Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

24. CORALINE

I can't change my mold, no, no, no, no, no

(Have you ever been down?)

I can't change it you know, I can't change it

CORALINE

Está intentándolo.

De verdad luce como si quisiera llegar al fondo de todo.

¿Y qué hago?

Volverme una fría de mierda.

Pero no es como si pudiera evitarlo, crecí con la idea de que, dejar ver todas tus facetas, te vuelven un blanco fácil, para todo, pero mucho más, para herirte.

Y sí, en parte es el miedo susurrándome que no vale la pena, que no cambiaría nada. Que, sin importar qué haga, todo seguirá igual.

Como una condena.

Desvío mi atención del agua cristalina, calmada, que pasa debajo del muelle, para mirar por encima de mi hombro a Kurt. Él se encuentra al lado del auto, cuenta con los hombros tensos mientras aprieta la quijada. Frunzo el ceño porque es raro verlo así, tan serio y a punto de tirarse de los cabellos.

La llamada no dura mucho porque al parecer él corta y, luego de dejar salir un gran suspiro, camina hacia mí.

Lo veo hacer una mueca antes de volver mi mirada al lago y solo ver por el rabillo del ojo cómo imita mi posición que consiste en sentarme con los brazos rodeando las rodillas, solo que él recarga los brazos sobre estos últimos.

—Se nota que no fue una charla agradable.

Realiza un sonido que me hace saber que ha apretado los labios.

—He tenido mejores.

Una presión se hace presente en mi pecho, esa que viene antes de que la cague con alguna frase que solo a mí se me ocurre, así que solo suelto aire por la nariz y comienzo a morderme la piel de los labios.

—Creo que no nos conocemos, ¿sabes?

Frunzo el ceño.

—Algo, pero te refieres a... —Lo observo—. Más a profundidad, ¿no?

—Sep —asiente para luego sonreír—. Pues tengo una idea.

—Ilumíname.

—Un juego —propone—. Responderemos preguntas y, si creemos que son mentiras, el otro deberá imitar el sonido de un animal.

—¿Qué?

Suelto una corta risa por la idea.

—Nah, solo... —Su sonrisa se vuelve una dulce—. Lo dije para que rías.

Hago una mueca para volver a mi seriedad anterior al notar que sus ojos bajan hasta mis labios.

—¿Entonces no jugamos?

Alza la mirada hasta la mía.

—Solo preguntas, sin ninguna otra cosa. —Encoge los hombros—. Para conocer las pequeñas cosas que casi nadie sabe de nosotros, pero... que son esenciales.

—Bien —acepto.

Sonrío con debilidad al ver que se acerca un poco más, con sus manos sobre el suelo para así impulsarse, hasta que la tela de su abrigo roza por la de mi chaqueta.

—¿Y bien? —Enarco una ceja—. ¿Qué? Las damas primero.

—Tú propusiste esto, tú inicias.

Alzo ambas cejas con victoria cuando bufa y se dispone a ser el primero. Lo hago porque de seguro mi primera pregunta sea muy básica y eso él tomaría como ventaja y pronto preguntaría cosas mucho más profundas, o esa es mi teoría.

—Veamos... —Con sus ojos recorre las esquinas del muelle, el agua y los faroles, hasta que por fin da con una pregunta—. ¿Banda favorita?

Me observa de reojo junto a una sonrisa ladeada.

—Oh, pero claro que The Bermuda Triangle.

Su semblante se transforma en uno de total sorpresa, abre mucho los ojos junto a su boca, como diciendo: ¡Es mi banda, es mi banda!

Río y él forma un puño con una mano para luego atraerlo hacia él en un gesto de victoria.

—¡Bien, carajo! —Con rapidez pasa a un semblante suspicaz, entrecerrando los ojos—. No, dime la verdad.

The Neighbourhood —digo con aire orgulloso—. ¿Y la tuya?

Cigarettes After Sex.

Me sorprendo por su rápida respuesta.

—Ni siquiera lo pensaste.

—Porque no es una etapa, es un estilo de vida. Lo sé desde los catorce.

—Chico de cultura. —Se encoge de hombros, sus labios haciendo una mueca de superioridad—. La verdad es que esperaba como algo más... ruidoso, por así decirlo.

—Lo mismo me dijo Sax al saberlo.

—¿Y alguna vez tocarás una canción de ellos?

—Es mi turno.

Arrugo las cejas con desconcierto.

—¿Qué?

—Que no puedes preguntar, es más, ahora tienes dos oportunidades menos, y me las sumo a mí.

Parpadeo varias veces porque no me esperaba eso.

—¿Desde cuándo es así?

—¡Tres menos!

Abro la boca con asombro por lo astuto de su plan.

—¿O sea que...? —Cierro la boca con rapidez al darme cuenta de mi casi error. Alzo la barbilla—. De acuerdo.

—Genial.

—Fantástico.

—Estupendo.

Nos retamos con la mirada, él acompañado de su típica sonrisa ladeada de ''me divierte hasta el emoji de caca'' y yo con la de labios ligeramente apretados, pensando en cuán mal voy a salir de aquí si abro de más la bocota.

Y me asusto, tengo miedo de soltar lo que más temo al entrar en una extrema confianza con él. Más aún cuando su rostro se vuelve serio, sé lo que se viene.

—¿Comida favorita?

—Arroz con pollo, que cuenten con una salsita bien suculenta.

—Hmm, el fideo le iría mejor, y luego le pondrías queso rayado. —Emite un sonido para demostrar lo delicioso que quedaría aquel plato—. Un manjar.

—O solo quieres darle puntos al fideo y ya.

Gira los ojos con esa sonrisa aún en su rostro.

—Lo que tú digas. —Se humedece los labios—. ¿Color favorito?

—Azul —respondo sin dudar.

—Buen gusto.

Inclina levemente la cabeza hacia un lado. Sus ojos recorren mi rostro hasta que logra hacerme sentir algo extraño en el cuerpo, como una corriente junto a un cosquilleo.

Sé que es la tercera pregunta, la última, y me preparo.

—¿Qué fue eso en tu casa?

—Y terminaron las buenas preguntas.

Lo escucho suspirar mientras vuelvo mi atención a la distancia, a todo aquello que puedo ver en las esquinas del muelle y demás, cualquier cosa que me distraiga y me permita tener tiempo para saber esquivarlo.

Sé que soy buena fingiendo, bastante, pero hay algo en la forma en la que lo pregunta, en su tono de voz, tan afable y delicada, que me hace sentir débil, en el sentido de que no me siento con aquella capacidad de ocultarme, mis defensas bajan y el nudo en la garganta se hace presente.

Observo mi mano izquierda, mis dedos se afianzan con fuerza a la tela de mis jeans.

—No es mi casa.

«Hace años que dejó de sentirse como una».

—Mi error. —Guarda silencio, yo trago saliva—. La casa de tus padres —corrige.

Recargo mi barbilla sobre mis rodillas, apretando aún más la tela entre mis dedos.

—No importa.

—No digas eso-

—Porque sí importa. Sí, ya escuché eso, Kurt. —Trago de nuevo—. Pero contártelo no haría un cambio, ¿cierto?

—¿Es por eso? —Frunzo el ceño—. ¿Por eso te guardas todo? ¿Porque crees que no hará nada? —Abro la boca para hablar, pero se apresura en continuar—. ¿Y qué hay de cómo te debes sentir tú? ¿No crees que deberías descargarlo? ¿Hablarlo y ser comprendida?

Encojo un hombro, sin reparar mucho en sus palabras.

—Puedo con ello.

—Puedes. —De reojo lo veo asentir lentamente con la cabeza—. A la vez que te vas desgastando.

Giro mi rostro, su semblante decae de inmediato al ver lo cristalizados que se encuentran mis ojos, enrojecidos también, de seguro.

—Sé llevar todo eso y más. —Hago una mueca antes de alzar una mano y apuntarlo con un dedo—. No tienes una idea.

Pasa saliva. Se ha puesto recto, sus brazos aún sobre sus rodillas, pero ya no con ese aire divertido.

Sus ojos van hacia mi dedo, los deja ahí un momento hasta volver a alzarlos.

—No, no la tengo.

—¿Entonces? Bien podrías largarte, pero sigues aquí. —Dejo salir una risa amarga—. Y no sé por qué carajos lo haces.

Se aclara la garganta como si quisiera hacer pasar algún nudo en él, pero deshecho esa idea. Me cuesta creer que alguien que no sea yo, Gigi o Sam, sienta una parte de mi dolor.

Suelta mucho aire por la nariz antes de volver su vista al frente, y creo que ha acabado.

—El hecho de que sepas llevarlo todo tan bien, no significa que no sea pesado.

Lo dice directo, sin tapujos, solo dejándolo caer para que lo analice.

Claro que es verdad, cada día me cuesta un poco más encontrar algún motivo por el cual tener que levantarme, seguir creando un futuro, si es que aún cuento con uno y que este sea bueno. Me estoy haciendo mierda, pero no es como si importara, ¿no? Crecí escuchando la oración "no me interesa", así que me es extraño cuando a alguien le importa de verdad lo que digo o hago.

Kurt me hace sentir así. Extraña. Y en una rara zona muy frágil, fácil de romper, pero cómoda, en la que no soy juzgada, y da terror.

Así que, con todo ese terror, suspiro y tomo una decisión.

—No tienes palomitas.

Deja salir aire por la nariz en medio de una corta risa, podría decirse que luce aliviado, y sé así que tengo su atención, también que luego voltea el rostro hacia mí, serio, dispuesto a escuchar.

Y como dije, es tan extraño, por lo que tengo un leve impulso de decir un ''gracias'', solo por tenerlo así, por saber que me escuchará.

Inhalo todo lo que puedo y exhalo con lentitud.

—Querían que los ayude en algo —inicio—, específicamente a mamá, pero les dije que no puedo y... no les gustó.

Esas últimas palabras quedan cortas con lo que provocó una simple negación. Kurt mismo pudo contemplar un poco de ello.

Fuimos con mamá a comprar algunas cosas, es una de las pocas situaciones en las que no importa el día, debo ayudarla a ir por más víveres para la casa. Al volver, fui directa a darme una ducha, sabía que tardaríamos, así que traje conmigo ropa para la salida con Kurt, o bueno, la reunión y, al Gigi estar también invitada, fue la única que mencioné cuando papá indagó, a nadie más ya que no quería problemas. El tema de los chicos es delicado en esa vivienda.

La cosa está en que, aclaré que solo haría eso, las compras y ya, porque no quería atrasarme en nada, pero claro que no escucharon.

El semblante desencajado de papá al saber que me negaba a ayudar a mamá a acomodar las cosas, lo cual dije con sumo cuidado para evitar un caos, vuelve a mi mente. Se puso furioso, más que eso, escupiendo palabras llenas de reproches por algo más que mínimo, como si mis planes no contaran en lo absoluto, y es que es así para ambos. Siempre es así.

¿Por qué creí que realmente tomarían en cuenta mis decisiones? Aún les cuesta aceptar que ya no vivo con ellos, que soy capaz de valerme por mí misma en la mayor parte de mi vida.

Pero hubo cosas fuertes, que me golpearon como dije que ya no permitiría. Fui tonta creyendo que no dolerían porque, sin importar qué, él siempre encuentra las palabras para destrozarme.

«—Está claro que solo servirás para abrir las piernas. Espero el sujeto al menos tenga dinero».

Dijo eso al tiempo que tomaba una cerveza y se dirigía a la sala, porque él tampoco podría ayudar, claro que no.

Mamá solo permaneció como una espectadora, sin soltar nada.

Sigue doliendo.

¿Soy eso para ellos? ¿No importo ni un poco?

Y las cosas empeoraron cuando salí de la casa y él soltó lo siguiente:

«—Si vas a andar de puta, bien por ti. —Algo se retorció en mi interior—. Pero luego no me vengas con una prueba que dé positivo».

¡¿Qué carajos le pasa?!

Quería gritarle, golpearlo, mucho más en el rostro y que se diera cuenta del dolor que me dejan sus palabras. Que sea mi padre no le da derecho a hablarme de esa forma, ni él ni nadie puede hacerlo. Pero eso es todo lo contrario a lo que él cree.

Sentí una pizca de odio y repulsión, estas no se hicieron mayores gracias a esa idea que me persigue, esa que me grita que sigue siendo mi padre y que no puedo reprocharle nada. Idea que él se encargó de implantar en mí.

Por más que quisiera odiarlo, siempre me es imposible. Retengo ese horrible sentimiento, incapaz de permitirme aborrecerlo a ese nivel porque, después de toda la mierda, sigo esperando su aceptación.

Omito esas partes para Kurt para así llegar rápido al final del relato, incapaz de poder repetir todo eso con total claridad en mi mente, de repetir las palabras en voz alta.

No es la primera vez que insinúa algo como eso. Fue por ello que temí al ver que Kurt se acercaba a nosotros, de inmediato pensé en las palabras hirientes y en cómo, con el rubio acercándose, serían más creíbles para él porque, a pesar de todo, deseo con todas mis fuerzas que no crea eso de mí, contar con algo de amor por su parte, tan solo un poco de apoyo, sin ese dedo acusatorio en cada cosa que realice.

Y, aunque quisiera olvidarlo, pensar en que la otra mitad de la tarde ha ido bien gracias a los que ya puedo llamar mis amigos, no puedo.

Mi cerebro no se calla.

Me cansa.

Es tan cansador darle tantas vueltas a las cosas, herirte en el camino y, aún así, no saber cómo detenerte.

Kurt se me queda observando por un largo tiempo, o solo minutos, o segundos, no lo sé, pero soy consciente de ello aún sin verlo de reojo. Su mirada pesa.

—¿Solo por eso? —Bajo la vista al suelo antes de alzarla de nuevo—. Me parece que se ha pasado demasiado.

«Y eso que no es toda la historia...»

Suelto una risa sin humor.

—Sí. —Trago—. Solo por eso.

No dice nada, se remueve en su lugar, observa hacia el agua y regresa a mí.

—¿Y siempre... es así?

—Pasan días... —Guardo silencio, una sensación de vacío apoderándose de mi interior—. Años, y te acostumbras.

—Nadie debe acostumbrarse a ese tipo de trato.

Sonrío con debilidad.

—Puedo ver los letreros de ''peligro, no te acerques'', las que tú viste. —Encojo un hombro—. Pero sigue siendo mi familia. —Hago una mueca por la palabra final—. O el intento fallido de una —digo en un susurro.

Siento cómo da un suave empujón a mi hombro con el suyo.

—¿Yo... puedo hacer algo?

Despacio, dejo escapar aire por mis labios entreabiertos. La noche se ha vuelto fría, por lo que junto a mi aliento se vislumbra un poco de vapor.

Apoyo mi cabeza sobre su hombro, me acomodo en mi lugar y vuelvo a soltar aire, subiendo la mano que se encuentra hacia él para así jugar con el vapor, moviendo mis dedos con parsimonia.

—Ya hiciste suficiente por hoy.

Mueve su cabeza en un lento asentimiento.

—De acuerdo. —Su mano toma la mía en el aire, la baja y hace que nuestros dedos se entrelacen. Su cabeza vuelve a moverse, esta vez volteando hacia mí y, con cuidado, deja un beso en mi cabello, y vuelve a susurrar—: De acuerdo.

Cierro los ojos, siendo cubierta por una sensación de paz.

Me gusta estar así.

Mi mente queda en blanco, como si no contara con preocupaciones, como si todo lo que existiera fuera la mano de Kurt dando calidez a la mía y el sonido del agua bajo nosotros, nada más.

Luego, recuerdo la conversación con Abby, aquella en la que mi propia respuesta me dejó pensando. No doy muchas vueltas cuando decido preguntar.

—¿Crees que necesitamos a otros para sentirnos completos?

Se toma su tiempo para soltar la respuesta. Lo observo, sus cejas están algo fruncidas.

—No creo que para sentirnos completos, sino para sentirnos en compañía. Y lo que significa el estar con esa persona. Nos gusta estar solos, pero no... sentirnos solos. —Me observa con una sonrisa de labios apretados—. Es distinto.

—¿Lo dices por algo en específico?

—Pienso que es así, pero también... pienso en mamá.

Su tono melancólico me alerta.

—¿Ella...?

—Sí... —Asiente lentamente con la cabeza—. En unos meses serán cinco años.

Mierda.

La verdad es que ciertas veces me he imaginado una vida sin mi madre, en esos días en los que de verdad me es imposible sobrellevar toda la mierda que suelta y que deja pasar. Pero mentiría si dijera que no me dolería vivir sin ella.

—Lo siento.

Suspira.

—Sí... No fue el mejor año. —Emite una risa seca para luego negar con la cabeza junto a una sonrisa amarga—. Fue una mierda. —Se encoge de hombros—. Pero aquí estoy.

—¿Y cómo llevas eso ahora?

—Con una gran frase. —Adopta una postura recta, digna de alguien que expondrá ante los más sofisticados socios. Se aclara la garganta—. Si la vida te da limones, ¡los pateas lejos!

Siento la necesidad de hacer algo, así que no me detengo en pensarlo y alzo mi otra mano para tomarlo del rostro, atraerlo hacia mí y plantarle un beso en la mejilla. Al separarme noto el asombro en su rostro, sus ojos están más abiertos y su boca levemente entreabierta, como si no creyera lo que acaba de pasar.

Parpadea varias veces y me observa, formando una sonrisa que se me hace muy linda, por eso desvío los ojos de nuevo hacia el agua.

—¿Sabes? —Trago con fuerza—. No quiero ser como él. —Por el rabillo del ojo puedo ver que me presta atención. Vuelvo a tragar—. Pero cada día siento que... hay un gran parecido.

No sé cómo no me estoy ordenando cerrar la boca de una vez. Las palabras solo salen, por sí solas.

—No eres como él.

Hago un pequeño sonido de risa, como si de verdad lo viera divertido.

—Es lo que me repito cada noche.

Vuelve a girar el rostro para presionar sus labios contra mi cabello, de modo que sus palabras salen amortiguadas contra este cuando dice:

—No eres lo que recibes, eres lo que das. —Aprieta mi mano—. Y tú das mucho amor, Cora.

Hago una mueca.

—¿Cómo puedes creer eso?

—Porque te conozco.

—No puedes. —Niego con la cabeza—. Ni yo misma lo hago.

«Ya hablaste suficiente. Cállate».

Aplano los labios cuando se aparta y me observa unos segundos. Por la costumbre que me han dejado otras ocasiones en las que me he hecho menos, espero algún reproche, porque por algún motivo creen que uno se amará si le gritan en la cara que lo haga.

Pero, en lugar de eso, él ríe.

Frunzo el ceño.

—¿Qué?

Vuelve a reír, pero esta vez más fuerte.

—Me estoy cagando de frio.

Sus dientes castañean un poco y es cuando me doy cuenta de que la mano que toma la mía ya no cuenta con el calor de antes, ahora ambos estamos helados. Maldigo cuando siento que hasta mi trasero se ha puesto frio.

Nos observamos y reímos para luego comenzar a levantarnos, en eso también se escucha un trueno y emprendemos un trote hasta su auto.

Me inclino hacia la ventanilla para ver mejor el cielo, este cuenta con las nubes grises y, en un parpadeo, se escucha cómo las gotas golpean contra el auto.

Una sensación de tranquilidad me envuelve.

—Siempre me gustó el sonido de la lluvia al chocar contra algo —confieso.

—Da serenidad. —Asiento, aún con los ojos puestos en el exterior—. Aunque a mí me daba miedo, hasta que iba a la habitación de mamá y allí sentía el ambiente más... tranquilo.

Me recuesto y lo observo para dedicarle una sonrisa comprensiva, él me la devuelve algo desganado.

—¿Y si me llevas a mi departamento? —El aire divertido vuelve a él y enarca una ceja—. Porque el clima ya no es bueno, no para otra cosa.

Chasquea la lengua, encendiendo el motor.

—Claro, Coraline. Por supuesto.

Atajo una risa y busco mi teléfono para escribirle a Gigi.

Tú:

Kurt me llevará a casa, ¿eso está bien o quieres que vayamos por ti? 20:50

Gigi loca:

Tranqui, primis, justo aquí alguien se ha ofrecido a llevarme;D 20:50

Tú:

Alguien... ¿quién? 20:50

Gigi loca:

¿Eso importa? 7u7 20:51

Tú:

Gigi... 20:51

Gigi loca:

¡Ya sabes quién! 20:51

Tú:

Okaaaaay 20:51

Solo usen condón. 20:51

Gigi loca:

¡Cállate! 20:52

Escribe. Deja de hacerlo y vuelve a ello hasta que por fin envía un mensaje.

Espero tenga uno porque yo no. 20:52

Río y guardo el teléfono en el interior de mi chaqueta.

Kurt me observa de reojo con curiosidad.

—¿Todo bien?

—Síp.

—¿No pasaremos por Gigi?

Me gusta que la recuerde.

—Nop.

Me sonríe y veo de nuevo hacia la lluvia. Él se inclina hacia el reproductor y yo cierro los ojos al reconocer la canción, sintiendo una mezcla entre la sensación que me provoca la fina capa de lluvia junto a la melodía del inicio de Bitter Sweet Symphony de The Verve.

'Cause it's a bitter sweet symphony, this life

Trying to make ends meet, you're a slave to money then you die

De verdad se siente como una sinfonía, solo que, aparte de lo agridulce, hay comodidad al él hacerme compañía.

Lo observo, Kurt murmura la canción sin emitir sonido, el color verde de sus ojos cuenta con un brillo gracias a la luz de los faroles, su cabello desordenado se ve más oscuro. Se ve bien. Pfff, ¿para qué mentir? Es tremendamente guapo.

Well, I've never prayed, but tonight I'm on my knees, yeah

I need to hear some sounds that recognize the pain in me, yeah

Gira el rostro hacia mí y sonríe mientras sigue la letra.

I let the melody shine, let it cleanse my mind, I feel free now

But the airwaves are clean and there's nobody singing to me now

Es tan liberador poder ser tú mismo alrededor de los demás. Puedo sentir esta canción sin miedo a lo que él pueda pensar, porque tengo la seguridad de que no me juzgará, de que me dejará fluir.

Me siento liviana, como si flotara.

No quiero dejar de sentirme así.

—¡Oh, esta parte! —exclama y ambos realizamos movimientos con nuestras manos para simular el instrumento que se reproduce.

No change, I can change, I can change, I can change

But I'm here in my mold, I am here in my mold

And I'm a million different people from one day to the next

I can't change my mold, no, no, no, no, no

Le sonrío y es como si un aura de felicidad nos envolviera, esa que va de la mano de la euforia cuando se tiene la oportunidad de sentir todo aquello que busca transmitir una canción. Solo que esta es mucho mayor al compartirla y vivirla con alguien.

La siento única al vivirla con él.

I can't change my mold, no, no, no, no, no

You've gotta change my mold, no, no, no

***


El ascensor se detiene y caminamos por el corto pasillo. Kurt aún tatarea la melodía de la canción, hasta que abro mi puerta.

—¿No buscarás a Gato? —inquiere, señalando hacia la puerta de mi vecina, la mujer con quien suelo dejar al pequeño.

Niego con la cabeza.

—Lo estoy empezando a acostumbrar a quedarse solo, ya sabe dónde está su comida, tiene su arenero, el cual le regaló Gigi —destaco y ríe, ingresando al lugar—. Me costó que se acostumbre a hacer sus necesidades allí, pero lo logré.

Cierro la puerta y de inmediato me llega un mal olor. En palabras muy sutiles: un olor de caca.

—¿Lo lograste?

Voy hacia donde él se encuentra enarcando una ceja y lleva de nuevo sus ojos hacia el suelo, lo imito. Gato se encuentra dejando de su chocolate maloliente en una esquina.

—Eso creí.

Suelto un quejido, dejando mi chaqueta en el sofá para así dirigirme a la cocina. Dejo mis llaves en la mesada y tomo una bolsa para así encargarme del asunto. Eso, limpiar con un trapo y mucho desodorante de ambiente, Kurt coloca este último al querer ayudar.

Señalo a Gato con un dedo.

—Ese no fue el acuerdo, tienes tu arenero.

No se inmuta, claro, solo va hacia el sofá, olfatea mi chaqueta y luego se tira a su lado para seguir con su rutina de vida: dormir.

Bufo y me giro hacia Kurt, quien me mira con diversión, y yo observo a mi alrededor sin saber qué decirle, la última vez que llegó aquí no me encontraba en mi mejor momento.

—¿Quieres algo?

—Estoy bien.

Kurt recorre el lugar, pasa sus dedos por la superficie de una pequeña mesa en el centro de la diminuta sala con la que cuento y alza la mirada.

—Qué lindo. —Sonríe—. Admiro el orden, el mío está hecho un desastre.

—Casi no estoy aquí así que todo sigue igual siempre. —Me acerco hasta una ventana y cierro las cortinas de este, no me gusta tenerlas abiertas durante la noche—. ¿Cómo va todo con Izquierdo?

Enarca una ceja, pero niega con la cabeza al entenderlo.

—Derecho —me corrige—. ¿Cuándo dejarás de burlarte?

Desvío la mirada al ver que su semblante se vuelve uno serio.

—¡Oh, vamos! El apellido que le tocó no ayuda mucho con mi humor roto. —De reojo observo cómo hace una mueca con los labios, como si resistiera reírse—. ¿Acaso nunca hiciste bromas sobre eso?

Mete sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón, sopesando su respuesta.

—Hmm nah.

—¿De veritas de veritas?

Suelta una corta risa.

—Está bien. —Alza ambas manos en el aire—. Pero solo en mi mente, no como tú que no sabes callarte.

—Deberías callarme.

«Ups».

Aprieto mis labios al darme cuenta de lo dicho. Kurt sonríe de lado.

—Debería hacerlo.

—Quizá. —Da unos pasos hacia mí, con lentitud, su sonrisa pícara sin desvanecerse—. Claro que no soy yo la que dijo que el fideo es mejor que el arroz.

—¡Agh! —gruñe y río con fuerza—. ¿Qué tiene el arroz que les encanta tanto?

—Retráctate, Kurt.

Enarca una ceja.

—¿Y si no lo hago?

—Es delicioso, no puedes decir lo contrario.

Llega hasta mí, quedando a muy poca distancia, por lo que alzo el rostro para verlo directo a los ojos.

—¿Sabes qué sería delicioso?

Sonrío.

—¿Qué?

Un escalofrío me recorre entera al ser consciente de su aliento contra mis labios, de sus palmas subiendo hasta posarse en mis mejillas y de cómo ha bajado el rostro para así pasar su mirada de mis ojos a mis labios.

—Esto.

Por alguna razón, a diferencia de otras veces, esto se siente más... íntimo.

Especial.

Cierro los ojos, disfrutando de sus labios rozando los míos. Trago y voy a tomar el impulso para acercarme, cuando él lo hace y cubre mis labios con los suyos.

Así inicia, pausado, delicado, con una de mis manos apoyada en su pecho y la otra en su hombro, pero rápidamente aumentamos la intensidad.

Me besa como si fuese una urgencia, y yo le sigo el ritmo con las mismas ansias. Mueve sus labios y dejo salir un suspiro cuando se separa y con sus dientes tira con picardía de mi labio inferior antes de lamerlo con lentitud e invitarme a dejar entrar su lengua a mi boca. Deslizo mi mano en su hombro hasta su cabello y tomo este entre mis dedos, luego, con esa misma mano, lo atraigo más a mí. Pequeños sonidos escapan de ambos, Kurt me besa con fuerza y deseo, y lo estoy gozando tanto.

Mi espalda da con la pared y noto que coloca una mano contra esta mientras que la otra sigue en mi mejilla, dejando caricias con sus dedos en mi piel.

Creo que estoy por quedarme sin aire, pero no me detengo y lo beso mucho más, tomando un puñado de tela de su camiseta como si eso me diera más resistencia. Es él quien se separa y jadeo cuando sus besos húmedos se desplazan de mi boca a mi barbilla y de mi barbilla a mi cuello. Echo la cabeza hacia atrás, estirando sus mechones. Él muerde y chupa, haciéndome suspirar de placer.

No quiero que pare.

Por más que dije que no iríamos tan lejos, no quiero que se detenga.

Gimo y alzo una pierna para así mover mis caderas contra su entrepierna y así poder sentir el indicio de su dureza a través del pantalón, de inmediato él baja la mano en la pared y toma mi pierna por el muslo, sin dejar de volverme loca con su ataque en mi cuello.

Un cosquilleo se desliza por mis hombros hasta llegar a mi espalda baja cuando lo escucho gemir, su mano apretándose sobre mi muslo y quisiera ya no tener nada de tela que me impida sentir su palma ahí, sobre mi piel.

—Kurt...

Deslizo mi mano desde su pecho para llegar a su brazo y clavarle mis uñas, jadeando en busca de más.

Pero...

Se detiene.

Abro los ojos y él recarga la frente en la pared a un lado de mi rostro, lo que hace que sienta su respiración pesada contra el cuello. También intento volver a la normalidad, tragando y pensando en qué pasó.

Suspirando, incorpora su rostro hasta que logro verlo. Sus ojos están cerrados y sus labios entreabiertos para dejar salir cada respiro y, aún haciéndolo, apoya su frente contra la mía.

—Lo siento... Yo... —Pasa saliva—. Perdón.

Frunzo el ceño y estoy más confundida cuando baja mi pierna y alza su mano para guiarla a mi rostro y dejar una sutil caricia en mi pómulo.

—¿Por qué? —inquiero en un susurro agitado.

Niega con la cabeza.

—No pienses que te rechazo o algo así. Podríamos hacer más, y quiero eso, pero... —Otro suspiro. Se separa, abre los ojos y toma un mechón de mi cabello para colocarlo detrás de mi oreja—. Tengo que resolver una cosa.

—¿Una cosa?

Asiente con lentitud.

—Nada grave —asegura y sonríe antes de dejar un beso en la punta de mi nariz—. Duerme bien, Cora.

También sonríe, algo embobada por el último beso.

Jamás me habían besado ahí, y es gracioso, pero tierno.

—Tú igual. —Enarca una ceja a la espera. Giro los ojos—. Kurtqui.

—Oh, no. —Suelta una risa grave, sacudiendo la cabeza—. Es terrible.

—Es lo más.

—Esperaba un: tú igual, chico buenardo que moja mis bragas.

Alzo la barbilla, retándolo.

—Tú no mojas nada.

Mentira.

—¿Ah, no? —Aprieto los labios para no sonreír. Él chasquea la lengua—. Lo comprobaré la próxima.

Frunzo los labios y él esboza una sonrisa traviesa.

—Tan confiado de que habrá una próxima.

Entrecierra los ojos.

—¿No habrá?

—Solo no cantes victoria aún.

Ríe.

—Claro, Coraline. Por supuesto.

Da un paso hacia atrás, dejándome sin su calor y tacto, pero claro que no protesto, solo suelto aire mientras voy hacia la puerta y la abro.

Le dedico una última mirada junto a una sonrisa que corresponde antes de verlo salir y cerrar tras eso.

—Pfff —resoplo y recargo mi cabeza por la madera, luego la subo y echo hacia atrás, buscando liberar la tensión.

En estos días me he dado cuenta de algo.

Temo al compromiso.

Pero no solo amorosa. Temo a cualquier relación que incluya dar todo de ti. A entregarle tu confianza a alguien y que este tenga el poder de destruirlo con cualquier palabra, gesto o acción.

Como ya me lo han hecho.

Porque se dice que el primer hombre a quien amas es tu padre, pero muchos omiten que también puede ser el primero en romperte el corazón.

Y ya no quiero tenerlo roto.

Temo por todo esto que estoy iniciando con aquel rubio que acaba de marcharse, dejándome con miles de dudas.

Me froto los párpados y voy hacia mi habitación, con Gato detrás de mí, además de un cuestionamiento que resalta más que las demás:

« ¿Qué me estás haciendo, Kurt Evertson?»

----------

Wenas wenas, siempre actualizando un año después, pero weno JAHJADJADGAJA

Lamento la tardanza, es que, como verán, se tocan temas sensibles para Cora, y siempre busco tratarlos bien para que así también los sentimientos lleguen a ustedes, y entre todo eso tuve un bloqueo escritor y todo un desmadre, pero espero les haya gustado el caap:,D

La Coraline diciendo que Kurt no provoca nada en ella... SÍ CLAAAAROOOOO –guiño guiño-

MUCHAS, MUCHAS, MUCHAS GRACIAS POR LOS 100K DE LECTURAAAAAS AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH

PONDRÍA MÁS AAAAHH PERO NO, PORQUE DEBO CONTROLARME AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH

Ya, respiro JAHSJAJAAJG

Los amo muchisiisisiisisisisisisimoooo, no tienen idea de lo que esta cifra significa para mí, es como la señal de que puedo llegar a lograr cosas grandes con esto que solo inició como un pequeño pasatiempo, ahora es lo que más feliz me hace hacer y me ha dado a grandiosos lectores que me aumentan mi felicidad. Lo son todo para mí, DE VERITAS DE VERITAS😩😭

Aprovecho también y les digo que Fish (el pescado más pecaminoso y gracioso del mundo) ya tiene cuenta de ig y lo pueden encontrar como fish.owwn💞

Y ya que llegamos a los 100k pos... ¿grupo en telegram o qué? Era la promesa, pero no sé si siguen interesadxs, de ser así síganme en mi ig, estaré subiendo la info ahí y también el enlace (este por DM para más seguridad), díganme aquí si lo quieren y si hay muchos lo hago en estos días UwU

Pdta: nadie ama más la canción que puse en este cap que YO, pero si quieren ámenla también, es un TEMAZO🧎‍♀️

Cuídense, tomen awua y véanse una peli, despéjense un poco y luego vuelvan con todo, ¿sí?

¡MUAK POTENTE!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro