Capítulo VIII. Del éxtasis al dilema
Año 24 del emperador Jungwoo.
5° mes. // Día 16 // Primavera.
«Una figura alta y envuelta en seda avanzaba delante de mí, su silueta apenas iluminada por la luz de la mañana, mientras que yo avanzaba en silencio tras él; al cruzar las puerta, la majestuosidad de la corte nos recibió. A lo lejos, el trono real y el símbolo del dragón destacaban en el escenario. En un instante, los rostros del público se desdibujaron en la penumbra, excepto por uno que me observaba con intensidad.
De repente, el escenario cambió y me encontré inmerso en una multitud que presenciaba un juicio. En la cima de la tarima, una persona estaba sometida, siendo su rostro un misterio cubierto por su largo cabello. El temor me invadió y me abalancé sobre la gente, suplicando por su perdón; sin embargo, fui detenido en mi intento desesperado.
Ante la histeria del escenario, el prisionero alzó el rostro, ¡y no podía creer lo que veía! Era yo quién se encontraba sometido. En un parpadeo, mi visión cambió, pase de formar parte de la multitud a verlos frente a mí, ansiando el veredicto del juez. La desesperación me inundó, comencé a implorar clemencia, rogando por mi propia salvación.
Un hombre cubierto con una túnica negra se aproximó lentamente, un verdugo que alzaba en alto una lámpara de vela. En ese momento, y compás de sus pasos, un cántico se extendió por el lugar: un rezo que me es difícil identificar. El sonido fue acompañado por el roce de la ropa de quienes se iban arrodillados, la gente estaba mostrando su benevolencia como si de la figura de un rey se tratara.
Apenas salía de mi sorpresa, cuando el sonido de algo caer y romperse me sobresaltó. El verdugo había arrojado la lámpara a mis pies. La llama rápidamente creció y me envolvió por completo.
Sentí el calor abrasador del fuego envolviéndome, la asfixia apretando mi garganta y mi piel quemándose con el contacto del fuego
Después, el ardiente fuego rojizo se tiñó de azul.
Y todo fue calma.
Extrañamente, aquel fuego era cálido y acogedor.
La misma tranquilidad me envolvía cuando abrí los ojos y regresé al mundo real».
Taehyung miró al médico Oh, esperando que este pudiera aclararle el significado de su sueño. Los pies descalzos de Taehyung se balanceaban de un lado a otro con nerviosismo, mientras que las hebras de su cabello se enredaban entre sus dedos.
Sehun estaba en condiciones iguales, o peores a las del eunuco; apenas estaba amaneciendo cuando escuchó unos fuertes golpes en la puerta. Aún vistiendo ropa de cama, Sehun ya se encontraba inmerso entre la tinta y los rollos de papiro, transcribiendo todo lo que el eunuco le narraba.
Taehyung y Sehun habían acordado que el eunuco estaría libre de supervisión a cambio de brindar un informe diarios sobre los efectos de la medicina que consumía. La presencia de visiones y los sueños era una peculiaridad entre los hechos.
—¿Reconoces a la persona que te miraba? —preguntó el médico a Taehyung, quien permanecía con una evidente inquietud.
Mientras Sehun seguía escribiendo en el papiro, Taehyung frunció el ceño ante la pregunta del médico, indeciso acerca de si debía contestar o no. Finalmente, suspiró y reveló uno de los secretos que guardaba sobre sus sueños.
—Era el noble Jung —confesó con una pizca de vergüenza. Pero incluso con las mejillas rojizas, alzó la mirada y la voz—. Médico Oh, he bebido está infusión durante tres noches, y en cada ocasión he experimentado estas visiones que, aunque difieren en escenarios, guardan similitud entre sus hechos. ¿Sabe usted lo que esto significa?
Por el torbellino de emociones, Taehyung se había acercado al espacio del médico, arrastrado el banco junto con él.
—¿Por eso has venido a verme? ¿Te preocupa su significado? —Sehun alzó una ceja con arrogancia, sin inmutarse ante la cercanía de Taehyung—. Perdone que hayas escapado la primera noche y, sabiendo que volvería hacerlo, hice un acuerdo contigo para que se te llevará el remedio a donde quisieras reposar, con la única condición de que al día siguiente vinieras a la clínica y me relataras todo aquello que experimentaras tras consumir la infusión. A pesar de que has cumplido generosamente con tu parte, no sé si soy lo suficientemente compasivo para aceptar que vengas a tocar a mi puerta tan temprano y con tanta desesperación.
Taehyung apretó los puños con frustración mientras observaba fijamente a Sehun; desesperaba por respuesta y odiaba que le negara el saber la verdad, como si no fuera digno de esta.
—Pensé que podría intrigarle —susurró Taehyung, recostándose en el asiento—. Esta vez… se sintió más real.
Sus sueños se habían vuelto una mezcla entre sucesos irreales y experiencias que quedaban grabadas en su piel. Los vellos de su nuca se erizaban al recordar el esfuerzo extra que tuvo que hacer para recordar quién era al despertar, en dónde se encuentra y que no existe fuego ni condena que amenacen su vida.
—Quita esa expresión —Sehun suspiró con impaciencia, frotándose las sienes con los dedos—. Es posible que la dosis que te di fuera más intensa esta vez. Y sobre su significado, los sueños son solo fragmentos de recuerdos que la mente intenta rememorar. Considera esto: desde que eras un niño acompañas al príncipe en sus saludos diarios al emperador, por eso recuerdas la corte. En cuanto al noble Jung, tengo entendido que en estos últimos días ha estado cuidando de ti.
Frente a la mención del noble Jung y la inesperada revelación de su descuidado secreto, Taehyung quedó completamente desconcertado. La noticia no solo lo paralizó, sino que también lo llenó de preocupación por las posibles repercusiones
Es de suponer que el médico Oh pudo sentir inquietud por la naturaleza de la relación entre un noble y un eunuco, una intriga que incluso Taehyung mantenía. No obstante, Sehun desconocía que el zorro continuaba con vida y el trato que Taehyung y Hoseok tenían entre ellos para protegerlo, por lo que su ideas podrían desviarse hacia cualquier otro rumbo. El peor y el más morboso, como es propio de pensar del hombre.
Este no es un dilema exclusivo de Sehun; otros, sin duda, también tejerán sus propias especulaciones. Los murmullos y los rumores, tan habituales entre las paredes del palacio, tarde o temprano se desencadenarán.
Aunque Taehyung no se preocupa demasiado por la mancha en su propia reputación —ya que tiene una coartada casi infalible para cualquier acusación—, le inquieta la idea de que estos sucesos puedan afectar al noble Jung en su estancia en la corte.
En ese instante, el médico Oh observó a Taehyung con una mezcla de intriga y recelo. Con su habitual frialdad, rompió el silencio:
—Es posible que las escenas del juicio hayan sido un recordatorio de la muerte de tu madre.
De vuelta esa sensación lúgubre que envuelve el sitio cada que se pronuncia el fallecimiento de su madre. El médico anticipó una reacción por su parte, y Taehyung terminó cediendo a las provocaciones sin saberlo.
—Mi madre fue sometida a golpes con una vara, no quemada viva; eso sería inhumano —explicó, estremeciéndose ante la idea.
Taehyung se negaba a creer que los sueños inducidos por la infusión se trataban de simples recuerdos. ¿Cómo podrían serlo si en ellos se veía a sí mismo vestido de seda y con los ojos oscuros?
La lujosa vestimenta que llevaba en sus sueños, suave y ligera en su cuerpo, es algo que decidió no revelar al médico.
Sehun percibió la frustración de Taehyung y decidió aclarar el asunto antes de que se desatara una discusión absurda.
—Los sueños son apenas una imitación de la realidad, a menudo mezclados con miedos o deseos internos —expuso el médico, comenzando a perder la paciencia.
Taehyung intentó hablar, pero su boca se cerró abruptamente al caer en cuenta del riesgo que puede conllevar revelar sus pensamientos. Él no siente miedo de vestir de seda, pero tampoco puede desearlo.
Los sueños deben esconder algo más, algo que ni siquiera Sehun parece conocer. Se ha vuelto una necesidad adentrarse en el fondo del misterio.
—Médico Oh, ¿esta noche volveré a beber la infusión? —se aventuró a preguntar, sintiendo una inquietud creciente ante la posibilidad de recibir una respuesta negativa.
Sehun lo miró con una ceja en alto, mientras analizaba sus gestos.
—Ya no es necesario.
A Taehyung no le gustó lo que oyó. Rápidamente, respondió:
—Aunque fuera de esa manera, podría ayudarlo con sus investigaciones.
Estaría dispuesto a ser un sujeto de prueba si eso significaba seguir siendo parte de la reacción de un remedio novedoso.
El médico pareció pensarlo; su mirada se perdió en la lejanía.
—En este momento, las palabras del joven Jung y el capataz Seojoon resuenan en mi mente. Sé que no fue apropiado escuchar conversaciones ajenas, pero esto evita que cometa un error. Codicio el favor de la familia real, y sé que no será bien visto por el príncipe heredero si llegase a enterarse que experimente con su siervo predilecto.
Taehyung se desesperó. Continuó sin pensar, cambiando el tono de su voz.
—Se ha acabado la flor, ¿cierto? —habló con un tono más áspero de lo habitual, mostrando una irritabilidad que apenas podía controlar
Sehun lució indignado por sus palabras, su ceño se frunce y es evidente su esfuerzo por contener el enojo.
—Estás actuando como un borracho al que se le ha negado el alcohol —pronunció de mala gana.
El comentario de Sehun había sacudido la estabilidad de Taehyung, revelando un temor que había estado ocultando. Aseguraba que su único objetivo era formar parte de la investigación de una cura, pero en el fondo, deseaba volver a empapar sus papilas de aquel dulce elixir.
Tenía algo de gratificante el perder los sentidos por un instante, desconectarse del medio y luego experimentar las sensaciones más vividas dentro de una cápsula de sueño. Puede que Taehyung finalmente haya entendido porque algunos nobles disfrutan de entregarse al opio.
No. Agito su cabeza, rechazando la idea. Observó a su alrededor, mirando los libros que contenían una inmensidad de saberes impresionantes. Se aferró a la idea de querer aprender de ellos, volverse tan sabio y respetable como el médico Oh.
—Podría hacer ese encargo por usted —comentó Taehyung, refiriéndose a las flores. Presintió que iba a recibir una respuesta negativa, por lo que se adelantó a hablar en cuanto vio al médico abrir la boca—. Por favor, déjeme quedarme. He concluido mis días de incapacidad y mañana el capataz Seojoon me pondrá a trabajar en los establos. Prometo que estaré atento a sus indicaciones y no cometeré errores como el que sucedió en la recámara del emperador.
Sehun clavó su mirada en Taehyung, alzando una ceja en un gesto de total incredulidad ante la irreverencia que mostraba el menor.
—Te has vuelto más descarado, sin duda alguna esto es una consecuencia directa de juntarse con el joven Jung. Pero al contrario del aprendiz, lo tuyo es puro berrinche. Aléjate de mi vista antes de que me enoje.
El médico cerró su bitácora y se preparó para guardarla con el resto de sus escritos en el cajón que tenía debajo del escritorio. Todo en completa ignorancia de la desesperación que Taehyung experimentaba.
Las palabras del médico Oh resonaron en Taehyung, haciéndolo sentir incómodo y desplazado. Entonces, ¿dónde se supone que pertenecía? ¿En los establos, limpiando los desechos de los caballos junto a los nobis?
Él era el futuro predilecto del emperador y estaba cansado de que el poco reconocimiento que recibía fuera por ganarse el favor de Jungkook. ¿O acaso no tenía un valor más allá de su cercanía con el príncipe?
La mención del noble Jung solo agregaba más confusión a sus pensamientos. Recordaba sus cuestionamientos y sus bromas acerca de su rol al merced del príncipe; si no fuera por él, no tendría esta inquietud que lo vuelve alguien irritable y caprichoso, y lo aleja de la actitud reservada y calmada que su posición demandaba.
Tenía que recuperar la fortaleza y demostrar su potencial. Puede que fallara en cada una área en que se le asignaron, que incluso fallará bajo la tutela del médico Oh; pero todavía le queda la oportunidad de demostrar que podía ser el futuro predilecto del príncipe. Alguien fuerte de carácter y que su mayor cualidad es la astucia.
El calor que acariciaba su mejilla atrajo su vista hacia la ventana, donde vio a Baekhyun acercarse por el camino que llevaba a la clínica. Entonces, una idea surgió en la mente de Taehyung. Se volvió hacia el médico con una voz más calmada, pero determinada.
—Atender la enfermedad del emperador es un trabajo difícil para un solo hombre, sobre todo si debe mantenerse en secreto. Usted necesita de alguien que lo acompañe al dormitorio del emperador, y Baekhyun seguramente le negaran el permiso. Yo, en cambio, ya estoy autorizado para ello.
El médico Oh se detuvo en seco. Sus ojos recelosos se cruzaron con lo Taehyung, que apenas mantenían una pequeña franja de color debido a lo dilatadas que estaban sus pupilas. Sehun se cuestionaba el por qué de su terquedad, sin saber que Taehyung tenía claro su objetivo. Al quedarse en la clínica podría satisfacer su propio hambre de saber, aprender a cuidar del zorro, evitar el trabajo con los nobis y mostrarse con el emperador; ya no habría más tazas derramadas.
—Te estás volviendo complicado de tratar —respondió Sehun como un largo suspiro—. Sin embargo, comparto algunos de los puntos de tu discurso. Hablaré con el emperador esta noche, y si este le concede a Baekhyun el permiso de adentrarse en su habitación, no tendrás motivo para insistir en quedarte aquí. Por el contrario, si llegara a negarse, entonces tú vas a acompañarme cada noche hasta que mejore la salud de su majestad, incluso cuando retomes tus labores originales junto al príncipe.
Taehyung aceptó el trato, ocultando la alegría que crecía de manera torrencial en su interior. Aunque solo era una posibilidad, el hecho de haberse abierto un camino por sí mismo lo llenaba de satisfacción.
En ese momento, Baekhyun asomó en la habitación; su mirada rencorosa se mantenía sobre Taehyung. En cambio este, le brinda un ruidoso saludo y una enorme sonrisa burlona.
—Hoy estoy libre, podría ayudar a Baekhyun a ordenar —sugirió Taehyung, completamente ajeno al enfado del aludido.
El médico Oh dejó escapar un suspiro y asintió con resignación ante la propuesta de Taehyung, mientras se frotaba las sienes con fatiga. Le daba igual la situación, solo quería irse a asearse de una vez por todas. Dio una orden antes de retirarse, que Taehyung se encargará de limpiar mientras Baekhyun revisaba el inventario.
Antes de que el médico Oh se retirara, Taehyung pidió un momento para ponerse su vestimenta. Al serle concedida la petición, se dirigió hacia el recinto de las criadas para encargarse tanto de sí mismo como del cuidado del zorro.
Con una sonrisa cálida, Taehyung saludó al zorro al llegar a la casa de Taeyeon. Observó con ternura cómo el animal se estiraba perezosamente, y aprovechó ese momento para acariciarlo suavemente, sintiendo la calidez reconfortante de su pelaje bajo sus manos
Para Taehyung, cuidar del zorro era la única certeza en medio de sus dudas sobre su propio valor. Se había vuelto un protector y sanador para el animal, y a juzgar por la vitalidad que este iba adquiriendo, sus esfuerzos estaban dando resultados.
A medida que Taehyung cuidaba del zorro y su cuerpo sanaba, también encontraba consuelo para su espíritu. El zorro, cada vez más dócil, le brindaba una de las mayores satisfacciones que podía obtener un curador: la confianza de su paciente.
Pero incluso en lo bueno, había sacrificios que hacer. En estos últimos días de descanso, su fuerza fue plenamente dirigida a cuidar del zorro, pero Taehyung ya no soportaba el mantenerse improductivo. Todavía tenía un día libre para sanar sus heridas, y aunque su mano todavía dolía, lo que realmente le llenaba de culpa era dejar solo al zorro por un largo tiempo.
Taehyung soltó un suspiro pesado mientras observaba la lista interminable de tareas que aún debía completar. Se frotó la frente con frustración y murmuró para sí mismo: —Ojalá tuviera el don de la duplicación como Hong Gildong.
Con un gesto de determinación, se lanzó de lleno a la siguiente tarea, con la esperanza de terminarla lo antes posible.
Para evitar inconvenientes como la vez anterior, dejó agua y comida al alcance del zorro y, al retirarse, aseguró que la tabla de escondite estuviera bien colocada. Bloqueó la puerta de modo que únicamente se pudiera acceder forzando la cerradura con un alambre que ocultaría entre la hierba. Por último, encomendó su nerviosismo a los dioses, rogando que cuidarán de su huésped durante su ausencia.
Al llegar a la clínica, empezó por sacudir el polvo de las superficies, haciendo hincapié en su rincón favorito —además de la bodega—, los estantes en el estudio del médico. Cada que sacaba un encuadernado para limpiar el lugar, aprovechaba para dar un vistazo a las ilustraciones que este guardaba.
Algunos libros solo contenían caracteres indescifrables para Taehyung, mientras que otros eran capaces de cautivar sus ojos como grandes tesoros: páginas y páginas repletas de imágenes de plantas medicinales, minuciosamente detalladas. En un apartado encontró una ilustración de la manera en que debía cortarse el lúpulo para ser aprovechable en la preparación de infusiones. Taehyung grabó aquella información para aplicarla en el medicamento del zorro.
Con un suspiro profundo y lleno de pesar, reflexiona acerca cómo el quedarse en la clínica se había vuelto una necesidad para cuidar del zorro. El ungüento, las vendas, la pasiflora y el lúpulo estaban a punto de agotarse y el noble Jung había dejado en claro que no traería más. Dejándolo a él por su propia cuenta.
El aroma embriagador de las hierbas medicinales que impregnaba el aire de la clínica impulsaba a Taehyung a ir hacia la bodega, donde sabía que encontraría lo que buscaba. La promesa de romper las reglas lo tentaba, pero su conciencia le recordaba que tenía que cuidarse de las consecuencias de sus acciones.
Además, Baekhyun estaba ahí aunque, agarrotado y débilmente parado sobre sus piernas, no era ningún obstáculo significativo. Es más, Taehyung solo tuvo que permanecer cerca para que Baekhyun abandonara su guardia.
Baekhyun avanzó hacia Taehyung con pasos rápidos y decididos, con una expresión seria que reflejaba su creciente frustración. Entre sus manos, apretaba con fuerza el pergamino que llevaba el inventario de la bodega.
—¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó serio, apretando la mandíbula. Se detuvo frente a él y le arrebató el libro de las manos, haciendo malabares por sostener el libro y el pergamino a la vez.
El registro fue dejado de lado por el apurado eunuco que guardaba el libro de herbolaria en el espacio vacío y revisaba el resto de volúmenes.
—Puedo asegurarte que cada ejemplar se encuentra en su sitio, si es lo que te preocupa —Taehyung murmuró entre dientes, receloso por la actitud que asumió Baekhyun hacia él.
¿De verdad lo creía tan ingenuo? ¿Cómo se llevaría algo tan grande a plena luz del día y con él presente?
—Ni siquiera debería ser una preocupación.
Baekhyun había tenido un mal presentimiento desde el momento en que había llegado a la clínica y había encontrado a Taehyung allí. Esperaba que simplemente pasara de largo como en días anteriores, pero Taehyung hizo el comentario de quedarse a ayudar, y el médico, visiblemente frustrado, acepto sin dudar. No podía evitar sentir una punzada de resentimiento hacia Taehyung en ese momento. ¿Por qué siempre tenía que complicarlo todo? ¿Por qué no podía simplemente seguir adelante como los demás?
—¿Crees que esto es un juego? ¿Te tomas a la ligera el estar aquí? —A Baekhyun le empezó a temblar la voz.
Taehyung se sintió incómodo ante la mirada acusadora de Baekhyun, pero también experimentó una punzada de indignación por ser tratado como un intruso en su propio lugar de trabajo. En silencio, comenzó a recoger los instrumentos de limpieza, sus movimientos pausados pero determinados.
—Quien abonó su puesto ha sido otro —murmuro, mientras desviaba la mirada—. Mira tras de ti, cuando diste la vuelta volcaste el frasco de tinta. Date prisa en rescatar lo que se pueda conservar, yo me encargaré de la mancha, aunque será imposible evitar que quede una seña en la madera.
Baekhyun reaccionó con incredulidad ante lo dicho, pero al girarse para comprobarlo, la sangre se le bajó a los pies. El frasco de tinta yacía en el suelo como diversos fragmentos de vidrio, mientras que una mancha de espesa tinta negra se expandía por el suelo. Rápido se dirigió de vuelta a la bodega, se dejó caer sobre sus rodillas e intentó salvar la mayor cantidad de tinta que pudiera.
Los murmullos ruidosos del eunuco histérico son acompañados por los ligeros pasos de Taehyung, que se acercó con un rezago de tela y otros instrumentos de limpieza.
De repente, y como un inesperado impulso, Baekhyun se tomó a sí mismo del hombro y masajea la zona. Por las contracciones en su rostro es evidente que su lesión ha vuelto a doler. Baekhyun se dio cuenta de que Taehyung lo miraba y los silenciosos gemidos se volvieron gruñidos.
—Dame eso —intentó arrebatarle el pedazo de tela—. He sido yo quien cometió la torpeza, me haré cargo de remediarlo. Tú ni siquiera deberías estar aquí.
Taehyung negó con la cabeza y se sentó sobre sus rodillas, extendiendo el rezago de tela sobre la tinta derramada para absorber el sobrante.
—Por más certeras que sean tus palabras, me niego a retirarme. Me siento mal por dejarte solo cuando sé que te acompleja el dolor en tu hombro.
Baekhyun luchaba por contener la ira que hervía en su interior mientras observaba a Taehyung, quien parecía ajeno a su malestar. Sus manos temblaban ligeramente, ansiosas por expresar la frustración que sentía.
—¿Qué hay de ti? Tus manos están vendadas, ¿no deberías estar descansando?
Taehyung resistió una sonrisa, para luego encogerse de hombros.
—La infusión que llevabas a la puerta del hogar de mi madre me sentó de maravilla. Recomiendo que tú también la bebas, aunque presiento que se ha terminado el ingrediente principal, ¿ya anotaste el pedido?
Baekhyun frunció el ceño; detesta tanto a Taehyung.
Por un tiempo evitó hacer tal declaración, pero ahora no cabe duda alguna. Aunque intentó darle una oportunidad, sentir compasión por él y comprender el difícil inicio de su vida, no lograba tener empatía por él. No era ningún misterio que Taehyung disfrutaba de más privilegios que otros debido a su cercanía con el príncipe.
Taehyung estaba en la posición correcta para abogar por mejorar las vidas de los más vulnerables, pero no lo hacía. En cambio, parecía más interesado en aprovechar su posición para su propio beneficio, sin preocuparse por el impacto que sus acciones pudieran tener en los demás.
—No pretendas que seré iluso ante tu trampa. Me estás usando como medio para saber más acerca del medicamento que preparó el médico Oh. Desconozco cuáles son tus intenciones, pero ten por seguro que no te ayudaré en ellas.
Taehyung alzó una ceja con incredulidad ante las palabras de Baekhyun, su expresión se volvió más seria mientras intentaba descifrar las intenciones del otro
—Baekhyun, hay algún secreto acerca de la infusión—su voz tembló, para luego volverse más aguda—. ¿La has bebido antes? —cada vez más desesperado, aunque quiera aparentarlo—. Cuéntame, ¿qué sensaciones experimentaste?
Baekhyun, en lugar de responder de inmediato, mantuvo su mirada fija en Taehyung, como si tratara de discernir si había alguna malicia oculta en sus palabras.
—Estás pecado de arrogante —escupió, indignado—. No,No, no he recibido ninguna consideración de esa índole —su habla se volvieron gruñidos—. Tú eres el único entre los siervos que ha bebido una infusión tan finamente preparada por el médico. ¿Eso era lo que querías oír? ¿Querías escucharme aceptar mi miseria?
Mientras Baekhyun emitía su último diálogo, un destello de dolor cruzó su rostro, y una mueca de incomodidad se apoderó de sus facciones. Su hombro herido había vuelto a doler por la tensión de su cuerpo.
La expresión de Taehyung se suavizó al notar el gesto de dolor de Baekhyun. A pesar del conflicto entre ellos, no podía ignorar el sufrimiento del otro. Continuó limpiando y tallando el suelo con aparente indiferencia, pero al poco tiempo se hizo oir.
—Baekhyun, deberías descansar un momento. Tu hombro parece estar dándote problemas. ¿Quieres que prepare una compresa caliente para aliviar el dolor? —propuso con voz suave, apenas un murmullo.
La oferta de ayuda sorprendió a Baekhyun, pero en lugar de aceptarla con gratitud, su orgullo resultó herido, y su reacción fue de ofensa ante la generosidad de Taehyung.
—Oh, claro, ¿y ahora resulta que eres un experto en medicina? ¿Piensas que con esto te ganarás la confianza del médico?
Taehyung, pese a la agresión implícita, no mostró signos de enfado. Sus ojos reflejaban más sorpresa que irritación. ¿En qué momento sus acciones habían dado a entender eso?
¡Lo acusa indiscriminadamente, como la mayoría lo está haciendo! ¿Desde cuándo se volvió una epidemia el alzar el dedo y acusar a otro de ser un oportunista? La primera vez que oyó algo parecido fue la tarde que despertó en la sala de enfermos, cuando el noble Jung acusó a Seojoon de velar por su bienestar para obtener el favor del príncipe.
Aunque es incierto el origen, no puede evitar pensar que Hoseok, el estudiante rebelde, tiene algo que ver con esto. Al fin y al cabo, le encanta hacer preguntas que revuelven sus pensamientos.
—No trato de ganarme ningún favor. Pero si no quieres mi ayuda, está bien. No insistiré —respondió Taehyung con un tono desdeñoso.
Baekhyun, por su parte, no bajó la guardia, sus palabras brotaban como veneno, cargadas de resentimiento y desdén.
—¿Crees que puedes venir aquí con tu aparente humildad y darme consejos como si fueras un sabio? No te confíes, puedes pasar todo el día detrás del príncipe heredero, pero si realmente te apreciara, sabría dónde se encuentra y el motivo de su retraso.
A pesar de sus intentos por mantener la compostura, Taehyung no pudo evitar que la inquietud comenzara a crecer en su interior. Su voz temblaba ligeramente de nerviosismo mientras intentaba justificar la situación.
—El viaje desde la academia militar hasta el palacio es largo, y en ocasiones pueden surgir retrasos imprevistos. —intentó justificar Taehyung, su voz temblando de nerviosismo.
Baekhyun se encogió de hombros con aparente indiferencia, pero su mirada desafiante dejaba claro que no estaba dispuesto a aceptar esa explicación tan fácilmente.
—Puede ser eso, supongo. O quizás… —pasó su dedo por la garganta —la herencia de la familia Jeon ha llegado a su final.
Las palabras de Baekhyun golpearon como un puñetazo en el estómago de Taehyung, dejándolo momentáneamente sin aliento. Su expresión se tornó más seria, mezcla de indignación y preocupación.
—¡No puedes hablar así del príncipe! Esa es una idea absurda y cruel —exclamó Taehyung, incapaz de contener su sorpresa y su indignación.
Baekhyun, sin inmutarse ante la reacción de Taehyung, mantuvo su actitud desafiante.
—Es una posibilidad. Y te alarma tanto que sea real porque eres consciente de que si el príncipe llegara a faltar, todos tus privilegios acabarán.
Baekhyun clavó sus ojos en los de Taehyung, desafiante, mientras una sonrisa de triunfo se curvaba en sus labios. Siente que ha logrado intimidar a Taehyung y se regocija en su victoria.
Por otro lado, Taehyung estaba paralizado por las palabras de Baekhyun, una mezcla de miedo y preocupación se agitaba en su pecho ante la posibilidad de que su futuro estuviera en peligro si algo le sucedía al príncipe.
Justo en ese momento, el médico Oh entró en la habitación y llamó a Baekhyun para que le ayudará a cargar a un paciente. La sonrisa en el rostro de Baekhyun se retorció, seguramente temeroso por la repercusión que aquello tendría en su hombro.
Sin embargo, un destello de terror cruzó por su expresión cuando Taehyung volvió a hablar. Temió que Taehyung pudiera delatarlo: la suposición que hizo sobre el príncipe de la coronó podría cobrarle con su propia vida.
Pero Taehyung no habló acerca de eso, estaba demasiado aturdido como para que la posibilidad se le cruzara por la mente, o realmente, no tenía intención de perjudicar. En cambio anunció que se retiraría antes del anochecer, apenas terminará sus labores.
Sehun asintió y ordenó a Baekhyun que lo siguiera, y cuando Taehyung se quedó solo, se dirigió a la bodega para recoger pasiflora, lúpulo y vendaje destinados al zorro. Cuando ya tiene esto, todavía no se siente satisfecho.
Sus ojos escudriñan los estantes repletos de envolturas y hierbas, buscando desesperadamente la peonía roja entre la maraña de colores y aromas. Pero no la encuentra y no puede demorar más tiempo en buscarla.
Dejando de lado sus propias ansias por poseer un poco de la infusión roja, Taehyung se cuestiona si el médico tendrá suficiente flor para atender la enfermedad del emperador.
Es inevitable pensar lo peor: sin el remedio, el emperador no será curado. El pensamiento ronda en su cabeza junto a las crueles palabras de Baekhyun.
Sintió cómo su mano se deslizaba por su cuello, su pulso se aceleró mientras jugaba con la presión sobre su garganta, sintiendo un nudo apretándose en su interior. La tensión aumenta, apretando cada vez más fuerte a medida que se plantea la posibilidad de que el retraso del príncipe tenga motivos más crueles.
—El fin de la herencia de la familia Jeon —saboreó las palabras con una amarga sensación de asfixia.
Taehyung ya no tenía ningún motivo para permanecer en la clínica hoy. Había molestado lo suficiente al médico con sus dramáticas quejas sobre su sueño y a Baehyun con su sola presencia.
Taehyung se retiró de la clínica una vez terminó de limpiar y guardar los instrumentos de limpieza, dando un gesto casi benevolente. Se adentró en los senderos del palacio bajo el ocaso del día, sin un rumbo fijo.
A pesar de alejarse, el aroma de las hierbas medicinales aún impregna el aire a su alrededor. El olor a pasiflora y el amargor del lupus lo recordaban constantemente del lugar que había ultrajado y del objetivo que estaba posponiendo.
La confianza que había construido previamente ahora se tambaleaba peligrosamente ante la incertidumbre. No quería admitir la ansiedad que revolvía su interior.
Mareado, Taehyung se apoyó en la espalda de un edificio, sintiéndose mareado. El sol se ocultaba en el horizonte, creando un juego de sombras entre los edificios. Su figura se perdía en la oscuridad, mientras que justo enfrente de sus pies brillaba un aura dorada.
Taehyung se quedó un momento más, disfrutando de la serenidad del lugar mientras observaba la grandeza de las paredes que lo rodeaban. Aunque había pasado mucho tiempo desde la última vez que se había acercado a la torre principal del palacio real, la calma y la belleza del lugar lo hicieron sentir cómodo.
Sin embargo, la tranquilidad fue interrumpida de repente por un sonido inesperado, similar al chillido de una tetera al hervir el agua.
—Hey, Taehyung —una voz femenina y susurrante pronunció su nombre.
Taehyung se estremeció ante la sorpresa y, aturdido, comenzó a mirar a su alrededor. Una dulce risa resonó en el aire, y finalmente pudo localizar el paradero de la mujer. Al nivel del suelo, había una pequeña rejilla por la que se asomaban los pequeños y almendrados ojos de Sowon.
La chica estaba realmente feliz de verlo, y Taehyung estaba conmovido por ello, sintiendo una calidez que crece en su pecho. No obstante, Taehyung suspiró con pesadez, tratando de aliviar la amarga sensación que se mantenía atascada en su interior.
—Soowon-noona, que alegría verla —saludo en voz baja y forzado una sonrisa.
Taehyung se deslizó por la pared hasta quedar en cuclillas cerca de la rejilla por la que Sowon se asomaba, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo en su pecho. Sus interacciones pasadas con Sowon se sumaban a la tensión del momento, pero al mismo tiempo, se sentía reconfortado por su presencia.
—Tampoco ha pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos —comentó Sowon, con ligera burla.
Taehyung asintió, aflojando sus labios de manera inconsciente. Tenía una mueca extraña y retorcida en vez de una sonrisa.
—Es cierto, pero esta vez todo se siente diferente —respondió, desviando la mirada mientras comenzaba a frotarse el brazo con la mano contraria—. Esta vez no está la princesa Eunha ni la Dragona de por medio; no hay normas que acatar ni expectativa que llenar. Somos libres de simplemente ser nosotros mismos.
De nuevo se forzó a brindar un gesto alegre para aminorar la pesadez de su semblante. Sin embargo, la fragilidad con la que cayó su gesto le hizo cuestionarse cuánto hace que no se hayan realmente feliz.
—Deberías de venir acá abajo —sugirió Sowon, con voz encantadora—. Hace mucho tiempo no das una vuelta por aquí. Ven a tomar el té y charlar un rato.
Taehyung se lo pensó. Puede oír algunos zapateos y risas dentro del won. El lugar de las Kisaeng era un sitio extravagante y alegre, con música, pinturas, papitos y amplios vestidos; además, de ser un lugar sumamente privado. Solo algunos eunucos podían bajar a aquel sótano; él lo hizo en dos ocasiones, cuando todavía era un niño y Sowon lo infiltró ahí.
Le es agradable el sitio, pero lo que más le gusta es estar con Sowon. Le tentaba la idea de pasar tiempo de calidad con la fémina.
Sin embargo, Taehyung se lo duda en este momento. Voltea hacia el este, hacia la residencia de las criadas: el zorro lo espera ahí, y pronto Hoseok llegará.
—Lo lamento, pero tendré que rechazar la invitación en esta ocasión. Tengo cosas que hacer —murmuró Taehyung, sintiendo cómo la tensión se apoderaba de sus músculos.
La mirada de Sowon pareció penetrar en su alma, aunque Taehyung fingió no notarlo. Su cuerpo, sin embargo, estaba tenso como un arco listo para disparar.
—Siempre tan responsable —rió Sowon con delicadeza, su voz como una melodía suave en medio del aire tranquilo—. Relájate, pequeño. Estás sacrificándote demasiado por un trabajo temporal. Te ves muy tenso, tómate un tiempo.
Taehyung respondió con una sonrisa forzada y una inclinación de cabeza, permitiendo que su cabello negro cayera sobre los costados de su rostro, cubriendo sus mejillas sonrojadas. Había algo en la voz de Sowon que resultaba sumamente encantador y provocaba cosquilleos en su piel.
—No, yo no… —balbuceó Taehyung, pero su respuesta fue interrumpida por un jadeo escandaloso que surgió de los labios de Sowon, rompiendo la quietud del momento.
—¡Que Euija se apiade de mi alma!, lo que Joohyun prometía era verdad —exclamó Sowon con los ojos ampliamente abiertos y los labios separados, evidenciando su preocupación—. Oh, cariño, ver tu mano vendada hace que mi corazón se encoja al imaginar el dolor que habrás soportado. ¿Cómo es posible que hayan permitido que un animal rabioso entrara al palacio? —su voz resonaba impregnada de enfado—. ¡Desgraciado Seojoon!, ¿cómo es posible que te haya asignado turno viéndote en esta situación?
Taehyung sintió cómo la sorpresa daba paso al bochorno en su interior. Se mordió el labio inferior, tratando de encontrar las palabras adecuadas para responder, mientras una sensación de incomodidad se instalaba en su pecho. Cabizbajo y con la voz apagada, Taehyung agregó:
—No se lamente ni agobie, le puedo asegurar que mi mano se encuentra mejor — respondió Taehyung, su tono adquiriendo firmeza mientras se atrevía a mirar directamente a los ojos de la doncella—. Fue por mi propia iniciativa que vine a ayudar al médico Oh, sabes lo difícil que me es mantenerme quieto.
Sowon rió, mostrando una sonrisa que Taehyung apreciaba, pero que rara vez veía en público. Aunque disfrutaba hacerla feliz, lamentaba haber descuidado su relación recientemente y se preguntaba qué había cambiado. Mientras consideraba cómo reconectar con ella, Taehyung se dio cuenta de que ahora sus preocupaciones estaban divididas, ya que alguien más ahora demandaba su atención al final del día.
—El zorro no era una bestia rabiosa, al contrario, apenas si podía ponerse de pie. No tenía la intención de hacer daño, tenía miedo y por eso actuaba como lo hizo.
—¡Por suerte! —exclamó Sowon—, ¿imagina que el animal no hubiera estado malherido? Taeyeon debe estar cuidando de ti, protegiéndote para que el incidente no haya pasado a mayores. Ugh, espero que se haya desecho del animal y que se adopten medidas más severas para el control de plagas, deberías comentarle al príncipe cuando regrese.
Taehyung se sintió indignado por la manera en que Sowon habló del zorro, como si fuera simplemente un estorbo que debía ser desechado. Pero lo que más le afectó fue la mención de su madre.
Frunce la boca ante la mención de Taeyeon. Duda que el alma de su madre tenga la paz suficiente para brindar protección a otros. Fue mucha la ambición que arrastró en vida, y su estrepitoso fallecimiento dejó varios asuntos pendientes que la seguirán atormentando en la muerte.
Quizás, aquello será culpa de ella. Pero de lo que Taehyung sí puede responsabilizarse, y lo siente pesar sobre sus hombros con una fuerza demoledora, es la falta de rituales y honores post-mortem que solo agregarán más miseria e incertidumbre al pasaje de su madre en búsqueda de paz.
Recordó el traje de luto que el noble Jung le obsequió, un gesto de generosidad que ahora yacía hecho jirones, utilizado para detener el sangrado del zorro herido. La ironía de la situación no pasó desapercibida para Taehyung, quien se sintió perplejo al reflexionar sobre todo lo que había dejado de lado por salvar a un animal: su tiempo con Sowon, la preocupación por su madre, la seguridad de su propio futuro y el intento de mantener alejado a Hoseok de su vida.
Las palabras de Sowon lo sacaron de su ensimismamiento, y sus ojos se encontraron con los de ella.
—Te miras preocupado, Taehyung. No es bueno que te quedes aquí afuera, dando vueltas en tu cabeza. Baja al sótano, te aseguro que el ambiente es tranquilo y acogedor. ¿Por qué no vienes? Estaré contigo todo el tiempo y será como volver a aquellos tiempos en que todo era más simple, ¿qué dices?
La suave pero firme insistencia de Sowon resonaba en sus oídos, y Taehyung sintió una mezcla de incomodidad y aprecio por su preocupación. Era difícil resistirse a su oferta de compañía y consuelo, pero algo en su interior se resistía a aceptarla por completo.
A pesar de estar profundamente enamorado de Sowon, la manera en que ella lo trataba le dejaba perplejo y desconcertado. Era como si hubiera una barrera invisible entre ellos, impidiendo que sus sentimientos se manifestaran de manera clara y sincera.
Finalmente, Taehyung decidió tomar la salida más fácil: alejarse de la situación incómoda y dejar atrás las preocupaciones que lo acosaban.
Sin embargo, Sowon no parecía dispuesta a dejarlo marchar tan fácilmente. Sus palabras resonaron con una urgencia subyacente, revelando la verdadera razón detrás de su insistencia.
Sowon no añoraba su compañía. Ella únicamente buscaba confirmar y completar la información que había obtenido. Darse cuenta de esto fue tan doloroso y sorpresivo como recibir un puñal por la espalda.
—La llegada del príncipe se ha postergado por mucho tiempo, generando inquietud y especulaciones entre los ministros de la corte. Algunos sugieren promulgar una búsqueda para encontrarlo, pero eso solo causaría más revuelo y alimentaría el descontento entre la población.
Mientras Sowon hablaba, Taehyung se sintió arrastrado por un remolino de incertidumbre y ansiedad. En ese momento, el dolor de la traición se convirtió en un anestésico para su sentir. Desconectadas sus emociones, podía decidir qué camino tomar a continuación.
Sowon continuó con su relato, su voz resonaba con una mezcla de preocupación y frustración mientras delineaba la compleja situación del palacio.
—Además, el jefe de la brigada, un miembro de la influyente familia Kim, los cuales tienen varias quejas respecto a la administración de los Jeon. La situación se complica cada vez más.
Taehyung escuchaba atentamente las palabras de Sowon, sintiendo cómo la presión de la situación aumentaba con cada revelación. Trató de mantener la compostura mientras respondía a las preocupaciones de Sowon, tratando de restar importancia a la gravedad de la situación.
«No hay motivo para alarmarse. No se sabe si el mensajero o la escolta que iban por el príncipe tuvieron algún retraso. Además, conociendo a su príncipe, seguro hubo alguna clase que llamó su atención y por la que decidió quedarse más tiempo en la base».
Con un movimiento pausado, Sowon asintió a sus palabras. Sin embargo, su cabeza permanecía ladeada, mostrando su incredulidad ante lo dicho. Siguió adelante con su discurso, ignorando por completo las palabras de Taehyung.
—Para empeorar las cosas, llegó un mensaje anunciando la visita del gobernador Kim, el segundo en la línea de coronación, a la capital. Al parecer, se está preparado una importante reunión para discutir la administración del gobierno, a la que asistirán los representantes de la corte, las familias de la triple alianza, los agentes encubiertos y otros personajes influyentes. Sin embargo, la ausencia del príncipe de la corona es notable y preocupante.
Las palabras de Sowon resonaban en su mente. La ausencia del príncipe de la corona en una reunión tan importante era motivo de alarma, y Taehyung sentía el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. En este momento, deseo tener solo un poco de la infusión rojiza para entregarse al mundo de los sueños, en donde las llamaradas se convertían en tranquilidad.
Taehyung, entre tartamudeo, preguntó si sabía la fecha en que se llevaría a cabo la reunión. Sowon negó.
—Desconozco aquella información, pero sé que los Kim indicaron en su carta que partirán en 6 días, lo que significaba que estarán llegando en 8 días.
Taehyung trago saliva. Primero las acusaciones de Baekhyun y luego tuvo que enterarse de que el retraso del príncipe se está volviendo tema de cotilleos entre los nobles, sentía que ya no podía con más.
Cuando Sowon le preguntó directamente si sabía algo más sobre el asunto, Taehyung se sintió atrapado entre la verdad y la mentira. La confianza entre ellos se tambaleaba en un delicado equilibrio, y Taehyung tomó la decisión de ocultar la verdad.
«Ojo por ojo». Una pequeña venganza por haberle prometido un espacio de tranquilidad para él, pero que solo resultó en una fachada para hablar acerca del príncipe.
Pensó que ella lo veía más allá de su relación con el príncipe de la corona.
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