16. Lucha por lo que quieres
Mi madre me dijo antes de morir que encontrara alguien que nunca apagara mi sonrisa. No lo supe, pero ese alguien era ella, ella era la mujer que más amaba en el mundo, la mujer que estuvo conmigo sin importar las circunstancias. Cuando se fue de este mundo me costó volver a sonreír, me costó demasiado. Creí que nunca encontraría a alguien que cumpliera con esa descripción.
Alguien que nunca apagara mi sonrisa
Es casi imposible estar en este mundo y no sufrir, por tanto, sentirte como si tu vida este hecho añico. Más si en mi vida todo me tachan de inútil solo por ser Omega. Era obvio que no encontraría a nadie que hiciera mi sonrisa eterna.
Hasta que llegó Dante Neville.
Un lobo gris con los ojos más hermosos que he visto en mi vida. Como odie ver esos ojos tan hermosos en Dante, un tipo arrogante, pesado, creído y con una cara tan golpeable. Quien diría que ese Lobo estaría destinado a ser mi vínculo, ambos nos necesitábamos y el mundo nos juntó cuando era el momento indicado.
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Pasó una semana desde que Dante me dijo lo que quería oír. Me dijo que me quería y desde el día que me vio supo que estaríamos destinados a estar juntos. Tal vez Troy tiene razón, el vínculo solo se crea cuando ambos corazones están dispuestos a formarse en uno solo.
Ahora Dante dejó un poco de lado esa actitud superior o mandona para ser mucho más cariñoso conmigo y casi no dejarme un segundo. Trato de evitar decir lo que siente para no ponerme en peligro, quería no verme y pensar que si se aleja estaría seguro. Ambos sabemos que, si somos un vínculo y ambos nos amamos, es imposible negar lo que siente el corazón. Me dio risa como dije a su nueva actitud como libertad, al fin es libre de amarme con todas sus fuerzas.
—Dime quien lo supo primero —pregunté a Dante mientras me apoyaba en un filo de la piscina a la par que el color anaranjado del cielo se adueñaba del patio. Él estaba sentado con los pies mojándose en el agua.
—Fue mi madre, desde el segundo en que me movió con los ojos dilatados y una sonrisa, afirmó que esa era la misma cara que puso mi padre cuando la conoció.
Es raro tener una conversación normal y tener a un Dante tranquilo y libre de decir todo lo que siente.
—¿Albus y Levi lo sabían?
—Bueno mamá guardó el secreto, solo que Levi noto algo raro en mí, como si estuviera perdido o pensando en otra cosa —Me miró con una sonrisa y se la devolví con un leve sonrojo en mis mejillas—. Fue ahí donde supe lo que tenía y comenzó a gritar por toda la mansión que yo estaba enamorado. Yo quería clavarle mis garras en su cuello para que se callara
Solté una pequeña carcajada.
Pasaron los minutos y Dante se metió a la piscina para imitarme y flotar sin rumbo. Su pelaje se pegaba a su piel, estornudaba cada vez que le cae alguna gota de agua en la nariz, su cola flotando a un lado y sus ojeras reposaban en su cabeza. Lo utilicé como flotador quedando mi cabeza en su pecho desnudo y solté una risa cuando vi que lo sorprendí de su calma.
Cada vez que tenía una pregunta o cuestión sobre su enamoramiento, tenía una respuesta sincera. Como cuando le pregunté sobre el comportamiento de Albus al saber que estábamos vinculados. Me dijo que después de la muerte de su madre entró en un estado melancólico, más al pensar que si hablaba conmigo podía ponerme en peligro, fue por eso que prefirió ser frío con todos y más con su hermano por irse por un año. Cada vez que hablaba con su padre, él con una sonrisa le respondía: Lo viste ¿verdad? Fue por eso que se emocionó al saber que su hijo callado se vinculó con el chico que estaba enamorado. También cuando le sugirió la boda lo hizo para contentar a Dante y además de los medios, aunque según palabras de Dante, su padre hubiera dejado todo si eso afecta su felicidad.
Cada beso, cada movimiento de cola, cada sonrojo, cada acto que realizaba por ego, no lo hacía por molestar, lo hacía para contentarme.
Fue casi irresistible no besarlo cuando tuve mis labios tan cerca de los suyos.
—Gracias, Dante —dije con una sonrisa.
—¿Por qué? —pregunto mientras me miraba con sus hermosos ojos.
—Por siempre cuidarme y dar el primer paso.
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Salimos de la piscina y Dante fue a nuestra habitación para quitarse el bañador y ponerme algo fresco. Desde esas vacaciones en la cabaña, cada noche dormimos abrazados uno del otro, hay veces en las que me despierto en media noche y miro como Dante me acaricia mis manos con las suyas, susurra mi nombre en bostezos y besa mi mejilla sin alejarse de mi lado.
¿Esto es lo que siente Lucas con su pareja? Ahora entiendo porque quiere llegar rápido a su hogar.
Yo fui a la cocina para tomar un vaso con agua y mi sorpresa fue ver como Albus y Otus estaban tan cerca que casi podía jurar ver un beso entre los dos. Antes que pudiera decir o hacer algo. Ambos se despegaron y un apenado Albus apretó sus manos y caminó hacia su taller. Dejando a Otus más rojo que el tomate recién cosechado.
—No quería interrumpirlos —dije por decir algo.
Otus se acomodó la camisa y su moño antes de poder explicarme todo lo sucedido. Solo que yo le bombardee con muchas preguntas, es que hace una hora que Dante y yo fuimos a la piscina y al volver lo primero que encuentro es a esos dos casi besándose. Tenía mucha curiosidad.
Tuvo que preparar té de Jazmín, sentarnos en el patio y con el rostro con su color natural para que pudiera abrir el pico.
—El señor Albus está entrando en celo —Sorbió algo de té—. Soy beta por lo que él señor no está tan interesado en mí, solo que...
—¿Solo qué? —dije mientras sorbía mi té.
Las mejillas de Otus comenzaron a enrojecerse y ni sus plumas eran obstáculo para ver su sonrojo. Jugaba con la cuchara en su taza y evitar verme a los ojos. Esta actitud no era muy propia de él, podría pensar que es otro búho el que estaba sentado a mi lado. Otus es sinónimo de elegancia y responsabilidad. No es un señor con una vergüenza casi igual a la que tengo cuando pienso en momentos románticos con Dante.
—El señor estaba jadeando cuando terminó de hablar en el teléfono. Le toqué el hombro para preguntarle si se encontraba bien y luego vi como sus ojos se dilataban al verme, me acorralo contra el refrigerador, con su mano toco mis muslos, con su otra mano me tomó del mentón y me susurro que me veo hermoso el día de hoy.
Albus tenía mucha razón en eso. Otus vestía un pantalón negro que le llevaba casi hasta el pecho, resaltando sus caderas y trasero; una camisa de mangas abullonadas y un collar de plata en el cuello. Todo eso mientras se visualizaban sus hermosas plumas.
—Si no hubieran intervenido, estuvieran haciendo algo indebido. —Le sonreí mientras bebía mi té.
—El menos indicado habla de cometer actos indebidos —Contraatacó de tal manera que casi me atoro con mi bebida—. Pero bueno, el señor Albus y yo nunca volverá a pasar.
—¿Quién lo dice?
—El señor amó con locura a su esposa, su pérdida fue un golpe muy duro, el anterior mayordomo renunció por el ambiente que desprendía la mansión con todos los Neville, incluso cuando tomó el puesto sentía ese sentimiento de melancolía, casi podía cortarlo con mis plumas.
—Pero, Dante estaba igual... hasta que puedo estar conmigo y ahora es un saco de pulgas todo cariñoso con sonrisa dorada.
—Eso no cuenta, siempre estuvo enamorado de ti.
¿Enserio todos en esta mansión sabían eso menos yo? Tendré que preguntarles a los guardias si también lo sabían.
—El señor Albus amo a su esposa, la quería con su vida y puede ver ese apagó en sus ojos cuando me recibió en su mansión, tenía el pelaje demacrado, unas ojeras horribles, sus ojos bañados de sangre y ni siquiera se molestaba a ponerse otra cosa que no sea un pijama.
Solo imaginármelo me duele el corazón.
—Trate de ayudarlo, le pedía que se diera un baño, le prepare su ropa y le dije que se cepillara. Eso último lo tuve que hacer yo porque no podía alcanzar todas sus partes.
La verdad es super relajante cepillar el pelaje de un lobo. Una vez que Dante salió del baño, tuvo todo el pelaje levantado y tuve suerte que estaba leyendo un libro y pude ocultar mi sonrisa. Con una mala gana me pidió que lo cepillara, acepte solo para no verlo tan abultado. Se sentó en la cama y lo cepille de arriba abajo, donde más tiempo me demore fue en su cola, era la primera vez que la tocaba y era raro por sentirla dura y a la vez tan suave. Cepillar me relajaba, sentir su pelaje contra mi piel mientras escucha el sonido del cepillo contra su pelo. Ninguno de los dos quería parar o cortar ese momento. Ahora lo entiendo.
—Fue casi medio año cuando pude ver la sonrisa más pura del señor Albus, fue ahí donde quedé...
—Enamorado —Termine por él.
—Tal vez renuncie.
Casi tiro la taza al suelo al escuchar lo que salió del pico de Otus. No era un chiste o si lo era, era un chiste de muy mal gusto.
—¿Qué cosa? ¿Por qué siquiera pensarías eso?
—¿No lo ves? Estoy enamorado de mi jefe, un señor con una gran marca tras el fallecimiento de su esposa hace seis años y cada vez que lo veo solo quisiera ser su musa, quisiera ser el hombre de sus sueños y solo soy el mayordomo que debería estar limpiando en vez de tomando una taza de té en el patio. Ya no estoy capacitado para el trabajo.
—No vuelvas a decir eso en tu vida. Si algo me enseñó muy claro mi madre es que debes pelear por lo que te hace sonreír, y amigo, nunca te había visto sonreír tanto cuando hablas de Albus. ¿Acaso quieres perder todo por miedo?
Como lo dije parecía que más se lo decía a mi versión de hace unas semanas antes de que Dante se me declarara. Tenía el mismo miedo y solo quería irme de su vida para no afectarla ni afectar la mía. Ya que es mucho mejor un corazón roto que un corazón ilusionado.
—Yo no sé si Albus quisiera algo conmigo.
—Si no fuera el caso nunca se había preocupado por ti ni mucho menos pasaría tanto tiempo contigo —Sonríe—. No soy un experto en el amor, pero si lo que descubrí con Dante se aplicó con otros, si alguien está a tu lado apoyándote, molestándote o simplemente ilusionándome. Es porque en el fondo está enamorado de ti.
Otus parecía analizar mis palabras por un rato, no lo culpo, si alguien más me hubiera dicho eso mismo, pensaría que está loco y lo ignorará. Solo que ahora puedo asegurar que el amor es una cosa tan extraña, aparece cuando menos te lo esperas, dura todo lo que estás dispuesto a esforzarte y puede sacar a la luz tus mejores momentos. Todo eso lo descubrí gracias a Dante.
—Pero solo tú eres el único al que debes de estar dispuesto a abrir las puertas de tu corazón.
—¿Desde cuánto te volviste tan profundo? La última vez hablabas de la diferencia entre plagas.
—Supongo que si me arriesgue en el amor.
—¿No vas a dejarme en paz hasta que hable con Albus?
—No, nadie en esta casa me contó el secretito de Dante, esta es mi forma de vengarme.
Otus terminó su té y dio un suspiro. Miro el cielo que estaba cambiando a tonos más oscuros y la luna se asomaba lentamente. Parecía que estuviera teniendo una batalla moral en su cerebro. Con que así me veía cuando pensaba de más.
—Hablaras con Albus.
—Si.
Me levanté del asiento y abracé a Otus, tenía suerte que con la plática mi cuerpo se secó un poco. Si no hubiera ido con la ropa empapada. Para su elegancia y modales, ese pájaro puede ser tan humano que a veces pensaba que tenía doble personalidad. Aun así, me gustan las dos, representan muy bien a Otus, un señor con un gran amor.
Otus se armó de valor y fue a la habitación de Albus, estaba al frente de la puerta y esta apunto de tocar. A los dos segundos se acobardó y regresó rendido a su asiento.
—¿Qué fue eso? —preguntó algo sorprendido.
—No puedo, los nervios son más fuertes, siento que si digo lo que siento me tirara de la mansión y me vería con ojos de oídos.
—Mi padre no es así.
Los dos volteamos para ver a Dante cambiado con un pantalón holgado azul marino y una camisa de tiras gris. En su cuello tenía una toalla que usaba para secarse las orejas.
—Mi padre es un gran hombre, es un gran padre y sobre todo es un gran jefe, prefiere sufrir antes que mortificar a sus empleados. Además, es el hombre más bueno que conozco.
Dante se acercó a mi lado y tomó una silla para sentarme junto a mí. Su mano se puso encima de la mía y con su pulgar comenzó a acariciarla. Es su forma de saber que extrañaba sentirme cerca suyo sin tener que decirlo.
—Otus ¿Tu piensas que Albus te haría todo lo que dijiste? —pregunté.
—No, claro que nunca lo haría. Dante tiene razón, es el hombre más bueno que conozco.
—Entonces ¿Qué esperas? Ve por tu lobo y dile todo lo que sientes, no querrás ser un cobarde como Dante y demorarte once años para decir lo que siente.
—Oye —Se quejó mi esposo.
—Es verdad, ahora no metas la excusa de protegerse, pudiste darme una señal de tu existencia más que tu modelaje.
—Supongo, Pero ¿Dónde estaría la gracia de ser un Batman Lobo?
—Ahora lo aceptas —Sonríe y volví a mirar a Otus—. Se que te irá bien, si no, pues podrás decir que tuviste una cicatriz, y como leí en un libro, una cicatriz se quedará contigo de por vida, pero su dolor sanará tarde o temprano.
Con eso último Otus se levantó del asiento, nos dio un suspiro nervioso y nos sonrió antes de caminar hacia la puerta de Albus. La tocó con mucho miedo y cuando Albus la abrió, ambos se miraron, ambos se saludaron algo incómodo y ambos entraron a la habitación.
—Veo que no soy el único de la mansión que me ayuda a estar feliz.
—Supongo que es mi segundo trabajo después de ser el agricultor de la familia.
Dante me sonreía y seguía acariciando mi mano con su pulgar.
—Ahora que lo pienso ¿Acabas de converse a Otus para que se acostara con mi padre?
—Supongo que eso sí.
—Pues ya era hora para esos dos.
Fuimos a nuestra habitación y estoy muy orgulloso de decir que era nuestra habitación. Solía referirme como la habitación de Dante. Sin embargo, con todo lo que hemos vivido estos días, es casi imposible no entrar y no pensar que este lugar está lleno de momentos entre los dos.
Me acosté apoyando mi cabeza en el ejército de almohadas que había en el respaldo. Dante se acostó encima mío, poniendo su cabeza en mi pecho. Tomé sus mejillas y las comencé a acariciar, podía ver como su cola se movía con cada caricia que le brindaba, era tan adorable ver así que le di un beso rápido en la nariz para seguir con las caricias.
Pero todo se tornó raro cuando escuchamos un sonido proveniente de dos habitaciones delante de la nuestra. Eran gemidos, no cualquier gemido, eran gemidos de placer. Con Dante puede identificar los gemidos de placer. Mis mejillas ardieron, la cara de Dante estaba poniéndose roja y los gemidos aumentan cada segundo. Ahora sé cómo se sentían Otus y Albus al escucharnos en pleno acto. Diría que ahora esos dos se están vengando, aunque si recuerdo mis días de celo, no tenía ni conciencia ni control a la hora de tener sexo. Así que esos dos están más preocupados en amarse y sentirse uno junto al otro que en vengarse.
—¿Cuarto de Levi? —pregunté apenado.
—Cuarto de Levi —respondió apenado.
El cuarto de Levi es el más alejado de todos. Además, como siempre tiene música en su habitación los sonidos o en este caso, los gemidos eran opacados. Lo descubrí cuando fui a su cuarto para hablar con él y me asombró no escuchar la máquina de coser de Albus. Ambos estábamos en pijama y entramos a la habitación de Levi sin pedir permiso. Solo entramos, nos acostamos en su cama y vimos como esté estaba en sentado en su computadora revisando algo de la aplicación de la empresa, mientras se quitaba sus audífonos con orejas de gato y luces brillantes
—Hola Levi ¿Cómo estás? Muy bien cuñadito, me alegra verte apegado con mi hermano que te simpiaba hasta la muerte y todo lindo. ¿Qué? ¿No tienes modales para saludar? Que mal cuñadito.
Terminó su chiste con una mirada que nos juzgaba a los dos. No me sorprendía.
Levi sacó de su closet algunas almohadas y cobijas para tirarlas al suelo. Con una sonrisa nos dijo que dormiremos en el suelo, estamos a punto de decir algo, pero esa sonrisa desapareció para mostrar sus colmillos filosos y fue la señal para que Dante y yo nos fuéramos al suelo.
—Así que papá y Otus. Se estaban tardando esos dos —dijo Levi acostado en su cama.
—Lo mismo digo —Respondió Dante que tenía su cabeza apoyada en mi estómago.
—Hermanito no digas nada, papá por lo menos tuvo excusa por perder a mamá. Pero tú te demoraste tanto sin ningún motivo.
Solté una pequeña risa.
—No quería meter a Ezra en nuestras vidas.
—Claro —Puso los ojos en blanco—. Solo querías meter otras cosas en Ezra, ¿Acaso olvidaste tu notita?
Dante miró con ojos de muerte a su hermano.
—Ni te atrevas a mencionarlo. —Lo amenazó.
—Tranquilo ni sé dónde quedó esa carta.
Dante suspiro de alivio.
—Pero me la memorice —Dio un pequeño bufido para hablar con un tono refinado—: Querido Ezra, desde que te vi supe que serías el chico que amaría el resto de mi vida...
—Levi, cállate ahora o te callare cortándote la garganta.
—Tu piel pálida, tu cabello blanquecino, tus mejillas coloradas, todo de ti era como una pintura de renacimiento, de hecho, tu belleza es tanta que yo pintara mejor que todas esas obras.
Dante se levantó y está a nada de tirarse contra su hermano, solo que Levi fue rápido y se escurre como gusano y comenzó a correr por la habitación mientras Dante lo perseguía con una cara de enojo.
—Eras tan precioso, tu voz tan suave y tus muslos tan atrayentes, todo en ti es atrayente. Solo quiero clavarte mis garras en tu piel, quiero morderte para que todos sepan que eres mío y nadie puede tener. Quiero lamerte en lugares que más que yo pueda complacerte.
—¡Levi!
Tener a dos lobos mayores corriendo como niños mientras uno repite las palabras de amor del otro, es algo que nunca espere ver en mi vida. Pero me alegra estar vivo para presenciar eso.
—Te amo, aunque no puedas saberlo, te deseo, aunque no me veas, serás mío, aunque no lo creas. Quiero huir contigo y espero que huyas conmigo Ezra. Firma tu mayor amor.
Justo terminó de hablar cuando Dante se le tiró encima y ambos estaban en el suelo. Dante le jalaba las orejas y Levi entre risas y quejidos pedía que parara, incluso extendía su mano y rogaba que le ayudará. Tuve que levantarme, golpear suavemente la nariz de Dante, darle un golpecito en la cabeza a Levi y mandarlos a una esquina a cada uno. Extraño mis días en la cafetería, sin embargo, estar con estos dos, parece que estuviera tratando con un cliente problemático. Es como estar en casa.
Ninguno de los dos hermanos quiso hablar, cada uno evitaba ver al otro. Sabía que era una especie de juego entre los dos, así que suspire y hable primero:
—¿Enserio me escribiste todo eso? —le pregunté a Dante.
—Claro que lo hizo, es casi como si estuviera obsesionado contigo —respondió su hermano extasiado.
—Me lo pregunto a mí —dijo un Dante algo irritado—. Fue cuando te vi en la cafetería, te veías muy bien con tu uniforme y yo, solo escribía lo que quería decirte. —Soltó un suspiro pesado—. Tuve que esconder esa carta después de que Levi la leyera. ¿Cómo diablos te memorizaste toda la carta?
—Era corta, además me salte todo el párrafo de tus pensamientos caliente sobre el trasero de Ezra.
—¿Qué? —pregunte con una risita.
—¡Nada! Creo que es hora de dormir.
—Pero aún no tengo sueño —dijo Levi.
—Dije que es hora de dormir, así que eso haremos.
Sin poder decir algo, Dante apagó todas las luces y se acostó a mi lado. Mientras que Levi puso una música mucho más tranquila que iba de maravilla para consolar el sueño. No tengo ni idea si Albus y Otus siguen descubriéndose el uno del otro, pero ahora estoy acostado con Dante, su brazo me rodea, mi cabeza está entre su cuello y eso era lo único que me importaba en este instante.
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A la mañana siguiente, me desperté y limpié la baba seca que había derramado al dormir. Dante y Levi seguían dormidos como piedras. Decidí levantarme y ver que había hecho Otus de desayunar. Para mi sorpresa, eran las siete y media y ni el desayuno, ni Otus se encontraban en el comedor. Luego recordé donde debía estar, así que mejor prepararía este día el desayuno, claro que no será un desayuno cinco estrellas, pero espero que por lo menos sea comestible.
Tome un delantal, saque los ingredientes necesarios y busque en mi teléfono para ver una receta. Levi me instaló una app de recetas simples que estuve viendo todo un día. Estaba preparado para hacer mi primera receta y calificarme. Serían crepas con fruta. Algo fácil, solo tenía que poner los ingredientes en un bol, mezclarlos con una batidora, casi cortarme porque no puse bien los palos, poner un poco de leche. Prender un sartén, quemarme por rozar mi dedo con la sartén y poner un poco de la masa. Las primeras cuatro crepas no contaron con suerte. No obstante, las demás no me quedaron tan mal.
Ya solo faltaba poner frutas, miel, algo de crema batida y listo. De seguro Lucas debe estar muy orgulloso de mí. Solo tuve que casi morir por prepararlas. Aun así, me doy cuatro estrellas por mi primera receta completada.
En eso Otus salió de la habitación de Albus. Tenía puesto una camisa larga de Albus que por su gran tamaño le quedaba grande a Otus, perfecto para dejar a la vista la mordedura que tiene en el cuello; y si se quitara la camisa de seguro tenía todo el cuerpo mordido. Sé que es la forma que tienen los lobos de marcar a su pareja para que vean que solo es suya. Caminaba algo cojeando y con unos ojos algo cansados. Casi le tomo una foto para marcarla en la historia de Otus.
—Veo que tuviste una noche... divertida.
Otus se acerca hacia mí, tuve que ayudarlo ya que casi se cae. Enserio que tuvieron una noche muy loca.
—El señor Albus... Albus me marcó.
Otus tuvo una sonrisa casi tan grande como la que tuvo Dante al besarlo después de su declaración de amor. El amor en verdad muestra nuestro lado más alegre.
—Me alegra mucho, Otus. Te dije que él también te quería.
—Si, le dije sobre mis sentimientos, le dije lo enamorado que estaba de él e incluso entre lágrimas le dije que me iría de la mansión si me odiaba tras escuchar la verdad. Albus solo me tomó de las manos, me abrazó y me besó.
La felicidad en el rostro de Otus es casi indescriptible, casi hasta pensaría que no es el mismo búho de ayer que se negaba a decir algo a Albus.
—También veo que lo hicieron demasiado.
Su rostro se tornaba rosa.
—Bueno, no lo hacía en un largo tiempo, fue una experiencia interactiva para los dos.
Como se notaba que se excusa para no decir que tuvieron sexo ruidoso durante toda la noche.
En eso Albus sale de su cuarto dando un gran bostezo. Sus ojos estaban más cerrados que abiertos, solo llevaba un pantalón holgado, y como si nada puso su cabeza en el hombro de Otus y lo rodeó con sus brazos. Parecía sorprenderlo, pero no dijo o hizo algo.
—Buenos días —Pasó una mano por su cuello—. No era que te levantas tan temprano de la cama, dulzura.
—¿Dulzura? —Abrí los ojos mientras sonreía lentamente y miraba la cara apenada de Otus.
Albus seguía teniendo la cabeza en el hombro de Otus y parecía eliminarse por completo del momento. Solo existía Otus y él en estos momentos.
—Tengo que hacer el desayuno —Respondió Otus con una sonrisa y una voz suave.
—De hecho, ya hice el desayuno para todos, no es lo mejor del mundo, pero se puede comer.
Ambos me miraron algo sorprendió. Solo faltaba que preguntaran si sabía cocinar para hacerme sentir incómodo. Para mi suerte no dijeron nada y solo me agradecieron y ambos se fueron a la habitación para cambiarse, de hecho, Otus fue el primero en irse corriendo tras que Albus le dijera que solo llevaba la camiseta y puede ver claramente como Albus le agarraba un glúteo con fuerza.
Enserio que estos locos son todos unos calientes.
Dante salió de la habitación de su hermano y era casi una copia de su padre. Dio un bostezo, se acercó, puso su cabeza en mi hombro y me rodeó con sus brazos. Ya veo de donde saco ese cariño.
—Buenos días —dije.
—Buenos días —dijo.
Era sábado, porque ninguno de los Neville, sin contar Levi, tenía que trabajar, por lo que no había que tener apuro. Amo los sábados.
—Prueba —Le di un pedazo de mi crepa y para mi suerte no lo escupió o lo trajo con asco—. ¿Qué tal?
—Le falta un poco de azúcar, pero está bien.
—Diablos, eso le baja media estrella a mi calificación.
—Sabes que puedo fingir y decir que es la mejor crepa del mundo para ti.
—Tierno, pero eso algo manipulador, así que no la acepto.
—Lo sé, tiene un orgullo que cuidar.
—No hablemos de orgullo que tú eres el rey.
—Por eso necesito a mi reina.
Me dio un beso mientras me seguía sujetando con sus brazos.
Con eso confirmó que amo los sábados.
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