Capítulo 7.
HACE DOS AÑOS.
Me desperté por primera vez sin dolores musculares. Sintiéndome fresco, si es que puedo usar esa palabra. Otra cosa que noté, es que estaba libre. Libre de la silla, la intravenosa, y las ligas amarrando mi cuerpo. Miré a la ventana con el vidrio blindado, y luego a mi alrededor. Todo blanco, como en un hospital. Mi traje era una camiseta negra con unos pantalones del mismo color. No tenía zaptos, y había una cama, junto un baño químico, y nada mas.
Me acerqué a la ventana, pero no podía ver nada, era una de esas que del otro lado se veía mi lado, peor yo no podía ver nada. Empecé golpearla hasta que mis nudillos se enrojecieron.
Esperé unos minutos más, hasta que el chasquido de una traba llamó mi atención. La puerta camuflada se abrió dejando entrar a un hombre no poco más grande que yo. La puerta se cerró.
Antes de poder moverme, el chico tomó un arma que estaba escondida detrás de él, y me apuntó.
-Si no me detienes te dispararé.
Sonreí.
-Creo que no sabes quién soy.
-3...
Empezó a contar. Reí y me acerqué aún más. Podría detenerlo, podría hacer que haga lo que a mí se me diera la gana.
-2...
Tomé aire y l miré tan fijo como pude.
-1...
-Baja. El. Arma.
Dije. Convencido de que sería mejor decirlo en voz alta. Drama y todo eso.
Al segundo, escuché el disparo, y yo estaba en el suelo con mi hombro sangrando.
AHORA.
Al terminar la clase, Jacob se me acercó.
-Te dije que puede ser pequeña pero poderosa.
Lo miré y posé mi mirada en la de Grace que está mirando su celular. Pude ver desde donde estoy que sus manos están temblando.
-Ella es... especial.
Dije mirándolo de vuelta. Jacob sonrió de forma incómoda. Y supe. Él sabe, él sabe que su hermana es como nosotros. Esto de descubrir personas anormales lo hago desde que tengo memoria, encontrar a Will fue el primer paso, claro que ahora yo soy inútil para ellos, pero puedo ayudar a Grace, se nota que está asustada y no puede controlarlo. Y Jacob... él sabe menos de la situación que ella.
Dejé la toalla que usé para secarme y me acerqué a Thea, que está guardando sus cosas en el mismo bolso enorme que usaba para natación. Los chicos me miraron de reojo al pasar a su lado, puedo decir que están interesados en Thea, no sé si los dos, pero uno lo está. Pero no importa cuántos chicos se le insinúen a Thea, ella no les dirá ni dará nada. Ella me entregó todo, y no pienso dejarlo ir.
-Thea.
Se dio la vuelta y me miró con los ojos achinados, como si no hubiera escuchado sus gritos la noche anterior.
-¿Qué pasa Apolo?
Miré a Grace que ahora está hablando con Jacob.
-Ella es especial pececito.
Miró a Grace, y sonrió. Sonrió. Lo hizo, y genuinamente.
-Lo sé Apolo.
Fruncí el ceño.
-¿Entonces cómo es que no puede controlar sus poderes? Casi me congela la mano.
Thea sonrió aún más.
-Sí que puede. Solo que yo le pedí que no los controle.
Tomó su bolso, saludó a todos y desapareció por las escaleras. Me tomé unos segundos hasta que vi lo que hizo. Ella se lo está tomando con un toque de humor. Estoy empezando a pensar que durante estos dos años se volvió bipolar.
Justo cuando me estoy divirtiendo, aparece Esmeralda. Su mirada me indicaba que estoy en grabes problemas. Lo que sea, la sonrisa y la diversión de Thea lo recompensan.
-¡Ya basta!
La voz de esmeralda me hizo volver un poco a mis cabales. Aunque ciento cincuenta volteos recorriendo mi cuerpo no es algo lindo.
Tré sonrió y dejó su palo eléctrico a un lado.
-¿Que pasa cariño?
Escupí sangre, y pude a duras penas limpiarme con la mano la saliva que cae sobre mi barbilla.
Esmeralda me miró.
-No puede hacerlo. Charlotte no lo permite. Esto no nos llevará a ningún lado.
-Pues a mí me divierte.
Esmeralda revoleó sus ojos.
-Eres un estúpido. Si Charlotte se entera que lo estuviste torturando, te hará cosas que no quiero ni imaginar. No te dará nada así, no nos dará nada de lo que queremos.
-Oh, tal vez deberíamos agarrar a Lander y-
En ese momento saqué las pocas fuerzas que tenía y me levanté tiré a Tré. Comencé a sacarle la mierda, y no paré hasta sacarle sangre de la nariz, junto con sangre en su boca, que manchó sus lindos dientes blancos.
Esmeralda me apartó.
Tré comenzó a reír y se levantó tapándose la cara.
-Eres increíble Apolo-dijo-ya encontré tu talón de Aquiles.
Y se fue dándole un beso a su novia, dejándole una marca de sangre en la mejilla.
Me apoyé contra la pared y limpié mi rostro.
-Tu novio es toda una joya.
Esmeralda se cruzó de brazos y me miró de arriba hacia abajo. Como si buscara una herida muy fea y dolorosa, lo necesita, necesita saber que no me hizo tanto daño como para llevarme al hospital de la instalación.
Suspiró y dejó caer sus brazos.
-Lamento esto Apolo.
Sonreí.
-No lo parece.
-Sabes que no puedes tardar tanto, si desapareces más del tiempo aclarado, iremos a buscarte y no importa donde estés, te encontraremos.
Le mostré mi muñeca izquierda, mientras me resbalaba por la pared.
-¿Crees que el chip dentro de mi cuerpo no me lo hace recordar?
Esmeralda se acercó más y levantó mi barbilla. Moví mi cara para sacarla de su toque rasposo.
-Si no quieres que le pase algo a Lander tienes que empezar a hacer las cosas que dijimos.
La miré achinando los ojos.
-Me pones en una situación de la que no puedo elegir.
Se levantó y se antes de irse, me pasó una remera.
-Tendrás que hacerlo.
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La casa de Will siempre tuve arbustos, y muchos árboles. Más arbustos y flores por el camino, claro que ahora que se avecina el invierno, no hay tantas, pero en primavera, su casa es como el cielo. Lleno de flores blancas y celestes, junto con frutos del árbol más grande cerca de la pequeña cabaña que era nuestro lugar de entrenamiento. O más bien es, pero ya no es mío.
Me puse mi gorra de lana, y seguí caminando por el pequeño bosque que rodea algunas casas vecinas a la de Will.
Sople mis manos para darles calor, y me paré en seco cuando escuché algo cerca. Miré a ambos lados, pero no vi nada.
Seguí mi recorrido hasta tres casas más allá de la de Will. Me escabullí para el lado de la calle, y admiré la casa. No es tan grande, ni tan chica, es un poco más chica que la de Will, claro está, pero tiene algo rústico que la hace más hogareña. Aunque Freya esté viviendo con él ahora, la casa sigue viéndose como algo frío y distante.
La casa es de dos pisos, con cuatro habitaciones, un comedor, tres baños, una cocina enorme con utensilios que para muchos son desconocidos. La familia que vive ahí es tan limpia y perfecta que asustaría a muchos.
Pero como todas, tiene un secreto.
Tomé aire y me acerqué lo más rápido posible. Abrí la pequeña reja y caminé por el camino de piedras azules hasta la puerta.
Presioné el timbre y esperé.
Eric apareció con una remera larga, unos jeans azules desgastados y una mirada que no puedo tomar nada más que como sorprendido y algo desilusionado.
-No vendría hasta aquí si no fuera por problemas mucho más grandes que nosotros. Así que no digas nada y déjame pasar.
Eric miró detrás de mí y a los alrededores. Me miró de arriba abajo, casi como hizo Jav.
Suspiró, rendido, y se hizo a un lado para hacerme pasar.
Como dije, todos tienen un secreto.
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