Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

29. CORALINE

You can let it go

You can throw a party full of everyone you know

And not invite your family, 'cause they never showed you love

You don't have to be sorry for leaving and growing up

Matilda – Harry Styles

CORALINE

Empujo la puerta corrediza del baño y camino con rapidez. Por suerte no hay nadie.

Dejo mi bebida a un costado sobre la superficie del lavado para así posar mis manos en él, sirviendo de apoyo y así no terminar hecha una bolita en el suelo a un lado del baño, lo último que quiero es una escenita.

«Siento que lo arruino todo... »

Alzo la mirada al techo, parpadeando con rapidez para que las jodidas lágrimas no hagan acto de presencia. Aprieto los labios y, una vez me aseguro de lo anterior, echo la cabeza hacia adelante y estiro mi cuerpo hacia atrás como método de relajación. Claro que no funciona tanto con mis pensamientos gritando lo que intento reprimir.

El familiar cosquilleo en partes como mi espalda y manos se hace presente, indicándome lo que se avecina.

No quise huir como lo acabo de hacer, porque luce como eso, que estoy huyendo de Kurt, y es más o menos así al yo no poder controlar lo que mi mente me hace creer, lo que me grita con furia, y me hace sentir el doble de tonta y malagradecida porque de seguro ahora Kurt cuenta con la sensación de que hizo algo mal, y no es así, no es él, soy literalmente yo y mi cabeza que da mil giros a las cosas junto con mis miedos e inseguridades. Porque soy yo el problema, siempre lo soy.

Yo y mi mente que me lanza cada posible escenario que podría pasar, hasta llego a calcular cosas que no comprendo pero que me exijo saber cómo detener, como esto. Quiero saber el motivo y el por qué no puedo controlar esta presión que siempre está conmigo, gritándome ser mejor pero sin poder cumplirlo nunca.

«Y si no soy mejor, ¿por qué merezco toda esta celebración como si valiera la pena?»

Cada situación creada por mi cerebro va siendo un trozo que se acumula junto con otros hasta crear una avalancha entre mis pensamientos, golpeando todo aquel hermoso y lleno de risas con el que cuento, y unicamente dejándome ver los que me hieren, entre ellas, las palabras dichas por mi amigo hace unos minutos, soy consciente de que no lo dijo con una mala intención, y sé que no deberían llegarme tanto unas simples palabras, pero lo hacen.

«—Esto debió costar un dineral».

Solo palabras.

Solo simples cuchillas.

—¿Por qué eres así? —me reprendo por lo bajo, frustrada.

Balanceo mi cuerpo de adelante hacia atrás en busca de calma. Vuelvo a pasar saliva e inhalo y exhalo una y otra vez con lentitud.

Pero nada mejora.

Nada nunca lo hace.

Lo que se supone deben ser respiraciones tranquilas, son erráticas y fuertes por culpa de que trato de retener el llanto.

Hay una discusión entre ambas partes de mí, la dañina y la que quiere seguir día a día pero que aún así se encuentra muy dañada.

«Deberías estar feliz por todo esto, ¿no es lo que siempre quisiste? ¿Tener amigos y que te valoren?»

«¿Entonces por qué siento que no está bien? Que debería largarme».

«Solo te victimizas».

—No... —susurro, al borde del llanto.

Me sujeto la frente con una mano temblorosa, queriendo evitar lo peor, pero no puedo, y ahí está: la primera lágrima. Cae con parsimonia por mi mejilla, dejando un rastro a su paso y así, sin yo poder aguantar más, salen las siguientes por la misma línea recorrida por la anterior y van en aumento, y más, y más.

—Ya —me ordeno entre sollozos no tan fuertes porque los reprimo—. Basta... Deja de llorar.

Mi voz está cargada de rabia. Rabia hacia mí misma y el cómo no puedo solo disfrutar del momento, el cómo siento que la estoy cagando y no hago nada bien.

Paso mis palmas por mis mejillas para secar las lágrimas y luego mis dedos para más arriba con cuidado de no arruinar mi delineado que por suerte es resistente, y sonrío.

Primera sonrisa: no sale tan bien, pero limpio mejor el rastro del líquido salado con mis manos.

Segunda sonrisa: un poco mejor al tiempo que sorbo por mi nariz.

Tercera sonrisa: aprieto los labios con fuerza y está bien, aunque sería una mejor si los ojos no se me volvieran a empañar.

—Mierda —mascullo y bajo la vista, volviendo a sujetarme del lavado, esta vez con mayor fuerza al el temblor en mis manos ir en aumento.

Trago con dificultad y tomo lentas respiraciones, mi interior tiembla por completo con cada bocanada de aire.

Voy calmándome, porque puedo hacerlo, puedo seguir, puedo...

—¿Cora?

La respiración que tomo me toma desprevenida porque es más de sorpresa al oír la voz de Kurt al otro lado de la puerta, no esperé que me buscara.

Da unos pequeños golpes a la puerta.

—Cora, ¿estás ahí? ¿Está... todo bien? —inquiere y noto el tinte de preocupación en su voz.

«No. Solo quiero dejar de existir».

Meto mis dedos entre mis mechones, los de los costados a mi rostro, me sujeto con fuerza la cabeza y luego bajo las manos para deslizarlas con desesperación por mis mejillas hasta dejarlas caer laxas.

Cuesta hallar mi voz, pero lo hago después de aclararme la garganta.

—Sí. —Mi pronunciación es débil. Carraspeo—. Todo bien.

—¿No necesitas ayuda con algo?

—No puedes entrar —le hago saber lo obvio.

—Seeh... pero tienen pelucas por ahí. —Hay una diminuta risa de mi parte que solo yo puedo escuchar y que es acompañada por un leve hipido—. Cosa de Fish, pero podría funcionar.

La humedad sigue en mis ojos, así que parpadeo y paso el costado de una mano contra mi nariz al tiempo que sorbo.

Abro el grifo y me mojo las manos, el frío del agua me reconforta por lo que dejo mis manos bajo este por unos segundos hasta que la puerta se abre. Alzo la mirada, topándome con esos brillantes orbes celestes que ya conozco muy bien, esta vez con una mezcla entre preocupación, duda y timidez.

Kurt tan solo asoma un poco de su cabeza a través de la madera, su mano no suelta la manija y sus labios se estiran en una pequeña sonrisa.

—Casi no hay nadie por aquí. —Encoge un hombro—. No seré reprendido.

Niego con la cabeza al verlo ingresar y cerrar tras él.

Un enorme silencio es lo que nos rodea al él quedar allí, parado, quieto, con sus manos en sus bolsillos y observándome. Lo único diferente es el sonido que realiza el grifo al yo cerrarlo y luego el papel a un lado cuando lo corto para secarme las manos junto a nuestras respiraciones pausadas.

—No hacía falta que vengas —digo, rompiendo el incómodo momento.

Lo poco que puedo verlo de reojo no me permite saber cuál es su expresión.

—¿Qué clase de fiesta es sin ti?

Me atrevo a girar mi rostro y verlo completo. Su sonrisa está ahí, la calidez en su mirada está ahí, su amabilidad está ahí, y me rompo. Me rompo porque, habiendo una gran fiesta allá afuera, él decide estar aquí, viendo que todo esté bien conmigo, cuando lo único que tengo es lo que mamá define como una actitud inmadura, me ordenaría tragarme las lágrimas y volver a aparentar que estoy bien, pero esta vez no, me es imposible ignorar la presión en cada músculo que me exige dejar de fingir, permitirme sentir más que vacío, porque no estoy con ella, estoy con él, quien creo que no se asqueará ante mi desastre.

La sonrisa de Kurt se borra al ver que mi expresión pasa a una de pura angustia, dolor, desconsuelo.

—Hey, hey, ¿qué pasa?

Se acerca y, al llegar a mí, sus manos van directo a mi rostro, y quiero alejarme al sentir las lágrimas deslizarse por mis mejillas, porque por más que me permita caer en mil pedazos, esa parte orgullosa, que siempre quiere verse poderosa, sigue ahí, reclamando su lugar.

—Es demasiado...

Alzo el rostro para alejarme de sus manos, pero vuelve a tomarme con delicadeza.

—¿Qué cosa?

Su voz es calmada, dulce, y dejo de luchar, dejo que sus cálidas manos me sostengan.

—Esto... Y yo-

No logro retener un fuerte sollozo. Parpadeo varias veces, haciendo que las lágrimas caigan, por lo que subo una mano para tratar de limpiarlas, esta me tiembla y él la toma para apartarla, darle un suave apretón y luego subir la suya para él mismo hacerse cargo de mis lágrimas.

Kurt hace mucho más de lo que las palabras podrían. Me abraza, y es de los mejores abrazos que he recibido en mi vida. Su calor me envuelve junto con su olor, llenándome de esa sensación acogedora que, por alguna razón, solo él logra.

En este momento, solo él es capaz de hacer que no me pierda.

Siento cómo una de sus manos sube y baja con cuidado por mi espalda, la otra reposa en mi cabeza, resguardándome mejor entre sus brazos, y no es como si quisiera huir de ellos, hasta de seguro lo entiende de forma muy clara por la forma en la que me encojo y solo busco que no me suelte, abrazándolo con fuerza entre hipidos y sollozos. Sus dedos en mi cabeza, de vez en cuando, dejan pequeñas caricias en mis mechones, esto contribuye a que vaya calmándome un poco.

—No me iré a ningún jodido lugar, ¿escuchas? —susurra con firmeza—. Si tengo que colocar cemento en mis pies para no caer y permanecer así contigo, lo haré. —Deja un beso tierno en mi sien antes de volver a hablar—: Pero no me iré.

Sorbo por mi nariz, sus palabras contando con dos efectos en mí, por un lado siento calma y, por el otro, producen de nuevo las ganas de quedarme sin líquido en el cuerpo.

—Perdón —murmuro con voz rota, recargando mi frente contra su pecho y pasando mis manos por mi rostro—. Solo... perdón...

Mi maquillaje de seguro está hecho mierda, aunque no es como si me importara demasiado en este instante.

—Cuando estés lista me cuentas.

Pasa sus manos de arriba abajo por mis brazos y suspiro de forma temblorosa.

Él no presiona, por más que el silencio ya debe estar durando unos diez minutos, él permanece firme ante sus palabras y espera, escuchándome sollozar un poco más por las huellas que dejó el llanto, sin molestarse porque siga con mi frente contra su pecho, así que aprovecho esto último que me facilita no verlo a los ojos y comienzo a hablar luego de tomar aire.

—Nunca tuve tan buenos amigos que me tuvieran en cuenta. Digo, está Gigi pero hablo de algo más, de esto que es tan... lindo y... suena cursi y tonto, pero es así. —Muerdo mi labio inferior, siempre me cuesta y es raro abrirme a alguien—. Soy una boba por estar llorando, lo sé, pero de verdad siento que... que tengo a personas que... No sé, es una calidez de ser bienvenida a un lugar y saber que no se reirán al hablarles de cómo me sienta.

Deja un beso en mi cabeza por un largo tiempo, o así lo siento.

—Yo soy el cursi del grupo, no me robes mi puesto. —Suelto una pequeña risa. Él suspira—. Me duele verte creer que, cada vez que te desmoronas, está mal. Tú también puedes caer, no es un delito hacerlo.

Suelto mucho aire por la boca.

—Sé que tengo algo. —Trago con fuerza—. Pero no sé cómo mejorarlo, por más que lo intento, siempre vuelvo a lo mismo.

—Bueno... —Hace una pausa y alzo la cabeza para observarlo. Me sonríe y no sé si estoy en lo cierto, pero veo orgullo en su mirada, y la sonrisa es distinta, ¿por qué?—. No estás sola —susurra y parpadeo con rapidez—. Afuera hay un montón de gente, o tal vez no tanta, pero hay una cantidad considerable, y no sé a quiénes consideres tus amigos más cercanos pero, en lo que a nuestro grupo respecta, puedo asegurarte que nunca te faltaremos, y en serio espero lo creas, que veas que digo la más grande verdad y que nos tienes ante cualquier emergencia, como esta. —Se encoge de hombros—. Que aunque pienses que es una tontería, no lo es, lo que provoca dolor no es un juego ni una cosa sin interés. Y... —Aprieta los labios como si ya no pudiera contenerse—. ¡Agh! ¡Si supieras todo lo que planeé una y otra vez hasta dar con algo que creí que te gustaría para esta noche! Y no lo digo como un reclamo, no creas eso, lo digo porque el hecho de que me haya desvelado pensando en miles de cosas con respecto a ti es solo la demostración más pequeña de lo mucho que me importas y de lo mucho que esperé para que veas esto aunque fuesen en realidad pocos días, ¿lo entiendes? —Se relame los labios y suspira, aflojando sus hombros y volviendo a sonreírme junto con esa mirada, como si adorara cada ángulo de mi rostro—. Eres importante. Créelo. Eres... demasiado importante.

¿Qué putas digo luego de todo eso? No tengo idea, quedo sin nada para decir, y más por el nudo en la garganta.

Dios, es que todo eso fue, simplemente, lo más honesto y amable que alguien me ha dicho en mi vida, Kurt... él...

—Qué idiota.

Frunce el ceño con desconcierto.

—¿Eh?

—Vas a hacerme llorar de nuevo.

Deja salir una risa llena de alivio, y lo entiendo, soy rara con las palabras.

Limpio las nuevas lágrimas con mis manos. Lo veo estirarse hacia el lavado y luego me pasa un pedazo de papel doblado, se lo agradezco.

—No sé por qué no pensé en esto antes —digo, riendo un poco de forma rara por los mocos y limpiándome como puedo.

—¿Ves? Soy esencial en tu vida. —Se inclina de nuevo y toma más papel—. ¿Te ayudo?

Fácilmente podría ir hacia el lavado y verme en el espejo, pero no puedo dejar de lado su interés en querer ayudarme. Asiento.

Alza mi rostro con un dedo en mi mentón. Quedo hipnotizada por la manera en la que se concentra cada vez que pasa el papel por mi piel, despacio, atento, cuidadoso.

La delicadeza con la que realiza tal acto, es capaz de darme un empujón y hacer que hable. Destapa la botella llena de mis amargas palabras, liberándolas.

—Nunca le importé a alguien como para que haga algo así, y no me refiero a lo material, sino a la intención, a todo el tiempo gastado en esto, y no siento que lo merezco pero, a la vez, estoy tan... pero tan agradecida. —Hago una mueca—. Y de igual forma no sé cómo no sentirme una completa carga y-

—No eres una carga —murmura, tomando mi mejilla con su mano al dejar de limpiarme—. Eres importante para nosotros, claro que te haríamos algo como esto. —Sus ojos están llenos de determinación—. ¿Hace falta que te lo repita todos los días? Porque estoy dispuesto.

Le creo.

Guardo silencio y él aguarda por mis palabras, es solo que me cuesta soltar lo que quiero. El temor de que me señalen con un dedo y suelten algo como ''pero qué tonterías dices'', aplastando así mis sentimientos y haciéndome ver que mis pensamientos no tienen peso, me detiene. Aunque sé que no lo dirá, que él no es así, aún cuento con el miedo.

Tomo aire y lo suelto con lentitud.

—No estoy acostumbrada.

Y ahí está de nuevo esa sonrisa.

—Pues vete acostumbrando.

Curvo los labios y agacho la cabeza, posando la mirada en mis zapatos. Me armo de valor y decido decir lo que siento, ya que es como si se tratara de una bola llena de clavos justo en mi pecho.

—Solo... No lo sé... —Encojo los hombros—. Sigo teniendo esa sensación de que no es para tanto. Por eso no me gusta hacer algo. Veo mejor fingir que la fecha no existe, porque se me hace más llevadero el hecho de que... no cuenta con un significado, que en toda mi vida no tuve la emoción de festejar que sigo viva otro año más. —Bufo, sintiendo el picor en mi nariz—. Y suena a que busca atención pero, ¿acaso no es bueno un poco de ello? ¿Desde cuándo la atención es mala? —Trago al tiempo que juego con un pedazo de tela de mi pantalón—. Me lo pregunto cada día, pero sigo ordenándome no actuar de tal forma, porque luce como si buscara las miradas de todos y no es así. Pero hay esto en mí que solo... Que solo quiere... Aunque sea... —La vista se me nubla—. Migajas de amor.

Comienzo a derramar las lágrimas, no tengo idea de cómo detener todo este drenaje de sentimientos encontrados, tanto que comienzo a mezclarlo todo, cada sentimiento a lo largo de mi vida, todos reunidos esta noche.

De nuevo, Kurt no actúa como sé que muchos lo harían, no me trata como una loca o exagerada, todo lo contrario, me sonríe con los labios pegados que interpreto como un ''sigo aquí''.

Aprieto los labios y, sin pensarlo mucho, vuelvo a abrazarlo, más que nada porque sé que necesito algo de qué sostenerme, pero no solo eso, quiero que él lo haga.

—Gracias por... permanecer —susurro con debilidad, acomodando mi rostro contra su pecho.

Él afianza nuestro abrazo, escondiendo su rostro entre mis mechones.

—Mereces más que las migajas. Mereces todo aquello que por culpa de insensibles crees que no son para ti, porque sí lo son. —Puedo sentir sus fuertes latidos contra mi oreja y continúa—: Eres la mejor canción que se ha compuesto, mereces a los mejores oyentes, aquellos que harán que vuelvas a sonar y que no se cansarán, sino que solo conseguirán amarte con mayor locura.

No creo que se haga una idea de lo que sus palabras causan, del cómo me hace sentir especial, del abrazo que da a cada una de mis heridas.

Todo es silencio, solo contamos con momentos en los que se me escapa uno que otro hipido o sollozo junto a lágrimas que resbalan por mi piel como si mis ojos las soltaran de forma automática, sin yo poder retenerlas. Tal vez es así, tal vez cada día será peor, cada día iré cayendo más y más, porque siempre conté con, por lo menos, algo pequeño, un motivo del cual sostenerme, y ahora luzco tan desesperada en busca de cualquier otra cosa, es por ello que, cuando mis manos suben por la espalda de Kurt y quedan sobre sus hombros, clavo mis dedos en estos, temerosa de perderlo por más tonto que suene.

Quisiera seguir así, en la calma, centrada en un punto fijo lleno de paz, protegida, pero no lo hago, y la única razón es porque alguien entra al baño. No suelto a Kurt, aún, paralizada por no saber qué hacer, había olvidado dónde nos encontramos.

No tengo idea de qué expresión comparte él con ''el intruso'' porque no alejo mi rostro de su pecho pero, una vez la persona ingresa a uno de los cubículos, me aparto con lentitud.

Paso mis palmas por mis mejillas que siento calientes y luego por mis ojos, aunque creo que eso no fue una buena idea, lo que compruebo al girar el rostro y admirar mi reflejo en el espejo.

—Rayos —mascullo y me acerco más para así distinguir mejor lo mal que ha quedado mi genial maquillaje.

Kurt me sigue. Al llegar al lavado, posa sus manos sobre este para así inclinarse, ladear el rostro y mirarme.

—Hmm. —Entrecierra los ojos.

Frunzo el ceño, sorbiendo por la nariz.

—¿Espanto niños?

—No sé de qué te quejas, yo te sigo viendo bien.

—¿Bien qué?

—Bien hermosa.

No es la respuesta que esperaba, creí que diría algo sarcástico, pero ha sido mejor. Sonrío.

—Pero no todos son como tú que me-

Detengo mis palabras, justo a tiempo para no decir una estupidez, una gran estupidez.

Borro mi sonrisa. Kurt enarca una ceja.

—¿Te qué?

Trago y alzo de nuevo mis manos para con mis dedos fingir que busco algo en mi rostro.

—Nada.

Sé que se me queda viendo por unos segundos.

—¿Quieres retocarte el maquillaje? ¿Llamo a Gigi?

—Sí, por favor. —Paso el dorso de mi mano por la nariz, dando media vuelta para quedar así uno frente al otro—. ¿Tan mal me veo?

—¿Eh? ¡No! —Abre mucho los ojos con arrepentimiento y asombro—. Lo digo porque quedó mal, eso es obvio, pero no por eso tú te ves mal, ¿se entiende? Digo... Me pongo en tu lugar y de seguro no te gusta verte así, no estás cómoda y... ya sabes, es... como que tú-

—Entiendo, Kurt.

A pesar de lo bajo que sale mi voz, él detiene su vómito verbal. Con lentitud, sus mejillas se van tornando de un carmesí intenso.

—Amm... —Pasa saliva antes de rascarse la nuca y aclararse la garganta—. Espérame aquí, ¿sí?

Vuelve a tragar y contengo la risa cuando retrocede con torpeza, tanto que choca contra la chica que acaba de salir del cubículo y se dirigía hacia el lavado, le pide disculpas, me sonríe y sale del baño.

Observo la bebida que dejé a medias, sin dudarlo lo tomo y me lo acabo de un trago, cosa que hace que la chica a mi lado me observe con gracia antes de inquirir si todo va bien, no doy muchas vueltas para decir que sí y que es una tontería.

No la conozco, lo que es raro al ser una fiesta para mí. Su piel pálida cuenta con rubor, sus ojos son de un color miel llamativo y su cabello rubio junto con un rosa en tonos claros, siendo este último el color predominante sobre el otro, le dan un toque muy, como diría Gigi, aesthetic, le queda muy bien.

—Igual... Si necesitas cualquier cosa, estoy por ahí —dice, sonriéndome y le devuelvo el gesto.

Ella posa una mano en mi antebrazo en gesto de apoyo para luego girarse hacia la puerta.

—En realidad. —Detiene su caminata al escucharme. Me observa con curiosidad—. ¿Cuentas con un delineador?

Sé que es muy poco probable que Gigi cuente con uno en el pequeño bolso de maquillaje que trae con ella, no suele usarlo mucho.

—Es tu día de suerte porque no quería traerlo pero, tuve como un... presentimiento de que debía hacerlo. —Ríe, negando con la cabeza y rebuscándose en su diminuto bolso que cuelga de uno de sus hombros—. Suena loco.

—Pero conveniente para mí. —Tomo el delineador al ella extendérmelo y me encojo de hombros—. Ya ves, nunca sabes cuándo encontrarás a alguien como yo en apuros.

—Conspiraciones del universo.

—Totalmente —digo y reímos.

Noto lo mucho que me he relajado con esta desconocida, lo que es impresionante, puede que de verdad hayan ciertas veces donde el universo haga una de sus conspiraciones y te encuentres a personas así, dando un poco de ''sus buenas vibras'', como también diría Gigi.

Abro la boca para preguntarle su nombre cuando la puerta es abierta y un Kurt agitado ingresa con mi prima detrás. Lo paso por el costado mientras él se recarga contra el lavado para tomar aire.

—¡Maquillaje de emergencia al rescate! —vocifera, llegando a paso rápido junto a mí, pero hasta yo me sobresalto cuando ella lo hace al ver a la chica a mi lado.

—¡Holis! —saluda la pelirosa.

Gigi luce confundida, alternando la mirada entre ambas.

—¡Kait! ¿Qué haces tú...? —Observa a Kurt que se encoge de hombros—. ¿Cuándo...?

—De acuerdo, la pelirosa se llama Kait.

—¿Pelirosa? —inquiere la nombrada, divertida.

—No lo sé, fue lo primero que se me vino a la mente, pero te ves increíble, en serio.

—¡Ay, gracias! —Sonríe y Gigi parpadea varias veces.

—¿Sabes su nombre?

—¿Eh? Acabas de decirlo.

—Ah... ¡Sí! ¡Cierto! Mierda. —Ríe y entrecierro los ojos. Gigi es rara a veces, pero ahora lo es más.

—¿Qué te pasa?

—¿Qué? Nada.

Intenta darme un intento de sonrisa.

—¿No sabe? —Frunzo el ceño ante lo dicho por la chica.

—Kait —dice mi prima entre dientes, observando con advertencia a la susodicha quien gira los ojos.

—¿Qué no sé? —inquiero y la castaña dirige su atención a mí.

—Nada.

—Gigi —insisto.

—Coraline —me dice, sin dejarse vencer.

—O sea que de verdad no sa-

—Kait —la interrumpe de nuevo.

—Gigi.

—¿Qué carajos no sé? —me desespero.

—¡Coraline!

—¡Gigi!

—¡Kurt!

Las tres giramos los rostros para observar al rubio recostado contra la pared para presenciar nuestra pequeña discusión. Alza una mano como si así dejara mejor establecido su presencia.

—Quería... ser parte del drama.

Nos da una sonrisa de labios pegados y baja la mano.

—De acuerdo, creo que esto es muy tonto —digo y Kait asiente con diversión, Gigi suspira aliviada.

—Total luego pueden ponerse al día, ¿no? —Los ojos de la chica están puestos en Gigi, por lo que interpreto que es una indirecta que solo ellas comprenden.

Me lleno de intriga porque quiero saber, pero tampoco presionaré hasta el cansancio, sé que, como acaba de decir Kait, Gigi me pondrá al día como siempre lo hace, somos así de unidas.

La castaña toma aire, sujeta de un brazo a su amiga, creo que son eso, y la guía hacia la salida. Kait se gira para observarme y señalar hacia mí con un dedo.

—¡Ya luego me lo devuelves!

Entiendo que se refiere al delineador y lo alzo un poco junto con una sonrisa que me devuelve para luego verla salir junto con mi prima que no luce tan contenta, dice algunas cosas hacia Kait y ella solo ríe como si le divirtiera la molestia de Gigi.

Mi mente trabaja con velocidad y ya cuento con una idea de qué puede estar pasando.

Mis ojos conectan con los de Kurt, él se acerca a mí al tiempo que yo me giro para verme en el espejo. Paso mi dedo medio por debajo de uno de mis ojos para retirar algo de la mascara de pestañas esparcida.

—Qué desastre —me lamento.

Hay un peso sobre el lado derecho de mi cabeza y pocos segundos después, al alzar la vista, descubro que se trata de Kurt presionando parte de su rostro contra mí, específicamente desde su nariz hasta su mentón de forma graciosa. Río.

—¿Qué se supone que haces?

—Olfateo a tus piojos. —Acto seguido, realiza una inhalación exagerada que provoca que sus fosas nasales se agranden.

—¡¿Qué?! —Río con fuerza, dándole un empujón.

La diversión dura solo unos segundos. Él adopta un semblante serio y cariñoso a la vez. Sus ojos recorren mi rostro.

—Decidas lo que decidas, seguirás siendo la misma chica hermosa y gruñona que me deleita con cada ocurrencia y palabrota.

No puedo evitar la pequeña sonrisa que se forma en mi rostro.

Sabe lo importante que el maquillaje es para mí.

Sabe lo mucho que adoro arreglarme de este modo, con mi toque.

Sabe que no debe perder ninguna oportunidad, y no lo hace, aprovecha cada una para hacerme sentir así... tan...

Es que luce como una tontería, pero un pequeño detalle como este hace una gran diferencia.

Paso saliva antes de hablar.

—Poético.

Mi forma de agradecer, cosa que también sabe. Se inclina y planta un dulce beso en mi mejilla.

—Todos los poemas para ti. —Se aleja y finge pensarlo—. Hay una gran variedad. Están los fríos, tibios, calientes, de todo. Solo ordena.

Reprimo una risa y da pasos hacia atrás para salir del baño, sin perder su sonrisa, en el momento justo en el que Gigi vuelve a ingresar.

—Ahora sí de verdad estoy aquí.

Coloca el pequeño bolso de maquillaje sobre el lavado para abrirlo y pasarme lo necesario que ya conoce porque no es la primera vez que esto me pasa, así como también ella ha contado con momentos así y he sido yo la que ha llegado al rescate.

Tengo un debate conmigo misma del que luego hago a Gigi ser partícipe. La cosa es que no sé qué hacerme en el rostro por varios factores, y uno de ellos lo dice ella misma:

—Hmm, no lo sé, tus ojos quedaron un poco hinchados, no te recomiendo que los lastimes con más cosas de estas. —Hace una mueca y me pasa otra toallita desmaquillante.

—Porque sabes que si cualquier cosa me sale mal, voy a rasparme la piel con lo que sea hasta que me quede como quiero.

Asiente con una sonrisa divertida/apenada.

Son con esas palabras que tomo la decisión de no usar el delineador —me siento un poco mal por no hacerlo al final—, ni siquiera coloco máscara de pestañas, aunque de por sí cuento con espesas pestañas. De todas maneras, sé que no podré lograr un buen resultado con ellas al mis manos seguir temblando, es por ello que respiro hondo, cierro los ojos y trago, abriendo y cerrando las manos.

Algo me dice que apenas fue la primera lloradita de la noche, es un presentimiento que me atormenta y, siendo que casi siempre esos presentimientos terminan teniendo razón, obedezco, terminando con las toallitas. Me limito a retocarme los labios, el labial morado quedó mal al yo no parar de rasparlo con mis dientes, así que utilizo brillo labial, que resalta mis labios de por sí rojizos, y aplico algo de rubor en mis pálidas mejillas.

Le entrego el delineador a Gigi.

—¿Se lo devuelves a Kait? Aunque no tiene por qué saber que no lo usé al final.

—Tranquila. —Chasquea la lengua—. Es buena guardando secretos.

Me pregunto hasta qué niveles podrían ser esos secretos.

—Claro. —Sonrío y enarca una ceja—. ¿Qué?

Curva sus labios en una mueca, luce como si se debatiera entre decir o no aquello que ronda por su cabeza.

—Se lo daré —murmura y arrugo el entrecejo por la forma tan distraída con la que lo dice, pareciera que ella misma intenta contener sus ganas de soltarlo todo.

Le pido un momento a solas para relajarme un poco más, lo que ella acepta dejando en claro que está a un solo grito, o pasos, dependerá de la situación. Una vez sola, vuelvo la vista al espejo, sujetándome de los bordes del lavado y observando cada detalle de mi rostro ya mucho mejor.

«Hasta parece que no estás hecha mierda».

Dejo salir una lenta exhalación a través de mi labios entreabiertos, me coloco recta y me paso los dedos por mi cabello, que no es que necesite mucho arreglo gracias a que es tan lacio. Y, como último acto, me trueno los dedos de ambas manos para luego apretujar una entre la otra.

—Ok... —susurro y asiento con lentitud—. Todo está bien. —No aparto mi mirada de la que me regresa mi reflejo—. Ya todo está bien.

Algún día me creeré por completo esas palabras.

----------

Holiiiiis

Espero sigan bien je

Capítulo dedicado a juani008, gracias por leerme y ser tan fiel lectoooraa, te mando un gran abrazooo. Además me dejaste muy en claro que la canción del cap va con Coraline, triste pero hermoso:,)

Pasen al otro caaap, hay doble actualización uwu

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro