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Este capítulo está enfocado en Seokjin y Namjoon, ¡disfruten la lectura!💜
Ayer, el pronóstico marcaba que sería un lindo día. Sin embargo, con el par frente suyo llorando ante la despedida, Seokjin pronosticaba el clima helado de nubes grises como indicador de que estaba siendo un terrible día.
Eres un tarado, Kim Namjoon.
Santa Luna. Si tan solo su esposo hubiera mantenido cerrada la bocota. Si tan solo Jimin le hubiera hecho caso y hablado de la situación con Yoongi cuando aún era tiempo.
Especializándose en casos familiares, Jin había visto muchas cosas a lo largo de su carrera. Desde estudiante había visto mucho. De todos modos, no importaba el cayo que creyera estar formándose, los casos con niños siempre le hacían una grieta más en el alma.
Este, en especial, le estaba dejando una grieta larga y profunda.
No podía evitar imaginarse la situación como propia. Como si fuera él quien tuviera que entregar a su adorada Byunjin.
Podía parecer como si a Jimin le resultara fácil hacer lo que estaba haciendo, pero él lo entendía. Sabía que, por dentro, el omega menor se estaba destruyendo.
A Seokjin no le gustaba mucho el quitar valor a la relación de alfa-cachorro, pero él siendo padre sabía que la relación de un alfa con su hijo no tiene comparación a la de un omega con su bebé. Un alfa tiene el sentido de protección por su manada, y puede encontrar o formar su manada en cualquier lado y en cualquier grupo de personas. Un omega que desea ser madre simplemente se vuelve devoto a su cachorro, es su razón de existir.
Un alfa cualquiera podría abandonar a sus hijos si no le apetece hacerse cargo, o si resultan de una aventura (o también para tener una).
Un hijo es lo único por lo que un omega lucharía contra, incluso, su propio alfa.
Y, mierda, Seokjin sentía que si su fuerza flaqueaba se echaría a llorar junto a Jimin. No podía evitar ignorar conscientemente el dolor de Yoongi, después de todo, se veía personalmente reflejado en el joven pelinegro.
Luego, cuando de verdad esos dos se separaron y Jimin comprendió que Min no buscaría hacerle cambiar de opinión, un honesto puchero se le marcó en los labios cereza. Realmente deseó que la oportunidad de estar juntos se les hubiera presentado antes en circunstancias completamente diferentes; por supuesto, mucho mejores.
Una vez que el auto de Min se perdió de su vista y Jimin cerró la puerta de la señora Minsung recibiéndole, Seokjin apretó el volante, elevando la cara al techo de su propio coche y respirando pronfundo para reconstruir su fuerza, aferrándose al cayo emocional del que tanto dependía en su profesión.
—Hoy Namjoon duerme en el sofá —El hombre a su lado rio.
Con un poco más de fuerza en el pecho, el omega miró sonriente a su acompañante.
—Gracias por venir a ayudar con su equipaje —El beta en el asiento de copiloto se encogió de hombros. «No hay de qué» le decía.—Y... gracias por el mega favor que estás haciendo en este caso.
Jongsik se encargó de utilizar los sellos necesarios para constatar en documentos oficiales que Yoongi había solicitado desde el primer día cuidar de CheonMoon en lo que la búsqueda de familiares daba resultados. Jongsik yendo semanalmente a investigar su estado. Él había sido tan meticuloso para crear reportes de cada supuesta cita y todo.
El problema radicaba en que inicialmente existía un permiso para que CheonMoon como huérfana protegida estuviera bajo el cuidado de Jimin en el refugio, siendo observado por la policía. Hacía mucho que se estaba haciendo algo completamente diferente a lo que ese permiso redactaba, no se había tramitado una actualización al mismo que incluyera el cambio de ubicación y la adición de Yoongi en la situación. A la hora de demandar a Deokjung por secuestro, abandono e incumplimiento de registro obligatorio de un menor, fácilmente podrían acusar de vuelta a Jimin con la misma irónica carta de secuestro.
Como Seokjin había dicho, todo era legalmente ilegal, con el fin de no complicar las cosas. Si bien podría no pasar más que una multa para Yoongi, Jimin y Namjoon, no se vería nada bien en un juicio y sería escandaloso para el neonatólogo, e incluso para su propio esposo.
Todos los papeles eran oficiales y tenían sellos oficiales, simplemente estaban redactados como si hubieran sido impresos dos meses atrás.
Si se descubría todo este procedimiento que han hecho, las cosas se pondrían realmente feas, mucho peor que de no haber hecho nada, pero era un riesgo que Seokjin se había encargado de cubrir antes de siquiera actuar. No por algo ha llegado tan lejos en su carrera desde tan joven en un ámbito liderado por alfas.
—Cuando me dijiste que ese chico estaba viviendo algo muy similar a lo que tú pasaste, créeme que no dudé en ayudarte con esto —admitió Jongsik con más seriedad.
Tenía tanto frío.
Le hubiera gustado cargar más cosas consigo, como unos tenis en lugar de sus gastadas pantuflas, o una chaqueta que le abrigara mejor que su delgada pijama. Quizás también algún cuchillo de la cocina.
Un cuchillo estaría genial, le haría sentirse menos inseguro caminando por las calles a las tres de la mañana.
Sin poder empeorar más la situación, su ojo izquierdo no le ayudaba con su campo de visión en medio de la madrugada. Estaba hinchado, seguramente ya estaba ganando tonalidades verdeosas o moradas, y le dolía el simple acto de sus lágrimas escapando.
El agua salada se deslizaba por su piel hasta caer en la herida de su labio roto, haciéndola escocer.
Su cara no era la único que le dolía, también había recibido varios golpes en el cuerpo, tantos que en un futuro no podría contar la cantidad de moretones que le dejarían. No podía dejar de llorar. También le dolía ahí.
Entonces, la noche decidió que sí podía empeorar, y se echó a llorar junto con el pobre omega de diecinueve años.
Seokjin se abrazó más fuerte cuando las gotas cayeron con mayor velocidad y peso, mojando su vieja y delgada pijama, enfriándole más el cuerpo. El agua estaba helada, pero parecía querer aliviarle sus malestares físicos. Como si quisiera lavárselos y llevárselos.
Corrió hacia el primer local que su estructura contara con un techo sobresaliente hacia la calle, y se refugió ahí. Era una pequeña tienda de abarrotes con las luces encendidas. Funcionaba las veinticuatro horas, decía el letrero. Aunque, Jin sabía que si entraba así de mojado sin pagar por nada, seguramente le echarían.
Solo le quedaba esperar ahí, a que lo terrible sucediera otra vez. Él había sido lo suficientemente inteligente para renovarle la marca.
Temblando entre sollozos, se llevó la mano al cuello.
Aún dolía.
Había una banca justo detrás de él, pero no podía sentarse. Si lo hacía, le dolería también. No solo por las marcas gruesas y saltadas que el cable había dejado en sus muslos al golpearlos, sino también por el nudo que había sido forzado en él.
Soy un idiota. Me encontrará. Idiota. Ya viene. Ya viene. No quiero se golpeado otra vez. Idiota. No quiero. Ya viene.
Su respiración comenzó a fallarle, y siendo esto en medio de su llanto, Jin sintió que el aire le faltaba terriblemente. El pecho comenzó a dolerle, su lobo llorando. Recuerdos y pensamientos iban y venían en su cabeza, reavivando el dolor y ardor en su piel golpeada y lastimada. La desesperación le abrazó el cuerpo, sofocándolo, ahogándolo. Sabía lo que le iba a hacer, sabía lo que iba a pasar, sabía que le iba a encontrar. Lo que no sabía, es si esta vez finalmente lo matará como tanto le ha advertido.
Apunto de rendirse al sin control de su respiración, escuchó un ruido grueso y metálico detrás de él. Un chillido de su omega escapó de sus labios y él se abrazó más fuerte aún, como buscando protegerse del inminente golpe.
La alfa a su lado dobló el cuello ante el cosquilleo que su chillido reclamando protección le había causado en la nuca. El rechinido de haber abierto la puerta de la tienda aún rebotaba en la reja de esta.
—Niño, ¿qué haces aquí a estas horas? ¿Te encuentras bien?
Seokjin abrió los ojos y miró lo mejor que pudo. Era una mujer, alta y de piel morena, una alfa. Estaba en pijama y se veía recién despierta, quizás estaba en la segunda mitad de sus treintas o a inicios de sus cuarentas. Detrás de ella, otro alfa, un chico de estatura más baja, posiblemente de su edad, casi idéntico a la mujer, pero con hoyuelos y nariz tierna. Él, a diferencia suya y de la mujer, traía lo que parecía ser un chaleco de uniforme de cajero.
Ambos alfas exclamaron angustiados cuando le miraron el golpeado rostro.
Entonces se alejó veloz, un paso, y con la respiración aún siendo un desastre, luchó por limpiarse las lágrimas ignorando el dolor que tocarse la cara le provocaba. Comenzó a repartir venias de inmediato.
—Lo siento m-mucho, señora —Se alejó otros dos pasos, y la fuertes gotas de lluvia de nuevo le golpearon el cuerpo como un montón de alfileres.—M-me iré. L-lo siento mucho.
—¡N-no te vayas, muchacho! —La alfa maldijo entre dientes cuando su grito le hizo encogerse asustado.—Chico, no te vayas. ¿E-estás bien? ¿Necesitas llamar a alguien?
Jin se abrazó, y negó. Ya no se alejó más, la lluvia seguía cayendo sobre él.
—Ven aquí, puedes pasar, ¿sí? La lluvia te va a enfermar —La mujer salió, acercándose a él con cautela.—¿Necesitas ayuda? ¿Quién te golpeó?
El omega sollozó fuerte y negó desesperado.—M-Me tengo que ir... me v-va a encontrar —El pecho se le apretó intranquilo cuando las manos de la mayor llegaron a su rostro, mojándose con él.
—¿Quién te va a encontrar, mi niño?
—¡Re-novó la marca! ¡Y-ya viene! —berreó aterrado—. Seguro s-supo que no estoy d-desde que me fui. Me va a en-encontrar...
Justo dijo aquello, un sonido sordo existió sobre sus cabezas, siendo seguido por otros tantos de las pequeñas gotas apuradas chocando contra la sombrilla que acababa de ser abierta encima de ellos. De reojo, Jin pudo ver al otro alfa de su edad sosteniendo la sombrilla, mojándose a costa de que su madre y él ya no lo hicieran.
Los ojos de la mujer se volvieron fríos y determinados.—Te va a encontrar —admitió ella—, y quiero ver que intente llegar a ti, porque no lo voy a dejar.
Después de una ducha tibia, de ponerse la pijama prestada del alfa menor, y de calentarse el alma con un té humeante, Seokjin conoció a la otra integrante de la pequeña familia. La otra mujer mayor era una beta, y traía el mismo anillo de bodas que la alfa.
Esa noche, Jin durmió en una cama que no era la suya, envuelto en un aroma que no era de quien se supone es su alfa. Aún así, se sintió mucho mejor que estar en la que según era su casa.
A la mañana siguiente, más tranquilo, y luego de todo el mundo presentarse con todo el mundo, Jin les contó que se había ido de casa de sus padres a los dieciséis, y que se refugió en la casa donde vivía su novio con su familia. Les contó cómo comenzaron los abusos gradualmente, por parte de todos los miembros de la familia. Les señaló cada golpe, y lleno de vergüenza les contó su primera vez, que en lugar de estar llena de nervios y buenas sensaciones, estuvo llena de amenazas y burlas. Les contó que se había perdido la entrada de la universidad, y les enseñó la marca violenta en su cuello.
Les contó que solo había salido al mercado, y que se había quedado acompañando a una amiga que no había visto desde que se fue de casa de sus padres. Les relató cómo, apenas poniendo un pie en su supuesta casa actual, su "alfa" lo atrapó y le golpeó hasta el cansancio, con lo que sea que tuvo al alcance.
Como el cable que marcó sus piernas, por ejemplo.
Les repitió cada palabra con la que le había insultado mientras le golpeaba, acusándolo de prostituto y un cualquiera. Solo por tardar media hora más de lo normal en regresar. Todo mientras el resto de la familia era espectadora de lo que le hacía, burlándose. Y, angustiado, les informó que necesitaba una pastilla de emergencia de inmediato, porque después de jalonear y estampar su cuerpo con lo que sea, se forzó en él para renovar la marca y anudarlo.
Les dijo que esta vez creyó que las amenazas de muerte se volverían un hecho, y que por eso escapó de una casa por segunda vez.
El matrimonio de mujeres se notaban horrorizadas con lo que habían escuchado, llenas de angustia por el muchacho que bien podía ser su hijo, y le ofrecieron quedarse con ellas. Que no tenían mucho que ofrecerle, le dijeron, pero que le apoyarían.
—Vamos a denunciar esto —le prometió la beta—. Toda esa gente tendrá su merecido.
Sin embargo, meses después, el hijo único de las Kim estampaba la puerta de la tienda y se iba para estallar una rabieta a solas, luego de enterarse que su ahora amigo no había recibido justicia.
🪁
Seokjin no se llamaba a sí mismo paranoico, sabía que la familia de tres le regañaría si le escuchaban hacerlo, pero viendo a cierto alfa esperando por él justo afuera del edificio de la facultad de leyes, no podía evitar pensarlo.
Santa Luna, Namjoon no le esperaba en la salida de la universidad, estaba justo afuera del edificio de salones.
No era que su amigo así lo haya querido, sino que Seokjin se lo había pedido específicamente. De hecho, en un inicio Nam sí le esperaba en la salida del instituto, pero luego de un episodio de ansiedad, Jin le pidió que le encontrara fuera del edificio.
Era sorprendente como había pasado ya un año, y Jin seguía sintiendo el fantasma de la presencia de aquél en medio del mar de alumnos.
El omega sonrió pequeño cuando el de hoyuelos le quitó su mochila y le colocó encima la chaqueta que siempre llevaba a la academia de policías, donde se estaba formando. Namjoon sabía que su amigo se sentía más seguro cuando cargaba encima con una prenda llena de su aroma.
Por cuestiones de lo vivido, Jin no se sentía listo para una marca de aroma, mucho menos para una mordida, así que una prenda llena de su olor de alfa siempre era perfecta.
—¿Qué tal tu examen de hoy, hyung?
Nam era un año menor.
—Una nota casi perfecta —celebró Jin, caminando a su lado por las banquetas. Llegando se pondría a trabajar en la tienda de abarrotes junto al alfa.
Namjoon sonrió a la alegría y satisfacción que emanaba Seokjin por su desempeño académico. Ahora lucía totalmente diferente a esa noche. Era un omega muy hermoso, inteligente y de radiante humor. Como si las huellas de su pasado nunca hubieran existido. De aquello, lo único que quedaba en él, era la cicatriz en su cuello y las secuelas psicológicas que aún no podía tratar porque a duras penas lograba costearse sus estudios.
Nam tenía la silenciosa promesa de que, con su primer sueldo como policía, o apenas terminara de juntar los ahorros que obtenía trabajando en la tienda, le pagaría a su amigo una cita al psicólogo.
Sabía que Seokjin estaba poniendo todo de sí para recibirse como abogado y ayudar a todas esas personas que habían pasado por cosas similares a él, para alcanzarles la justicia que no recibió.
Así como él, que estaba dando lo mejor para ser un excelente policía y así poder arrestar a cualquier persona que haya hecho tanto mal como el que le hicieron a su amigo.
—Corazón, ¿puedes llevarle su sopa a Jinnie? Se está quemando las neuronas estudiando y no ha bajado a cenar.
Con una última mirada a su madre beta atendiendo a los clientes nocturnos de la tienda, Namjoon hizo caso al pedido de su madre alfa y tomó el plato entre sus manos.
Su habitación ahora estaba dividida a la mitad, Seokjin estaba en su lado del cuarto, sentado en la mitad que le correspondía del viejo escritorio que compartían para sus estudios.
No tenía caso que el dormitorio estuviera dividido, pensaba Nam. No si en medio de la noche uno se colaba a la cama del otro para dormir juntitos, no si usaban la ropa del otro como si fuera un enorme conjunto de prendas que le pertenecían a ambos por igual.
—Estoy aquí~ —se anunció, dando unos golpecitos a la puerta abierta.
El mayor despegó la cara de sus libros y apuntes, mirándolo y sonriendo cuando olió la deliciosa sopa en sus manos.
—Necesito un descanso —dictaminó Jin, levantándose del escritorio—, a este paso voy a soñar con mis apuntes.
Namjoon se rio cuando vio al otro tirarse de espaldas en una de las camas. Dejó el plato sobre el escritorio y se echó junto a él.
—¿De qué te preocupas? Tienes buena retención, seguro te irá bien en la prueba de mañana.
—No quiero que me vaya bien —Sus ojos estaban cerrados, relajándose con el silencio interrumpido por sus respiraciones y el aroma de ambos pegado en la habitación—, esta vez sí quiero obtener una nota perfecta.
—Eres el chico más inteligente que conozco, lo harás genial.
Jin abrió los ojos y ladeó la cara para ver al menor, sonriendo y mirando la sonrisa ajena. Dulce, cálido. Así le sonreía Namjoon, siempre, y así le hacía sentir también.
No sabe en qué segundo exactamente fue que sus miradas viajaban de sus ojos a sus labios, o en qué segundo se acercaron tanto, pero de pronto lo único que deseaba era probar la suavidad en los labios gruesos ajenos.
Y el alfa estaba igual, deseando saber si luego de un beso sus labios podían verse aún más rojos de lo que naturalmente eran.
Entonces, se besaron. Después de todo, jamás sabrían todo aquello si no lo probaban, ¿verdad?
Una carcajada divertida no pudo evitar salir cuando notó a su pequeña Byunjin sentada en medio de la sala, estresada con su computadora de juguete y el montón de dibujos regados a su alrededor.
Su niña le estaba imitando. Mientras él estaba sentado en el comedor con su portátil y sus carpetas abiertas con documentos alrededor, ella hacía lo mismo que él en la sala, con la televisión encendida mostrando caricaturas y una gelatina a medio comer a lado de la computadora roja de juguete.
No sabía qué la estaba estresando, pero él estaba estresado con un caso de un señor que se había desaparecido de la vida de su hija y ahora que ella era adulta la estaba buscando para que le donara un riñón. A pesar de que ella nunca le vio, cargaba con su apellido. No entendía por qué había querido llevar la situación con los abogados, pero ahora la estaba demandando por cosas bobas.
¿Qué tal si no es su hija?
Bingo.
El panel de la puerta sonó, y seguido de ello el acostumbrado "¡Papá!" que Byunjin soltaba cuando veía a uno de sus dos padres luego de un largo día de trabajo.
Luego, como siempre, la voz de su marido. «¡Hola, chiquita!» había exclamado Namjoon, como si de un conjuro se tratase. Un rezo divino de cualquiera que fuese la magia, uno que parecía sacarle todas sus frustraciones y cansancios provocados en su día laboral. Cada sílaba del pequeño saludo parecía revitalizarle el alma, y el conjuro mágico terminaba por hecho cuando cargaba a la niña y le reventaba besitos en sus cachetes.
Seokjin siempre había admirado el aura de los padres y madres con sus hijos, y aún así, jamás había llegado a comprender la magnitud de lo gratificante que era ver a tu cachorro luego de un horario pesado. No hasta que él mismo se convirtió en padre y lo vivió de primera mano.
Compartir eso con Namjoon, lo volvía aún mejor.
El alfa se acercó, cauteloso y lento. Si tuviera una cola, la tendría entre las patas.
—Hace un rato llamé a Min —comenzó a decir—, me respondió como cavernícola. Sólo gruñó.
—Entró en celo ayer, me contó Jiminnie.
—Mmh —Asintió.—Dormiré en el sillón, ¿verdad?
Jin no dijo ni mostró alguna expresión, simplemente se levantó de la silla y se acercó más a su compañero. Nam entendió y sentó a su hija en la mesa con cuidado, recibiendo los brazos extendidos de su omega sobre los hombros y su pecho contra el suyo. El mayor respiró profundo, y él lo apretó, tronándole el cansancio de estar sentado tanto tiempo acumulado en su espalda.
Luego, fue el turno de Joon. Cuando sus vértebras crujieron en alivio, sin embargo, Jin siguió sosteniéndole pegadito.
Cuando Namjoon al fin se recibió como policía, ambos sabían que estaba expuesto a muchos peligros. El alfa le consultó antes de decidir ser detective. También, eran conscientes de las personas con las que Jin podía terminar involucrado como abogado.
A veces podría parecer que a ninguno de los dos les cruzaba la preocupación y el miedo en sus cabezas, pero había días, en los que sin decir nada y únicamente abrazándose, se comunicaban el alivio de encontrarse de nuevo en casa.
—Nunca has dormido en el mueble, no seas dramático —rio Jin, dejando que su esposo rozara la marca en su cuello con su nariz un ratito más.
Nam se separó.—Como bromeas con eso todo el tiempo, ya no sé si creérmelo o no —se quejó—. A veces hablas muy en serio.
El mayor cargó de nuevo a Byuljin, que estaba impaciente por unirse al abrazo.—¿Cómo ves a tu papi, mi amor? Cree que podemos dormir en calma sin él. Como si cupiera en el sillón...
La niña se rio, balbuceó algo incomprensible, y volvió a reírse. No había entendido del todo, pero cuando papá Jinnie decía «¿Cómo ves a tu papi, mi amor?» sabía que estaban molestando a papá Joon.
Cuando Seokjin se halló acostado junto a sus dos más grandes amores en la cama king size, se sintió pleno. Mañana vería si podía visitar a Jimin, seguro estaba tan mal como el doctor Min.
Holuuu
Estuve una semana sin internet, por suerte regresó antes de que terminara perdiéndome los últimos conciertos de Yoongi🙏🏻
¿Cómo están? Yo les cuento que estoy yendo a los cursos de la universidad, entraré a clases oficiales el día 21👀
Todo bien por mi parte, y deseo que ustedes también estén bien. Escribo esto en el dentista JSJJSSJ
Espero les haya gustado. Como siempre, si ven un error, pueden avisarme ;)
Cuídense mucho 💜
Actualización: OMG YA VIERON QUE EN TWITTER DICEN QUE SE ESCUCHÓ TONY MONTANA Y LIKE CRAZY EN EL ENSAYO DEL CONCIERTO?????
HERMANAS, SE NOS VA A HACER
TUVE FEEEEE YO MANIFESTÉ ESTO. TENGO CINCO AÑOS ESPERÁNDOLO😭😭😭🙏🏻🙏🏻🙏🏻🕯️🕯️🕯️🕯️🕯️
—Adem🪁
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