18. ¿No quisieras?
—Esto es tan vergonzoso.
—Vamos, Otus, te ves hermoso.
—Lo dices porque no tienes que usar esta ropa.
—Puede ser, aunque voy a sufrir quedándome en la casa.
—Mentiroso.
—Un poco.
Le ayudaba a Otus a arreglarse para ir con Albus y Dante a la presentación de la nueva línea de ropa. Otus ira como la pareja de Albus y lamentablemente no podía ir, aunque ya había pasado mi celo y me sentía bien, los Neville me aconsejaron quedarme por el nuevo rumor que circula por las redes.
El esposo del famoso modelo Dante Neville, padece de una fatídica enfermedad.
Todo se originó cuando me vieron abrazándome con Lucas en el hospital y Dante a mi lado viéndonos. Solo dijeron que era curioso como mi esposo no se uniera al abrazo o no hiciera nada, solo estaba ahí parado. Después dijeron que me abrazaba Lucas porque me estaba despidiendo del mundo y no sé cómo terminaron con que yo estaba muriendo y a Dante le dolía saber eso.
El internet puede ser un lugar muy extraño.
Todos los Neville e incluso yo tuvimos que salir a desmentir sobre eso. Pero, aun así la gente quiere una descripción más intensa y con información jugosa que aportar. Por eso me tengo que quedar y evitar toparme con periodistas en la ceremonia. No me quedó más remedio que aceptar y no asistir.
Lo bueno es que esto puede elegir el vestuario de Otus e inspirándome en anteriores vestuarios de los Neville. Le puse unos pantalones negros de seda, una camisa de seda que tenía unas mangas cortas y donde su cuello estaba en forma de V que deja casi al descubierto hasta el pecho emplumado y un collar que el mismo Albus le había comprado. Bueno Albus al escuchar la idea del vestuario para su novio, este estuvo toda la noche creando el vestuario para su talla.
—Perfecto, estás increíble, Otus.
—¿Seguro? Parezco una señora muy lujosa.
—Bueno eso es moda, así que supongo que si estas perfecto.
Otus se miraba en el espejo de su anterior habitación, ya que ahora duerme con Albus. Los primeros días dormían en sus respectivas habitaciones, claro hasta qué eran las once y dependiente el día uno iba a la habitación del otro. Ya dejaron de hacer esa tontería y duermen como la pareja que son.
Se sacudía las pequeñas pelusas que se pegaron a su vestuario y dio una vuelta completa de su cabeza para ver la parte trasera. Olvidaba ese dato tan terrorífico de los búhos.
La puerta se abrió y entro Albus con un esmoquin negro. Parecía que nos iba a decir algo hasta que vio a Otus. Se quedó tan embobado que me daba miedo que quisiera quedarse en la casa con Otus y pasaron toda la noche en la cama haciendo con la ropa puesta. Por suerte solo se limitó a abrazarlo por la espalda, besarlo en la mejilla y decirle que se veía hermoso. Decidí salir de la habitación para que tengan un minuto a solas y no tener que ver besos tan melosos.
Fui a la cocina por alguna fruta que comer y para mi suerte había fresas frescas que trajimos del huerto. Son muy dulces y están jugosas, me encantaría que los hipotéticos frutos mi planta sepa así de bien. Mordí una fresa y después otra y otra hasta que casi me atraganto con otra cuando veo a Dante: Llevaba puesto un chaleco de una fila gris del mismo color que sus pantalones, debajo del chaleco tenía una camisa blanca con una corbata negra y para completar tenía una gabardina. Gracias a Albus que se cómo se llamaba cada prenda. Se veía hermoso, ese chaleco le apretaba el pecho y le daba una apariencia más masculina, los pantalones les daban mejor grosor a sus piernas y combinando todo eso con sus ojos tan hermosos. Fue como ver caer un ángel del cielo y estar parado delante mío.
—¿Qué te parece? —pregunto a la par que se acercaba.
—Me dejas sin palabras, a la vez me enojo por no verte modelar con esa ropa.
Con una sonrisa en su rostro, me levanta para sentarse en el mesón, poner sus brazos en cada extremo mío y acercar su rostro tan cerca del mío que pueda sentir su respiración. Separe las piernas para que pudiera encajar mejor.
—Cuando vuelva, te modelare cada vestuario y espero hacerte gritar hasta que digas que solo eres mío.
—Espero que cumplas tu palabra.
Me tomó del mentón y me dio un beso que correspondía al instante. Dios incluso puso su bálsamo de fresa. Como amo a esta bestia.
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Los Neville y Otus se fueron en un auto con uno de los guardias mientras Levi y yo nos quedamos en la casa con la vigilancia del otro guardián. Llevo casi seis meses y aún no sé sus nombres. Yo tomé un libro y me puse a leer en la sala mientras que Levi estaba con sus audífonos, una laptop entre sus manos y se sentó en el suelo. Por lo que puede ver estaba arreglando el sitio web para ya poner los modelos de la nueva temporada. Era tranquilo estar aquí, solo deseaba estar con Dante.
Su presencia se volvió parte de mi día a día: Esperarlo del trabajo, recibirlo con un abrazo, ayudarlo a cepillarse después de cada baño; es extrañamente adictivo. Sus caricias en mi piel, sus manos entrelazadas con las mías, su respiración combinaba con la mía y sus labios tan pegados que puedo sentir su sabor. Es dulce, no solo por su bálsamo, todo en él sabe tan dulce que es la única droga que podía consumir de por vida. Cada día pienso que estoy en un sueño, todo es tan real, todo es tan hermoso, todo es tan perfecto que a veces siento que no me lo merezco, por eso me alegra que pueda sentir cada caricia para saber que esto no es un sueño.
Es mi vida y la disfrutaré como se debe.
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—¿Si tuvieran una boda, quisieras que sea una pequeña o una gran boda?
—¿Disculpa?
La pregunta de Levi me sacó de la lectura y logró que me ría.
—Es que mi hermano y tú solo están casados por lo civil y bueno por anillos. ¿No quisieras una boda?
La verdad nunca me imagine con un ramo de flores, caminando al altar y ver como mi pareja me espera con un cura a su lado. Vi como varios clientes en la cafetería soñaban con una boda de ensueño, incluso Lucas se lo planteó con su pareja. Sin embargo, nunca fue mi placer casarme o bueno hacer de eso una mega fiesta.
—Tal vez algún evento pequeño me gustaría. ¿Por qué la pregunta?
—Nada, es solo que no veo nada divertidas las bodas. Los únicos que la pasan bien son los novios y el resto muy bien gracias sentados escuchando como se amaban y esperando como tres horas para poder comer algo.
—¿No es el punto para que los novios disfruten el día? —pregunte viendo con interrogación.
—Supongo, pero igual las bodas son aburridas.
—Lo que digas...
El timbre comenzó a sonar con rapidez, eran varias veces en una, tuve que levantarme de un salto para ir a abrir la puerta. Detrás de ella está la misma chica que venía por mis chequeos. Era una chica de cabello rubio, algo rellenita y en el rostro tenía varias marcas de golpes. Sus ojos eran un mar de lágrimas y le temblaban las manos. La invite a pasar mientras que Levi se levantaba del suelo y me ayuda en traer un vaso con agua,
—¿Qué ocurrió? —pregunto mientras tomo su mano.
—Mi padre, él... él...
Se cubrió la boca para evitar quebrarse por completo. Me está rompiendo el corazón. Levi regresó con el agua y le ofreció a la chica. Susana, Susana era su nombre. Aguardamos unos segundos antes de que ella pudiera volver a hablar.
—Mi padre me golpeó, me dijo que era una deshonra para la familia, no quería una enfermera en la familia.
—¿Eso piensa? —Levi parecía algo molesto por lo que escuchaba de Susana.
—Es de la vieja escuela, piensa que debo casarme y atender a mi marino. Pero yo amo mi trabajo y no pienso dejarlo por nada del mundo.
—¿Qué?
Mi respuesta parecía estar flotando en el aire. Me aparté un poco y mis ojos se movían como loco. Hace unas semanas cuando fui al hospital y cuando pregunté por ella y su amigo. Tuve una respuesta.
—Renunciaste.
—¿Cómo? —La pregunta la tomó por sorpresa.
—Pregunte por ti en el hospital, dijeron que renunciaste —Mi respiración se paró por unos segundos—. ¿Cómo entraste?
—Oh mierda.
Susana se levantó y me tiró el vaso de vidrio en la frente. Caí al instante, mi vista se nublaba y comenzaba a escuchar entre cortado. Note la silueta de Levi a mi lado, escuche mi nombre en su voz, vi como Susana le puso algo en el cuello que lo hizo gritar, al instante cayó al suelo, no podía hablar. Sentía como algo frío recorría mi frente, lo toqué y vi manchas escarlatas en mis dedos. Mientras que Susana saca su celular y comenzó a hablar.
—Si, el Omega lo supo. Claro que no es por mi actuación idiota. Solo trae la puta camioneta —Colgó y se me acercó. Para mí solo era una silueta con ojos rojos—. Tranquilo pequeño Omega, tú nos pagarás una gran indemnización.
Fue lo último que escuché antes de caer inconsciente.
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