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El paso del tiempo y sus obligaciones lograron que olvidara aquella visita a la panadería.

Pero no por completo...

Aún seguía recordando vivamente la imagen de aquel chico desconocido que había alterado su ciclo circadiano. Y cada vez que pasaba por aquella panadería, podía recordar con pasión los ojos cafés que lo habían cautivado por completo.

Fue después de un mes cuando sus deberes por fin le dieron un respiro. Apenas pudo, se dirigió hacia la panadería con el corazón latiendole al mil por hora con la esperanza de que fuera él quien lo atendiera.

¡Podía presentirlo! Hoy sería el día en el que lo vería de nuevo...

Mientras revisaba el menú de la cafetería su mente divagaba entre miles de pendientes que tenía que resolver en lugar de estar ahí. Sin embargo, tomar café y leer libros era otra de sus pasiones y no se daría el lujo de desperdiciar aquel día de descanso que tenía.

-¿Desea ordenar?

De pronto, una voz lo sacó de su pequeño trance. Bajó de inmediato el menú y levantó su vista para encontrarse con el dueño de aquella voz.

Sintió como un nudo se formaba en su garganta al verlo nuevamente frente a él. Su cerebro le tendió una trampa, bloqueando cualquier hemisferio encargado del habla, pues de su boca no salió nada entendible.

-¿Se encuentra bien?-preguntó el chico, observandose preocupado por la reacción del contrario.

-Sí, sí. Lo siento. Es sólo que aún no estaba preparado para ordenar...-se disculpó.

-Oh, en ese caso puedo darle unos minutos más...-dijo el castaño, para después retirarse, sin embargo al ver que aquel chico -cuyo nombre no sabia-, se estaba llendo, es por eso que NamJoon decidió actuar.

-No, no, creo que ya... ya sé que pediré...

-¡Perfecto!-dijo con una radiante sonrisa-¿Qué desea?-preguntó, mientras se preparaba para anotar el pedido del hombre en su pequeña libreta.

-E-eh ¿Un café?

-¡Por supuesto! ¿Alguno en especial?

-E-eh, no lo sé...-admitió, sintiéndose incapaz de razonar en ese momento.

Lo único que podía hacer con gran concentración era admirar la mesa frente a él con nerviosismo. Sabía que era su oportunidad para poder entablar una conversación con el joven y admirar sus ojos, sin embargo no quería incomodar al chico, así que mantenía su vista apartada del castaño.

-Una carcajada salió de la boca del chico, quien se encontraba divertido con la actitud tímida del hombre-. No se preocupe, nadie lo está presionando-le dio una cálida sonrisa para después comenzar a enumerarle los tipos de cafés que manejaba la cafetería-. Sin embargo lo puedo ayudar; tenemos café Espresso, Americano, Macchiato, Latte, Cappuccino y Moka-dijo-. El café expreso es un café intenso y solo, no contiene ningún tipo de leche. El café americano es café rebajado con agua. El macchiato es similar al espresso, pero con un poco de leche espumada. El cappuchino es un café con espuma y leche. Y por último, el café latte se trata de un café con leche cremosa. Y por último, tenemos el café moka, que contiene café, chocolate y leche o crema si lo desea.-le explicó-Si es alguien que prefiere las bebidas dulces le recomiendo un café Moka o Latte. Por otro lado, si busca más el sabor del café podría pedir un Espresso o un Americano.

-M-me gustan las cosas dulces-admitió con un poco de pena-. ¿Podría traerme un Moka, por favor...?

-¡Por supuesto que sí!-dijo el chico con una sonrisa radiante-. ¿Gusta una rebanada de pastel?-le ofreció.

-E-eh, sí. Estaría bien-accedió con una sonrisa tímida.

Definitivamente no le diría que no a esa dulce sonrisa...

El joven asintió con entusiasmo y anotó el pedido en su libreta.

-¡Perfecto! Enseguida vuelvo con su orden.

NamJoon observó cómo el camarero se alejaba, sintiéndose aliviado y a la vez ansioso. Había sido torpe, pero al menos no había arruinado por completo la interacción.

-¡Vamos, NamJoon! ¡No puedes arruinarlo!-se dijo a si mismo, para darse valor e interactuar más con el chico que no salía de su cabeza.

Bastaron unos cuantos minutos para que el chico regresara con el café y el pastel.

-¡Qué lo disfrute!-dijo, para después hacer una reverencia y retirarse.

-Disculpa...-habló, antes de que el joven pudiera retirarse nuevamente-. ¿Puedo preguntarte algo?

El camarero levantó la vista con curiosidad.

-Claro, ¿qué necesita?

-Es sólo que, bueno, te he visto por aquí antes, pero, no tuve la valentía para hablarte y pedirte tu número... ¿Me podrías dar tu número?

El castaño lo miró sorprendido,-¿M-mi n-número?-titubeó ante la sorpresa, sin embargo no tardo en sonreír y asentir-. Claro-dijo, para después anotar su número en una servilleta antes de entregársela-. No soy muy bueno respondiendo rápido, pero prometo intentarlo.

NamJoon tomó la servilleta con manos temblorosas, tratando de no parecer demasiado emocionado.

-¡Gracias! Prometo no molestarte demasiado.

-No lo harás. -SeokJin sonrió antes de despedirse, sin embargo, se detuvo al observar el libro que estaba sobre la mesa del hombre.

-...¿Así que Shakespeare, eh?-inquirió, apuntando al libro con su mandíbula.

-A-ah, ¿Lo has leído?

-No, pero lo conozco. Una vez leí que él no era el verdadero creador de sus obras. Se dice que Christopher Marlowe era el verdadero autor, pero fue por unos motivos tenía que enviar sus historias a Londres, donde William ahí las firmaba bajo su autoría. Pero solamente son rumores...-sonrió.

Para ese momento NamJoon ya no sabía que hacer, si arrodillarse o tirarse al piso frente a él en señal de que estaba bajo su encanto.

Definitivamente era un ángel, era perfecto, la perfección encarnada...

Lindo, carismático, atractivo, inteligente...

¡No podía haber alguien más perfecto!

-Pero solamente son rumores, ja, ja. Me gusta leer cuando tengo tiempo. Aunque, siendo sincero, la ingeniería me deja poco espacio para ello.

NamJoon alzó las cejas, sorprendido.

-¿Eres estudiante de ingeniería?-inquirió, a lo que el castaño asintió con una sonrisa.

-Sí, estoy en mi último año. Ah, por cierto, soy SeokJin.

NamJoon sintió cómo su corazón daba un vuelco al escuchar su nombre por primera vez... Al fin podía descartar el nombre de Julio...

-Es un gusto conocerte, SeokJin. Yo soy NamJoon, profesor de literatura en la universidad local.

-¿Profesor? -SeokJin dejó escapar una pequeña risa-. Con razón traes libros tan interesantes-dijo, causando un ligero rubor sobre el mayor.

-Me gusta... enseñar...-admitió apenado.

-Es lindo de tu parte. Me encantaría tener profesores como tú qué realmente quieren que sus alumnos aprendan...-le sonrió.

Dejando a un NamJoon sin palabras. ¿Acaso eso había sido un cumplido?

-En fin, debo regresar al trabajo. ¡Pero fue un placer conocerte!-se despidió antes de darse la vuelta y regresar a su puesto de trabajo.

NamJoon quedó plasmado ante lo que acababa de suceder. ¡Al fin tenía su número y había entablado una "conversación" con aquel chico.

Cuando salió de la cafetería, el frío del exterior apenas lo afectó. Su pecho se sentía cálido y ligero. Caminó a casa con una sonrisa de oreja a oreja, sosteniendo la servilleta donde yacía escrito el número de SeokJin como si fuese un pequeño tesoro.

Ese día, no solo había tenido una conversación inolvidable, sino que también había dado el primer paso hacia algo que siempre había deseado: conocer mejor al chico de ojos cafés...

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