24
Recibir un mensaje de Jimin había sacudido su mundo, dejando todo patas arriba. Quiso preguntarle mil cosas, idear mil excusas para mantener una larga charla con él, pero en cuanto leyó el siguiente mensaje, sus objetivos cambiaron.
Siempre le era incómodo pararse sobre el taller, cuando estaba ahí era una discusión asegurada con su padre.
—¿Y esta camioneta? —preguntó cuando notó el vehículo desconocido. Se supone que por la cercana fecha su padre no estaba aceptando más trabajos.
—Ah, es solo un favor —fue todo lo que dijo.
Luego, Yoon notó con sorpresa que la Ford 79 de su padre estaba en otro lugar.—¿La moviste?
—¿Estás interrogándome?
El peligris se guardó un gruñido descontento, y el lugar permaneció en silencio por un rato. El padre concentrado en la camioneta que Jimin había dejado, y el hijo simplemente mirándolo trabajar.
—¿Cuándo piensas volver al hospital?
—¿Si quiera te importa?
—El hecho de que te esté preguntando significa que sí, idiota —se escuchó entre dientes.
—Papá pudo pedirte que lo hicieras.
El alfa mayor suspiró cansado por la situación que llevaban años y años repitiendo, abandonó lo que hacía y finalmente le miró de frente. Yoongi respiró hondo, pronosticando otra discusión.
Sin embargo...
—El otro día llegó un doctor con su auto —de repente comenzó a platicarle. Yoongi se mostró confundido, su padre no era de los que disfrutaban charlar—, después de un rato en confianza lo escuché quejarse de que estaba muy cansado, lo mucho que le dolía el cuerpo y de un paciente terco que le había dificultado su trabajo.
—¿De qué estás hablando?
—Hijo —llamó—, ni tu papá ni yo te hemos escuchado quejarte de tu trabajo, jamás.
Para este punto, el pediatra no sabía a qué rumbo iría su padre.
—Al contrario, siempre dices que te encanta tu trabajo. Cubres turnos fuera de tu horario, e incluso has ido al hospital en días festivos que te ceden —Todo eso solo lo platicaba con su padre omega.—Ser doctor no es una tarea fácil, y se cree que los alfas no son aptos para estar rodeados de bebés —Yoongi no compartía esa arcaica creencia, de todos modos.—Si ser pediatra es lo tuyo, si te encanta tanto como Hanwoo me cuenta, ¿por qué permites que te dejen fuera sin pelear?
—Yo... mmh... no he estado rindiendo bien en mi trabajo.
—Sé que estás decaído con todo lo que ha sucedido con Jimin y Moonie, pero deberías refugiarte en lo que amas para afrontarlo, ahora más que nunca adora ser pediatra, hijo.
Yoongi estaba por completo sin palabras. De cualquier forma, no necesitó decir algo. Gunhyeon se sacó el trapo sucio del bolsillo del pantalón y comenzó a golpearlo con él.
—No te quiero volver a ver por aquí si no estás usando tu bata, así que lárgate.
—Oye, pa-padre...
—¡Fuera! —Ahora comenzó a empujarlo hacia su coche.
Para ese punto, Yoongi olvidó completamente el motivo principal por el que había estado ahí, y se subió al auto para evitar los trapazos en sus brazos y trasero.
—¿Qué garrapata se le subió? —masculló extrañado por su comportamiento. Aún así, condujo hacia el hospital.
🪁
—¡Doctor Min, ha vuelto! —Lee exclamó contenta al verle luego de tantos días.
La cantidad de veces que le habían dicho aquello resultó ser reconfortante. El resto de sus compañeros estaban al tanto de su existencia de la misma manera en la que él estaba de ellos. Notar que genuinamente se habían preocupado por su comportamiento anterior a su ausencia, le hacía tener muchas más ganas de trabajar.
—¿Qué tal todo por aquí mientras no estuve?
—Mmh... —La beta se miró las uñas con fanfarronería.—La verdad, no es como si hiciera falta por estos lados —De hecho, la sala neonatal se veía en las perfectas condiciones en las que la había visto la última vez.
—Ah, ya veo... —asintió divertido el alfa.
—Como sea, será mejor que se prepare, ¿oyó? Porque la gente del escritorio está llamando a todos sus pacientes para avisar de su regreso —le advirtió ella, sonriente mientras se encargaba de iniciar el chequeo de los signos vitales de un neonato.
—¿Oh?
—¿Qué no le dijeron? Casi ni uno de sus pacientes quiso ser tratado por otro pediatra, los padres y madres piden exclusivamente por usted —La mujer rio ante su gesto incrédulo.—Así que asegúrese de tomar energía suficiente porque va a estar tratando chiquitines todo el día.
Y fue completamente de esa forma.
Una hora antes de que se diera apertura a su horario de citas, Yoongi corrió al puesto más cercano en busca de adornos navideños. Habían muchas personas en los alrededores, pero sabía que no habría comparación con el 23 y 24 del mes.
Se aseguró de adornar su consultorio de la manera más bonita, para ir acorde a las festividades. Además, se logró conseguir una corbata del Grinch y un gorro navideño rojo que portó todo el tiempo.
Al final del día su cuerpo estaba cansado, pero de alguna manera se sentía revitalizado, casi hasta emocionado todavía. Por supuesto que su estado anímico no iba a transformarse de un momento a otro, pero al menos ahora a su perspectiva ya no le parecía que lo había perdido todo y que todo había acabado sin remedio. Recibir un poco de la energía alegre e inocente de sus pacientes tan peques, incluso lidiando con malestares, le levantó el alma.
No estaba bien, pero como ahora ya nadie podía ver lo que hacía o no, estaba mal pasándose de nuevo. Nadie sabría a qué hora llegaba a casa —si es que lo hacía— o si se alimentaba bien dentro del hospital. Quizá por esa razón el resfriado que pescó durante su celo fue tan agresivo.
Igual que sus demás compañeros, drenó su cuerpo mientras cumplía satisfecho su trabajo.
Recuerda que su salud no era exactamente buena antes de conocer a Jimin, antes de llevarlo a su casa. Estaba un poco bajo de peso, y cargar con algo de base de maquillaje y humectante para labios con ligero color era cosa del día a día para no mostrarse tan demacrado. Cuando el omega compartió techo con él, Yoongi quería cuidarlo, que comiera bien en los horarios adecuados y que descansara. Sin darse cuenta, terminó mejorando sus propios hábitos y cuidando mejor de sí mismo.
Pero bien dicen que la rutina es difícil de abandonar.
Yoongi se dio cuenta de ello cuando, otra vez, preparó comida de más para su cena.
🪁
Estaba orgulloso de sí mismo, sus objetivos poco a poco se cumplían. Desde aquella vez, Jimin ha estado tomando eventos por su cuenta, y ha tenido trabajo todos los días, por tanto, ha reunido una cantidad de dinero considerable.
Hace tiempo que no tenía tanto dinero en sus manos.
Claro que debido a ello, físicamente, no la estaba pasando nada bien. ¿Y qué? ¡Era joven, de todos modos!
No entendía por qué la señora Minsung estaba tan molesta por ello, él sabía en qué se estaba metiendo. Además, quien terminaba exhausto era él y no ella, que eso era lo bueno. Una mujer de su edad ya no podía exigirse tanto.
Él la adoraba, era a la única persona —además de ya sabemos quién— a la que todo el tiempo quería abrazar por lo mucho que la quería. Aún así, en esos momentos, estaba experimentado aquella frustración que muchas veces vio a sus amistades y a personajes de las películas tener para con sus madres y padres.
—No puedo creer que hayas confirmado un trabajo justamente para la noche del 24 —la vieja mujer seguía quejándose entre dientes—, y qué peor, ¡sin consultarme! ¿Cómo te atreves a ocultármelo?
—Sabía que sí lo hablaba con usted no me dejaría tomarlo...
—¡Obviamente! ¿Cómo crees que te dejaría trabajar en Nochebuena? Y todavía solo, para el colmo... —La forma en la que doblaba la ropa recién salida de la secadora era hasta agresiva. Estaba muy molesta.
—Eish... casi todo el mundo trabaja en Nochebuena y Navidad, no es para tanto —intentó defenderse, también ocupado en la labor de doblar el montón de prendas sobre la mesa.
De repente, un pantalón de mezclilla del señor Tae se estampó en su cara con fuerza.
—¡¿Acaso eres casi todo el mundo?! Muchacho grosero, tenía planes muy bonitos para la cena del 24, ¡por si no lo habías pensado! —Le arrebató de vuelta el pantalón de su esposo, comenzando a doblarlo violentamente mientras mascullaba.
—Señora, piénselo como que ayudaré a tener una linda cena a esa familia... es como si usted y su esposo no pudieran realizar la cena de este año y contrataran el servicio —Tal vez de esa manera no le molestaría tanto la idea.
—¡Esa familia me importa un huevo, no voy a pensar nada! —Aventó el pantalón de vuelta a la mesa, a medio doblar.—Termina tú de doblar la ropa, en estos momentos no me agradas nada. Háblame cuando vuelvas a ser considerado contigo mismo.
Luego, Jimin la observó irse a encerrar en su habitación. Bufó con fastidio y, resignado, siguió doblando la ropa. De cualquier modo, dijera lo que le dijera la señora Minsung, no iba a cambiar de opinión y mucho menos iba a cancelarle a la familia.
No creía poder soportar estar en un ambiente Navideño si no era trabajando.
Estaba cansado del evento que había cubierto en la tarde, así que iba a apresurarse en terminar el doblado de la ropa para preparar con anticipación la cena que se le había encargado, e ir a descansar. Al día siguiente era 24 y debía recuperar la energía suficiente para desempeñarse en la larga noche.
🪁
A medida que creces y te haces adulto, las festividades se convierten en días normales. Veinticuatro de diciembre también puede ser trece de agosto.
Justo ese día le tocaba libre de trabajo, por ser su día de descanso en la semana, pero de todos modos Yoongi iría al hospital luego de ayudar a sus padres en la cena. El ambiente de Nochebuena le hacía sentir enfermo y se sentía mejor cuando trabajaba.
Su relación con su papá Hanwoo siempre había sido muy estrecha, incluso desde antes de que su elección de carrera complicara algunas cosas en casa. Hanwoo era su protector y su confidente, ese padre divertido que le llevaría a esa fiesta a escondidas de su padre alfa, y también ese padre preocupado que iría por él a las cuatro de la mañana a la otra punta de la ciudad porque su hijo le ha dicho que el ambiente en la fiesta está raro y que parece que habrá una pelea en la que definitivamente no quiere estar envuelto.
Hanwoo era ese papá que, a pesar de haber tenido un padre de mierda, ha roto el patrón y se esmera en ser un mejor hombre, una mejor guía para su hijo.
Por supuesto que Yoongi amaba a su padre alfa, quizá eso hacía las cosas más difíciles entre sus extremas diferencias y discusiones.
No ha podido dejar de darle vueltas a los mensajes de Park. ¿Realmente el viejo tenía una afección cardíaca que escondía? ¿Cómo es que Jimin lo sabe? ¿Por qué? ¿Estaría bien o también estaría escondiendo otras afecciones a su salud?
—¡Hijo!
Es difícil decidir qué le aturde más entre el sonido del vidrio reventándose contra el suelo, o lo repentinamente calientes que siente sus manos.
En un segundo estaba mirando el vidrio roto junto a sus manos cubriéndose de sangre, y al siguiente tenía a sus dos progenitores alejándolo del desastre para examinar sus heridas.
—¡¿En qué estás pensando?! Oh Luna, ¡mira tus manos, amor! —gritaba escandalizado Hanwoo, obligándolo a ponerse de pie para tratar sus manos.
Yoongi observó el par de refractarios que estuvo sacando del mueble destrozados en el suelo de la cocina, mientras Gunhyeon retiraba los pequeños trozos de vidrio con agua a baja presión.
—Rompí los refractarios...
—Eso no importa —gruñó su padre alfa con preocupación.
Lo siguiente que sucedió, hizo sentir a Yoongi como si hubiese retrocedido veinte años en el tiempo.
Esta vez no lo tuvieron sentado sobre la barra de la cocina, pero sus padres le hicieron tomar asiento en las sillas de comedor para curar sus heridas. Yoon sabía que no había sido tan grave, pero de cualquier forma les permitió que vendaran sus manos en silencio.
—Tengo unos refractarios casi iguales en mi casa —mencionó mientras Hanwoo guardaba el botiquín de primeros auxilios y Gunhyeon barría los pedazos del suelo.
—No, no. En un momento iré rápido al mercado a comprar unos —renegó el alfa mayor.
—Tú quédate aquí y no hagas nada que te dañe más las manos —apoyó Hanwoo—. Son partes de tu cuerpo que se mueven y doblan mucho, debes cuidarte esas heridas si no quieres sentir dolor innecesario.
—A esta hora no van a encontrar nada.
Luego de que lo pensaran un poco, terminaron cediendo.
Llevaba días sin poner pie en su departamento, y ver todas las cosas exactamente igual, le hizo darse cuenta de que nada había cambiado. Simplemente evitó lo que había sucedido.
Junto con Jimin cuidaron de CheonMoon por casi dos meses, y algunas cosas sucedieron entre ellos. No importaba si pudieran ser ocasionadas por sus instintos o no, habían sucedido. La silla de Moonie seguía ahí, y todos los adornos navideños seguían colocados donde Jimin y él lo hicieron.
Yoongi los seguía extrañando igual o más que el primer día.
Tomó el par de refractarios que tenía guardados y condujo de vuelta a casa de sus padres.
Gunhyeon salió a recibirlo para que no cargara de nuevo con sus manos heridas, además, cada vez se hacía más tarde y necesitaban hacer el postre de papas lo más pronto posible. Y aunque el alfa mayor ingresó a la vivienda, el pediatra ni siquiera había descendido de su auto.
Hanwoo mandó a su esposo a ver qué sucedía con su hijo que demoraba tanto en entrar, por lo que se extrañó al escuchar el carro arrancar de nuevo. Cuando le preguntó a Gunhyeon qué pasaba, su alfa solo le había sonreído antes de besarle la mejilla y disponerse a cortar las papas.
🪁
La señora Minsung seguía molesta, pero de todas maneras se preocupó por revisar que todo estuviera en orden antes de que Jimin se fuera, y le pidió a una de sus hijas que le ayudara a subir todo en la camioneta.
A medida que creces y te haces adulto, las festividades se convierten en días normales. Veinticuatro de diciembre también puede ser trece de agosto.
Para Jimin siempre fue trece de agosto, hasta ahora. Por primera vez, el día tenía una vibra diferente. Aunque era un sentimiento nostálgico y azul, no uno alegre.
—¿A qué hora terminarás? —preguntaba Hwasa desde la llamada en su celular.
—No tengo idea, noona. Quizás muy tarde —respondió con el celular pegado a la oreja y cubriéndose la otra por el ruido del karaoke improvisado—. Es una familia muy numerosa por lo que veo, y ya comenzaron a beber.
—Nosotros beberemos hasta muy tarde también, hyung —sonó la voz de Jungkook. Le tenían en altavoz—Si quieres, puedes venir a la hora que sea que termines y nos acompañas a beber.
Al fondo, Jimin podía escuchar algo de música navideña a volumen moderado y lo que parecían ser sonidos de la televisión. Seguramente Myeonjin estaba viendo caricaturas o alguna película alusiva a la festividad.
Jimin sonrió incluso si no podían verle.—Gracias. Lo pensaré... —Al levantar la mirada, vio a un par de chicas pelearse el micrófono.—Creo que sí iré.
—Solo si no estás muy cansado, ¿de acuerdo? —condicionó la omega mayor—También podrías quedarte a dormir.
—Mmh, no lo sé... Jungkookie parece tractor cuando ronca.
—¡Hyung!
—Jiminnie no miente, Jungkook-ah...
—¡Noona!
Luego de que le desearan un buen desempeño y que, a pesar de estar trabajando, la pasara bien, Jimin se despidió de ellos, prometiendo que si tenía energía para ir les avisaría. Entonces les dejó seguir peleando.
Sus buenos deseos fueron cumplidos, la verdad es que el omega se divirtió bastante observando a la caótica y numerosa familia. Cachorros corriendo a lo largo y ancho del gran patio de la lujosa casa, primos discutiendo por su turno al karaoke y anécdotas graciosas entre sonrisas borrachas que provocaban unas buenas carcajadas. Incluso Park se sorprendió a sí mismo sonriendo divertido por las peculiares risas. Era bueno que se distrajera un poco de su desolado sentir.
Ah, qué le había costado a su familia ofrecerle algo así.
Rondando las diez de la noche decidieron que los adultos ebrios ya estaban listos para comer algo, y que ya era demasiado tarde para los cachorros más energéticos y hambrientos.
Entregó y recibió sonrisas mientras les servía la cena. Quizás en una hora podría irse hacia el departamento de Jungkook. Con lo muy entusiasmada que estaba la familia por comer, Jimin se imaginó que comerían rápido y dudaba que muchos fueran a pedir segunda ronda.
Un mensaje sería suficiente para avisarles que llegaría en hora y media.
—¡No tío, usted nunca quiso cuidar de mi abuelita!
Fue lo único que logró escuchar antes de que estallara una discusión a gritos entre los adultos. Por lo caótica que era la escena de sobrios peleando contra ebrios, Jimin no logró aguantarse una carcajada divertida que cubrió con su mano de inmediato. Pero cuando el caos dejó de ser divertido, gruñidos estremecedores resonaron entre los familiares.
Y justo cuando un alfa estaba por levantarse con voz de mando, una de las niñas más pequeñas llegó corriendo. Park la había visto caerse más veces de las que recuerda.
—¡Papá, están tocando el timbre de la casa!
Uno de los implicados en la discusión, sobrio, volteó al instante del llamado de su hija. Todos se miraron entre sí, y el beta se apresuró a la entrada de la casa para ver qué sucedía.
Con la interrupción parecía que la pelea se mermaba, el omega agradeció no tener que presenciar posibles golpes. Eso ya no era tan divertido.
Estuvo por escribir el mensaje a Jungkook y Hwasa cuando el mismo hombre se le acercó.
—Eh, muchacho... —Pegó un sobresalto cuando le tocó el hombro.—parece que te buscan a ti.
—¿A mí? —El contrario solo asintió, mostrándose tan confundido como él, y caminó de vuelta a la entrada, esperando que entendiera que debía seguirle.
Jimin dio pasos rápidos tras él, preocupándose por la situación. ¿Habría sucedido algo en casa de la señora Minsung?
Empero, definitivamente no esperó ver a Min Yoongi tras la puerta.
Cuando el otro hombre se retiró, dejándoles solos, su corazón se aceleró tanto que lo sintió en la garganta.
—Hyung...
—Hola, Jimin —el vaho escapaba de su boca.
Sus manos nerviosas corrieron a sostenerse detrás de su espalda.—¿Qué ha-hace aquí? ¿No debería estar con su familia en casa?
—Jimin —repitió su nombre—. Yo no soy tan entusiasta de la Navidad...
—Lo sé.
—Y nunca antes había decorado mi casa, hasta que lo hicimos juntos.
—También lo sé —El omega sonrió triste. Y no pudo evitar respirar hondo, tratando de alcanzar lo más que pudiera de su aroma a la distancia que aún les separaba.
Distancia que él mismo rompió cuando vio sus manos vendadas. Con delicadeza las sostuvo, y su ceño fruncido en preocupación le pareció encantador al alfa.
—¿Qué te ocurrió?
Yoon sonrió pequeño. Temía que Jimin, sosteniendo sólo sus manos, se diera cuenta de que hacía su cuerpo temblar.
En lugar de responder, el pálido abrió la boca para decir algo más.—No quiero que me saques de tu vida...
Jimin se mordió los labios, tan incapaz de decir algo como de apartar la mirada de la suya.
Jamás creyó que lo vería en ese momento, quizás el otro año, o quizá nunca, y ello le dejaría llorando tan mal por el resto de su vida porque lo único que haría sería extrañarlo.
La nariz le cosquilleó, pero se forzó a guardar la compostura.—Lo siento tanto, hyung —murmuró triste, el vaho también escapó de él—. Te lastimé. Nunca quise ocultarte cosas, pe-pero no sabía cómo hacer... todo esto. No es un excusa, pero no sabes cuánto lo siento —Aún con sus esfuerzos, su pecho tembló en un sollozo retenido que delataría las lágrimas que no ha soltado.—Te dije algo horrible y yo-...
El mayor apoyó la frente en la suya, agachándose un poco a su altura.—Ssh... no estoy molesto —quiso asegurarle—. Las cosas fueron complicadas... las hicimos complicadas sin querer.
—Lo siento...
—Jimin, entiendo tus metas —le dijo, tratando de tranquilizar su mente—y no tengo ni la más mínima intención de obstruirlas.
—No obstruyes nada, hyung. Jamás, nunca. Lamento hacerte sentir que lo hacías.
Oh Luna, Jimin era tan joven.
—Mi error fue desarmarme cuando quisiste avanzar —dijo el pálido, entonces Jimin, con la frente aún contra la suya, negó terco a sus palabras—. Sí, yo también me equivoqué. Me metí demasiado.
—Cállate —renegó con los ojos cerrados.
Yoongi soltó una risita nasal por su tono molesto pero tembloroso por lo sensibles que estaban ambos. Le había extrañado tanto, su cuerpo se sentía ligero ahora que estaban frente a frente.
—Jimin, haz tu propio camino, avanza —De repente, olió la angustia en su aroma.—Esta vez no quiero que estés a mi lado...
—Por favor, hyung. N-no... —casi llora el menor—Te he extrañado tanto, por favor. Lo sien... —Hipó. No pudo evitar sentirse resentido, y al mismo tiempo culpable. ¿Cómo era capaz de aparecérsele solo para decirle que ya no le quería a su lado? ¡Le acababa de decir que no quería que lo sacara de su vida, no entendía nada! Era cruel, pero tal vez merecía verlo por última vez, solo que ahora el papel de los lastimados invirtiéndose como su karma.
—Escúchame —Min le pidió con paciencia y tono tierno en su voz—. Jimin, no te quiero a mi lado cuando avances, yo quiero estar en el tuyo mientras lo haces.
El pelinegro abrió los ojos para mirarle, encontrándose las lágrimas retenidas del pálido a punto de desbordarse. Confundido ante sus palabras.
—Quiero que ahora todo, por completo, lo hagas tú por tu cuenta —decía Min—y, mientras tanto, mientras te equivocas y peleas contra un mundo tan grande, yo te acompañaré.
El de labios pomposos suspiró el peso de su corazón.
—¿Me dejarías acompañarte mientras avanzas? ¿Puedo estar a tu lado mientras el momento adecuado llega?
Jimin se alzó en sus puntas y le atrajo en un abrazo ansioso. Le sostuvo tan cerca como le era posible, y mientras le rodeaba el cuello, pegó la nariz a su hombro. Todo él se sentía tembloroso, tan tembloroso como lo estaba Yoongi.
El alfa exhaló el aliento retenido, y sin darse cuenta, ambos dejaron caer lágrimas aliviadas.
Yoongi no le presentaba una confesión de amor, ni le preguntaba qué decía su corazón. Yoongi no le reclamaba que haya sido cruel al decir que lo que habían vivido fue resultado de meros instintos. El alfa solo le pedía romper la distancia que habían impuesto aquél día.
Porque quizás eran las personas correctas, pero estaban intentando en el momento incorrecto.
Yoongi se quedó con él en tanto terminaba su trabajo ahí, y le acompañó en su propio auto a la casa de la señora Minsung. Estuvo a punto de despedirse, pero Jimin le hizo pasar.
Por la hora a la que habían llegado, a duras penas la mujer estaba ahí despierta. El resto de la familia se había ido a dormir, y al día siguiente cada quien se iría a su casa por la tarde.
—Buenas noches, señora —saludó Yoongi con una venia—. Lamento aparecerme aquí a esta hora.
Adormilada, la mayor miró a Jimin con ojos que decían mil cosas, y luego miró al alfa.—No te preocupes, muchacho —negó con lentitud—. Yo me iré a dormir ya, estoy exhausta.
Ambos hombres la despidieron con otra venia, deseándole un buen descanso.
Jimin dio pasos flojos hacia la cocina y sirvió un plato de la cena preparada para ambos.
Hablaron un poco de lo que estuvieron haciendo mientras no se veían, y compartieron sentires preocupados por CheonMoon y el lento avance con Sabyeol. Al final, se quedaron bebiendo chocolate caliente frente a las luces encendidas del pino en la sala.
Feliz navidaaaad😽🫶
No podía dejar que pasara navidad sin que estos dos no volvieran a estar. Como regalito, los dos capítulos. Lamento la tardanza 🥹
Espero hayan pasado linda noche y día, independiente de si celebran o no. Deseo que hayan estado bien, y si no, ojalá las cosas mejoren pronto 💜
Sin más que decir, cuídense mucho. Me cuentan si les gustó o si notan errores🥹💜
—Adem🪁
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