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8. CORALINE

Maybe I like this rollercoaster

Maybe it keeps me high

Maybe this weed it brings me closer

I could sparkle up your eye

CORALINE

Abby continúa riendo por algo que dije hace un momento para luego tomar un sorbo de su batido, aprovecho y reviso la bandeja de mensajes en mi teléfono, mamá no para de darle el suyo a Sam para que él me envíe audios diciendo lo emocionado que se encuentra por esta tarde. Sonrío y voy a grabar un audio de respuesta, pero bufo al ver que Kevin se acerca a nosotras junto con su leal amigo Gael.

Abby no sabe disimular su sonrisa de amiga shippeadora.

—Qué belleza me regala este día —habla Kevin con voz soñadora.

—Hola, chicos —saluda mi amiga—. Hola, Kev —dice con mayor... ¿interés?

—Hola —responde seco, sin siquiera prestarle atención, y se acerca hasta posar una mano en la mesa, enfrente de mí. No dejo de lado la manera en la que la sonrisa de mi amiga se tambalea—. Hola, Coraline.

—Hola —digo, mucho más fría de lo que lo fue él con Abby, esta me reprocha mi actitud con la mirada.

—¿Ya tienen planes para hoy en la tarde?

Abby se apresura en responder.

—En realidad, no mu-

—¿Tienes, Coraline? —la interrumpe, como si la respuesta de mi amiga no contara.

—Algunos. —Me limito a decir, llevándome el embase hasta mis labios para beber el batido de fresa como escusa para no tener que hablar.

—Haré una fiesta, por si te interesa.

—Uhum.

—Bueno, si no la hicieras no serías Kevin —murmura Gael por lo bajo con la clara intención de que lo escuchemos. Sonrío hacia él en un acto de complicidad y Kevin se inclina un poco hasta que su rostro queda algo cerca del mío.

—Hoy estás algo callada.

Clavo mis ojos en los suyos.

—No es eso, es que me caes como el orto.

Coloco una mano en su rostro y lo aparto de un empujón.

Kevin gruñe y se pasa las palmas de sus manos por las inexistentes arrugas que causé a su remera. Abby abre la boca para decir algo, pero la vuelve a cerrar al verlo realizar un gesto hacia su amigo para así los dos dirigirse al interior del local. Ella baja su mirada hasta su bebida y la vuelve a beber.

Coloco mis codos sobre la mesa y me inclino hacia el frente, ella alza sus ojos, enarcando una ceja.

—¿Qué?

—Te gusta.

Se atora y se lleva una mano hasta el cuello, río y le doy palmaditas en la espalda. Tose un poco más y vuelve a observarme, su rostro comenzando a sonrojarse.

—No sé de qué hablas.

—Por favor, Abby, te conozco. —Vuelvo a recostarme, llevándome el embase de la bebida conmigo—. Es evidente que sí sabes.

—¿Sabes lo que es evidente?

—Que mueres por ese idiota.

—¡No!

Varias personas que también están en el exterior del local voltean hacia ella. Se encoge en su lugar y vuelve a tomar su bebida.

—Tranquila, doña obviedad.

—Ya no sigas.

—Solo dilo —insisto—. No tiene nada de malo que alguien te guste. —Aprieto los labios—. A no ser que sea ese idiota. —Bufo—. ¿Cómo te puede gustar?

—¡Basta! —susurra con suma urgencia, apretando los dientes.

No hay rastro de la chica segura que suelo ver, eso me alarma un poco.

—Carajo.

—¿Qué?

Desvía sus ojos y toma un poco más de su batido, nerviosa.

—En serio te gusta.

—¡Coraline!

—¡Ya me callo! —Río y también bebo de mi bebida.

Ella juega con su pajilla antes de tomar una gran bocanada de aire y hablar.

—Sí. —Abro mucho los ojos—. Me gusta, y soy una demente por fijarme en él, lo sé.

No hay gracia en sus palabras, hay vulnerabilidad. Y la comprendo, me sentiría igual si Kevin me gustara, que gracias al cielo no es así.

Coloco una mano sobre la suya, me observa.

—Está bien. —Sonrío para darle ánimos.

—No. —Suelta un largo suspiro, desviando la mirada, y deja su batido sobre la mesa—. Él solo está interesado en ti. —Trago por lo desanimada que le sale la voz—. Yo... Yo no soy nada para él.

—Ahí está. —Vuelve a observarme—. Eres demasiado para un simple mortal como él, Abby. Tómalo como una señal de que alguien mucho mejor, más sexy y que se le puede llamar un verdadero hombre te está esperando en un futuro.

Sonríe como puede y doy un apretón a su mano.

—Espero se dé prisa.

Pasamos un rato más charlando sobre cualquier cosa que no sea acerca de sus sentimientos, eso ayuda a que vuelva a sonreír con alegría y a soltar chismes con esa emoción que estos le dan, hasta que la alarma sobre la promesa que le hice a Sam suena y tomo mi pequeña mochila para retirarme. Sí, todo debe salir bien en esto, él se lo merece, no puedo llegar tarde y fallarle.

Apenas abro el portón y escucho los gritos del mocoso desde el interior de la casa, mamá ríe por eso, lo que siempre me parece raro, porque a mí me mandaba callar cuando lo hacía.

La puerta se abre y un entusiasmado Sam sale por ella, alza sus brazos al aire mientras sigue con sus gritos de alegría.

—¡Es hoy, es hoy!

Río y lo recibo con una sonrisa mientras me abraza.

—Hola, Sam. Estoy muy bien, gracias por preguntar —digo con ironía.

—¿Ya vamos? —pregunta, ignorando lo anterior—. Mamá dice que no hay que hacer esperar a los demás, entonces, ¿ya vamos?

—Con que así, ¿eh?

—Me ha tenido toda la mañana así —se queja mamá y me señala con un dedo—. Ya sabes, nada de traerlo muy tarde, nada de golosinas y nada de malas palabras.

—Lo último no te lo puedo prometer...

—Coraline.

Abro la boca con indignación.

—No me mires así, tu hijo es el boca sucia.

—¡Claro que no! —reprocha el susodicho.

Le saco la lengua y él me devuelve el gesto, iniciando así una guerra inmadura.

—Ya váyanse que se les hará tarde.

Mamá prácticamente nos empuja hasta la salida, más a mí, porque Sam está encantado con la idea. Apenas mamá cierra la puerta, el mocoso alza ambas manos al aire con euforia.

—¡Ahí voy, perrooooos!

Realizamos una parada en un pequeño supermercado, compramos alitas de pollo frito ya hechos para no perder tiempo, y muchos helados, de las que Sam no se molesta en sacar una y comenzar a devorar. Me hace preguntas sobre los chicos, que cómo son, que qué les gusta, que qué debe decir, hasta cómo debe comportarse. Jamás lo había visto tan interesado en algo, su sonrisa no se desvanece ni cuando el bus produce un movimiento brusco por culpa de un bache.

El lugar en donde se encuentra el departamento de Kurt es tranquilo, cuenta con un parque que Sam señala con curiosidad, pero esta es mucho más cuando llegamos enfrente del garaje. Insto a Sam a dar unos golpes en ella, no hace preguntas y acota lo dicho, para que unos segundos después un despeinado Kurt, como es el estilo de su cabello, suba la puerta corrediza y le sonría con sorpresa.

—Hola, Kurt, ¿qué haces, chupa pija?

Kurt frunce el ceño, abriendo mucho los ojos por su saludo.

—¡Sam!

Ambos dirigen sus ojos hasta mí, Sam realizando una pequeña risa juguetona, y Kurt... ¿qué hace? Sus ojos me recorren hasta dar de nuevo con mi rostro mientras que una sonrisa se expande en el suyo al yo dar pasos para acercarme.

—Hola, nena.

—¿Nena? —El mocoso lo observa con desconcierto—. Es una chica grande, no una nena.

Aprieto los labios para no reír. Kurt baja la mirada hasta él, despeina su cabello y, para sorpresa del universo, Sam no protesta, en cambio, le sonríe. ¡El muy traidor le sonríe! ¡¿Qué clase de brujería es esta?!

—¡Wow! —exclama—. ¡Jamás vi tantos instrumentos!

—Adelante, campeón, los chicos te los enseñarán.

—Campeón —repite Sam, asintiendo para sí mismo—. Me gusta.

Luego no duda en seguir las palabras de Kurt, se adentra al garaje y saluda a los demás, Fish bromea con el parecido que tenemos, Sax le enseña algún tipo de saludo y James le ofrece una tarta que dice haber preparado especialmente para él.

—Hola —saludo, abrazándolo, y se siente raro, no lo había estado haciendo por... dilemas interiores.

—Hmm. —Kurt entierra su nariz en mi cabello—. Alguien se bañó.

Arrugo las cejas. Me separo y lo golpeo en el hombro, él ríe.

—Supongo que no te invitaré de esto.

Alzo ambas bolsas en mi mano izquierda.

—Aaaww te preocupo.

Hace sobresalir su labio inferior en un puchero que intenta ser tierno. Toco la punta de su nariz con mi dedo índice y me relamo los labios, su sonrisa no desaparece al bajar sus ojos hasta ellos.

—Ahora solo es para los demás.

Su sonrisa se desvanece. Bajo las bolsas y me dirijo hacia Sam. Sé que lo dijo como un juego, pero también quiero jugar.

—¡Coraline! —saluda Fish. Trota hasta mí, toma mi mano y deja un beso en la parte superior para luego guiñarme un ojo—. Verte es siempre un gusto.

—Suficiente, casanova.

Kurt lo toma del hombro para alejarlo, provocando que su amigo ría. Sax me toma del antebrazo, volteándome hacia él.

—Como dijo Fish, un gusto volver a verte, Coraline.

—¡Traje tarta! —dice James desde su lugar—. No sé si lo sabes, pero soy muy bueno haciéndolas.

—¡Son geniales! —exclama Sam, dando saltitos.

—Dios, ¿lo encantaron o qué?

—¿Qué puedo decirte? —Fish se encoge de hombros—. Somos irresistibles, bella.

—Hmm puede ser —comento y sonríen—. Por eso les traje alitas de pollo y helado.

James es el primero en acercarse, por no decir que empuja a los demás para ser el que tome la bolsa con las alitas. Kurt intenta tomar uno, pero le doy un golpe en la mano, los demás ríen y Sam toma una alita en cada mano.

El mocoso baila, salta y grita al oírlos ensayar, mientras yo los observo desde un sillón con mi mochila reposada contra una de sus patas en el suelo. Lo que más lo enloquece es la batería, por lo que Sax se entusiasma y lo ayuda a tocar algo sencillo, es más ruido que música pero es un inicio, y ambos lucen encantados. Aunque no puedo decir lo mismo de Kurt, no es que mi hermanito lo moleste, pero lo veo algo distraído, tanto que deben detener una canción al él equivocarse de notas más de cinco veces.

Me apiado y le ofrezco las cinco alitas que sobran, las que guardé especialmente para él, eso parece animarlo un poco. Él sabe que solo fue un juego, por lo que no creo que esté así por eso, lo que me llena de intriga.

Kurt no es para nada cuidadoso al colocar un poco de kétchup en la alita, por lo que queda un poco de esta en sus dedos. Se nota que tiene hambre.

Verifico que Sam esté distraído antes de tomar su mano, él me observa, desconcertado. Guío la punta de sus dedos manchados hasta mi boca y los chupo, su confusión cambia a asombro y deleite. Traga con fuerza mientras retiro sus dedos con lentitud y bajo su mano, en ningún momento aparto los ojos de los suyos.

—Dios. —Giramos nuestros rostros. Los ojos de Fish están abiertos de par en par—. Vi porno.

Río y me relamo los labios junto a una sonrisa. Solo él nos vio, pero no tengo problema, solo ayudé un poco.

Deciden practicar una última canción. Subo mis piernas para flexionarlas hacia un lado y dejarlas en el sillón, así estoy más cómoda. Devoro la última alita de pollo, ellos discuten sobre cuál puede ser otra canción para tocar en el festival, Kurt pide ensayar la que ya tienen pero Fish dice que hay que cambiarla, que no lo convence.

—No encaja con mi fogosidad, entiende.

—¿Tú aún no tienes la tuya, Kurt? —El susodicho resopla ante la pregunta de James.

—Elegiré sin presiones.

—Aún tenemos tiempo, aliviánense —sugiere Sax.

—Ya me siento como mi madre —suelta James en medio de un suspiro—. En cualquier momento se me subirá la presión.

—No seas exagerado.

—¡No lo soy, Kurt! ¡Hasta Sam sería más organizado que ustedes dos!

—¿Lo eres? —pregunta Sax hacia el mocoso.

—Supongo. —Se encoge de hombros.

—Por lo menos lo supone —señala James.

—No nos compares con un niño —protesta Sax—. Sin ofender, Sam, eres la ostia.

—Lo sé. —Asiente con una sonrisa mientras continúa con su descubrimiento de discos de vinilo en un estante.

La discusión continúa, frunzo el ceño al no comprender lo que dicen al todos hablar al mismo tiempo. ¿Por qué les es tan difícil? Entiendo que deben hacerlo perfecto, pero se estresan demasiado.

James se abanica el rostro con una mano, bufando, tomo eso como mi señal para intervenir.

—¿Por qué no cantan una suya?

Los cuatro se giran hacia mí, Sam no, él no deja a un lado el piano pequeño que intenta tocar con las notas que le enseñó Kurt.

Sax se encoge de hombros.

—No podemos. Así fue el trato.

—Oh. —Hago una mueca—. Aún no escuché ninguna de ustedes.

—Les faltan algunos arreglos —dice James.

—Algunas no tienen sentido —aporta Fish.

—Otras son algo calientes —menciona Kurt y enarco una ceja en su dirección.

—Quiero escuchar esas. —Ríe, negando con la cabeza.

—No, no quieres.

Desvía sus ojos hacia Sam y comprendo. Asiento, rendida, y dejo que sigan con su discusión que no dura mucho cuando James llama la atención de todos, aplaudiendo.

—¡Cállense, gilipollas! —Alza una de sus manos y con un dedo señala a cada uno—. Esto es lo que haremos. Cada uno elegirá una canción, y la que más sea votada será la elegida.

Fish frunce los labios, sopesando la propuesta.

—Pos weno.

Los demás también asienten para luego dirigirse junto a sus instrumentos para desconectar cables y demás. Observo, ceñuda, cómo Kurt abre una puerta que se encuentra más al fondo, esta es algo camuflada al estar pintada del mismo color que las paredes.

—Hey, Sam —lo llama Fish y este lo observa—. ¿Vienes con nosotros arriba?

—¿Qué hay ahí? —inquiere, alejándose del piano.

—El departamento de Kurt, dejaremos algunas cosas. —Sam parece perder el interés y da algunos pasos de nuevo hacia el piano—. ¡Y golosinas! Dulces golosinas.

Eso capta por completo la atención del mocoso, y la mía. Señalo a Fish y a los otros dos con un dedo.

—Nada de exagerar.

Sax se lleva ambas manos al pecho con la boca abierta en forma de O, fingiendo indignación.

—¿Cómo crees? —Enarco una ceja—. Lo cuidaremos.

—Promesa de cocinero —dice James, Fish asiente y termino por aceptar.

Sam le hace preguntas a Sax mientras salen por una puerta que los lleva a un ascensor, veo cómo da saltitos al reír y las puertas se cierran.

Vuelvo mi atención al lugar al que ingresó Kurt, dudo en si ir o no, tal vez no tarde, hasta que escucho algo caer. Al llegar, apoyo una mano en el marco de la puerta, viendo cómo bufa mientras recoge algunos cuadros que cayeron, se incorpora y me observa sobre su hombro.

—¿Todo bien?

Toma aire antes de contestar.

—Síp, solo... —Observa los cuadros y los coloca en sus lugares—. Estoy algo cansado.

Cierro detrás de mí y me acerco, analizando cada uno de sus gestos. Sus cejas están fruncidas, sus labios son una línea recta, las venas se marcan en sus brazos al tomar algún instrumento y colocarlo en su lugar.

—¿Qué es aquí?

—Los instrumentos que necesitan reparación están aquí —explica y señala a su alrededor—. Fue idea de James, para mayor ''organización''. —Hace comillas con los dedos—. Pero la verdad es que nunca los mandamos a reparar, si fuera por mí ya lo haría, pero-

—Kurt. —Me observa, sus ojos celestes encontrándose con los míos, lo que me permite distinguir las ojeras que van haciéndose presentes bajo sus ojos.

—Lo siento. —Se gira, pasándose una mano por su cabello para luego bajarlo a su rostro, echa su cabeza hacia atrás y bufa—. Hoy soy un desastre. —Vuelve a bufar, bajando la cabeza y observando algún punto en la pared—. Apenas pude convivir con Sam, de seguro hasta dirá que no es lo que se esperaba.

—¿Qué dices? —Doy pasos para quedar frente a él, muy cerca—. Se lo ha pasado bomba, y ahora más al ir por golosinas. —Río un poco, pero su rostro sigue igual.

—Debió ser mejor, me equivoqué en las notas y-

—Ya cierra la maldita boca.

Tomo su rostro con mis manos y hago que me observe, él traga y le sonrío.

—Lo siento. —Baja la cabeza y niega—. No sé qué me pasa.

—Yo sí. —Vuelve a observarme. No tengo idea del por qué de esto, solo me dejo llevar—. Estás estresado. —Bajo mis manos por sus hombros, luego sigo por su pecho y llego hasta su cintura, dando con el borde de su camiseta, lo levanto un poco, palpando su abdomen—. Puedo ayudarte con él.

Bajo un poco más hasta llegar a su entrepierna, él aprieta la quijada cuando doy un apretón.

—Coraline...

—Es uno de los privilegios.

Hago que mis labios rocen los suyos, Kurt suelta un suspiro y deslizo mi otra mano de nuevo hasta su hombro para llegar a su nuca en donde realizo suaves caricias.

—No podemos... —susurra.

Me aparto un poco, enarcando una ceja.

—¿No podemos o no quieres? Digo... —Trago—, está bien si no-

—Mierda, Coraline. —Sube una mano para acunar mi mejilla y esta vez es él quien se acerca para rozar nuestros labios—. Claro que quiero. Jodidamente sí.

—¿Entonces?

—Podrían bajar —destaca como si no fuese algo muy obvio.

—Lo sé.

—Podrían abrir la puerta.

—Lo sé.

Sus ojos van detrás de mí y forma una sonrisa traviesa.

—Pero claro que eres una listilla y pasaste el seguro.

—Lo sé.

Reímos un poco para luego quedar en silencio, nuestros ojos sin perder la conexión. El celeste de sus ojos me llaman mucho la atención, son hermosos, pero a la vez ocultan unas ganas tremendas de encantarte con ellos y hacerte lo que se les pegue la gana, claro que no tendrían que obligarme.

Kurt vuelve a reír, negando con la cabeza.

—Estás demente.

Me relamo los labios, sus ojos bajan a ellos.

—Lo estoy.

Dejo las caricias y utilizo mis manos para desabrochar el cinturón de su pantalón, sin despegar mis ojos de los suyos, nuestras respiraciones siendo lo único que proporciona algo de sonido en el interior del cuarto. Bajo su pantalón y observo cómo algo ya está muy despierto en el interior de sus bóxers, lo acaricio sobre la tela y él suelta un jadeo.

—Hay que calmarlo —digo, sonriendo con deseo—. No suelo arrodillarme ante nadie. —Me acerco y muerdo su labio inferior, suelta un gruñido—. Pero haré una excepción.

—Soy tan afortunado.

No contesto y, aún con mi mano ahí, voy bajando hasta quedar de rodillas. Lo observo desde allí, sus ojos llenos de fuego, deseo, lujuria. Pasa su dedo pulgar por mis labios de una manera sexual que solo logra prenderme mucho más, realiza un leve movimiento con él y abro la boca para que lo entierre en mi humedad, lo chupo y un brillo mucho más fuerte se hace presente en sus ojos. Aleja su dedo y hago bajar la única tela que lo cubre, dejando libre su miembro, lo observo una última vez antes de posar toda mi atención en este y tomarlo en una mano, hundiéndolo en mi boca.

—¡Ah, mierda! —jadea.

Eso sirve como estimulante. Su mano baja hasta mi cabello, agarrándolo, y me muevo para succionar, para hacerlo disfrutar, gozar, y sé que le encanta por los gemidos y gruñidos que suelta, además de aumentar el agarre en mi pelo para guiarme, voy más brusco, más rápido.

Lo escucho maldecir y profundizo mucho más. Lo siento ponerse mucho más duro y lo observo, él tiene la cabeza echada hacia atrás mientras jadea, pero parece sentir mi mirada y baja la suya, y quiero ver hasta dónde llega su autocontrol, quiero verlo enloquecer, así que paso mi lengua de arriba a abajo.

Y lo consigo.

Consigo esa llama en sus ojos.

Suelta un gemido para luego gruñir y apartar mi rostro, me incorporo y me sorprendo por la forma ruda con la que nos hace girar y soy yo la que queda estampada contra la pared. Sonrío y lo observo respirar con dificultad, y no es el único, ambos contamos con las respiraciones pesadas.

—No puedes hacer eso y esperar a que no quiera darte la follada de tu vida.

Levanto una mano y paso mi dedo pulgar por el borde de mi boca, limpiándome.

—Hmm. —Me relamo los labios—. Dime más.

Se acerca hasta que su boca queda cerca de mi oreja, su cálido aliento chocando contra este.

—Te tendría expuesta para mí, mojada, sedienta, suplicando por más. Gemirías tanto que luego nada, ningún grito te sería suficiente para expresar esa dulce y explosiva sensación, mi nombre siendo lo único en tu mente junto a esas ansias por tenerme en tu interior.

Por.

Todos.

Los.

Orgasmos.

Del.

Jodido.

Infierno.

—Se escucha bien.

—Y se siente más que bien. —Siento cómo presiona su dureza contra mi vientre y gimo en medio de un suspiro—. Eso si es que me lo permites.

Sonrío.

—No tengo ninguna protesta.

Continúa con sus movimientos, torturándome con el roce. Paso ambos brazos por sus hombros y gimo por lo bajo. Su mano aprieta mi cintura para luego ingresar debajo de mi camiseta y tocar mi piel, su otra mano eleva una de mis piernas y da apretones en mi muslo, haciendo que mi falda se deslice y deje a la vista más de mi piel.

—¿Tienes cond...?

No puedo culminar mi pregunta porque unas voces hacen que ambos nos observemos de inmediato. Los chicos han vuelto. Mierda.

Y tal vez en un inicio sí tenía la idea de hacerlo a toda costa, pero esta se desvanece cuando escucho el ''¿Y Coraline?'' de Sam. Doble mierda.

Kurt se aleja y como podemos acomodamos nuestra ropa. Bajo la tela de mi camiseta, pasando mis manos por su tela, acomodo mi falda y cabello, una vez lista lo observo, él está de espaldas, suelta una que otra maldición y creo saber el por qué. Me observa sobre su hombro.

—Ya te alcanzo.

Asiento y salgo con sigilo por la puerta, cerrando detrás de mí. Los cuatro se encuentran de espalda viendo algo en el teléfono de Fish, aprovecho y de puntitas me acerco a una estantería con discos, los voy viendo con fingida curiosidad. Un momento después escucho que se mueven y es ahí cuando me notan.

—Carajo, casi me cago. —James se lleva una mano al pecho—. No te había visto, Coraline.

—Uy, eso es raro. —Río un poco—. Estuve aquí todo el tiempo.

El chillido de la madera al abrirse hace que todos observemos a Kurt salir del pequeño cuarto.

—¿Y tú? —inquiere Sax—. ¿Qué hacías ahí?

Kurt mete las manos en los bolsillos de su pantalón.

—Estaba acomodando los instrumentos con falta de ayuda, ya sabes, las guitarras, ukuleles. —Sus ojos se desvían hacia mí por unos segundos—. Las flautas...

Aprieto los labios y vuelvo a girarme hacia el estante.

—¿Flautas? No sabía que tenemos.

Hago lo posible por no reír, juro que lo hago, pero debo taparme la boca con una mano para asegurarme y no exponernos. Escucho cómo dan pasos hacia distintos lugares, de seguro van hacia sus instrumentos para preparar todo y retirarse. Voy a soltar el disco en mi mano, cuando siento la presencia de alguien detrás de mí, el calor de su pecho contra mi espalda.

—Llegará ese día y te tendré así, justo como lo narré. —Realiza un apretón a mi trasero y jadeo—. Más mojada de lo que estás ahora.

Me muerdo el labio inferior y lo observo sobre mi hombro, sonríe con malicia y se aparta. Bajo el disco y suelto un largo suspiro. ¡Demonios!

Sax se despide para retirarse, Fish acomoda sus cosas en el auto de James mientras este revisa una de sus ruedas. Me acerco a Sam y despeino su cabello, de inmediato hace una mueca y se aparta.

—¿Listo para irnos?

—Ajá, solo... —Observa detrás de mí—. Kurt, ¿me puedo llevar uno de tus discos?

—¡Sam! —lo reprendo.

—Tranquila, sí puede. —Giro los ojos y me giro para enfrentarlo—. ¿Qué? Puedo conseguir otro. —Vuelve a Sam, sonriéndole—. Elije el que quieras, campeón.

Lo despeina con una mano y de nuevo, DE NUEVO, sonríe. Es un traidor.

Ambos observamos al mocoso hasta que llega al estante y busca el disco que quiere. Kurt, un rato después, posa sus ojos en mí y sonrío.

—¿Estás mejor?

Finge pensarlo un poco, frunciendo los labios.

—Hmm quizás ha vuelto algo del estrés.

—Ay, claro. —Reímos—. Oh, mierda, cierto. —Frunce el ceño. Me inclino y tomo mi mochila, la abro y extraigo el suéter que me prestó la otra vez—. Gracias.

—¿Te sirvió?

—Mucho, pude llegar calentita.

—Eso es imposible, Coraline. —Arrugo las cejas—. Siempre lo estás.

—¡Ya deja tus estúpidos juegos! —Le doy un golpe en el hombro y volvemos a reír.

Sam regresa con el disco y nos despedimos de Kurt, quien luce algo intrigado cuando acepto el aventón de James ya que suelo rechazar el de él. Y bueno, no es como si James me alborotara hasta la última célula, y con Sam es mejor prevenir.

Nos acomodamos en los asientos traseros, el mocoso observa por la ventana, también lo hago y veo a Kurt, quien nos observa desde la puerta del garaje, le saco el dedo del medio y sonríe de lado.

Tal parece que el universo no tiene planes cercanos de dejarnos culminar lo que siempre iniciamos. Pero eso solo lo hace mucho más interesante, dándome unas enormes ganas por el momento en el que podamos gozar con completa libertad de todos los ''privilegios''.

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¡¿QUÉ TIENE QUE HACER UNO PARA QUE HAGAN EL WIKI WIKI?!

Weeeenaaaas, capítulo largo y lleno de tensión jejeee😈

¿Qué les pareció Gael? ¿Es amigo de Kevin pero luce como un buen chico? ¿Será importante en la trama? Obviamente, ¿pero de qué forma?👀

Y las cosas están algo confusas, ¿cómo que solo te dejas llevar, Coraline? ¿Solo es eso? ¿Cómo así, chama?😳

Espero les haya gustado y esperen con las mismas ansias de Coraline por el cap en el que se dé el hermoso momento 7u7

¡Nos leemos pronto, los adoruuuu!

¡Muak!

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