brazos.
Las primeras veces Hwasa le había ayudado a bañar a Cheon, pero al empezar a hacerlo por su cuenta descubrió que le parecía más fácil mojarse él también. Podría parecer más peligroso de por sí, pero Jimin sentía mayor facilidad de esa forma.
Además, Yoongi le había conseguido una mesita especial de plástico para que la metiera a la regadera, así no tendría a la bebé en brazos todo el tiempo. El neonatólogo, por su parte, ya tenía bastante práctica bañando infantes en una tina para bebés.
El omega no lo decía, pero le tenía envidia a sus habilidades.
—¿Jimin? —le llamó el alfa al no verle por ningún lado.
—¡Baño! —gritó él breve. Sonrió enternecido y apenado al notar que su grito hizo sobresaltar a CheonMoon en sus brazos, que ya estaba lista para quedarse dormida.
Enredó a la niña en su toalla y la colocó en la mesita en lo que él se secaba el cuerpo rápidamente. Podía escuchar los pasos del doctor yendo hacia la habitación.
Se colocó la bata de baño para cubrirse, tomó en brazos a la cachorra y abrió la puerta. Dio pasitos cortos hacia la cama, recostándola cuidadosamente antes de regresar al baño.
—¿Ya puedo entrar? —se escuchó afuera.
—¡Adelante! —Acomodó la puerta del baño para que se quedara ligeramente abierta, así su voz se escuchaba sin problemas. Vio al otro entrar.—La ropita está en la orilla de la cama, sunbaenim —indicó el pelinegro con un movimiento de su mano, asomándose casi nada.
—Ow, Moonie... ¿te relaja mucho la ducha? —le habló dulce el alfa a la mencionada en tanto la acomodaba en sus brazos, sonriendo enternecido por verla dormir.
Jimin sonrió también.
Oh, cierto. Al parecer también hacían eso.
Esta era la tercera ocasión en la que sucedía, de hecho. Cuando el omega se bañaba junto con la bebé, Yoongi se la llevaba y se encargaba de secarla bien y vestirla para que el menor tuviera la privacidad necesaria de alistarse, sin tener que estar al pendiente de Cheon.
Siendo este el quinto día, Park no negaba sorprenderse por la facilidad en la que habían llegado a esa clase de confianza, o más bien forma de no darle mucha importancia. Quizá tenía mucho que ver que ya tenían tiempo tratándose y que la principal razón era el beneficio y cuidado de CheonMoon. Por supuesto era extraño, pero no se sentía incómodo. Yoongi siempre avisaba su presencia, era educado y respetuoso, y entraba y salía rápido, preocupado de que la niña no pasara frío.
—Sunbaenim —El peligris se giró a punto de salir de la habitación, mirándole interrogante a su llamado.—¿Qué vamos a cenar?
—¿Hamburguesas está bien? —Yoon hizo una mueca.—Estoy cansado, no tengo fuerzas para preparar algo.
Jimin boqueó confundido, pues en ese caso no creía que fuera una opción viable.—Las hamburguesas me caen pesado, podría vomitar.
—Pues a mí no, así que no comes, perfecto —dijo con el gesto mortalmente serio, sin embargo, soltando una carcajada cuando salió de la habitación.
El de labios pomposos jadeó sorprendido y luego se rio, escuchándolo seguir riéndose, más fuerte cuando escuchó la reacción del omega.
—¡Oiga, grosero! —reclamó risueño a la puerta cerrada.
—¡Apúrate y ven!
El más bajo agradeció haber conocido al neonatólogo en las visitas, sino, en esos momentos no conversarían así y se mirarían las caras en silencio incómodo como un par de viejos amargados. Le gustaba llevarse bien con él.
Momentos más tarde, ya después de vestirse con una pijama que había recibido en el refugio, Jimin llegó al comedor y entendió por qué el mayor le había dicho que se apurara, había comprado las hamburguesas en la calle.
—Terminando la comida debo regresar al hospital —informó el alfa al verle—. Solo vine para traer la cena.
Hoy era uno de esos días en los que el horario le cambiaba por completo y pasaba todo el tiempo en el hospital, tal y como Yoongi le había contado que podía suceder.
—No era necesario, sunbaenim —murmuró Jimin, sentándose con él en la mesa—, yo podía haberme preparado algo para la cena, no tenía que preocuparse.
El peligris solo aventó la mano al aire sin prestarle atención. La situación sólo avivaba el pensamiento de Jimin de que el alfa no estaba dispuesto a probar su comida.
—¿Es en serio que podrías terminar vomitando? —el pálido se mostró preocupado por lo que había dicho minutos atrás. En ese caso, le cocinaría algo diferente.
—Oh, sí, probablemente —el pelinegro sonrió con los labios apretados—. Mi lobo no parece estar recibiendo bien la comida, por lo que no hago buena digestión y puedo acabar devolviendo todo —explicó lo más breve posible, no quería incomodarlo hablando sobre algo desagradable que, según él, no le interesaba.
—Luna, qué horror —dijo con las cejas arrugadas, arrastrando la silla hacia atrás con un chirrido. Por un instante, Jimin creyó que lo había hecho enfadar con su respuesta y que se retiraría—. Te prepararé algo ligero, entonces, para que no lastimes a tu estómago —Sin embargo, esa fue su reacción.
El menor abrió mucho los ojos, alarmado, y le sostuvo la mano para evitar que se pusiera de pie.—¡Yo lo haré!
—¿Oh?
Había gritado. Apretó los labios, cohibido por su actuar.—En realidad... no es necesario —dijo más tranquilo—. Comer hamburguesa no me hace daño, solo debo comer un poco menos para no cargar mi estómago.
—¿Estás seguro? —Yoongi se veía completamente dispuesto a levantarse de su puesto, ir a la estufa, y preparar algo, a pesar de haber dicho que estaba cansado y no tenía humor para hacerlo.
Jimin asintió.—Muy seguro —afirmó—. Quiero comer hamburguesa, huelen muy bien y se me ha antojado, aunque tal vez no la termine toda.
El mayor se convenció de su palabra y re acomodó su silla.—Está bien... —cedió—. Si no la acabas, siempre puedes guardarla para mañana.
Con Cheon en el portabebé que, de nuevo, Yoongi se consiguió, ambos repartieron los contenedores de unicel con la comida y comenzaron a ingerir la cena tranquilamente. El alfa le preguntó qué había hecho en su ausencia y el otro le contó lo que había charlado con Hwasa en llamada esa tarde, contándole emocionado que Myeonjin estaba comenzando a hablar más allá de sus balbuceos y que ahora personas que no fueran su mamá podían entenderle una cosilla o dos. También le contó que Jungkook le había llorado su ausencia después de que le informara que Kyungsoo le enviaba saludos, quejándose de que ahora ya no tendría una excusa para escabullirse a la cocina, que quería verle.
—Jungkook-ah puede venir a visitarte cuando quiera, solo pónganse de acuerdo —sugirió Yoongi con interés.
—¿De verdad? —El alfa asintió.—Ah, sunbaenim... siento que me está dando demasiada libertad en su casa. No quiero ser grosero ni molestarle.
—Jimin, no irrespetas mi casa. No te preocupes —Le sonrió con calma.—Siento que a veces hasta tratas de hacer parecer como si no estuvieras aquí, créeme que no me molesta.
Bueno, era cierto, no le molestaba. Aunque también seguía sintiéndose culpable por todo el batallar que le había causado al omega con la niña al mantenerse lejos.
Tampoco le molestaba conseguir cosas para CheonMoon, pero eso ya no era culpabilidad, sino cosa de él y su lobo. Estaba particularmente entusiasmado con la pequeña. Cada vez se hacía más grande la necesidad de tenerla consigo, de dormirla en sus brazos, de sentir su aroma a bebé cerca, de cuidarla.
Ah, sin dudas esto sería un gran problema más adelante, pero su lobo se hacía loco y prefería no pensar en ello.
—Por cierto, ahora que lo recuerdo... —habló Yoongi de nuevo en tanto acomodaba la manta ligera que cubría a Moonie en el portabebé—¿Por qué mencionaste que tenía un omega en casa?
El menor frunció el ceño confundido con la boca llena. Tragó.—¿De qué habla? ¿Cuándo?
—La semana pasada cuando discutimos y se nos ocurrió todo esto —Jimin hizo un "aah" en entendimiento.
—En algunas de sus visitas usted llegaba con el aroma de una o un omega encima —le dijo y el alfa se congeló—, supuse que era su omega y que vivían juntos, ya sabe —El pelinegro se perdió un poco en sus recuerdos, ignorando cómo las mejillas del doctor ganaban color.—Ahora que lo pienso otra vez, creo que en aquellas ocasiones Moonie no estuvo del todo feliz el resto del día y la noche. Quizá pudo ser eso.
Cielo santo, ¿cómo pudo ser tan descuidado?
Yoongi solía pedirle a sus parejas que no le marcaran con su aroma, ya que estaba en contacto con neonatos mucho tiempo y eso podía causar malestar tanto a los infantes como a los progenitores. Los pequeños por ser muy sensibles a los aromas, y los padres porque muchas veces no están muy contentos de sentir el aroma de alguien más en su retoño. Él mismo era muy cuidadoso con su aroma, y usaba su esencia como recurso de calma para los bebés en muy pocas ocasiones.
Sin embargo, con CheonMoon no lo hacía. Se habían conectado y que ella sintiera su aroma traía puros beneficios, además de ser capricho de su lobo.
Una cosa era marcar con aroma, y otra cosa oler a la persona con la que estás enlazada. Durante los primeros tres años de vida, a veces hasta más, a los infantes no les agradan las marcas de aroma ajenas a las de sus padres.
Por eso CheonMoon estuvo irritada en esas ocasiones. Yoongi se quería golpear la frente, pero estaba más ocupado apenándose porque Jimin le había sentido el aroma de otro omega. Ni siquiera era algo grave o muy importante, pero su estúpido lobo agachaba la cabeza.
El omega prestó atención al mayor otra vez y notó su sonrojo. Se le escapó una risita y siguió comiendo en silencio.
—Yo no tengo un omega —Y de nuevo su lobo le forzaba a decir aquello, como si tuviera la responsabilidad de.
Park alzó las cejas con una sonrisita burlona, casi diciéndole «Como usted diga», y continuó cenando.
Cuando los contenedores se vaciaron, Yoongi acarició los piecitos de Moonie antes de irse, avisándole a Jimin que regresaría en la madrugada.
» ademmmle «
Hola, espero se encuentren muy bien. No olviden cuidarse 👀💕
—Adem🪁
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