HACE DOS AÑOS.

Abrí mis ojos de repente y empecé a balbucear su nombre. Si ella estaba por aquí no habría nada ni nadie que pueda detenerme para poder llegar a ella.

Pero la realidad me golpeó como un rayo, estaba vivo, atado a una cama e inmovilizado, pero vivo. Y estoy seguro de que Thea no lo sabe.

-Thea...

Mi garganta estaba demasiado seca, pasé mi lengua por mis labios y estaban secos y quebrados.

-Doctora, doctora...

-Thea...

Tosí y enseguida escuché unos tacos golpeando el suelo.

-Está balbuceando un nombre, doctora.

Escuché que dijo una chica.

-Sí, y un nombre muy importante.

AHORA.

A la mañana siguiente decidí salir de ese pequeño motel e ir a desayunar a una cafetería que está a solo dos calles. No tengo auto, así que tengo que manejarme con mis pies o con Esmeralda. Es como mi chofer privado, ella se tiene que encargar de que no haga nada fuera de lo "normal". Así que no me sorprendí cuando al llegar a la cafetería, dos minutos después Esmeralda se hizo ver. Dejé la taza de café y crucé mis brazos.

-Veo que eres madrugador.

Dijo al dejarse caer en la silla.

-Bueno, no tengo muchas cosas que hacer.

-Claro que las tienes.

Que yo haya podido venir a ver a Thea no solo fue un pedido de súplica de parte mía, es más que eso.

-Ella no quiere verme, y aunque quisiera, no lo haré Esmeralda. La torturadora sabe que cuando llegue el momento yo no daré su vida.

Esmeralda suspiró y llamó al mozo.

-Eres tan humano... No puedo creer que prefieras salvar la vida de esa, y no la de-

-Buenos días señorita, ¿Qué le puedo traer?

Dijo el mozo interrumpiéndola.

-Uh... unas tostadas con mermelada y... un té con miel.

-Enseguida se lo traigo.

El mozo sonrió y se fue.

-Y para que sepas no se llama "la torturadora". Se llama Charlotte.

-Para mí lo es.

-Es diferente a mi padre Apolo. Él quería drenar a todos. Ella quiere ayudarlos a poder llegar a su límite sin necesidad de morir. Gracias a ella es que estás vivo.

Aunque quisiera matarla ahora mismo, tenía razón. Si no fuera por los hocus pocus de Charlotte, yo estaría en una tumba.

-En eso puede que tengas razón-contesté estirándome sobre la mesa-pero que me tenga amenazado, es... la hace igual que tu padre, o peor.

Esmeralda iba a decir algo pero el mozo llegó con su pedido. Le sonrió y siguió su camino.

-¿No es lindo el mozo?

Sonrió y se llevó la taza a la boca.

-¿Y Tré?

-Estamos juntos, pero eso no significa que no pueda mirar a otros-dejó la taza y empezó a comer una tostada-lo amo de verdad. Y creo que... por un lado entiendo tu lado romántico con Thea. Pero si no quieres que Charlotte haga el trabajo que te asignó, es mejor que muevas tu lindo culo hacía ella.

Gruñí y antes de escucharla más, saqué mi billetera y dejé unos billetes.

-Puedes decirle que se quede con el cambio.

Le susurré y me levanté lo más rápido que pude. Odio que ella sepa que puede manipularme con tal solo unas palabras. Pero no la odio más que a Charlotte. Puede que no tenga las mismas metas que el loco de Aaron, pero eso no la hace más buena o más confiable.

Al salir de la cafetería el frío me golpeó la cara causándome un escalofrío. Cerré la campera y empecé a caminar. Sé dónde se encuentra Thea.

Todos los días por dos años estuve encerrado en un lugar que apenas se dónde se encuentra, me mandaban información y me hacían verla en una pantalla. Que hacía, donde iba, cuáles eran sus nuevos amigos... todo una tortura. Todo parte de un juego del cual no sé si tengo escapatoria.

Al llegar al gimnasio Thompson, dejé salir el aire de mis pulmones. Nervioso, y con las manos sudorosas.

Miré alrededor antes de entrar al lugar. 

El gimnasio no era viejo, ni parecía caerse a pedazos, ni el letrero de entrada estaba borroso. Es un gimnasio de lujo. Todo recién reparado, tres pisos y un buen lugar para pelear. Thea había estado trabajando aquí desde que me empezaron a darme información sobre ella. Como si no la conociera lo suficiente.

La entrada era un gran portón de vidrio, de afuera no se podía ver nada, ya que estaban blindados. Eso dice mucho de la familia que posee este lugar. La chica que atiende el lugar es hermana de los tres hermanos dueños del lugar. Todos Thompson, de Irlanda. No puedo decir que los celos no me habían carcomido, pero Thea apenas se fija en alguien y si lo hace solamente es por amabilidad. O eso espero.

Abrí la puerta y un aroma a primavera me consumió. No es como normalmente huelen los gimnasios. La chica del mostrador levantó la mirada, y dejó caer una lapicera que estaba sosteniendo entre su dedo índice y su pulgar. Sus lentes tamaño hípster se le fueron hasta la punta de la nariz, de lo tanto que inclino la cabeza.

Lo bueno, creo, es que todavía tengo ese efecto.

-Hola.

Dije.

-Quisiera inscribirme en las clases de Thea...

-¿Montgomery?-la chica levantó las cejas, asombrada-wow, esta chica sí que nos hizo traer personas. Mis hermanos no se equivocaron en contratarla.

Empezó a revolver unos papeles y cuando encontró lo que buscaba me sonrió.

-¿Nombre?

-Apolo Grant.

La chica se quedó tildada mirándome unos segundos y luego lo escribió.

-Solo tienes que llenar esto...-dijo tendiéndome otra planilla-y luego tienes una clase de prueba, por si no te gusta...o lo que sea.

Le devolví la sonrisa y me senté en uno de los bancos. Llené todo, pero antes de entregarlo, me quedé mirando a la puerta corrediza de cristal polarizado, y vi solo las sombras de unos cuerpos moviéndose.

Me levanté y le di todo a la chica.

-Soy May, por cierto.

Asentí, para no decir que no me interesa en lo más mínimo su nombre. Solo me interesa poder hablar con Thea.

-Puedes entrar, la clase comienza en diez minutos. Hay vestidores en cada piso. El tuyo es el último.

Sonreí, y agradecí de haber llevado joggings.

En el primer piso están los más pequeños, había niños y niñas, todos de diferentes edades. A partir de los seis y hasta los quince años podían participar en esa clase.

Subí las escaleras, en el segundo piso estaban las máquinas, cuando pasé un chico que parecía encargarse de esta hectárea asintió como modo de saludo.

Todo está impecable, y la vista desde aquí es espectacular.

Subí el último piso, y mis manos comenzaron a sudar, mi corazón empezó a acelerarse, y siento que apenas me entra el aire a mis pulmones. Thea siempre me hizo sentir así, pero siempre podía calmarme, y ser frío con ella. Claro que eso no bastó, porque me enamoré de todas formas.

Una risa masculina llegó a mis oídos, e hizo que subiera aún más rápido. Casi me río al ver que todos sus "estudiantes" son hombres. Y solo había una mujer. Rubia y pequeña.

El cabello de Thea resalta a kilómetros, y su cuerpo lo reconocería en cualquier lado.

Me empecé a acercar, mientras estudiaba a todos los demás idiotas.

Eran seis estudiantes en total, contando a la pequeña rubia. Dos chicos de cabello corto y castaño, uno con el pelo teñido de color violeta con una franja negra, que parecía, de los demás, el más agradable. El cuarto era un rubio flacucho de pelo largo y rubio, que me hizo acordar a Kurt Cobain, excepto que este parecía más deshidratado. Los otros dos que quedan están cerca del ring charlando y refrescándose, pensé que habían terminado con una clase, pero cuando se acercaron a Thea y la saludaron, eso se esfumó, junto con mi paciencia cuando uno de los idiotas la levantó y la hizo girar.

Un sentimiento de ira, miedo, tristeza, y celos me empezó a consumir. Me acerqué decidido, y cuando este idiota bajó a Thea se empezó a acercar y le dio un beso en la mejilla.

Noté que Thea se puso incómoda, y lo alejó. Sonreí.

-Hola.

Dije, haciéndome el distraído y mirando el lugar. Todos me miraron.

-¿Esta es la clase de Thea Montgomery?

Hubiera pagado mil millones de dólares por ver otra vez la cara de sorpresa de Thea al verme.

Esto va a hacer divertido.

Hola!! Capítulo nuevo!! Dejen sus comentarios y votos por fis <3 muchas gracias por los mensajes y el apoyo para que esta historia siga adelante <3 DISFRUTEN. Saaludos :D