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14. Madres, todos las necesitan

Los Neville no se detuvieron ni un solo momento del día, todos pasaban de un lado a otro sin preocuparse de quien estuviera o si Otus o yo estuviéramos en su rango. Lo curioso es que no era por trabajo.

Supe gracias a Otus que se debía al cumpleaños de Tina Neville. La difunta esposa de Albus. Al igual que yo, ella era una Omega. Quise investigar un poco de ella y la información es escasa. Se casó con Albus al cumplir los veinte y dos tras el nacimiento de su primer hijo, Levi. Un año después tuvieron a su segundo hijo Dante. La información termina con la fecha de su muerte y según algunos medios, su muerte se debió a un problema en el corazón.

Tina Neville era una mujer humana bastante hermosa, con un cabello blanco oscuro tirando a gris, una sonrisa calmada, unos azules intensos. Era una omega en la miseria que se casó con un joven Alfa adinerado, solo para terminar falleciendo sin ver el futuro de sus hijos. Maldito deja vu. No quiero saber cuánto le debió dolor a Albus perder a su vínculo. Por medios de libros y las clases de Levi, además de esa charla con Troy, sé que un Alfa al perder su vínculo es completamente inútil, es casi como si una mitad de él hubiera muerto. Ver a Albus como si nada día a día, es una gran sorpresa para mí.

Volviendo con los Neville.

Ellos estaban acomodando la sala colocando la mesa con un mantel rosa pastel. También había varios vestidos con temáticas hermosas: un vestido amarillo en la parte trasera se podía ver varias mariposas alzando vuelo, un vestido verde elegante y brillaba tanto que era imposible apartar la mirada y por último un vestido negro como la noche con varios puntos plateados que daba la apariencia de estrellas bañadas de la negra noche.

—Son hermosos —dije mientras tocaba el vestido negro.

—Lo hice especialmente para ella. —Albus se me acercó y posó su mano en mi hombro. Los hermanos Neville habían salido y solo quedamos nosotros tres—. Ella estaba sentada en la sala con un libro y mencionó que la noche se veía completamente hermosa. Yo solo pude fijarme en sus ojos color de estrella y me dio la inspiración para crear ese vestido.

Albus tocó el vestido. Su tele era gruesa con una textura de abrigo y como todas las creaciones de Albus, por detrás había varios círculos con el logo de la marca Secrity. Una S que imitaba a una serpiente la cual tenía dos puntos como estrellas.

—Es bellísimo.

—Eso mismo dijo ella —Mostró una sonrisa que estaba carga de un vibra melancólica—. Ella está muy feliz de ver ese vestido, dio un chillido agudo, se sacó los zapatos, se puso el vestido y modelo mientras sus hijos le aplaudían. Ella era tan liberal, literal salió al patio y se puso a jugar en el pasto con el vestido mientras los niños se reían.

Pensé que Albus lloraría, pero seguía teniendo esa sonrisa. Era como si todas las lágrimas que puede tener el nombre de Tina se habían acabado. Solo era un cascarón vacío que la recordaba con felicidad y tristeza.

—Debió ser una buena madre —No era una pregunta, era una afirmación.

—La mejor, siempre quiso a nuestros hijos por igual, le decía que podía cumplir todo lo que querían si se esforzaba en lograrlo.

—¿Cómo murió?

Albus seguía tocando el vestido y no contestó mi respuesta. No la volví a preguntar, supe que fue una pregunta muy irrespetuosa, solo me quedé a su lado mientras seguía tocando el vestido.

Cada uno de los vestidos eran únicos, no existía una copia o mucho menos una foto de ellos en internet. Albus los hacía solo para que los usara su esposa y solo para ella. Me dijo que en cada vestido había una T escondida para ser un homenaje a la única dueña de esos vestidos.

Era hermoso.

Simplemente hermoso.

Otus le informó a Albus que alguien lo llamaba y aunque quería decir que no. Por el tono de voz de Otus, parecía ser importante. Albus se despidió y volvió a su oficina. Yo miraba los vestidos y como había dicho, cada uno tenía la letra T escondida. En el primero unas de las mariposas tenían un corte en T en el ala. En el vestido verde en la parte de los senos se encontraba el corte en T y en el vestido negro había una estrella que era una T, lo curioso es que estaba cerca del cuello.

Simplemente hermoso.

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Levi y Dante entraron a la mansión trayendo varios bocadillos de un mismo lugar Delicias Margot en cada una de las cajas que trajeron estaba ese nombre de color celeste con fondo rosa.

—Cuñadito. ¿Te gustaron los vestidos de nuestra madre?

—Son muy bonitos.

—Me alegro, cuando quieras le puedes decir a papá que te haga unos vestidos para modelar para tu Alfa.

Eso último lo dijo en un tono alto para que se escuchara en toda la habitación. Dante dio un gruñido mientras ponía las cajas en la cocina.

Dante se veía igual que siempre: Impecable y hermoso.

Cada vez me cuesta menos controlar los halagos que le doy.

Dante se acercó moviendo su cola lentamente. Se paró a unos pocos centímetros y puede ver como clavo sus ojos en mí.

—¿Aún no estás listo? —pregunto.

—¿Para qué exactamente?

—Maldita ave —Puso los ojos en blanco al decir eso—. Mira, desde la muerte de mi madre le celebramos un cumpleaños en su honor y tienes que estar presentable.

—¿Alguien más vendrá?

—Solo nosotros.

—¿Será ahora?

—Si.

—¿Qué quieres que me ponga?

—Por dios.

Me tomó de la mano y me arrastró a la habitación donde me puso a un lado mientras buscaba en mi lado del closet. No entiendo porque ahora me comporte como un idiota, no quería enojarlo, es solo que nunca antes me habían invitado a un cumpleaños, se que no es uno muy feliz. Pero cómo actuó en un evento que nunca he estado. Cuando cumplía años solo Lucas y una que otra vez su novio me felicitaba. En sus cumpleaños solo le daba un abrazo y se iba a festejar con su familia.

Me senté en la cama mientras Dante ponía las prendas de ropa en su brazo. Tengo los puños apretados y una mirada clavada en la nada. ¿Será de mala educación asistir sin un regalo?

—Ponte eso, te verás decente.

Puso en mi regazo una camisa de puntos negros, un pantalón negro y una corbata negra. Más que una fiesta parece un velorio. ¿Lo es?

—Llámame inapropiado, pero cuando alguien dice fiesta pienso en globos, colores brillantes, pastel y regalos.

—Eso son fiestas para niños, una fiesta de adultos no es necesario nada de eso, solo es necesario recordar el nacimiento de ese ser querido.

—¿Cómo murió ella?

Pensé que me mandaría a callar o cambiaría de tema como lo hizo su padre.

Se sentó a mi lado e inclinó un poco para verme. Sus ojos estaban cristalizados. Era la primera vez que veía a Dante tan vulnerable. Quise tomar su mano.

—Fue asesina.

En ese momento comencé a temblar, no solo porque lo había dicho sin una pizca de alma, como si solo decirlo lo hacía sentirse muerto. Fue ahí donde tomé su mano más que para apoyarlo, era para demostrarle que lo estoy escuchando.

—Ella era una Omega, no tenía casa, vivía en las calles, su familia la rechazó por ser una omega en una familia de Alfas. Conoció a mi padre solo porque buscaba refugio y mi padre la convenció para que se quedara. Eran unos niños cuando se conocieron, pero estaban destinados a estar juntos. Mi abuelo la dejó quedarse en la mansión solo como modelo para su ropa femenina. Como fueron creciendo mi padre se enamoró de ella, y ella de mi padre. —Se le cortó la voz por un instante—. Habían estado juntos desde entonces.

Nunca conocí a mi padre, de seguro era un cobarde por abandonarme, tal vez era un inmaduro que no sabía lo que hacía. Pero mi madre nunca me dejó criticarlo o decir que lo odiaba. Decía: si odias a alguien, es porque te odias a ti por la misma razón.

Dante continuó.

—Cuando se casaron y esperaban a mi hermano. Ella en vez de preocuparse por su embarazo, convenció a mi padre para donar dinero al refugio de Omegas. Desde esa vez mi madre iba a dejar provisiones, ropa, o incluso ir a leerle a los niños del lugar. Era un ángel. Cuando yo tenía trece la acompañe, puede ver como todas la querían, todas la amaban, todos se sentían complacidos con su presencia. Eso parecía importarle tan poco a esos bastardos.

Dante apretó mi mano y no pude quejarme.

—Cuando vino de regreso de una de sus visitas, su auto fue emboscado y los imbéciles secuestradores de omegas la capturaron. Nos llamaron, decían que nos darían a mamá si le daban dinero, siempre es dinero. Papá les dio todo lo que pedían, solo querían tenerla de vuelta. Ellos no cumplieron su palabra. —Tomó una pequeña pausa—. La encontramos, varios meses después. ¡MESES! no puedo ver a mi madre en meses. Mi mundo se vino abajo cuando la vimos, había sido golpeada, el aroma de mi padre había desaparecido de su cuerpo y aun así... sólo sonrió cuando nos vio.

Sentía como su cuerpo temblaba, su voz se escuchaba entrecortado, y aun así, no dejaba salir ni una sola lágrima. Aunque sus ojos parecían espejos rotos.

—No sobrevivió, la habían maltratado y esos bastarnos escaparon sin dejar trasto. Ella solo decía que no merecía la pena perseguirlo, no resolvería nada, miro a mi hermano y lo beso en la cabeza, tal como lo hacía de pequeño. Beso a mi padre y le dijo que lo amaba. Y conmigo, me tomó de la mano y me dijo que protegiera... protegiera esas sonrisas, que sin importar el costo siempre mantuviera pura sus sonrisas.

Parecía que Dante quería seguir hablando, pero me acerqué para abrazarlo. Rodear mis brazos en su cuello, poner su mi rostro en su hombro, acariciar su cabeza y decirle que estaba bien.

—Madres, todos las necesitan.

Sentía sus lágrimas caer en mi cuello, me acerqué a él para abrazarlo; su respiración era cortante y su cuerpo temblaba. Así me sentía cuando murió mi madre, solo que no tuve nadie para abrazar. Nadie que me sujetara para acercarme a su lado. Vi morir a mi madre delante de mis ojos sin el mínimo contacto humano. Ya es tarde para revivir ese momento, pero si Dante hubiera estado a mi lado. Ese momento no hubiera dolido tanto.

—Chicos, quería saber si... —Levi abrió la puerta y al vernos abrazados tan junto al otro, solo sonrió y cerró la puerta lentamente—. Lo siento, sigan ustedes.

════ ⋆★⋆ ════

No me movía del abrazo.

Esperé que dejara de llorar.

No me movería.

No me iría.

No lo dejaría.

Espero que tampoco me abandoné.

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Un poco más calmado se limpió las lágrimas y seguía en el abrazo. Sus ojos se fijaron contra los míos mientras sus brazos sostenían mi cintura.

—Por eso protejo a los omegas, quiero darle un hogar y verlo feliz —confesó mientras me acomodaba un mechón de cabello.

—Y lo haces muy bien, mira cómo puedo sonreír gracias a ti.

Mostré una sonrisa y acarició mis mejillas con sus pulgares.

—Me alegra darte un hogar donde eres feliz, Ezra.

Quería decirle que yo agradecía por ser parte de ese hogar. Quería decir que él me hacía sonreír, quería decir tantas cosas y solo logré decir:

—Tu madre debe estar muy orgullosa.

Seguimos en la misma posición mientras le contaba mi pasado a Dante. De cómo mi madre me crio solo, como ella murió y como terminé en esa vieja casa. Todo de forma corta y solo detallando a mi madre: Sus rasgos, su voz, su amabilidad y su gran corazón.

—Madres, todos las necesitan —Declaró con una sonrisa.

Dante salió de la habitación mientras yo me cambiaba de ropa. Y puede comprender todo, este día me duele porque al igual que los Neville extraño a mi madre, quisiera tenerla aquí y decirle que soy feliz, que tengo un hogar donde ser feliz, que tengo alguien que me hace feliz. Nunca la podré volver a ver, aun así, sé que, si me está mirando, de seguro me mira con una sonrisa en los labios.

Me puse la ropa y salí de la habitación. El cielo se estaba oscureciendo y la sala no podía estar más iluminada. Había varias linternas en forma de estrellas en todo el lugar. En la mesa estada todos los bocadillos y en el centro había un pastel blanco con chiscas de color amarillo y con merengue decía: "Feliz cumpleaños, Tina"

Levi está muy elegante, demasiado si hablamos de él. Mientras que los demás se veían igual de elegante como todos los días. Albus estaba con Dante en el patio cortando algo de papel seda y amarrando unos palos. No sabía que estaban haciendo exactamente.

—Un globo de los deseos.

—¿Cómo?

—Es tan haciendo un globo de los deseos —Me dijo Levi mientras se acomodaba la corbata—. Desde que tengo memoria mi madre hacía un globo de los deseos, siempre lo dejaba irse lejos y nunca pedía un deseo.

—¿No se supone que se debe pedir un deseo? —cuestiono, no porque supiera de su existencia, solo el mero nombre me hacía intuir de qué trataba.

—Le dije eso una vez, dijo que ella no lo hacía para pedir un deseo, sino para que alguien más lo pidiera. Ella no necesitaba un deseo, tenía todo lo que quería.

Un gesto bastante hermoso, no sé porque siento que si mi madre y Tina estuvieran con vida. Se hubieran llevado de maravilla.

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Cuando Otus nos llamó para cenar, todos nos sentamos en la mesa, incluso Otus se sentó con nosotros, bueno a lado de Albus; obvio. Dante se sentó a mi lado y podía ver como su cola se meneaba detrás de la silla. Me dio algo de gracia, aunque a estas alturas eso es de mi vida cotidiana: despertarme con pelos en las mañanas, ver como Otus barre pelaje y se le cae una que otra pluma, escuchar como Levi canta sus canciones, Albus diseña nueva vestimenta, aunque tiene empleados para eso, y Dante. Oh Dante. Por más que tenga un ego gigante, tiene un corazón tan grande que siento que se le va a salir un día de estos.

Después de comer, Otus recogió los platos, los puso en lavado y antes que se pusiera a lavarlos. Albus se levantó, le dijo que se siente y dio tres palmadas antes de dar un fuerte respiro.

—Tina Neville fue una mujer encantadora, la mejor mujer que pude conocer y amar. Una mujer cariñosa, una esposa singular, una madre con gran corazón. Pero ella no quería que estuviéramos tristes, ella quisiera que estuviéramos felices porque así era ella. Ni en sus últimos momentos dejó de sonreír. ¿Por qué deberíamos perder la sonrisa por alguien quien nunca la perdió?

Tomó el vaso donde había servido una bebida gaseosa sabor a manzana. Y la levantó como si se tratara de una copa de vino.

—Feliz cumpleaños querida, espero que sigas sonriendo por todos.

Todos tomaron la bebida, incluso yo lo había hecho, no sabía mal, aunque tenía mucho gas para mi gusto. Tenía miedo de eructar por su culpa en un momento tan emotivo.

Ayude a Otus a limpiar los platos, mientras que los Neville estaban dando los últimos toques finales a su globo de los deseos.

—El año pasado fue de pera —Me dijo Otus. Resulta que cada cumpleaños bebía una bebida con gas de algún sabor frutal—. Ella amaba la fruta.

—No la culpo, las fresas me encantan.

—Conque tú eres el ladrón de fresas —Deja de usar su acento refinado.

—Nunca dije eso.

—Nunca lo desmentiste.

Rayos.

—¿Qué hacen ahí? Ya casi lo encendemos.

Levi ya tenía la corbata hecha un desastre, es como si fueran agua y aceite, no pueden estar juntos. Nos tomó de las manos y nos llevó al patio donde Albus sostenía el globo y Dante lo encendía con un encendedor para que pueda volar.

Soltaron el globo y poco a poco se iba elevando hasta convertirse en un punto brillante en el cielo. Tal como habían dicho, ninguno tenía que pedir un deseo, solo observar cómo se iba volando el globo y esperar que alguien lo vea, pida un deseo y esperar que ocurra.

Mientras veíamos el cielo estrellado, Dante me tomó la mano, lo mire y tenía una sonrisa, no cualquier sonrisa, una sonrisa tan pura que me hizo recordar la sonrisa que me ponía mi madre. Pero sus ojos color de Luna siempre me daban la razón. Él lobo gris que sostiene mi mano es Dante, no es mi madre, no es un extraño, solo es Dante Neville quien provoca latidos en mi corazón.

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La fiesta terminó casi a las once de la noche, en toda esa noche Albus tomó algunas copas de vino y creo que no las tomaba en meses ya que se emborrachó super rápido o era como Lucas, él solo con un vaso de cerveza se emborrachaba al punto de darme dinero extra. No me quejaba.

Otus tuvo que llevar a Albus a su habitación, Levi recogió las sobras del pastel. Por su parte Dante limpió el desorden de la sala, lo ayudó en lo que podía. Tenía suerte que, de todos, fui el único que no tomo alcohol. No es porque no lo haya probado, sino que no es muy de mi agrado. La única vez que lo probé estuve vomitando en el baño de la cafetería por casi diez minutos. Incluso Dante me preguntó si no quería, aunque sea un poco. Mi respuesta es un claro no.

Con todo listo, cada uno se fue a su habitación y Dante caminaba a mi lado como si fuera mi sombra hasta llegar a la habitación en donde me acosté en la cama con un suspiro de cansancio.

—Para ser mi primera fiesta fue muy divertida y me...

Dante se puso encima mío clavando sus ojos con los míos. Sus manos me tenían acorralado y por un segundo pensé que me haría algo indecente o me comenzaría a lamer. Casi todas las noches me lame un poco el cuello, o más exacto en la zona de la marca. Sin embargo, simplemente me dio un beso corto y me sonrió.

Mis mejillas ardieron.

—Gracias por acompañarnos, Ezra.

Casi podría decir que se estaba declarando, me estaba demostrando su amor sin la necesidad de acostarse conmigo o estar relacionado con el vínculo.

—De nada...

Apenas iba a decir algo él se levantó de la cama y se metió a la ducha.

Me quedé con las mejillas sonrojadas y el corazón latiendo a mil por hora.

Todo para que se levantara y me quede en la cama.

¿Qué espero?

Total, todo esto es una falsedad, una mentira para beneficiar a todos.

Yo no le importa a Dante, y estoy odiando eso.

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