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26

Todo lo existente cambia, los seres vivos y las cosas, las personas en especial. A Jimin no le gustaba el cambio, había desarrollado cierta relación hostil con lo que ello significaba. Toda su vida había experimentado cambio tras cambio, sin tener oportunidad de respirar y acostumbrarse.

Cuando cumplió doce años y se presentó como omega, "de cabeza" no era un término que englobara de forma exacta el cambio al que se había enfrentado. No siempre fue la "decepción de tres generaciones", alguna vez sus padres verdaderamente lo amaron y se lo demostraron. En algún punto de su vida disfrutó de ser un niño mal criado que no recibía más que cumplimiento y aceptación a todo lo que él quisiera. Él fue criado así; amado, chiflado, festejado y aceptado. Como cualquier hijo menor, fue la adoración y el brillo de sus padres.

Jamás esperó ser condenado por presentarse como un omega macho, para un chiquillo de doce años fue un shock total ser señalado como un fenómeno indeseado por su amorosa familia. Él no pudo hacer más que creer todas y cada una de esas palabras.

Sin resistencia se comenzó a percibir a sí mismo como una rareza, comenzó a compararse con sus primos y primas para darse cuenta de que no era igual a nadie, que era inferior. El amor y aceptación se le fue arrebatado de un momento a otro; nunca más su madre besó su frente, sus primos ya no quisieron jugar con él, su hermano le miró con desprecio y su padre le negó su apoyo y protección, percibiéndolo como una decepción. Y Jimin cada noche le deseó a la sagrada madre que lo volviera diferente.

Tal vez nunca tuvo una relación tan sana con su propio lobo, quizá cuando comenzó a vivir con su amiga de la escuela pudo haber construido una. La verdad es que sólo deseaba ser diferente, en cualquier aspecto posible.

Ojalá fuera diferente.

Ojalá fuera un alfa fuerte, ojalá fuera más valiente. Ojalá no hubiera salido de su casa ese día, solo.

Un sinfín de "Ojalás" se amontonaban en su mente, de la misma forma en la que el pánico se arremolinaba en su corazón, bombeando desagrado y angustia por su torrente sanguíneo. No podía percibir su propio aroma asustado. Al contrario, era tremendamente consciente del pesado pulgar en su entrepierna, justo ahí, en la división de su pierna y pelvis. El resto de los cuatro dedos abrazaban su cadera, abiertos, apretando, encarcelándolo. No podía moverse.

Tampoco podía respirar bien.

Ni siquiera podía escuchar lo que el señor Han le decía, sonriente, acuclillado frente a él, y aterradoramente cerca de su cuerpo. Los latidos de su corazón taponeaban sus oídos de cualquier otro sonido.

Entonces ya no era el señor Han, era Seokwan, el amigo de Deokjung, mirándolo triunfante. Acechándolo, siguiéndolo a todas partes. Y él seguía teniendo doce, pero ahora, trabajosamente, intentaba sostener dos bebés en sus brazos inexpertos, la ansiedad atrapándolo ante la idea de que no podía protegerlos y que los apartarían de él.

Jimin abrió los ojos con el corazón latiendo frenético contra su pecho, como si intentara huir porque el resto de su cuerpo no se movía para hacerlo. La vista del techo borroso le hizo saber que sus ojos tenían una ligera capa lagrimosa, y permaneció en silencio, respirando lento en la búsqueda de que su latir se regularizara. No sabía si su cuerpo seguía sin moverse por recién estar despertando o por la incómoda ansiedad que aún podía provocarle ese desagradable recuerdo extrañamente transmutado en pesadilla.

Odiaba al señor Han, si no se había muerto aún el viejo, Jimin esperaba que se le estuviera pudriendo el trasero de la forma más dolorosa posible y que ningún diente permaneciera en sus encías.

También odiaba a su padre, porque cuando buscó su protección y le rogó que no volviera a invitarlo a casa, lo ignoró.

Una serie de ruidos provocados por claxon se escucharon por la ventana y Jimin ahogó un gruñido, unos segundos antes de que Sabyeol comenzara a quejarse para dar inicio al llanto.

Se llevó el antebrazo a los ojos, cubriéndose, anticipando la migraña.—Vete a la mierda... —masculló, escuchando el llanto irse intensificando.

Lleno de coraje se levantó de la cama, dirigiéndose a la única ventana de la casa de la señora Minsung que tenía vista a la calle, más que despierto pero no menos agotado. Como era de esperar, el desgraciado amigo de Deokjung estaba estacionado afuera, y al verle le lanzó un beso al aire. Jimin le mostró el dedo medio de cada mano antes de dejar caer la cortina en su lugar.

—¡Vete a la mierda! —lo maldijo de nuevo.

El claxon se escuchó varias veces más, aumentando el volumen del llanto de Sabyeol, y dejándose llevar por el hecho de que no había nadie más en casa, el omega se jaló el cabello y pegó un grito desesperado al cielo.

Ahora entendía cómo Deokjung siempre supo en dónde estaba, ahora sabía que nunca fue paranoia suya. Tal vez no tenía ni puta idea de en dónde rayos estaba él, pero su maldito amiguito Seokwan lo había estado siguiendo desde que se lo encontró en el súper mercado. Y el idiota era un maldito cobarde, porque siempre acosaba su existencia cuando estaba solo, siempre hacía sus malditos númeritos cuando era el único en la casa o cuando salía a solas a la calle. Para cuando llamaba a la policía, el alfa ya estaba huyendo, y él se rendía de llamar una y otra vez. Jimin sabía que disfrutaba burlarse de él, seguramente llegaba con los divertidísimos reportes de su existencia para Deokjung.

Resignado, el omega caminó de vuelta a la habitación en donde dormía junto a Sabyeol. El bebé lloriqueaba con furia a consecuencia de su sueño interrumpido por los estridentes ruidos que aún continuaban, removiéndose incómodo en su lugar y enrojeciendo. Jimin intentó tomarlo en sus brazos, batallando un poco por la forma inquieta en la que lloraba.

De repente, recordó un par de ocasiones en las que Yoongi recurrió a una curiosa técnica para calmar a Moonie incluso si parecía imposible. Le había dicho que lo aprendió en su tiempo de internado.

Hacía un frío del demonio, pero sinceramente se estaba sintiendo desesperado. Regresó a Sabyeol al colchón y se apresuró a quitarse la sudadera y la playera con la que ha estado durmiendo últimamente. La calefacción aquí no llegaba de forma tan efectiva a la habitación, en comparación al departamento de Yoongi, así que no quiso arriesgarse a despojar de su ropita caliente a su bebé. Con la piel erizándosele por el ambiente ligeramente fresco a pesar de la calefacción de la casa, cargó a Sabyeol otra vez y se recostó con él en su pecho otra vez, cubriéndolos a ambos con la manta mientras su cachorro continuaba su berreo, esforzándose con cada lloriqueo, y Jimin cerró los ojos agotado.

Trató de arrullarlo de la forma más gentil y dulce que podía con su cabeza palpitando de dolor, por suerte en algún momento escuchó a Seokwan irse en su auto junto a los molestos apretones de claxon, dejando de irritar los sensibles oídos de su bebé. Se mantuvo así un rato, más tarde que pronto —siendo realistas— Sabyeol fue disminuyendo su llanto hasta detenerse, seguía molesto por su sueño interrumpido, pero ahora parecía que sería un poco más sencillo de poner a dormir, lo cual, con honestidad, resultaba una tarea complicada para el omega.

Su bebé no parecía encontrar el suficiente confort en Jimin, por lo que si dormía, era solo hasta haber alcanzado el máximo de agotamiento. Esto ha estado sucediendo durante las últimas dos semanas, desde que lo tiene de vuelta.

Siendo víctima de algunos escalofríos, pensó en lo irónico que era que, aún distanciados, Yoongi le ayudara a arrullar; Jimin había adoptado todos los trucos que pudo de él y tenía la fortuna de que algunos funcionaran con Sabyeol. El techo blanco otra vez era su punto de visión, y Jimin se sentía varado en la realidad, porque seguía sin tener idea sobre qué debía hacer ahora.

🪁

Sus ojos bailaron de la pantalla del elevador marcando los pisos por los que pasaban, al reloj plateado en su muñeca. El día había comenzado ajetreado, Namjoon lo supo cuando la niñera de Byuljin le canceló. Tuvo que pedirle el favor a sus madres de que la cuidaran, y después de eso acompañó a su marido para visitar el nido en donde CheonMoon estaba siendo resguardada, porque Jimin y Yoongi seguían preguntando por ella. Compartió almuerzo con su omega en una linda cafetería, luego de varios meses de no tener un momento a solas; anduvo dando vueltas en la ciudad investigando otro caso de desaparición de una bebé (¿Qué mierda pasaba en la cabeza de la gente?) y ahora regresaba a su lugar de trabajo porque había olvidado las llaves de casa en el cajón de su escritorio.

Mismo que estaba hecho un desastre de papeles y carpetas.

Realmente quiso irse y dejar el desorden para el Namjoon del futuro, pero no podía, y con un ligero gruñido frustrado se sentó a ordenar rápidamente, amontonando carpetas encima de otras, solo para que se viera un poco espacioso. Cuando Jin y él viven dejando papeles por cualquier superficie, es fácil rendirse de ordenar para solo juntar todo en un mismo sitio; era un desastre, pero sabían bien de quién era cada desastre y qué había en él.

—¡Detective Kim! —el alfa pegó un brinco asustadizo por el repentino llamado—. Disculpe. ¿Tendrá un momento?

Namjoon miró apenado a su colega, la omega se veía bastante seria con su montón de carpetas entre las manos.—Lo siento mucho, la verdad es que voy muy tarde a otro lugar. ¿Es urgente?

La mujer meneó la cabeza indecisa.—Esperaba que pudiera darme apoyo con el caso que tomé; es de trata de subgéneros vulnerables. Llevo estancada dos meses, y supe que está trabajando con la desaparición de una bebé.

—Dos, de hecho. Apareció un cachorro pero aún no cierro el caso, el responsable sigue por ahí, feliz de la vida —contó con una sonrisa tensa que demostraba lo estresado que lo tenía esa situación. Su colega hizo un gesto de descontento, de acuerdo con su estrés—. Con gusto podemos charlar de eso, me quedaré luego de que termine mi horario, pero ya sabe, a la hora de la cena me desaparezco para estar con mi señor y mi niña.

—Por supuesto, muchas gracias.

Bien, ya era momento de correr. Namjoon logró llegar con siete minutos de retraso a las instalaciones de la cárcel en donde tenían recluida a Choi Sungji, la persona que secuestró a Sabyeol. Ayer finalmente lograron detenerla. Nam estaba brincando por darle las noticias a Jimin pronto.

Sin embargo, cuando entró a la sala de interrogatorios, tuvo el asqueroso presentimiento de que no iba a salir tan feliz de ahí.

—Choi Sungji, hay antecedentes de algunos robos, disturbios sociales bastante... escandalosos y bastante historial sobre consumo y venta de drogas en tu carpeta —dijo Namjoon cuando se sentó frente a ella—. Nada sobre secuestrar bebés hasta ahora, ¿logro desbloqueado?

—Pasaré por alto su impuntualidad solo porque eso que dijo me causó gracia.

—Tuve unos pequeños inconvenientes, pero me gustaría que habláramos más sobre ti y cómo te relacionas con Deokjung que sobre mí —la grabadora estaba funcionando a su lado derecho.

La omega recargó su mentón sobre su mano derecha.—Correcto, señor detective. Umh, conocí a Deokjung hace uno o dos años, la verdad es que no recuerdo en qué mes, solo que hacía calor y él estaba caliente como toro en celo... claro que, bueno, no se desempeñó como uno, ¿entiende?

Namjoon la observó en silencio, ella arrugó la nariz, recordando la experiencia.

—A veces nos veíamos, una o dos veces por mes, las otras veces eran para droga, aunque estoy segura de que no tiene mucha experiencia con eso. De repente dejé de saber de él como por... ¿qué será? ¿Cuatro meses? Así que fue bastante curioso que un día sin más me llamara y me dijera que me tenía un trabajo.

¿Así de fácil le iba a contar todo? Namjoon no lo demostró, pero estaba sorprendido y tal vez desconfiado por su lengua suelta.

—Sólo dijo "tengo un trabajo para ti, hay mucho dinero y sin preguntas. Cuando te llame para vernos, te mueves rápido". Creí que sería algo como transportar droga o robarla, ¡nunca imaginé que me pediría robar un maldito bebé! —habló escandalizada, manoteando al aire.

—¿Cuándo pasó todo eso?

—Mmh, cuando me llevé al bebé fue... el veinte de octubre del año pasado, hace poco más de dos meses. Y si me llamó siete días antes, fue el día trece de octubre.

La primera fecha ya la conocía, coincidía con el día de nacimiento y desaparición de Sabyeol.—Agradezco esa memoria.

La omega sonrió y continuó.—Jamás había hecho cosas relacionadas con niños, mucho menos bebés, no son mi estilo y no me gusta batallar con humanitos que lloran y cagan a cada hora. Por supuesto le dije que no, pero cambiar pañales dejó de ser un problema con el dinero que me dio.

—¿Sabías que el bebé era suyo?

—Una semana después me lo dijo —admitió ella—. La verdad es que jamás pregunté sobre quién había hecho todo el trabajo de llevarlo dentro de su vientre, aunque él tampoco le mencionó. Es decir... claro que lo vi, cuando le llevé a la otra bebé, pero no pregunté por él.

»Iba de vez en cuando a ver al niño, pero no se quedaba mucho tiempo... mejor dicho venía por mí, pero cuidar de un bebé es mucho más entretenido que su pene, y no soy su omega como para hacer todo el numerito de la familia tradicional donde el alfa solo llega a la noche y espera a su omega dispuesto para coger. Las primeras veces lo largué de mi casa luego de un cubetazo helado, así que comenzó a visitar con menor frecuencia.

—Mmh, ya veo... —Namjoon quería reírse, pero se mantuvo serio.

—Tampoco se llevaba al niño, obvio que no, así que cuando de verdad fue por el bebé me sorprendió bastante —se quedó en silencio un momento antes de reírse—. De un día a otro apareció con todos los instintos paternales que no tuvo en dos meses... pura mierda, yo desarrollé más de esos instintos que él.

—¿Cuándo recogió al niño?

—La mañana del treinta de diciembre —respondió—. El idiota llegó y casi derribó mi puerta, tocándola como loco.

Vaya, Deokjung no tuvo al bebé consigo más que un solo día.

—Forjé un lazo con el bebé —dijo ella, de repente algo reflexiva. Se llevó la mano al pecho—. Mi lobo no está contento por la separación... pero yo ya recibí mi dinero y ya me lo gasté.

—Ya te lo gastaste —repitió Namjoon—, imagino que por eso me estás contando todo esto sin poner resistencia —Ella solo se encogió de hombros, asintiendo.—Tu colaboración nos hará considerar enviarte a una cárcel exclusiva de omegas y mujeres beta.

—No creo que lo hagan. Para tu desgracia, no tengo idea de en cuál agujero se esconde Deokjung, ni por qué se esconde o de quién huye —ante el escrutinio del detective, ella alzó las manos al aire con diversión—. No miento. Él no pagó por mi silencio, y tampoco me interesa lo que le suceda.

Namjoon quiso reírse por su comentario, pero el estrés que le provocó esa información no se lo permitió. Se masajeó las sienes.—Aún así, no me gusta enviar a cárceles mixtas a omegas y mujeres betas.

Ella jadeó con exageración, llevándose la mano al pecho otra vez.—Oh, qué gentil de tu parte —Sonrió en grande, coqueta.—Eres de esos, ¿no? —Nam alzó una ceja.—Ya sabes, de esos alfas que sus omegas están encantados de tener —Paseó su mirada por el cuello moreno, distinguiendo la marca de apareamiento, en tanto rozaba con su pie la pantorrilla del alfa.

Namjoon mostró los colmillos, gruñendo en una amenazadora advertencia y pateando lejos el pie ajeno con su otra pierna.

Sungji se rio, dejando en paz el espacio personal del detective.—Sí, definitivamente eres uno de esos.

El alfa respiró profundamente, tomándose unos segundos antes de seguir interrogando.—¿Alguna vez te comentó por qué había desaparecido al niño? ¿O si quiera te dijo por qué se lo llevaba? Lo que sea que recuerdes.

Ella estuvo por responder de forma negativa, reflexionó al respecto, y apretando los labios terminó por negar.—No, y tampoco me interesaba saber. Lo único que puedo decir es que cuando se lo llevó parecía apurado... incluso ansioso o, no sé, ¿asustado? —se rio.

—¿Mencionaba a alguien más involucrado en esto?

—Nop, solo a los del hospital y a mí.

Luego de unos momentos silenciosos de análisis, Kim suspiró. Seguían tratando de persuadir a Seokwan para interrogarlo, y los padres de Deokjung se mostraban despreocupados y desconocedores de la desaparición de su hijo, acostumbrados a no saber nada de él por largos periodos de tiempo.

—No tengo más preguntas —se levantó, acomodando y guardando sus cosas.

Antes de que se fuera de la sala, en tanto un guardia se preparaba para escoltarla a la celda temporal, Sungji habló de nuevo.—Suerte en tu caso, detective~

Namjoon rodó los ojos, fastidiado.

🪁

Seokjin era una persona muy comprometida en ayudar a sus clientes, o tal vez metía sus manos al fuego por Jimin porque se sentía familiarizado con su historia de vida, lo que sea que fuese, concluía en que buscaba por todos los medios facilitar las cosas para Jimin.

Él había estado por comprar ropa para Sabyeol la mañana del primero de enero (un día después de tener a su cachorro de vuelta), pero el abogado mandó a su alfa con una bolsa llena de ropa que alguna vez perteneció a Byuljin. Cosas primordiales para el frío como mamelucos, calcetines, gorritos y guantes. Hwasa tampoco quiso quedarse atrás, y le dio algunos pares de conjuntos que logró conservar de su niña.

Yoongi... bueno, está claro que él también aportó su maletita con ropa nueva para el bebé en una de las revisiones que estaba teniendo Sabyeol. Indudablemente iba a hacer eso.

Si bien él era pediatra y se especializaba como neonatólogo, él no era el especialista indicado para la condición del bebé; se aseguró de que Sabyeol no presentara alguna otra enfermedad, abuso o condición, y guio a Jimin con un oftalmólogo de confianza que tuviera buen historial con este tipo de casos en cachorros. Sabyeol presentaba anoftalmía bilateral ante la ausencia del globo ocular izquierdo, y se dictaminó que, para alivio de Jimin, no necesitaba una costosa y complicada cirugía para agrandar la cavidad ocular, pero sí un conformador, es decir, un artefacto que ayuda a que los huesos involucrados en la cavidad ocular se desarrollen correctamente.

Los cachorros crecen rápidamente, así que era de suma importancia que Sabyeol tuviera el suyo cuanto antes. Iba a estar necesitando cambiar de dispositivo bastante seguido, y dado que un ocularista debía crearlo a medida, Jimin sentía que se infartaba de solo pensar en lo que ello costaría. Aquí es donde entra Seokjin.

Existían algunos programas y servicios de apoyo para omegas o madres betas y sus cachorros en situaciones similares a la de Jimin. El abogado Kim había buscado el programa indicado para el menor, y había hablado (persuadido) a las personas necesarias para que Jimin recibieran apoyo incluso si no cumplía con toda la papelería requerida.

De todos modos, Yoongi se aseguró de hablar con su colega oftalmólogo y con la ocularista para que le dieran una oportunidad a Jimin de tratar a su niño.

Así que hoy Jimin iría a recoger el conformador que Sabyeol necesitaba, buscaría sus papeles personales en el departamento de Deokjung, e iría a registrar a Sabyeol como su hijo frente al sistema gubernamental.

Yoongi le había dicho que para ello se necesitaban un par de documentos y registros que solo el hospital extendía, con el fin de constatar que el cachorro no era robado (qué ironía). Afortunadamente, aunque pudo haberlo hecho fácilmente, Deokjung no falsificó ese par de papeles para registrar al niño como suyo y de cualquier otra persona. Choi Sungji tampoco los robó, por alguna razón; quizá por el apuro o porque no conocía siquiera la existencia de tales papeles necesarios.

Jimin se preguntaba por qué. Hasta ahora, no tenían ni el más mínimo indicio de por qué había —y seguía haciendo— todo esto. Si fuera solo por la condición de Sabyeol, se habría desecho por completo de él en lugar de pagarle a alguien por cuidarlo e ir a verlo muy de vez en cuando.

Haciéndose pequeño contra del cuerpecito de su bebé para protegerlo del frío, Jimin visualizó el auto del hermano mayor de Jungkook. Ahora sabía que nunca fue paranoia suya el sentirse expuesto a solas en la calle, pero la idea de Seokwan acechándolo lo mantenía nervioso todo el tiempo, así que Jeon y Hwasa lo fueron a recoger hasta la casa de la señora Minsung en lugar de reunirse en algún lado. Además, era mejor evitarle el frío a Sabyeol y a Myeonjin.

Seokjin les encontraría en las oficinas de registro de población.

El departamento quedaba antes que el hospital, por lo que esa fue la primera parada.

Mientras sentían el movimiento del elevador pasando piso por piso, Jimin sentía náuseas. Quiso atribuirlo a un mareo provocado por el ascenso, pero se sentía diferente. Él jamás tuvo vértigo a este tipo de cosas o a las alturas.

La policía había colocado un aviso en la puerta que prohibía el paso, de todos modos sabían que no aplicaba en ellos. Al entrar al lugar notaron varios muebles fuera de lugar, no sabían si había sido obra de la investigación del caso o de Deokjung. Algunas decoraciones estaban en el suelo en pedazos, pero las fotos estaban intactas. No era relevante, de todos modos, en ninguna estaba el rostro de Jimin.

Los aromas de ambos ya no se encontraban en el ambiente, pero el característico olor que el departamento siempre tuvo dejó a Jimin frunciendo la nariz, aferrado a Sabyeol, que por suerte estaba dormido. Fue ridícula la facilidad con la que Hwasa lo arrulló en el auto, tal vez incluso insultante.

—Bien, ahora déjenme ver si este alfa fue tan mierda como para robarme mis papeles —Jimin bromeó, tenso. Esperaba que no hubiera encontrado el lugar donde los tenía escondidos.

Hwasa y Jungkook lo siguieron a la cocina, con Myeonjin en brazos de su mamá para que no tocara nada. El omega menor jaló una de las sillas del comedor hacia el frente de la estufa, le tendió a Jeon su bebé por unos momentos, y se subió en la silla. Arriba de la estufa había un mueble negro, tenía un espacio para el microondas, y encima del microondas estaba una compuerta que nunca se utilizó por la altura a la que se encontraba; siempre fue un dolor de cabeza tratar de quitarle la grasa acumulada a la madera.

Jimin se puso de puntas sobre la silla, y con un suspiro aliviado alcanzó una carpeta de plástico negro que había puesto hasta el fondo en una esquina, donde ni siquiera la luz en el techo lograba llegar. Rápidamente se bajó de la silla y la revisó, sonriendo cuando encontró todos sus papeles dentro.

—Al menos fui lo suficiente inteligente como para esconder mis documentos —rio Jimin—. Vámonos, este lugar nunca me gustó.

Jungkook se rio.—No olvides que también venimos a ver qué ropa podías recuperar.

El omega aplaudió con ánimo, antes de jalar de la mano a Hwasa consigo.—Noona, ¡tengo un pantalón que seguro te quedará muy lindo! —Myeonjin se carcajeó, yendo de la mano de su mamá, tratando de seguir el paso.

🪁

Había pasado un tiempo desde que puso los pies en el hospital donde nació Sabyeol, desde su última consulta con Hoseok, para ser exactos. El lugar siempre le había gustado, de alguna forma habían logrado que no se respirara un aire lúgubre alrededor, era obvio que las malas noticias también estaban aquí, pero no le ponía los pelos de punta.

Con ayuda del elevador se movilizaron al piso en donde se encontraba el área de Yoongi, cercano a las salas de parto y en donde mismo se situaban los cuneros. Todo el lugar silencioso de un lado y cómodo para los cachorros de un lado, y lo más ruidoso del otro; pediatría estaba en este.

Se acercaron al par de secretarios en su escritorio, donde los caminos de cada ala se dividían, y Jimin habló.

—Buscamos al doctor Min Yoongi.

—Claro, ¿a qué hora es su cita?

—Uh, no venimos a consulta. De parte de Park Jimin.

El muchacho asintió en reconocimiento al nombre.—Bien. Se me avisó de su visita, en un momento vendrá el doctor. Por favor, tomen asiento.

A lado de la sección de asientos había una habitación sin muros y puertas, ahí había un suelo de goma de colores y un montón de juguetes esperando por ser usados. Siendo el lado de pediatría, era bastante acorde tener un área de juegos, una a la que Hwasa no demoró llevar a su nena.

Originalmente ellos no deberían estar ahí, lo correcto era que se hubieran dirigido a la administración general de este edificio dedicado a maternidad y pediatría para solicitar la papelería, pero por la cercanía que Jimin tenía, Hoseok y Yoongi quisieron entregarle los documentos personalmente. Al final, solo se encontraría con el neonatólogo. El ginecólogo decidió tomar su hora libre para comer con su esposo.

Jimin observó a su bebé, despierto y aburrido. A veces le hacía muecas y pucheros, en la mayoría de los intentos lograba hacerlo sonreír, y eso le llenaba el profundo agujero en su pecho, aunque justo ahora difícilmente lograba sacarle una mueca ligera. A diferencia suya, a unos puestos a la derecha, un beta estaba haciendo estallar de carcajadas dulces a su hija.

Antes de seguir mirándolos por más tiempo, el timbre del elevador resonó. Al abrirse las puertas apareció Yoongi, se notaba apurado, con el plateado cabello desordenado en su frente y el hombro izquierdo de su bata deslizado de su lugar.

La sonrisa fue instantánea al verse el uno al otro.

Por supuesto que fue Jimin quien notó primero su presencia, levantándose del cómodo sillón para ir a saludarlo de cerca. Bajo la atención de su mirada, el alfa se apresuró en acomodarse correctamente su bata, inclusive alisó arrugas inexistentes en el suéter  verde limón que llevaba debajo.

—Mira quién llegó —susurró cómplice Jungkook a Hwasa en tanto acomodaban rápidamente los juguetes que Myeonjin había utilizado.

Ambos miraron al par acercarse de forma natural, a una muy pequeña distancia que decía casi tanto como las sonrisas en sus caras.

—Oh, ¿alguna vez habías visto que Jiminnie tiene un hoyuelo en su mejilla izquierda? —se rio la omega con ternura, arrugando la nariz con travesura cuando el beta le hizo el mismo gesto al negar—Supongo que solo se nota cuando sonríe mucho.

El propio Jimin era consciente de lo mucho que estaba sonriendo, y aunque temía verse extraño con un gesto repentinamente tan radiante, no podía evitar casi cerrar los ojos en el dulce gesto mientras observaba las rosadas encías del otro en su encantadora sonrisa.

Ahora que no pasaban todo el día viviendo bajo el mismo techo y sin verse muy seguido, el pelinegro había descubierto lo mucho que extrañaba y atesoraba cuando Yoongi sonreía así.

—Oh —Se escuchó desde las bocas de ambos, y segundos después, sus manos se alzaban a corregir los mechones grises del alfa, al mismo tiempo.

Yoongi se dejó hacer, tampoco es que pudiera ver mucho de cómo estaba su cabello, y era la primera vez que tenía las manos de Jimin en él. Cuando el omega bajó su mano, rozó la de Yoongi por casualidad, y sus dedos temblaron por querer acercarla de nuevo y sostenerla.

—... ¿está bien si me esperas?

—¿Uh? —No escuchó desde el inicio a Yoon.

—La carpeta la tengo en mi consultorio, iré por ella, ¿me esperas?

—Ah, claro.

El alfa sonrió, asintiendo a la misma afirmación, y antes de irse rozó sus dedos con ternura en el cachete de Sabyeol, como si no hubiera podido soportar lo pomposo de su mejilla. Jimin se quedó registrando con sus ojos la espalda ancha del pediatra, siguiendo el camino que tomaba hacia el pasillo donde estaba su consultorio, cosquillas en su pecho por la corta y dulce escena presenciada.

—Ni siquiera notó que estábamos aquí —Jungkook se rio.

—¿Uh? —Jimin alzó las cejas, girando su cara para mirar a sus amigos mucho antes de re colocar su mirada en ellos.

—Por poco tú tampoco —molestó la mayor de los tres, lidiando con los tirones que su niña le daba para hacerla volver al área de juegos.

—Espera Myeonjin, nos estamos riendo de Jimin —Jungkook tomó la otra mano de la niña para restarle fuerza a sus tirones sobre su mamá.

El muchacho rodó los ojos y se dio la vuelta, alejándose de ellos en tanto arrullaba a Sabyeol con ligeros rebotes y balanceos, aunque en esos momentos no necesitara intentarlo.

Cuando Yoongi regresó, Hwasa y Jungkook pudieron ver de nuevo ese hoyuelo único en Jimin.

Holaa. ¿Qué tal? ¿Hace calor donde viven?👁️

Han estado pasando cosas en mi vida. Le encontraron un tumor agresivo a mi mamá en su estómago, así que mi cabeza ha estado bastante nublada. Si leyeron "la pequeña de Min" sabrán que mi padre murió hace unos años, de leucemia. Así que hay varios temores rondándome desde entonces🥹

Estamos tranquilos, abordando la situación, así que todo está tranquilo por ahora. Pensé en contarles porque me hace sentir mejor compartir que estoy preocupada, y escribirlo es mucho más fácil que decirlo jajaja

Si se encuentran ya de vacaciones espero las estén disfrutando a pesar del calor, o que el trabajo no sea muy pesado. Ojalá les haya gustado el capítulo, y cuídense mucho🫶🫶

Adem🪁

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