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22. Solo necesitamos lo nuestro

Tuve que faltar a clase esa mañana. Dante me llevó con el doctor Alfonso para ver lo que me ocurría. La suerte que tuvimos de llegar al mismo tiempo al hospital. Me hizo sentar y realizó casi los mismos chequeos que la anterior vez, solo que al final me dio un palito blanquecino, me indico que fuera al baño y orinó en él. Con una cara de no entender lo que me acaba de decir, obedezco a su orden. Con pena vuelvo tras orinar el palito y el doctor lo toma con toalla húmeda y mientras miraba el palito, me pide que deje entrar a Dante para que se siente conmigo.

—Y bien doctor... ¿Qué tiene mi esposo? —preguntó Dante algo alterado.

—Bueno antes que todo, felicidades por la boda, perdón por no asistir, tenía unos asuntos con mis nietos.

—Tranquilo doctor. —Le dije con una sonrisa—. Pero enserio ¿Qué tengo y por qué tuve que hacer... eso?

—¿Eso? —Se extraño Dante.

—Bueno señores Neville —Se levanta de su asiento y extiende su mano, Dante acepta el gesto, muy confundido—. Felicidades, serán papás.

Toda la habitación se quedó en silencio total, y la única emoción positiva que había era la sonrisa que mostraba el doctor.

—¿Disculpe?

Fue lo único que podía decir, si en la mañana quería vomitar, ahora quería hundir la cabeza en el escusado y no salir hasta vaciarme por completo.

—¿No me hice entender bien? —pregunta el doctor—. Miren, cuando dos tiene sexo sin protección, pues cosas como estas pueden pasar.

—¿Es enserio? —Dante le pregunto algo apagado, me dio muy mala espina escucharlo así. Fue como regresar a esos tiempos donde me ignoraba y se iba de la habitación.

—Bueno, tras analizar que todo estuviera bien con Ezra, y sabiendo que hace poco tuvieron su luna de miel y que el único síntoma es vómito. Tuve la idea de la prueba de embarazo. Que puede estar equivocado, pero estas cosas casi no se equivocan...

El doctor tuvo que dejar de hablar, ya que Dante se levantó de su asiento agachado la cabeza, se arrodilló y con su mano tocó mi brazo. Me asusté un poco y le pregunté qué le ocurría. Escuché cómo intentaba no llorar y mi preocupación se incrementó.

—Ezra... enserio, tu encuentras maneras de siempre ponerme feliz.

El rostro de Dante se llenó de lágrimas, pero mostraba una sonrisa tan pura que acompañaba con sus ojeras algo caídas. Verlo llorar me provocó que me sintiera muy sentimental, al punto de acompañarlo con el llanto. El doctor tuvo que pasarnos unas toallas.

Alfonso quiso asegurarse por lo que pidió que fuera al laboratorio para hacerme un examen de sangre y comprobaran que si estaba embarazado y no sea un virus. Nos despedimos y bajamos al laboratorio.

No tomó mucho tiempo y salimos del hospital en silencio.

Todo el viaje fue en silencio.

Llegamos a la casa en silencio.

Entramos a la habitación en silencio.

Nos acostamos en la cama en silencio.

El único sonido en todo el rato fue el sonido de un mensaje de Alfonso después de dos horas. Era un audio que Dante reprodujo y confirmó el asunto.

Felicidades a los padres.

Otra vez volvimos al silencio.

—Seremos padres. —Logre decir más por fuerza que por voluntad.

—Seremos padres. —Dante lo repitió.

Comencé a llorar sin una razón aparente. Es que me vino muchas emociones al instante, éramos jóvenes para tener un hijo, yo no tengo trabajo, estoy en clases, los medios molestarán a Dante con su hijo, tendría que cuidarlo y muchas cosas más pasaron en mi cabeza. Cree que Dante lo suponía, por eso me abrazó con dulzura y me susurraba al oído.

—Lo se Ezra, todo esto será muy complicado para los dos —Escuchar la risa de Dante era como música para mis oídos—. Pero te prometo que nunca te dejaré solo y cuidaré a ese hijo con mi vida. Nada malo les pasara y antes muerto que dejar descuidado.

No sabía si sentirme protegido o aterrado. Fuera cual sea este sentimiento. Sonríe porque es lo mejor en estos momentos. Abracé a Dante y sonreí mientras me acercaba para besarlo en el rostro.

—Eres el mejor, Dante. Prometo darte el mejor hijo.

—No tienes que darme el mejor, solo con tener un hijo contigo es suficiente para saber que será un gran hijo.

Los dos sonreímos y teníamos lágrimas en los ojos. Éramos felices, no importa la responsabilidad que implicaba tener un hijo, yo estaba feliz, Dante está feliz y si los dos estamos felices ¿Qué más se necesita en la vida?

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—¡¿Qué tú qué?!

No dijimos nada a nadie. Nos guardamos ese secreto a todos, incluso le dijimos a Alfonso que no dijera nada a la familia. Queríamos decirlo como una sorpresa un sábado, un día en el que no tenía clases y llegar a la mansión se sentía normal. Nos recibieron con abrazos, algunos elogios y cuando Otus vino con unas tazas de té acompañado con el nuevo mayordomo. Quise hacer una presentación al estilo de Troy, dije que tendríamos un hijo sin previo aviso y Otus grito de la impresión que las tazas que llevaba en las manos se les cayeron al suelo. Me cubrí la boca al ver el desastre que causé con mi sorpresa. No fue la mejor primera impresión.

Vulpes recogió las tazas rotas y nos dejó a solas para hablar con total calma.

—Demonios, Hermano —Levi lo dijo entre risas—, si que no desaprovechaste la luna de miel.

Si supiera que lo más probable es que este niño lo concebimos en ese día de nuestra preaniversario. Ya que en la luna de miel si usamos condón. Además, que en esa noche había pasado solo un día desde mi último celo. Mierda, teníamos que haberlo pensado.

—Ezra, ¿Esto no es una broma? ¿En Serio tendrás un hijo? ¿No te dijo Troy que hicieras esta broma? —Otus estaba entre el lado de ponerse a llorar o ponerse a romper más tazas. Lo bueno es que Albus le sujeta el hombro con dulzura.

—Pues tengo un mes de embarazo, dudo que pueda ser una broma.

Otus me abrazó y sus plumas me hacían cosquillas. Sigo sorprendido del cambio que tuvo este búho, de ser un mayordomo amargado que no decía muchas palabras. Ahora está llorando mientras me daba un abrazo. Puede que sea mucho más mayor que yo, pero sigue siendo un chico dulce que no aparenta tener cuarenta años.

—Y pensabas alejarlo de tu lado —Albus tocó el hombro de Dante—. Hijo, enserio que tenemos que golpear tanto la cabeza para que no seas tan duro. Mira de lo que te hubieras perdido si lo alejas

—Fui un idiota —Me toma de la mano—. Pero nunca más abandonaré a mi familia.

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Al segundo mes las cosas se descontrolaron un poco.

Las clases fueron un infierno, no podía estar tan concentrada como antes. Me suelo quedar dormido en minutos, incluso en medio de una exposición me quedé dormido en mi mano levanta y cuando dijeron mi nombre me asusté y golpeé el teclado con mi rostro y salí de la clase por error. Fue muy humillante.

También era muy habitual que vaya al baño muy seguido, parecía como si lo único que mi cuerpo pidiera es ir al baño, dormir, ir de nuevo al baño, sentir náuseas por la comida y volver al baño.

—Y eso que recién llevas el segundo mes.

Albus me visitó un viernes en la tarde. Venía de una junta para hablar sobre las nuevas secciones de pasarela por New York. Su novio Otus se había quedado en casa y como no había sabido de mi por unos días, quiso venir a visitarme.

—Cuando Tina estuvo embarazada de Levi —Suelta un suspiro—. Fue un infierno, que quería ir al baño cada minuto, que todo le apestaba, que sus pies no podían más. Parecía que yo también estaba embarazado de tanto estar involucrado.

Me senté en el sofá teniendo un vaso con agua. Ahora no sabía qué quería exactamente, podía llorar, gritar, comer, vomitar e ir al baño. Todo al mismo tiempo.

—¿Cómo fue cuando estuvo embarazada de Dante? —Le pregunté mientras bebía mi agua.

—Una puta locura.

Casi me atraganto con el agua al recibir esa respuesta, no solo porque Albus haya dicho una grosería; muy raro en él. Si no que lo decía con una sonrisa entre dientes, pero una mirada algo vacía.

—¿En qué sentido?

—Tenía cambios de humor tan grandes que si me dijeras que esa chica era la mujer con la que me casé, ni yo me lo creía. —Sonrió algo vacío—. Incluso me dijo que al tener a Dante me dejaría para no soportarme. Intente ser bromista diciéndole que esperemos que en el tercer hijo todo saliera perfecto. Me mandó a la mierda después de decir eso. —Su risa ronca no ayudaba con su mirada tan vacía—. Fueron buenos tiempos.

Me quedé en silencio por unos segundos. Se que Albus está feliz con su vida actual, ama a su novio y está orgulloso de sus hijos. Pero no debe ser fácil tener que despedirte de tu vínculo. Con todo lo que he aprendido de los vínculos, estos son eternos, cuando tienes tu vínculo te sientes completo, como si no te faltará nada en la vida. Perder es casi como que te quitaran el corazón y sigas vivo sufriendo mientras tienes un dolor infernal.

Cuando Dante me dejó solo por todo un mes, sentía que me partería en cualquier momento. No quiero pensar cómo tuvo que soportar tanto Albus y seguir como si nada por sus hijos y su empresa.

Fue por eso que estreché su mano con la mía, y me apoyé entre su brazo. Su pelaje era igual de suave que el de Dante, solo que me picaba en mi cuello.

—Espero ser igual de buen padre como lo fueron ustedes.

—Lo serán —Me sonrió—. Ambos serán grandes padres, solo espero que no consientan mucho a mi nieto.

—Claro que no, bueno por lo menos yo no lo haré. Aunque siento que Dante sí lo hará.

—¿Yo qué?

Dante entró a la cabaña y no solo su voz parecía tener un tono molesto, sino que su rostro estaba molesto, sus garras estaban afuera, sus orejas en punta, su cola está levantada y mostraba sus dientes mientras clava su mirada hacia su padre.

—Padre, es un placer tener en mi casa, nada como una visita familiar —Se acercó y puso su mano en mi hombro y seguía mostrando sus colmillos a su padre—. Como ya es tarde, deberías volver a casa con tu novio. Además, mi esposo necesita descansar.

—No necesito...

—No, Ezra, está bien. —Albus estaba intentando aguantar la risa mientras se iba de la cabaña—. Nos vemos en otra ocasión, y Ezra, controla a tu querido esposo o matara a cualquier otro hombre que entre aquí.

Albus salió de la cabaña y yo me volteé para ver a Dante. Este me beso con desesperación, como si no nos hubiéramos visto en años. Pasaba su hocico con mi cuello y se frotaba contra mi cuerpo. Era casi como si quisiera penetrar su olor en mi cuerpo.

—¿Qué ocurre? —dije mientras seguía su hocico en mi cuello.

—Lo siento, no me pude contener cuando te vi con otro Alfa en nuestra casa. Ahora que dos personas están en un mismo cuerpo, no sé si pueda controlarme cuando te vea con alguien.

Casi como si estuviera copiando la expresión de Albus, me contuve la risa mientras le sostenía las manos.

—¿Entonces te pondrás celo si otro hombre está conmigo?

—Claro que sí.

—¿Me cuidaras y a tu hijo como si fueras lo único de tu vida?

—¿Lo dudas?

—¿No importa que algún familiar esté a mi lado?

—Tal vez Otus y Levi, sé que no te harían nada.

—¿Qué tu padre sí?

—Esto también es nuevo para mí.

—Dios.

Le di un beso y lo abrace del cuello mientras le susurraba que lo amaba por estar a mi lado y aunque sea un celoso. Este me gruño, pero no se alejó de mi lado, es más, me acerco más a su pecho que nos quedamos dormidos en el sofá sin darnos cuenta.

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El profesor Levi regresó en el cuarto meses.

Mi panza comienza a notarse y tuve que dejar de usar camisetas apretadas por casi usar al completo las camisetas de Dante. Como me quedaban mucho más grandes, son perfectas para ocultar la panza y no estar apretado.

Levi vino a la cabaña con una pizarra en miniatura y con unos nuevos lentes de descanso que se los compró para trabajar en la computadora, aunque ahora los usa para sentirse más intelectual. Todo esto solo porque tenía una pregunta.

—¿Cómo voy a dar a luz?

Con su pizarra dibujó una versión pequeña de mi con un estómago muy grande y unos ojos con muchos brillos que parecía algo inquietante.

—Qué bueno que preguntas cuñadito. Mira, los Omega hombres cuando están embarazados no se diferencia mucho de las mujeres embarazadas. Tiene los mismos síntomas y tiene las mismas recomendaciones de cuidados, pero al momento del parto la cosa cambia.

Borro su dibujo de mi versión pequeña, reemplazándolo por uno dibujo de yo gritando mientras alguien me está clavando un cuchillo en el estómago. No entendía muy bien que representaba ese dibujo.

—Con las mujeres solo tiene que pujar y él bebe sale de su vagina, en cambio en un hombre... pues no puede salir de tu ano, es biológicamente imposible —Me avergoncé, no solo por lo que dijo Levi, sino que enserio si pensé que hacía saldría él bebe, en internet eso decía—. Por eso tendrás un Parto por cesárea.

Supongo que mi rostro expresaba con claridad mi consunción al escuchar eso del parto por cesárea. Levi solo suspiro y volvió a mostrarme su dibujo.

—Alguien te abrirá el estómago, sacará a tu hijo y después de coserte, todos están felices y contentos.

Ahora tengo más miedo de tener a mi hijo.

—Tranquilo, no es la gran cosa. Mamá dio a luz de esa manera a Dante.

—¿Enserio?

—Si, hubo unos problemas y vieron que la manera más segura para los dos sería si le hicieran una cesárea. Y miro lo que resultó, nació tu hermoso esposo y la historia se repetirá con su hijo.

Borro su dibujo para hacer otro dónde estamos todo en una versión pequeña y en mis brazos había un pequeño cachorro con una cara de dos puntos y una línea.

—No tienes que tener miedo, cuando nazca tu hijo todos en la familia se alegran y Dante y tú tendrán su propia familia granjera.

Solté una risa.

—Ser agricultor y ser granjero no es lo mismo.

—Si te pones un sombrero de paja y te llenas las manos con tierra, es lo mismo.

—Un granjero tiene que cuidar animales.

—¿Y mi hermano que es?

Volví a soltar una risa mientras que Levi me acompañó con una risa más pequeña. Como decía mi madre, una sonrisa es la mejor manera de enfrentar tus miedos, no importa qué tan grandes o temibles son.

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El séptimo mes llegó y con eso la farándula tuvo un gran banquete de rumores y chismes cuando salieron a la luz unas fotos de mi con mi panza de siete meses. Es mucho más difícil caminar, mis pies me matan, a veces siento que la espalda se rompe a la mitad. Por un lado, los vómitos ya no son nada comunes.

Cada mes voy donde al hospital donde una doctora es la que lleva registrado todos mis avances. Me felicito cuando vio que todo iba normal, aunque bueno, teniendo de esposo a Dante, sería muy difícil que algo vaya mal. Cada segundo me cuida, y por cuidar me refiero que me sigue como si fuera mi sombra por la cabaña. Tengo una lista de comidas que benefician al crecimiento del bebé y cada mes que intento comer algo ajeno a esa lista, Dante me lo impide y trata de darme otra cosa. No puedo ducharme solo, porque enseguida está Dante cuidando que no me resbale. Cada que me acostaba en la cama o en el sofá, Dante estaba a mi lado, casi siempre teniendo una mano contra mía y una de sus orejas apegada en mi estómago. Una tarde después de mis clases, Dante se sobresaltó cuando sintió como el bebé había pateado, su rostro mostraba una sonrisa gigantesca que rápidamente me provocaba felicidad de verla.

En estos meses también supimos que tendríamos un niño. Esperaba tener una niña, pero supongo que lo más importante es tener un bebé sano. Por eso es que fuimos al hospital, me hicieron mi chequeo mensual y apenas salimos del hospital con nuestros disfraces de incógnito, escucho un flash y como polilla atraída a la luz, me quede viendo como un paparazzi nos había tomado una foto y no importaba que llevara una sudadera de Dante, esa cosa no podía cubrir un embarazo de siete meses.

Esa foto fue rápidamente tendencia en todas las redes. Primero en Twitter donde solo decían que se veía a una pareja de Alfa y Omega saliendo al hospital, hasta que alguien comentó que ese Alfa era Dante Neville. Fue en ese momento donde todo explotó. Aunque llevamos más de un año desde nuestra pequeña ruptura, nadie sabía que estamos de juntos de nuevo, por eso fue que en TikTok se puso en popularidad videos tratando de explicar cómo es que habíamos vuelto o si él Omega embarazado era en realidad yo. Por último, en Instagram subían esa foto con el mensaje: apoyamos a papá Dante. Eso me hizo gracia.

Pensamos unas horas en ver si hacíamos público no solo que volvimos, sino que ahora estoy esperando un hijo suyo. Como respuesta tuvimos la idea de solo poner un tweet donde Dante explicaba su postura y porque tomaba la decisión de ocultar.

Lo descubrieron, mi esposo Ezra y yo no solo volvimos, sino que ahora estamos esperando un niño. Esa fue la razón de mi despedida del mundo del modelaje. Lo quise ocultar para poner a salvo a mi familia, es lo más importante en mi vida y espero que entienda mi posición.

Rápido el tweet se llenó de corazones y comentarios que estaban desde los apoyos a los odios. No nos podía importar menos, solo eran comentarios que no decidirán nuestro futuro, ni tampoco del futuro de nuestro hijo.

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Lucas me llamó en la mañana para preguntarme cómo me encontraba. Cuando supo que sería padre y que estaba embarazado, estaba gritándole a Dante con una voz entre enojado, triste, feliz, deprimido y todos los sentimientos posibles. Lo llamó perro sarnoso, lo maldijo por embarazar a su pequeño, lo felicito por cuidarme, se rió del silencio nervioso de Dante. Y se despide amenazando que, si me dejaba solo en el día del parto, iría por él y le cortaría las pelotas para que no vuelva a embarazar a otro. Yo solo me quedé sentado riéndome y con la cara roja mientras Pablo intentaba calmar a su novio.

En esta llamada no era para amenazar a Dante, sino para preguntar por mí, el bebé y lo que me dejó pensando. El nombre que le pondría al niño.

Desde esa llamada estuve toda la tarde buscando un nombre para ponerle a mi hijo. Se que es lo más obvio que uno como padre debe pensar con su hijo y es ponerle un nombre a su hijo, pero es que soy tan novato en esto que no lo había captado hasta ahora.

Un nombre es una cosa que capta a la persona al momento, además siempre un nombre es más popular o querido que otro. Por ejemplo, Erza es mi segundo, nadie me llama Barry o también nadie llama Eduardo a Dante. Por eso tenía que pensar en el nombre perfecto.

Estuve sentado con un cuaderno anotando nombre y viendo si me convencía. En total tuve varias hojas llenas de nombres y aunque tenías perfectos candidatos para un segundo nombre, ninguno llegaba a ser tan bueno para ser un buen nombre principal.

Entre muchos de los nombres: Carlos, Aristóteles, Nataniel, Peter, Charles, Nicolas, Travis... y la lista sigue, y sigue.

Estuve tanto rato sentado con hojas a mi alrededor que ni noté la presencia de Dante; había regresado del supermercado. Dejó las cosas en la mesa y tomó una de las hojas que estaban en el suelo para luego sonreír.

—Me gustó Hugo, es un nombre lindo.

—Pero no es perfecto, nuestro hijo debe tener un gran nombre.

Dante se sentó a mi lado y como si fuéramos imágenes, me acerqué a su pecho para recortar y sentir su suave pelaje.

—¿Quieres que nuestro hijo tenga un nombre perfecto? —Mire sus ojos y en ellos había sinceridad, como si lo que acaba de preguntar no fuera un chiste.

—¿Tú no quieres?

—No, en primera porque nada en el mundo es perfecto y segundo, que importa que se llame Alfredo o Marcus, somos sus padres y lo querremos como si fuera lo único que importa en este mundo.

Sonríe mientras agarra su mano.

—Entonces... ¿Tú tienes un nombre pensado?

Dante se quedó callado unos segundos mientras tenía los ojos cerrados.

—Bueno, me gusta el nombre de Noel.

—¿Por qué?

—No tengo idea, solo sé que me desperté en la mañana y me imaginé gritando ese nombre por haber roto un florero.

—¿Por qué en tu sueño nuestro hijo está rompiendo un florero? —Aguantando la risa.

—No lo sé, tal vez porque de pequeño yo era un caos y puede que nuestro hijo sea así también.

—Espero que no, yo era un ángel de pequeño, quiero que sea así nuestro hijo.

—Pues si hereda esa cualidad tuya y tu belleza, no sabré a quién amar más.

—Tendrás que amarnos igual para no haber debates.

—Me sirve.

Me abrazó entre sus brazos y me dio un beso que correspondía con dulzura. Justo ahí el bebé dio otra pata y ambos nos quedamos viendo mi vientre y como si fuera una especie de señal, un pequeño bulto se mostró, solo fueron unos segundos.

—Noel, sabes que te quiero mucho. Pero si cada vez que beso a tú padre te molestaras, tendremos una charla muy grande. —dijo Dante intentando no sonar molesto.

Carcajee mientras le besaba la mejilla.

—Entonces es un hecho que se llamara Noel.

—Pues nos gustó a los dos, pensé que era un hecho.

—Supongo, entonces yo pondré el segundo nombre.

—Es justo.

—Y su segundo nombre será David.

—¿Hay alguna razón? —pregunto mientras me acariciaba las mejillas con sus pulgares.

—Mi madre me dijo que ese sería mi nombre, pero le gusto más Erza. Por eso quiero honrarla poniendo ese nombre a nuestro hijo.

Suspiro mientras me sonríe.

—Ezra, cada vez que pienso que no puedo enamorarme más de ti, tú logras que pierda esa apuesta.

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Otra vez tuvimos que celebrar el cumpleaños de Dante en la cabaña, solo que esta vez toda la familia pudo asistir. Solo comimos pastel, claro que yo me controlo, aunque igual debía comer por dos. Bebieron alcohol mientras que yo tomaba agua y cuando todos se fueron Dante se acostó a mi lado apoyando sus orejas en mi estómago.

También tuvimos que pasar mi cumpleaños en la cabaña, este si era más justificado que el cumpleaños que Dante, ya que estaba en mi noveno mes y si todo salía de acuerdo a la doctora. Noel nacería solo unas semanas después de mi cumpleaños.

En mi cumpleaños me pareció tan raro soplar las velas con el número veinte en el pastel. Era casi irreal saber que llevo con Dante casi dos años y que dentro de una semana nacerá mi pequeño hijo.

No podría estar más emocionado. Era imposible no dejar de sonreír.

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El día llegó.

Eran las seis de la mañana del jueves 24 de marzo cuando sentí un dolor en mi estómago. Le grite a Dante que él bebe ya vendría y teníamos que apurarnos si no quería morir. Fue algo exagerado, pero estaba muy asustado en ese momento.

En el camino al hospital, Dante llamó a su padre y a Lucas para avisarle sobre mi estado. Le grite a Lucas cuando me contestó medio dormido porque lo llamaban. Se despertó al instante y dijo que nos vería en el hospital.

Entramos de urgencias y estuve casi dos horas en la sala, me pusieron una anestesia que solo me durmió la mitad para abajo. Igual estuvo Dante con mascarilla y guantes a mi lado, le apreté la mano con fuerza de los nervios y por el miedo. Cuando el doctor me dijo que comenzará a cortar casi grito del terror. Dante no se movió de mi lado, ni cuando estaba seguro que le rompería los dedos de los nervios que tenía. Casi fue una hora cuando escuche un llanto. Las lágrimas salieron solas de mis ojos.

El doctor cortó el cordón umbilical y Dante lo sostuvo en sus brazos mientras las lágrimas también salían de sus ojos. Era un cachorro tan pequeño, su pelaje era blanco como el color de mi cabello, era tan bonito. Dante me felicitaba por mi trabajo mientras me besaba la frente, seguía sosteniendo a nuestro hijo y casi me quedo sin respirar cuando puede ver sus ojos, los mismos ojos que vi esa noche, los mismos ojos de su padre, esos ojos color de luna.

Sonríe como nunca lo había hecho.

—Bienvenido al mundo, Noel Neville.

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