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11. Conociendo a los extraños

Mi relación con Dante parece estar en un gran balance. Es algo que pensé imposible. No solo por ser unos extraños, sino que estábamos obligados a pasar tiempo juntos como una pareja de falsos esposos. Y seré honesto. Ya no me molesta que se refieran a él como mi esposo. Cada vez que Dante sale en televisión o en revistas la pregunta que debe estar presente para asegurar visitas: ¿Dinos algo de tu esposo? Vamos, hasta que esto no pase de moda, no pararan los medios de sacarle la última gota.

Dante es muy bueno en mentir, siempre consigue decir todo de forma muy realista. Dice cosas como que me amó desde siempre, estuvo muy interesado y le encantó que yo al fin le hiciera caso a una de sus propuestas. También revele datos reales míos, supongo que para ser más realista la mentira. Habla de cómo mi fruta favorita son las fresas, amo la ropa holgada, leer libros, la vegetación y sobre todo amo sus ojos. Eso nunca lo había declarado, pero no lo negaré.

Ahora ya no nos vamos a la cama con un silencio incómodo o sin vernos a la cara. Ahora hablamos de cómo nos fue en el día y lo que tenemos planeado hacer el siguiente día. Ver su sonrisa o escuchar su risa se ha vuelto la manera más efectiva de quedarme dormido.

Dante Neville ya no es un dolor fingir ser tu esposo.

Eso es la frase que me repito todos los días en los que sonrió al verlo llegar o en los que me acompaña a la biblioteca para leer a mi lado. Incluso varias de las fotos que salen en redes donde estamos los dos juntos comiendo un helado o riéndome de alguna ocurrencia. Son totalmente reales, no tengo que fingir en nada. Lo curioso es que los días en donde Dante tiene mucho trabajo por delante son los días que más difícil los siento. Justo es el caso que se acaba de ir con Albus a un país de Europa para una pasarela de la nueva línea con temática de mariposas. Albus se pasó varias horas de su tiempo dibujando los modelos para que varios trabajadores realizarán el vestuario. Debería ser duro el trabajo para que Albus no hiciera los primeros modelos.

Lo bueno es que puedo pasar tiempo con Levi y Otus. Siento que mejorar mi relación con Dante hizo que dejara atrás a los otros integrantes. Bueno, Levi salió de viaje para ir al concierto de BLACKPINK donde llevo una maleta entera de ropa con el nombre de la banda y de tonos rosas y negro con un martillo y lo que parecía una cobija de una deidad con la cara de... ¿Cómo era?... ¿Guiso? O algo así.

Por lo que los únicos en la mansión éramos Otus, algunos guardias y yo. Y en vez de pasar todo el día hablando con los guardias, o leer libros. Mejor acompaño a Otus a un parque donde se reencontrará con un amigo. No se mucha información, me acabo de enterar que saldría hace cinco minutos. Me puse una camiseta larga blanca con un short corto negro. Fue lo primero que tuve a la mano. Otus en cambio iba con una camiseta negra, pantalones de cuadros negros con blanco y una gabardina negra con un lazo que le rodeaba la cintura. Esté pájaro no quise ir con otros colores. También llevaba una canasta que olía exquisito, supondré que llevara comida perfecta para un picnic.

Después del incidente con Beto. Dante obligó a Otus y a mí a salir con un guardia, solo que ambos concordamos que tener un tigre de casi dos metros caminando a nuestro alrededor daba algo de miedo. Por eso le dijimos si podía vigilarnos, pero con discreción sin tener su mirada clavada en la nuca. Lo acepto, a cambio de un aumento, caso que para esta familia no parecía gran cosa.

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El parque donde Otus se encontraría con su amigo, era un parque sencillo donde había algunas bancas, un circuito para caminar y otro para trotar. Y lo más llamativo, es un quiosco que en sus alrededores estaban cubiertos por cortinas de hojas verdes y una que otra flor rosa. Eran artificiales, pero sigue dando un ambiente muy hermoso. Fue ahí donde Otus se sentó, dejó la cesta a un lado y como no quería estar parado, me senté a su lado. Estuvimos unos segundos en silencio hasta que Otus sacó una botella de agua y comenzó a beber un poco. Fue ahí donde una cosa que Levi siempre hace y me provocaba risa vino a mi cabeza.

—¿Cómo van las cosas entre Albus y tú?

Otus casi escupió toda el agua de su pico. Levi bautizó esto como: Preguntas incómodas mojadas. Su nombre lo dice todo.

Además, es algo que quería preguntarle hace mucho tiempo. No es que soy un experto en el amor. Estoy casado y sin amar a mi esposo. Pero lo que sí soy es ver las cosas obvias; Y una de ellas son las interacciones que tienen esos dos señores. La primera interacción la descubrí en las comidas: Otus siempre prepara todas las comidas y la hace de una manera espectacular, sin embargo, el plato que siempre destaca es el de Albus. Ya sea con más porciones o quitándole los pepinillos; verdura que odia Albus. Al principio pensé que se debía a que Albus es el dueño de la mansión y por ende el que le da su paga, pero inclusos en los días que Albus no está en casa, Otus siempre le prepara comida para él.

La segunda interacción es en las noches: La habitación de Otus está entre la de Albus y la de Dantes. Cada noche escucho como Otus sale de su habitación y va derechito a la de Albus. Suelen hablar, no se quede, apenas se escucha... sí, sé que si escucho lo que dicen. Todos en la mansión escucharon mis encuentros sexuales con Dante. Se que ese dato me lo hicieron saber tantas veces, pero sigo sin asimilarlo.

La tercera interacción es en los momentos en los que Albus no realiza ningún trabajo: suele estar sentado en la sala con su teléfono o tomando té en su oficina. ¿Y quién está a su lado? Otus. Casi se podría decir que esos dos se ven más como una pareja de casados que Dante y yo.

—No tengo idea de a que te refieres —Se limpia el pico con un pañuelo.

—Claro —mencione mientras ponía los ojos en blanco—, dime cómo va la cosa.

—Dije que no pasa nada. —Un leve sonrojo se asomó en sus mejillas.

Por último, está la cuarta interacción: Como un humano es fácil ver cuando está avergonzado, enamorado o alegre. Eso se debe al sonrojo. Como persona que se sonroja mucho y como mucha facilidad. Es fácil saber cuándo ganaron una batalla de insultos. Pero con las Bestias la cosa es más difícil. Su pelaje o plumas limita mucho en ver que su piel se torna roja. Claro que están los factores de las orejas, cola o plumas. Y si mira muy, pero muy bien las mejillas de alguna Bestia, se puede apreciar ese sonrojo. Fue por eso que en una ocasión en donde Albus le tomó las mano a Otus este se topó las mejillas y supe que estaba sonrojo. Como ahora que tuve que acercarme demasiado para ver sus mejillas sonrojadas.

—Te gusta —dije con una sonrisa—, no me lo puedes negar.

—Absolutamente no. Él señor Albus es alguien de gran nivel y yo su simple mayordomo. Nunca de los nunca pasa algo así.

—Sabes que acabas de afirmarme que te gusta.

Otus se quedó con los ojos abiertos y después se cubrió su cara con sus manos para evitar mirarme. Es curioso como los señores de cuarenta se comportan igual que jovencitos recién enamorados. Maduran en algunas cosas, pero siguen siendo hombres con sentimientos de jóvenes.

—Oye no está mal sentir amor. —De hecho, su amor es el que me hubiera gustado experimentar.

—Claro que lo es —Otus me miraba y su voz ya no tenía ese tono refinado—, un mayordomo nunca se debe enamorar de su jefe, eso es una lección de vida en la academia.

Cuando dijo eso hace unas semanas, sobre que venía de una academia de Mayordomo, pensé que era una clase de broma. ¿Una escuela donde te educan a ser un mayordomo? De ser un chiste. Pero no, es completamente real, Dante me tuvo que confirmar esa información y decir que Albus lo contrató tras saber que Otus era de los mejores de la academia.

—¿Alguien rompió esa regla? —pregunte mientras lo miraba con intriga.

—Solo uno —me dijo con una sonrisa en su pico.

—¿Cómo terminó?

—¡Otuuuuus!

Voltee hacia la voz de un chico de pelo negro azulado con un overol corto beige, una camisa blanca y unos mocasines negros con unas medias blancas. Parecía un muñeco de porcelana, no ayudaba a la comparación su piel blanca y su estatura pequeña. El chico se acercó a Otus y lo atacó con un abrazo que casi tira al suelo al pobre de Otus. Yo me sentía como un invasor en su encuentro.

—Cuanto te extrañe Otus, extraña estas plumas suaves. —El chico se frotaba la cara con las mejillas de Otus y este se reía.

Otra cosa que descubre de las bestias, en partículas de las bestias aves, es que sus plumas se esponjosas al sentirse alegres. Cada cumplido que Albus le dice a Otus, pone sus plumas esponjosas que me da algo de gracia.

—Troy, nos vemos casi cada mes —dijo Otus con una sonrisa.

—Lo sé, pero ya pasaron dos meses de nuestro último encuentro —El niño desliza su mirada hacia mí y me tense al ver sus ojos—. ¿Quién es él? ¿Es un nuevo recluta?

—No, es él esposo de Dante.

Todos esos modales con ese acento refinado se perdieron a los segundos. Casi podría decir que estaba enfrente de otro Otus. Uno que no me presentaba como el señor Ezra Mendoza, esposo de Dante Neville.

—Hola —Salude con mi mano mientras seguía algo incómodo—, soy Ezra Mendoza.

Troy se quedó completamente en blanco. Parece que varias ideas recorren su cabeza que no sabe en dónde empezar. En eso puede notar que en su cuello tenía un collar negro con detalles de flores a su alrededor. Con eso confirmo que este chico es un Omega.

—No me creo que el pequeño Dante ya se haya casado.

¿Pequeño? Pero si ese lobo es un gigante. Además, este Omega no parece mayor a mí.

—Te conté todo sobre el asunto del Vínculo, Ezra lleva viviendo casi dos meses en la mansión —dijo Otus viendo a su amigo.

—¿Enserio? —Saco un poco la lengua e inclinó la cabeza—. Creo que lo olvide.

Se comporta como si fuera un niño. ¿Enserio este chico es un mayordomo?

—Dejando a un lado eso —Troy se apegó a Otus y puso una pierna encima de la suyo mientras lo miraba— ¿Ya te declaraste con tu lobito hermoso? O ¿Por lo menos tuviste sexo con él?

Joder con este niño. Para él la discreción se fue de año sabático. Que es muy el estilo de Otus, pero al nivel de decir con voz clara que Otus está enamorado de Albus sin temor que alguien nos escuche es algo que nunca nadie haría. Otus con vergüenza le dijo a su amigo que bajara la voz mientras este último se reía.

—No has cambiado nada Otus, sigues siendo el mismo Búho lindo y amable— Troy da una mirada gatuna—. No es así de vergonzoso en la mansión ¿verdad?

Asentí como respuesta.

—Si no arriesgas no podrás ser feliz, Otus —Continuó su amigo.

—Dice el chico que tardó casi un año en decir lo que sentía. —Contraatacó Otus.

—Lo mío es diferente, mi querido Max me recogió de la calle para enviarme a la academia, es obvio que me costaría decir cuánto lo amo.

—Exacto, no me presiones, tal vez en un futuro se lo diga.

—Tick tack amigo, tick tack.

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Los dos seguían hablando de cosas que solo ellos entendían. Yo en cambio solo me limite a comerme uno de los sándwiches que preparó Otus; estaba delicioso. Me sentía como ese amigo que no debería estar aquí. En la cafetería veía muchos grupos de amigos donde siempre uno no encajaba, está de más o ni habla para estar en su mundo. Ahora me siento tan identificado.

Me rendí al escuchar tantas risas y yo me quería unir, y lo único que recibía era un silencio incómodo.

—Saben, daré una vuelta en el parque, ustedes dos diviértanse.

Me levanté y como dije me puse a caminar sin rumbo por el parque. Puede ver como el guardia estaba sentado en uno de los bancos con un periodo en sus manos, infligiendo que lo lee. Era bastante convincente, si no fuera que no cambia de página. Tuve que sonreír para que supiera que todo estaba bien, aun así, seguía dando miradas rápidas por cualquier cosa. Es curioso como algunos me reconocían mientras paseaban por el parque, pero no se quedaban mucho o incluso huían como si fuera hacerle algo famoso... cierto, soy el esposo de un modelo.

—Oye Ezra.

Pare de caminar sin rumbo. De hecho, apenas si me había alejado unos cuantos metros del quiosco. Troy caminó hacia mi lado y puso las manos detrás de la espalda para verme a los ojos. Tiene unos ojos cafés claro bastante bonitos.

—¿Ocurre algo? —pregunte con intriga.

—Nada, solo que quise venir para hablar contigo.

—¿Conmigo?

Hace unos minutos me ignoró con mis preguntas y ahora quiere hablar conmigo. Este niño es algo molesto, casi tanto como Dante.

—Niño, si Otus te dijo que vinieras no es necesario.

—Vaya, veo que eres muy maleducado con tus mayores.

—¿Mayores? —Casi se me escapa una carcajada—. ¿Qué edad tienes?

—Veintinueve —Lo dijo sin ninguna duda.

No es cierto.

Este chico con cara de muñeco, unos centímetros más pequeños que yo, con una voz nada grave. Es incluso mayor que Dante y Levi. Ni siquiera creo que me esté tomando el pelo. Como lo dijo y su sonrisa confiada no indican una mentira.

—¿Sorprendió verdad?

Asentí anonadado.

—Les pasa a muchos, creo que ser un Omega que se cuida ayuda mucho.

—Yo no me veo como un niño.

—Entonces es la genética —Volvió a sacar la lengua como si fuera alguien inocente.

Intente sacármelo de encima caminando con una sonrisa e ignorando todas sus preguntas. Parece que soy una persona bastante mal educada y con cero de empatía. Pero había algo en él, como si tuviera un olor repelente que me diera mal espina o no fuera normal.

—Tengo vínculo.

—¿Cómo? —dije sorprendido.

—Dije que tengo vínculo, por eso te huelo raro, oler otro vínculo puede confundir mucho a tus sentidos.

¿Acaso este omega puede leer mentes? A este punto ya no me sorprendería.

—¿Desde cuándo estás vinculado? —pregunté a la vez que detuve mi caminata.

—Como hace tres años. Mi vínculo es un Zorro llamado Max.

—Supongo que el mismo Max que es tu jefe.

—Chico listo, ya veo porque Dante te eligió —Hizo una pistola con sus dedos y después imitó el movimiento de un disparo.

—No lo sabes. Él solo me mordió porque entre celo, él no me amaba y yo no lo amo.

—¿Eso es cierto? —Caminó hasta ponerse delante mío—. Sabes que un Omega y un Alfa solo pueden tener un vínculo y además ese vínculo es inquebrantable, pero creo que no sabes que ningún vínculo se crea por accidente.

—¿Qué quieres decir?

Troy se arrodilló para recoger un diente de león, pensé que lo soplaba y ver como vuelan sus pétalos. En contraste, se metió a la boca y sacó la lengua para mostrarme cómo se habían pegado pedazos con su saliva. No entiendo como este sujeto es amigo de Otus.

—Un vínculo nunca se formará si es por una relación accidental. Imagínate los cientos de niños Alfas que mordieron a Omegas mientras jugaban o los cientos de casos de violaciones. No sería agradable estar vinculado con un violador. Es por eso que un vínculo solo se crea cuando los dos cuerpos combinan, cuando tu cuerpo acepta al Alfa, incluso si no parezca que haya amor. Pero el vínculo es lo más parecido a la leyenda del hilo rojo.

Supongo que mi cara de condición fue suficiente respuesta para que Troy continuará con su explicación.

—El hijo rojo es una leyenda japonesa que dice que todos estamos destinados a alguien. Puede que lo sepamos o incluso muramos sin saber quién fue nuestro hilo rojo. Sin embargo, esa persona nos pertenece como nosotros a ella. El vínculo es igual, solo se hace una vez y tiene que ser especial.

—Pero si yo muriera... ¿No se supone que Dante sería libre?

—¿Libre? —Soltando una carcajada—. ¿Acaso está encarcelado? Si un alfa pierde su vínculo, éste entra en una tristeza tan grande que es casi imposible salir de ella. Por eso muchos no piensan crear otro vínculo, porque saben que no es lo mismo. Con un Omega es más simple, nuestros cuerpos requieren ser atendidos por Alfas, si se muere nuestro vínculo, al siguiente celo ya encontraremos otro. Es cruel, pero es la realidad.

Nos sentamos los dos en el césped. Estaba indiferente por escuchar todo esto. Así que el vínculo por error no existe. ¿Acaso Levi no fue un gran profesor?

Mi cuerpo puede que haya aceptado a Dante... ¿Pero Dante aceptó también mi cuerpo? Si lo que me decía Troy es verdad, eso significa que la tontería que dijo Levi sobre el destino es verdad. Dante y yo estábamos destinados a estar juntos. Bueno le estoy haciendo caso a un chico que se acaba de comer un diente de león como si nada.

Sin embargo, mis mejillas pensaron antes que mi cerebro y me siento avergonzado de imaginar que en verdad siempre fue mi destino estar con Dante. Él es mi hilo rojo.

—¿Cómo conociste a tu vínculo? —pregunté para quitarme esa idea del cerebro.

—Max salió de realizar un comercial cuando me encontró en un callejón muriendo de hambre. Me dio su sándwich y un café y juro que fue lo mejor que había comido. También era lo único que había comido en días. Mi Max con su gran corazón me encontró un hogar en una academia de mayordomos y cuando me aceptaron le prometí que solo yo podía ser su mayordomo, y él aceptó. —Soltó un chillido y se tocó las mejillas con sus manos mientras se acostaba en el césped—. Sabía que terminaríamos juntos.

Eso es lo que me esperaba cuando tuve una historia de amor. Dos extraños que se trataban bien y terminan juntos. Bueno, si lo pienso en alto, casi suena como mi historia.

—Parece que su relación fue un arcoíris —dije con una sonrisa.

—Oh no, no lo fue. Tuvimos problemas, como su hermana, su relación arreglada, un embarazo accidental —Suspira agotado—. Fue todo un viaje para terminar juntos. Aunque bueno, no me arrepiento de nada.

—Entonces ¿Tuvieron un hijo? —Tuve duda en preguntar eso.

—Si, una pequeña zorrita, con respeto a ella. Es la razón de mis sonrisas y la quiero tanto —Se toca el vientre y muestra una sonrisa—. Y bueno, espero que esté feliz cuando se entere de su nuevo hermanito.

Abrí los ojos como platos tras saber lo que decía.

—¿Estás embarazado? —Casi lo grito a todo pulmón.

—Si, no lo digas tan fuerte que quiero sorprender a Otus.

Sonreí y me sorprendí en voz baja.

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Ya sabiendo que puede ser algo inesperado. Troy no cae tan mal. De hecho, es un buen sujeto, tiene un gran humor y suele dar buenos consejos sin darse cuenta. Además, es bueno saber datos de Otus que él nunca me contaría. Como que Albus lo contrató unos meses después del fallecimiento de su esposa. Que le tenía mucho miedo a Albus y sobre todo que su enamoramiento lo descubrió Troy, al ver que habla demasiado de Albus como si fuera lo único que existiera.

—Pero siempre te dirá: No es amor, es solo admiración —Troy intentó imitar la voz de Otus, con todo y su acento refinado. Yo solo reía en voz baja.

Volvimos al quiosco y para mi sorpresa. Al lado de Otus se encontraba un zorro de pelaje naranja con una pequeña igualita a él, solo que con los ojos cafés claro de Troy.

—mama —La pequeña corrió hacia Troy.

—Pequeña, ¿Papá no te dio muchos dulces?

—Para tu sorpresa, Troy, puedo ser un padre responsable y no darle muchos dulces a mi hija —Contestó el zorro con una sonrisa—. Esta vez solo fueron cinco.

Troy pone los ojos en blanco mientras suspira.

—Sin duda eres un caso perdido en esto de la paternidad, Zorrito.

Max sonrió y tenía una sonrisa tan brillante que casi podría jurar que sus colmillos brillaban como el sol, supongo que ese fue otro punto para que Troy cayera enamorado a sus pies. Deje que la mini familia se abrazara, mientras me sentaba al lado de Otus, quien estaba bebiendo un poco de agua.

—¿Cómo te fue con Troy? —preguntó mientras bebía más agua.

—Bien y ya sé más sobre tu admiración con Albus.

Casi Otus escupe el agua de su pico y la pequeña se reía de ver los cachetes inflados de Otus.

Como si eso no hubiera pasado. Otus entregó un sándwich a Troy y a su hija y cuando todos comían tranquilos y Otus volvía a tomar más agua. Troy soltó la notición que esperaría otro bebé. Así de la nada, sin iniciar una conversación o estar hablando. Simplemente lo dijo y al fin Otus escupió el agua tras saber la noticia. Parecía que ni Max sabía esa noticia, ya que entre lágrimas le pregunta a su vínculo si era verdad, ese chico afirmó con una sonrisa y Max lo alzó mientras daban vueltas en círculos soltando risas de alegría. Pude ver como salían lágrimas de los ojos de Troy y su vínculo se las limpiaba a la vez que lo juntaba para besarlo.

Era un panorama muy hermoso.

—Ese puede ser Albus y tú si te lo propones —dije al oído de Otus.

—Ezra, no me hagas odiarte en este momento mágico.

Estuvieron como media hora más hablando y yo aproveche para unirse a la conversación y para mi suerte, esta vez sí me incluyeron. Igual hablaron de cosas que solo entres los tres se entendieron, más termine hablando con la pequeña que se llamaba Zoey, para su edad tiene muchas cosas que contar.

Apenas el sol se estaba ocultando. Zoey se estaba quedando dormida en los hombros de Max y Troy sabía que era la señal de irse.

—Bueno Otus, fue un placer hablar con mi mejor amigo, pero mi deber como padre y mayordomo me llamaban.

—¿Y cómo esposo? —Max tenso el ceño.

—Eso puede esperar —contestó Troy mientras le sacaba la lengua a su esposo.

Otus y yo soltamos una risita.

—Ah cierto, Ezra —Troy se acercó a mi oído y susurro—. Recuerda que el vínculo que formaban siempre es puro y duradero.

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Eran las diez, el cielo se pintó con colores negros y azules mientras que la habitación se estaba alumbrado con una lampara de noche que me ayudaba a leer. Estaba arrancado una novela romántica de un chico listo se ve involucrado a tener citas con un chico malo que debe demostrar a su madre que puede vivir feliz sin ella. No era la gran cosa, incluso me atrevería a decir que es muy malo, pero Levi dijo que como pasara la trama, se pondría mejor.

En eso, escuche como las puertas principales se abrieron, acompañado de las voces de Albus y Dante. Sonríe mientras cerraba el libro. Dante abrió la puerta y tenía su camisa desabotonada, su corbata hecha un caos y su saco lo agarraba del hombro.

—¿Sigues despierto? —me pregunto mientras tiraba su saco—. Espero no haberte despertado, dios fue una charla horrible y eso que había vivido cosas horribles...

Agarré su corbata para acercarme y darle un beso en la mejilla, callándose al instante. Parecía que no era el único que se puso colorado por ese acto. Note como su pelaje gris se torna en rojo por sus mejillas.

—¿Por qué? —pregunto confuso.

—Porque sí, quiero agradecerte por todo y por ser un buen esposo.

Esperaba una frase tonta o se subiera el ego. Nada que ver con la mirada cálida que me brindó.

—Trato de dar mi mayor esfuerzo, le seul que j'aime.

Acarició mis mejillas con sus pulgares y beso mi nariz sin despegar su mirada de la mía.

¿Un vínculo nunca es por accidente?

Pues esto hace que todo sea diferente. Ahora ya no sé cómo culpar estas ganas que tengo de besar a Dante Neville.

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