Capítulo 22: "Que fácil era".

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lo medité por muchos días, lo pensé más que mis propios proyectos univesitarios, y estoy decidido.

— Atzin, ese día... Me dijiste que no quieres ser lo que quieren que seas. ¿qué quieres ser?

Ella solo me miró, paso la lenqua por sus labios y luego los atrapo en sus dientes, jugueteó con sus dedos y sus ojos vagaron a muchas direcciones.
Estoy seguro que si pudiera leer su mente sabría la respuesta o posiblemente ese sentimiento de libertad próxima no la deja estar clara.

— está bien, no tienes que decírmelo, pero debes tener lista tu respuesta pronto, te ayudaré con lo del papeleo.

Nada es más seguro que mantenerla ocupada para yo hacer el resto sin que indage en mis movimientos futuros.

—  tengo una propuesta de trabajo en una de las cadenas de restaurantes de papá.

— oh, eso es maravilloso.

— tambien pensé en lo que me dijiste acerca de Atzin, y esta oportunidad ayudará a que puedan respirar tranquilos, porque ir a la carcel por un malentendido no esta en mis planes.

— respeto tu decisión cielo, solo acuerdate de visitarme.

— claro que sí.

Recordé la pesadilla que tuve y me encaminé al lugar del que me habían advertido. Pronto divisé a la mujer.

— ¿quieres algo?- me observa con lujuria.

— sí. Necesito respuestas.

— ¿qué?

— dame la tutoria de Atzin.

Guardó silencio por varios minutos analizándome y cuando finalizó, caminó dándome la espalda.

—  ¿por qué querrías a esa mocosa vaga y más encima bruja? ¿si quiera sabes quién es?

— ... Una chica hecha de lágrimas y dolor, encadenada a una vida que no merece, respirando el aire del desprecio por su origen... Alguien a quien quiero darle una oportunidad de usar el único paracaídas de un avión pronto a estrellarse.

No es exactamente lo que tenía en mente, pero así es como fluyó la respuesta de lo más profundo de mi alma.
Ella se giró y me observó con la boca abierta de la impresión.

— que respuesta más poética.

— puedo ayudarla si me deja.

— ¿tú... quieres ayudarme... a mí?

No pensaba en ella cuando dejé salir las palabras. ¿no es ese un grito de auxilio silencioso?

— puedo y quiero, la pregunta es ¿qué quieres tú? Veo que trabajar en esto no te aporta felicidad y estoy seguro que tampoco estabilidad de ningún tipo.

— ya no quedan más paracaídas, sálvala a ella.

— a pesar de todo, tu hija llora por ti, si puedes cambiar por ella, te daré mi paracaídas.

— ¿y tú?

— yo sé volar.

La mujer cayó al suelo y lloró con estridencia, desahogándose de todo lo que por años había acumulado.
¿es normal que un adulto crea en la ayuda de alguien más joven o soné demaciado convincente?

Con mis padres la llevamos a un centro de rehabilitación, también la animaríamos a nivelarse en su educación, mi madre vigilará que todo marche bien y por supuesto que le daríamos trabajo cuando esté lista.

— estoy muy contenta de tenerte como mi hijo.– me da un sonoro beso en la mejilla y me abraza.

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Poco a poco arreglándose las cosas ¿saben qué significa? Sí, la historia está próxima a terminar.
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MV97