2. Es algo grande para uno
Uno no sonríe para ocultar sus problemas, sonríe para demostrar que no se dejará vencer tan fácil.
Eso me lo dijo mi madre cuando le pregunté la razón de que siempre sonriera, incluso en los momentos delicados.
Oh mi Caballito de mar.
Despierta.
—Mierda. —Grite mientras me levanto de la cama.
Parecía que todo fue una pesadilla. Estaba acostado en una suave cama con cientos de almohadas a mi alrededor y sin rastro de esos ladrones... Pero si no tengo una cama, apenas una almohada y en mi vida había usado ropa de seda y mucho menos que oliera tan bien.
Hecho una vista más profunda al lugar y descubrí que no estoy en mi casa, de hecho, ni siquiera sé si estoy vivo. Este lugar es tan majestuoso que lo podría confundir con un palacio. Las paredes estaban decoradas con tapiz con relieves dorados, el piso era de cerámica blanca y brillante. La cama era demasiado grande para una persona normal como yo, y enserio ¿Por qué tiene tantas almohadas? Son tantas que podría repartirle a una familia de diez y me sobra.
Me levanto de la cama y miro que ya no tengo mi ropa, sino que ahora tengo una camisa de seda, aunque por el tamaño me queda casi como si fuera un vestido.
—Veo que ya se despertó.
Casi me da un infarto al escuchar que alguien me habla. Me volteé y vi al mismo búho de ayer que se demoró como cinco minutos en elegir un café.
—Tú, para la próxima no te demores media hora en pedir un café sencillo.
Me quedé un segundo en silencio pensando que le acabo de amenazar a un completo desconocido que posiblemente sea su casa. No solo porque está aquí, sino que su vestimenta es demasiado formal.
—Lo tendré en cuenta, pero ahora tengo que ver si está bien —Lo dijo con un acento educado y teniendo sus manos detrás de su espalda.
—¿Qué?
El búho se acercó y con una mini linterna me empezó a revisar de arriba hacia abajo, tuve suerte que tenía puesto mi ropa interior. Él muy inoportuno me alzó la camiseta como si nada.
—Uh veo que su brazo sigue algo hinchado —Apaga la linterna—. Y el golpe parece que dejó de sangrar.
¿Brazo Hinchado?
¿Dejó de sangrar?
¿Qué carajos?
—¿Qué pasó? ¿Quién eres? Y ¿Dónde estoy?
El búho se acomodó el cuello de su camisa, se guarda la linterna en su bolsillo y sin dejar de verme como una especie de rareza. Abre el pico.
—Mi nombre es Otus, Otus Rogers. Está en la mansión de los Neville y está aquí gracias al amo Dante.
¿Palacio?
¿Neville?
¿Dante?
¿Espera? ¿Él Dante Neville?
No tiene sentido, dijo que mierda hace un Omega sin casa propia en la mansión del lobo más famoso de la ciudad, además como mierda es que termine aquí en primer lugar.
Se que no soy el más inteligente, pero con la cara de idiota que estoy poniendo no ayuda para tomar esa suposición.
Otus sacó del bolsillo de su camisa blanca una libreta en donde comenzó a notar algo. No sabía qué decir o hacer. Por lo que me puse a analizar a este búho. No era como la mayoría de los búhos que había en la ciudad, esta tiene un color de ojos tan naranja que parecen estar hechos de ámbar. En la parte de arriba de su pico sobresalen dos plumas blancas que le da una parecía de tener un bigote, casi me rio de pensar un búho con bigote. La mayoría de sus plumas son de un gris oscuro casi tirando a café. Es raro, es la respuesta que saco de Otus.
—Correcto, Señor Ezra, tiene dieciocho años y actualmente vive en un hogar abandonado —Dejó de anotar—. ¿Algo más que aportar?
—¿Cómo supiste todo eso?
—Me lo acaban de decir hace poco, solo quiero anotar todo lo relacionado para presentarte.
—¿Presentarme? No entiendo nada.
—Tranquilo, pronto vendrá y te explicará todo.
Apenas terminó de hablar se marchó de la habitación, intenté seguirlo, pero me cerró la puerta en mi cara. Aparte de ser un búho lento, es un maleducado. Me senté en la cama mientras esperaba algo, ya que la puerta la dejó cerrada.
Como rayos ocurrió de casi ser secuestrado, a estar encerrado en esta habitación lujosa.
Y que tiene que ver Dante Neville en todo esto.
—¿Está adentro? —dijo una voz que me sonaba un poco.
—Si, ya despertó —Puede reconocer la voz de Otus.
En ese instante la puerta se abrió y pude verlo. Un lobo gris con ojos gris tan claros, era casi como si estuviera mirando a la misma luna en sus ojos. Eran tan hipnóticos que me despiste tanto que ni note que ya estaba delante de mí.
Era Dante Neville.
En persona.
—¿Nombre? —pregunto en un tono grave.
—Ezra Mendoza. —conteste algo confuso.
—¿Edad?
—Eh dieciocho
—¿Estado civil?
—Soltero ¿Acaso esto es parte de un reality show?
Esperaba alguna risa de parte de los dos. Pero el lobo seguía con una cara que se notaba su enojo y Otus, pues tenía una cara neutral, la misma que me ha puesto en todo el rato que lo conozco.
Con eso confirmo que Dante Neville es un niño mimado y con un mal sentido del humor.
—Mira, humano, anoche te salvé de esos raptores, pero te desmayaste y estabas perdiendo sangre, te traje a mi casa para que Otus se sanará
¿Dante Neville me salvó?
¿En serio no estoy en un Reality Show?
—Entonces aparte de ser un niño mimado —Me miró con confusión—. Te crees Batman.
—¡No me creo Batman! —Se notaba una seria molesta por esa broma.
—Como sea, les agradezco que me hayan curado y muchas gracias lobote por salvarme, te debo mi vida y toda esa cursilería, ahora si me disculpan debo ir al trabajo.
Para muchos este momento debía ser algo historia, una cosa que la pasa uno entre miles. Pero no soy fan de Dante, de hecho, no me gusta el mundo de la moda en general y por las pocas clases que recibí en el refugio y el resto de conocimientos que aprendí con Lucas me enseñaron que los famosos son unos chupa sangre con egos muy grandes y muy doble cara. No quiero estar involucrado con esa vida.
Además, si Lucas no me encuentra en su cafetería antes de las diez, de seguro se pondrá como loco y me descontará el salario. Nunca la ha hecho, pero quiero pensar qué lo hará, ahora que soy un trabajador oficial.
—Quieto, no te puedes ir a ningún lado —Dante habló con algo de seriedad.
—¿Por qué? —Tenía un tono algo disgustado por lo que me dijo el lobo.
—Si esos raptores te querían por ser un Omega. ¿Qué te impide que esta noche vengan otros?
Bueno eso no lo pensé, pero tampoco había pensado en otra cosa que fuera mi trabajo, así que no cuenta.
—Tal vez tenga razón, pero no puedo estar aquí por siempre.
—Lo sé, yo también no estoy feliz de que te quedes en mi habitación —No sé si porque yo dormí en su habitación o porque estoy hablando más de la cuenta.
—Señor Dante, recuerde que dentro de poco vendrá...
—Ahora no Otus, estoy pensando en algo.
—¿Cómo en mi liberación? —Lo digo en tono de broma.
—No —Se acomoda la camisa—. Te dejaré ir solo que ahora debes saber...
—Hermanitoooooo.
Para sorpresa del lobo y mía un lobo negro unos cuantos centímetros más grandes que Dante, entro a la habitación. Llevaba una camisa blanca bastante elegante, unos pantalones negros y unas botas negras. Todo eso acompañado con una sonrisa que dejaba al descubierto unos colmillos blancos como perlas.
—Otus ¿Por qué no me dijiste que este inútil vendría? —Reclamo Dante.
Mientras que Otus solo puso los ojos en blanco mientras salía de la habitación.
—Lobos —Soltó con algo de pesadez.
—¿Cómo que inútil, hermanito? Somos de la misma sangre y me tratas peor que esclavo.
—Si te trato así es por una razón. Eres una molestia ruidosa.
—Si, si, haber salido Beta no fue culpa mía y además de los dos tú tienes mejor apariencia de seguir con la compañía.
Me estaba mareando de tanta información en pocos minutos. No tuve que sumar mucho para darme cuenta que estos dos son hermanos. Además, el nuevo lobo era igualito a su padre, Albus Neville. Ambos son lobos de pelaje negro y su altura demostraba poder.
—¡Por mi pelaje! —El lobo negro me mira con unos ojos brillantes mientras que Dante parece muy molesto con su hermano—. ¿Salvaste a otro omega? Enserio que eres un total Batman, hermano.
—¡Que no soy Batman!
Con que de ahí viene el enojo.
—Vamos, hermanito: eres rico, usas una capucha, sales en las noches a salvar Omegas. Eres el Batman lobo.
Totalmente de acuerdo.
—Cállate Levi, llegas, te burlas y te vas con dinero, mejor no molestes ahora.
—Enserio que eres aburrido, Dante.
Su conversación parece de típicos hermanos que suelo encontrarme en la cafetería. Y sé a qué rumbo terminará. Por lo que aproveché ese momento en que dejaron de verme y me escapé de la habitación. No podía estar más tiempo aquí y perder mi trabajo. Tan pronto.
El lugar era una verdadera mansión, varios pasillos elegantes, cuadros caros en las paredes, floreros con diseños raros. Era una casa de ricos. En otras palabras, era casi imposible escapar de aquí.
Suerte que vi a Otus y me apresuré a estar a su lado.
—Otus, ¿Dónde está la salida?
—Dudo que el señor Dante quiera que te vayas.
—Eso me importa un comino, no puedo perder mi trabajo —Ni rápido ni perezoso se me ocurrió una idea—. Si me dejas ir, te daré un café completamente gracias cuando vayas.
En su rostro parecía haber una especie de pelea interna. Pero no duró mucho cuando parecía escuchar las voces de los lobos acercándose. Casi pude escuchar como volvió a decir la palabra Lobos con cansancio.
—Sigue recto y diles a los guardias que vas por un latte, ellos entenderán.
—Gracias, no me molestare si te demoras cuatro horas en ese café.
Volví a correr hacia la puerta principal, en donde dos lobos de pelaje blanco me vieron y como me dijo Otus dije eso del código late y me dejaron salir como si nada.
Eso fue fácil.
Concéntrate en el trabajo.
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Fui corriendo a toda velocidad hacia la cafetería y para mi desgracia ya estaba algo llena. Todas las mañanas suele estar llena. Entre y mire como los otros dos empleados ya estaban pasando de un lado al otro con platos y órdenes.
Lucas apenas me vio fue corriendo para verificar si tenía alguna herida y al ver mi brazo vendado y un carche en la cabeza comenzó el interrogatorio.
—¿Qué te pasó? ¿Por qué no estabas en casa? ¿Te hicieron algo? ¿Habla niño del demonio?
—Tranquilo, Lucas, solo fue un intento de robo.
—Un intento de robo —No parecieron ser las mejores palabras, el pobre casi se desmaya tras oír eso—. ¿Cómo pasó eso?
Decidí darle una versión corta de los hechos. Habla de los ladrones, del lobo y de que desperté en su habitación.
—¿Estuviste en la mansión de los Neville? Enserio niño que no hay como dejarte solo.
—Tranquilo, estoy bien, claro ahora tengo ropa algo inapropiada para trabajar, pero estoy bien.
Parece que eso alegró un poco a Lucas. Me dijo que entrara al área del personal y me pusiera unos pantalones y un delantal para volver a trabajar y después de explicar todos los detalles.
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Mi segundo día no fue muy diferente al primero, incluso volvió Otus a la misma hora y no mencionamos nada de nuestro encuentro en la mansión. Solo se limitó a pedir su café gratis e irse del lugar.
Lucas tuvo que cerrar un poco pronto porque su novio tenía una cita médica y quería acompañarlo. Por lo que esa explicación quedaría para mañana. Ahora debía volver a mi casa.
—Espera niño —dijo Lucas deteniéndose con su mano.
—¿Ahora qué?
—Ni loco vuelves a tu casa —Busca algo del bolsillo de su chamarra—, sin esto.
Lucas me mostró un celular, era un celular antiguo, ósea uno con un botón en la parte de abajo y era táctil. Pero en estos tiempos eso ya es un dinosaurio de los celulares.
—¿Es enserio?
—Se que no es mucho, era un celular que usaba mi novio, pero siento que lo necesitas.
Lo abracé con fuerza mientras mostraba una sonrisa.
—Muchas gracias Lucas, este si es un gran regalo.
—Me alegro que te haya gustado. Tienes el número de Pablo, de la policía, de emergencias y él mío. Cualquier anomalía llamas y buscas ayuda.
—Está bien "Papá" tendré cuidado —dije ese papá en tono de broma, pero sonreí al decir esa palabra.
Tomé el celular y lo puse en el bolsillo del pantalón y me despedí de Lucas con la mano y me dirigí a mi casa. Estuve super atento, viendo a todos lados para ver si veía una camioneta blanca o cualquier auto sospechoso. Lleve a mi casa sano y salvo. Todo tranquilo y calmado.
—Te dije que no debías salir.
Mi mirada se tensó al ver a Dante parado viendo por una ventana mientras tenía en su mano una botella de agua. Era la última que tenía en la neverita.
¿Cómo rayos?
Es una pregunta estudia, obvio que sabía mi dirección, ayer me salvo de esos ladrones y no estaba muy lejos de casa. Tampoco me sorprendió que estuviera adentro, digo si se cree Batman.
—Lastima, ahora estoy libre y si me disculpa tengo que dormir para poder levantarme temprano.
—Si que eres arrogante. Te dije que no podías irte. —Se bebió la botella y la dejó como si nada en un rincón.
—No eres nadie para decir que hacer. Literalmente te conozco hace veinticuatro horas y ni nos hemos presentado bien.
—Soy Dante Neville y creo que sabes quién es mi familia ¿Contento? Ahora regresarás a la mansión.
Nunca tuve una educación como se debe, casi el ochenta por ciento de mis conocimientos, forma de hablar y actualizaciones fueron de la calle. Pero donde más pude aprender fue en la cafetería.
Ahí cada cliente era un mundo de conocimiento, a veces me quedaba mucho tiempo limpiando el suelo para escuchar conversaciones ajenas. Fue ahí donde el apellido Neville entró en mi cerebro. Un cliente tenía una revista donde Dante salía en la portada vistiendo un atuendo estúpidamente caro y con poses delicadas. Al ver su rostro supe que sería un chico engreído, como todos los endiosan solo por ser una Bestia linda y millonaria. Tendría que ser un imbécil para no darte cuenta que ese chico era un completo cretino.
Y no solo lo comprobé en la mañana. Justo ahora lo estoy volviendo a comprobar.
—Pareces peor que los ladrones. ¿Qué parte no es no? No eres mi padre, no eres mi novio y mucho menos mi amigo, así que si no me das una buena razón no me moveré ni un centímetro.
Me apoyé en una de las paredes y cruzo mis brazos para demostrar autoridad. Me arrepintió. Dante mostro sus colmillos afilados y se acercaba mientras la botella terminó aplastada en su pie.
—Mira humano... Varios Omegas son secuestrados y vendidos como objetos sexuales y para crianza. Miles sufren y tú que tienes la oportunidad de tener una mejor suerte, pareces no valorarlo.
—Pues sí, mejor así, no quiero deberle nada a nadie, así que largo y deje tranquilo de una buena vez lobito. —Disfruté decir eso último.
—Vuelve a decirme así y desearás nunca haber nacido.
—Lo.bi.to. —Alargue la palabra como si estuviera saboreando como nunca.
—Termine, eres un odioso humano, y sabes que me voy alegrar cuando te secuestren y terminas como el nuevo saco de bebés de otro.
Estaba furioso, apretando los puños mientras apretaba los colmillos. Yo solo lo veía con los brazos cruzados dirigiéndose a la salida.
—Si, cuando lo sea te enviare un hijo de regalo lobi...
Mi cabeza comenzó a dar vueltas, sentía mis piernas débiles y mis manos temblaban. Todo dentro de mi comenzó arder como nunca antes lo había hecho. Era como ser cocinado vivo. Tenía que dar suspiros calientes para tranquilizarme. Pero no servía de nada.
—¿Qué te ocurre? —Olió el lugar y se cubrió el hocico con su mano—. No es cierto, estás en celo.
—Mi cuerpo me quema... siento todo caliente —Estaba acostado en el piso mientras me quitaba el pantalón para quedar con esa camiseta de seda y mi ropa interior. Estaba sudando demasiado y todo me ardía, era doloroso—. Por favor ayúdame.
Dante me quedó viendo por unos segundos. Su mirada estaba clavada en mis ojos. Podía ver esos ojos color de luna tan brillantes, tan radiantes, era tan fácil perderse en ellos.
Dante se acercó lentamente mientras se quitaba la camisa blanca, me levanto del suelo y me acostó en el colchón y se puso encima mío, acorralándome entre medio de sus dos brazos fornidos. Su rostro estaba tan cerca del mío que podían escuchar la respiración agitada del otro.
—¿Quieres que te quite ese ardor? —Su voz se escuchaba grave, era como si pudiera entrar en todo mi cuerpo solo con su voz.
—Por favor... —Más que una respuesta, parecía una súplica.
No podía controlarme. Necesitaba que me quitara este ardor.
Dante me lamio el cuello con su lengua, estaba recorriendo todo mi cuello como si estuviera saboreando mi carne. Solté un pequeño gemido al sentir su lengua húmeda en mi piel. Sus manos estaban tocando mi muslo, no lo estaba haciendo suave, estaba apretando hasta llegar a mi trasero. Lo agarró con tanta fuerza que solté otro gemido.
Todo mi cuerpo estaba cubierto de sudor, no había hecho nada aún y me sentía tan caliente solo por verlo arriba mío. Conocía que las parejas tenían relaciones, pero nunca lo había vivido, nunca lo había visto y pensaba nunca hacerlo o no tan pronto.
Con sus garras rompió la camiseta y dejó al descubierto mi pecho bañado en sudor, su lengua comenzó a recorrer mi torso y se detuvo al llegar a mis tetillas. Las lamía con desesperación. Tocaba la punta con su lengua y me estaba estremeciendo por la sensación.
Se estaba quitando los pantalones dejando al aire su miembro, era mucho más grande que él mío y como primera impresión, estaba aterrado por pensar que eso no entraría en mí.
—Estás tan húmedo, no dejas de sorprenderme, humano.
Con una de sus garras, deslizo mi ropa interior, dejando al descubierto mi miembro y lo que realmente le interesaba. Metió uno de sus dedos en mi ano y más que gemidos, estaba dando pequeños gritos combinados con placer. Era una experiencia totalmente nueva. Solo había metido un dedo y sentía como recorría mi interior mientras su lengua seguía lamiendo mis tetillas.
—Haré que te arrepientas de haberme llamado lobito.
Sin previo aviso, con sus manos me agarró las caderas, e introdujo su miembro dentro de mí, sentía como su pene estaba dentro mío por primera vez. Se sentía cálido y a la vez me quemaba, pero quería más, quería todo de él.
Me embestía con rapidez y dureza. No le importa si me hacía daño o si no me estaba gustando. Está demostrando de lo que era capaz. Yo solo podía llorar, gemir y retorcerme, todo al mismo tiempo. Su pene se sentía tan bien, quería que me siguiera penetrando con dureza.
Como si pudiera leerme la mente, con sus manos me levanta para pegarme contra la pared y dar embestida con más fuerza. No lograba controlar mis gemidos, estaba fuera de control, su pelvis chocaba con mi trasero con tal fuerza que la habitación se llenaba de sonidos como de aplausos. Mis ojos estaban cubiertos de lágrimas y aun así no estaba triste. Lo único que sentía era mi cuerpo caliente y el miembro de Dante en mi interior.
Cuando sentía como un líquido se mezclaba en mi interior. Dante daba embestidas tan fuertes que sentía que me partiría por la mitad.
Hasta que puede ver su hocico, esos colmillos blancos, con esos colmillos. Mordiendo mi cuello con dureza.
Todo mi interior se estaba llenando por la corrida de Dante, podía sentir como algo de su líquido salía de mi interior y se resbala por mis piernas. Todo ese calor estaba bajando y no me importaba que de mi cuello salían líneas rojas. Está completamente agotado como para pensar en algo más.
—Eres mío... como quería.
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