Al día siguiente, Aurelio fue a buscar a Julieta para su día de campo, como el día anterior, Mercedes le abrió y subió para anunciarle a Julieta que había llegado y él se sentó para esperar, el cambio fue que Manuel apareció
-Buenos días -dijo Manuel
-Buenos días señor Manuel -dijo levantándose -¿cómo está?
-Bien gracias -dijo mientras le daba la mano -¿esperando a Julieta?
-Sí, Mercedes fue a buscarla para irnos
-Bien, Aurelio, antes de que Julieta aparezca quiero hablar contigo
-Claro señor Manuel, ¿sobre qué?
-Primero quiero disculparme por mi actitud ayer, no debí tratar de convencerte que ocultaras tu profesión, pero Julieta es mi hija y no quiero verla sufrir, a veces ese deseo hace que actúe mal, sobreprotegiéndola
-Puede que no lo entienda por no ser papá señor Manuel, pero puedo asegurarle que sobreproteger a una persona como Julieta y con cualquier otra discapacidad es perjudicial, además lo detestan, créame, lo vi muchas veces mientras era practicante en el hospital de Londres y si está preocupado por nuestra salida descuide, cuidaré de Julieta con mi vida
-Más te vale, no sé a dónde parará su relación, pero por favor no la lastimes, ella sufrió el abandono de su novio, esa fue la razón por la que huyó
-No debe preocuparse señor Manuel, Julieta jamás sufrirá conmigo
-Eso espero
-¿Aurelio?
La conversación fue interrumpida por Julieta que bajaba junto a Regina, él no sabía cómo hacía ella para estar siempre linda, llevaba un vestido rojo que se amoldaba a su cuerpo resaltando sus curvas, además de un porte de reina a la hora de caminar, cualquier hombre se sentiría afortunado de tenerla como novia su exnovio era fue un tonto al dejarla.
-Hola Julieta, doña Regina -dijo acercándose
-Me encanta que seas puntual -dijo Julieta
-Hay que cumplir una cita, ¿vamos?
-Vamos
-Ya sabes Aurelio, cuida mucho a mi princesa, ella es el bien más preciado que tengo -dijo Regina
-Descuide doña Regina, la cuidaré
Se despidieron también de Manuel y después salieron de la casa donde los esperaba Emperador, el doctor ayudó a Julieta a subir y después partieron a la hacienda Oro Verde, cuando llegaron, Aurelio fue a buscar lo que había preparado para ese día y después la llevó a la cascada.
-Ya llegamos -dijo mientras la guiaba a un árbol
-¿Dónde estamos Aurelio?
-En una cascada dentro de la hacienda, es mi lugar favorito
-Puedo escuchar el agua, debe ser muy lindo -dijo mientras Aurelio la ayudaba a sentarse sobre las raíces del árbol
-Es un lugar hermoso, el agua es cristalina, perfecta para nadar, hay muchos árboles, flores, un pasto muy verde que seguro está delicioso porque Emperador está comiendo
-A Soberano también le gusta, cuando salíamos a cabalgar y descansábamos pastaba
-¿Sales a pasear con él?
-Sí, vivimos muchas aventuras juntos
-¿Qué aventuras?
-Un día salí a pasear con él y llegué hasta las colinas del valle, pero cuando volvía, Soberano se asustó y me botó, era de noche y además me torcí el tobillo como pude subí a él y pude volver, mis papás estaban angustiados
-Me puedo hacer una idea, si estaban como cuando te llevé
-Estaba oscuro así como estoy ahora y no tuve tanto miedo, cuando salí de mi casa me sentí rodeada por un mundo extraño, perdida
-Sí, se veía que estabas asustada y no solo por Basil -dijo después de saber sobre su novio
-Tienes razón, no era solo por él, es por todo lo que me ha pasado desde el accidente hasta ahora y que quisiera olvidar
-Pues hoy lo harás
-¿Cómo?
-Mientras estemos aquí olvidaremos los problemas y las penas, pasaremos un rato agradable en mutua compañía, ¿estás de acuerdo?
-De acuerdo
-Bien, ¿quieres comer ya?
-No, aún no tengo hambre
-Bien, mientras nos llega el hambre, hablemos de nosotros
-¿De nosotros?
-Sí, tus gustos, intereses, lo que no te gusta, quiero saber todo sobre esta chica
-Y sobre tu paciente
-¿Piensas que te invité como médico? No, lo hice como amigo, ¿tú no me consideras un amigo?
-No lo sé -dijo bajando la cabeza
-Me heriste -dijo fingiendo indignación
-Perdón, es que a parte de tu profesión y que eres amigo de la familia no sé nada de ti
-Pues estamos a mano porque yo tampoco te conozco mucho, sé que nos conocemos de niños pero fue hace años y no lo recuerdo, entonces conozcámonos bien, ¿qué te gusta?
-Leer
-¿Cómo?
-Me gusta leer, soy una gran lectora, me pasaba horas leyendo en la sala o mi cuarto, cuando terminaba uno, enseguida buscaba otro para leer, me encantaba viajar con mi mente a los paisajes que describían, imaginar los personajes
-¿Cuál libro estabas leyendo?
-Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, ¿lo conoces?
-¿Conocerlo? Es mi libro favorito
-¿De verdad?
-Sí, no creí que te gustara ese tipo de libros
-Ni yo, pero cuando comencé a leer, me atrapó, debe ser horrible durar veintiocho años en una isla solo
-Se las arregló, además tuvo a Viernes
-Sí, es cierto
-¿Ya lo terminaste?
-Leí hasta la parte del naufragio, el resto lo leyeron mis papás porque no podía, no sabes cuánto extraño leer
-¿Cuál leerías si pudieras hacerlo?
-Anna Karenina, de Leon Tolstoi, lo vi en una librería hace tiempo, pretendía comprarlo pero entonces ocurrió el accidente y ya no pude, ¿cómo voy a leer si no veo? ¿Y tú? ¿Siempre quisiste ser doctor? -dijo para cambiar de tema
-Sí, puedes preguntarle a los doctores cuando vayas al hospital y a mis papás, siempre estaba leyendo libros de medicina, fijándome en lo que hacían los médicos y preguntando para qué servían los aparatos, después nos fuimos a Inglaterra, entré en la facultad de medicina y hace poco me gradué
-Y viniste a verme
-Supe de ti cuando bajé del barco, habría venido igual, me establecí aquí en Brasil, aunque seguro hay mejores oportunidades en Londres
-¿Por qué viniste si en Inglaterra hay tantas oportunidades?
-En Europa hay muchos doctores y en Brasil no, soy más necesario aquí y me enfocaré en los pacientes que no tengan muchos recursos, no seré esos médicos que se mueven por el dinero
-Es muy noble de tu parte, ojalá puedas ayudarme, sé que prometimos no hablar de esto pero a veces no me resigno a estar ciega y quiero volver a ver Aurelio -dijo desesperada
-Y lo harás, voy a prometerte que aunque deba viajar por todo el mundo en busca de una cura, no descansaré hasta devolverte la vista, te lo prometo -dijo sujetando sus manos
-Gracias
-¿De verdad me enamoré de ella cuando era niño? ¿Habrá sentido lo mismo? -pensó mientras la observaba -no me extraña, es muy linda, ojalá pudiera verme
-Aurelio, ¿cómo eres tú? -dijo como si leyera sus pensamientos -¿Eres alto, gordo, delgado... guapo?
-Soy alto y delgado, si soy guapo no sabría decirte
-Vamos, ¿no tenías admiradoras en el colegio?
-Sí, sí tenía
-Entonces debes de serlo, pero quisiera comprobarlo por mí misma, ¿puedo tocar tu rostro?
Él asintió y Julieta dirigió sus manos al rostro de Aurelio y lo recorrió, el doctor sentía esas manos delicadas como seda tocando su frente, cejas, ojos, nariz y boca, al llegar a esta zona, demoró un poco, como si quisiera grabar la textura en su memoria
-Si eres como te imagino, eres muy guapo, espero tener la oportunidad de comprobarlo
-Yo sí comprobé algo
-¿Qué?
-Que tienes unas manos muy suaves, como de seda
Julieta sonrió tímida ante las palabras de Aurelio, no sabía qué le pasaba cuando estaba con él, pero era como si pudiera ver de nuevo, cuando escuchó su voz el día que huyó se sintió a salvo y al recorrer su rostro pudo hacerse una idea de cómo era, imaginó un muchacho guapo, capaz de enamorar a cualquier mujer no se atrevía a preguntar si tenía novia, pero no sabía si la razón era vergüenza o miedo a la respuesta que tendría
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro