21. KURT
Yeah, it's just the way it goes
Maybe you die young before you're old
Yeah, it's just the way it is
Nobody's gonna tell you how to live
KURT
Suspiro con cansancio al por fin llegar a la puerta del garaje, jamás extrañé tanto este lugar.
«Divino lugar sagrado bendecido por los ángeles».
De acuerdo, exagero un poco, pero no es para menos luego de quedarme una hora más con un niño a quien olvidaron buscar y debí quedarme con él en la recepción ya que, de alguna forma, me tomó cariño en estas pocas semanas que llevo siendo su profesor y no me soltaba la mano, hasta llegó a abrazarme por las piernas al yo decir que debía dejarlo.
La rabia que cargo hacia esos padres a quienes apenas vi por unos minutos es demasiada, ¿cómo carajos lo olvidaron? Por poco deja caer un gran llanto, este no llegó gracias a que le invité un helado. Y tal vez una parte de mí guarda ese rencor al haber pasado miles de veces por lo mismo cuando mamá dejaba a papá a cargo de ir a recogerme a mis prácticas de piano o guitarra o cualquier cosa relacionada con la música. Siempre había una excusa, siempre me dejaba esperando.
Me vi reflejado en ese niño.
Vuelvo a suspirar una vez más mientras subo la puerta e ingreso, de inmediato me observan mis amigos, James asiente hacia mí en un saludo que correspondo y Sax y Fish sonríen, pero al ver mi semblante reemplazan eso por una mueca.
—¿Qué? ¿Te cortaron el cabello con tijeras?
Frunzo el ceño hacia el pelirrojo.
—Mi cabello siempre es así de desordenado —acoto—. Pero no, solo... —Resoplo, dejando la guitarra contra la pared y echándome en un puf nuevo—. Mierdas de padres irresponsables.
—Ouh, el chico ya está metido en cosas serias.
—Y a ti te gustaría que te la meta —dice Fish y todos lo observamos para luego soltar una gran carcajada.
James ataja su estómago que le empieza a doler de tanto reír y yo me limpio una lágrima, ni siquiera sé por qué río tanto, tal vez tengo demasiado estrés acumulado y lo descargo de esta forma, porque no es que ese hubiese sido el chiste del año pero, vamos, Fish es un meme andante.
—Mierda. —James ríe de nuevo antes de poner su atención en mí—. Hay comida ahí.
Señala la pequeña mesita justo a mi costado y me apresuro en llegar a este, apenas pude desayunar y por pendejo olvidé mi billetera sobre la mesa de la sala en mi departamento.
—¿Compraron tan temprano? —inquiero, sacando un recipiente transparente con sopa en su interior, algo saludable, lo que demuestra que James fue el comprador.
—Aún no comimos, ese es tuyo y algunas tortillas —me advierte.
—¿Con cebolla?
—Obvio que tienen cebolla, son tortillas pero con el toque nutritivo.
—A veces no sé si tenemos a un chico de veintitrés años con nosotros o a un padre solterón —bromea Fish.
El pelinegro lo observa con seriedad y de forma rápida el otro porta una postura recta y el rostro con total seriedad, se divierte retando la paciencia del mayor de nosotros y esta no es infinita.
Tomo la pequeña cuchara de plástico y una pregunta llega a mi mente: ¿por qué siempre compramos comida? Deberíamos ver la forma de también dividirnos el tiempo y cocinar de vez en cuando, y esto por nosotros tres ya que James cocina la mayoría del tiempo, las tortillas por ejemplo, al verlas de reojo sé que las hizo él.
Sigo comiendo con la vista perdida en algún punto del suelo hasta que James realiza melodías con el bajo y lo observo con atención. Mueve la cabeza a medida que continúa con distintas notas, se detiene y anota en un cuaderno que se encuentra sobre una repisa en la pared.
—¿Canción nueva?
—En proceso, sí.
Pasa una mano por su cabello, despeinándolo aunque este sea corto, observa la pared, asiente y vuelve a tocar el instrumento. Muevo mi pie al ritmo de lo que me parece que será una joya, las pocas canciones que ha compartido con nosotros lo son.
—¿Qué tal vas con tu canción? —cuestiona al volver a anotar en su cuaderno.
Bufo, dejando el recipiente sobre la mesita antes de volver a recostarme por completo en el puf.
—Ahí la llevo.
No escucho su respuesta y lo observo de reojo.
—O sea que ya la tienes lista pero temes que no nos guste.
Aprieto los labios, maldiciendo en mis adentros que me conozca tan bien.
—Vamos, Kurt —habla Sax—. Sabes que no somos tan idiotas como para destrozarte o algo si no nos gusta, lo cual dudo.
Asiento hacia él, viéndolo tomar una tortilla. Pienso en sus palabras y tiene razón, todas las veces que les he enseñado alguna de mis canciones han acordado con que les gusta o de lo contrario me ayudan a hacerlo mejor, mejorar algunas cosas y demás. Jamás me desmotivan.
—Mientras no estabas, llamó Carlos —me informa James.
—¿Carlos? ¿El organizador?
—El mismo. —Sonríe de lado—. Dijo que por la falta de tiempo no pudo hablarnos pero que nos felicita por la gran presentación.
Me pongo recto al escucharlo y sonrío con él.
—Eso es genial.
—Lo es, y hasta dijo que tiene en mente invitarnos a otro festival, esta vez con mucha más paga al ver el buen recibimiento del público.
—Joder...
Vuelvo a recostarme, perdido en mis pensamientos.
No puedo creerlo, o bueno sí, solo es esa sensación que te embarga al ver como poco a poco, con pequeños pasos, todo lo que una vez soñaste se va haciendo realidad, y aunque este no sea una oferta de alguna discografía, no pierdo la esperanza de que ese sueño también se haga real.
—Y hablando de eso —inicia Sax—. ¿Cómo le hiciste para hacernos ganar esa invitación?
Quiero reír por lo muy irónica de la situación por la que lo conseguí. Todas las ofertas que hemos tenido hasta ahora han sido buenas, pero conozco a Carlos, es dueño de varios hoteles reconocidos del país como también de una de las emisoras más conocidas: Radio in Red. Es un gran amante de la música por lo que suele organizar festivales, de los más conocidos y asistidos en cada ciudad en la que decide realizarlo, es una gran suerte haber conectado con él desde el inicio, fue así como logré conseguirlo, eso y que...
—Era amigo de papá.
Los tres abren mucho los ojos sin poder creerlo, y los entiendo porque, que alguien tan creativo, colorido y elocuente como lo es Carlos hubiese compartido una amistad con el gris, osco y malhumorado ser que tengo como padre, es de verdad una locura a la que pocos dan crédito.
—Eso no me lo esperaba. —Ríe Fish.
—¿Era? —inquiere James.
—A papá no le cayó muy bien el hecho de que me apoyara en esto. —Mi amigo alza las cejas con nada de asombro—. Y, por lo que sé, ya ni se hablan.
—Eso debió sentarte mal —dice Sax y lo observo junto a un encogimiento de hombros.
—Al principio, pero ya vi que es su problema si decide alejar a los demás.
Por unos días estuve a instantes de olvidar el tema del festival y no comentarles nada a los chicos para así rechazar la invitación de Carlos, todo por esa culpa al saber de la posición en la que ha quedado la amistad de ambos pero, luego de que Carlos me hablara con la máxima sinceridad que le fue posible, lo comprendí, y llegué a eso porque, es así, cada uno toma sus propias decisiones, ya ve luego cada uno si esta le favorece o le caga la vida. Y el hacerle eso a los chicos me haría ser el más grande de las mierdas.
Frunzo el ceño al, de soslayo, notar que el castaño se ha inclinado un poco hacia mí.
—Oye, ¿y eso en tu cuello?
Me giro por completo hacia él y se sobresalta un poco para luego estirar las comisuras de sus labios, embozando una lenta y diabólica sonrisa.
—¿Eh? —Tardo en recordar y alzo las cejas al hacerlo—. No, no es nada.
Sax es más rápido y logra apartar algo de la tela de mi suéter, esto a pesar de que le golpeo la mano varias veces para impedirlo. Abre mucho los ojos, riendo.
—La pasaste en grande en el festival, carnal.
—¿Es lo que creo que es? —inquiere Fish y se acerca a mí, tomando la tela para ver también, trato de esquivarlo pero claro que lo ve—. Jodido idiota, y yo creyendo que sería el que la pasaría mejor.
Giro mi rostro para quedar de perfil a ambos.
—No es nada.
—¡¿Nada?! ¡Es un maldito chupón!
Sí, bueno, de nada no tiene tanto. Ya han pasado dos días desde el festival, desde aquella noche, y me sorprende que la marca siga ahí, no tan colorida como al principio pero, sí, está ahí, y uno es capaz de saber qué es.
—Qué más da. —Volteo los ojos—. No hay forma de librarme del Fish Cupido.
—Entiendo, lo mismo me dijo Rodrigo.
—¿Qué Rodrigo?
—Agárrame esta y te lo digo.
—¡Ooooohhhh! —exclama Sax, riendo junto con el pelirrojo.
James suelta una pequeña risa y Fish se gira hacia este, apuntándolo con un dedo.
—¿Y tú qué? Te ríes como si no hubieses hecho nada ese día, que estaba con el alcohol hasta el culo pero lo Cupido no dejó mi cuerpo.
—Hasta el ciego de Kurt se dio cuenta —apoya Sax.
—Y no creas que no vimos la harina en tu camiseta —digo, ignorando las palabras de Sax. Fish abre mucho los ojos.
—¿Harina? —Su atención recae en James—. ¡¿Lo hicieron en la cocina?! ¡¿De ese lugar?!
James parpadea varias veces.
—Qué mier-
—Digo, bien caliente la situación pero con lo higiénico que eres no me cabe en la cabeza.
—Cierra la boca —le ordena—. No hicimos nada. —Nos observa a cada uno con seriedad—. Nada, ¿comprenden? Y si la vemos de nuevo les pido que se comporten. —Baja la mirada, algo impropio en él antes de murmurar—: Podrían incomodarla.
Los tres nos observamos con asombro ante sus palabras, no es que no hayamos visto a James interactuar o interesarse en otras chicas, es que no lo hemos visto tratar a una así en tan poco tiempo, y tal vez por la mente de todos pasa lo mismo: Está cayendo.
Además de que realiza tal petición cuando sabe con extrema seguridad que jamás pasaríamos esa línea, que no somos unos completos monos aunque a veces peleemos por comida y él deba arreglar las cosas. Nos conoce y nosotros a él, somos hermanos.
—Suelo ser inapropiado con mis palabras la mayoría del tiempo —inicia Fish, haciendo que la mirada del pelinegro caiga en él—, pero prometo que no diré nada. Tampoco soy tan imprudente.
Enarco una ceja hacia él y bufa. Pero es verdad, Fish jamás falta a su palabra, por más payaso del grupo que sea, cuando le confías un secreto te lo guardo mejor que sus paquetes de papitas al ver que Sax se encuentra cerca.
James asiente antes de inhalar mucho aire.
—Además, ¿no estábamos hablando de Kurt?
—El don chupón. —Ríe Sax.
Giro los ojos, saco mi teléfono de uno de los bolsillos de mi pantalón y decido ignorarlos, por suerte terminan riendo y van a hacer sus cosas. Es ahí cuando puedo pensar en eso.
Mi mirada se pierde en algún lugar al adentrarme en los recuerdos, al pensar en ella. No puedo evitar el recuerdo exacto que llega. El tenerla entregada a mí, encima de mí, sus gemidos y jadeos justo en mi oído, sus susurros, con ese tono débil, de palabras no aptas para todo público, y sus caderas realizando movimientos que por un momento creí que me matarían de placer. Aún tengo sutiles líneas de las marcas que dejaron sus uñas en mis hombros y espalda.
Debo tomar una gran respiración para centrarme y ordenarle a una parte de mi cuerpo que no me haga quedar en una situación llena de burlas por parte de los chicos.
Echo mi cabeza hacia atrás, cerrando los ojos.
«Puedo romperte el corazón».
¿Por qué cree eso? La verdad es que el que teme hacerle daño soy yo, pero hemos quedado en algo, su trato/regla sin ser escrito: No debe haber sentimientos.
«Seh, puedo con eso... ¿verdad?»
No hemos hablado desde que la dejé junto con Gigi en su departamento. Ningún mensaje, ninguna llamada, ni siquiera la he visto esta mañana en la universidad, tal vez no fue.
Me restriego el rostro con ambas manos con una fuerza que no planeo, la frustración en la que esta situación me hace caer es otro nivel, ¿entonces qué somos en verdad? Sé que no quiere etiquetas, pero una pequeña inseguridad ronda por mi mente: ¿Es como un juego en el que solo ella comanda y yo no figuro? Digo, está bien, no quiero hacerla sentir mal pero, ¿dónde quedo yo en esto? Si llegara a experimentar ciertas cosas hacia ella, ¿me permitiría ser mucho más parte de su vida? ¿Nos dejaría ser algo y dejar de lado su regla?
¿Y por qué demonios me preocupo tanto por esto? No es como si yo... No, ¿o sí? No... ¿o sí?
—Carajo —mascullo, bajando las manos.
La ecuación queda mucho más complicada cuando pienso en el hecho de que no dijo nada acerca de que no podemos estar con otras personas, a pesar de que lo que sea que tengamos sea únicamente por ''diversión''. La cosa está en que yo no quiero pasarla bien con nadie más pero, ¿ella sí piensa en eso? ¿Llegaría a estar con otro sin remordimientos?
—Si no paras, el estrés me llegará hasta a mí.
Resoplo, guiando los ojos hacia James quien se acerca con las manos hundidas en los bolsillos de su pantalón holgado. Su tono de voz burlona de hace unos segundos no hace juego con la mirada seria que me echa ahora, y eso me hace sentir peor porque quiero hablarlo, quiero soltar todo lo que pienso, pero no puedo, algo me detiene, y tal vez sea el miedo a las burlas, a ese ''qué pendejo, tus problemas no son la gran cosa, ya deja de quejarte'' que me absorbe desde hace años.
Me incorporo y poso una mano sobre su hombro al pasar por su lado.
—Me daré un baño.
Lo escucho suspirar detrás de mí y luego sus pasos, estos se dirigen hacia algún lugar del garaje, dándome mi espacio, lo cual agradezco.
Al ir subiendo por las escaleras —porque por algún motivo ir en el ascensor me frustra un poco—, veo al señor González, un hombre en sus sesenta y tantos años, bajar también por este, luce apresurado, pero esboza una sonrisa al verme antes de detenerse. Frunzo el ceño junto a una sonrisa amable.
—Señor, ¿todo bien? ¿No volvió a tirar la masa para las empanadas contra el techo?
Asiente, riendo.
—No, no, hijo, todo bien. —Señala detrás de él con su dedo pulgar—. Pasa que creo que tienes una visita, una dulce chica está frente a tu puerta.
Mis cejas casi pueden volverse uno solo por lo mucho que las uno con mi gran desconcierto.
—¿Una chica? —Enarco una ceja—. ¿No será una de sus tantas conquistas que se equivocó de piso? —bromeo—. Ándele, que yo sé de sus andanzas.
Lo señalo con un dedo y, aunque ríe, me propina un pequeño golpe en la zona baja de la cabeza que me hace reír.
—Niño tonto, deja de decir cagadas y ve a ver.
Río mucho más al verlo reír y subo por completo las escaleras para llegar al pasillo donde me encamino hasta mi puerta.
Porto una sonrisa por mi encuentro con el hombre, la primera vez que lo vi parecía amargado y hostil, pero un día quiso que lo ayudara a despegar una masa que había quedado por el techo, este tardó en despegarse pero en el proceso descubrí que él es muy gracioso y algo reservado, además de muy problemático en el buen sentido.
Niego con la cabeza al recordar otro de sus incidentes con la aspiradora, pero todo mi buen humor se evapora al ver quién es la chica ''dulce'' frente a mi puerta, y creo que de dulce le queda muy poco, por no decir nada. Debo tomar mucho aire antes de seguir dando pasos hacia ella, y solo puedo pensar en una frase de un meme que describe mi nuevo estado de ánimo: Por un demonio, lo que faltaba.
Valeria me observa con una expresión que he visto muy pocas veces en ella, esa con ojos vulnerables como aquella tarde que me dejó abandonado en aquel callejón. Sus labios cuentan con una mueca de disgusto, como si no le gustara estar aquí, y no es como si la obligara a estarlo, si es por mí la echaría ya mismo.
Meto las manos en los bolsillos delanteros de mi pantalón.
—¿Y ahora qué?
—Hola, Kurt, estar bien no es el estado que mejor me describe ahora, pero lo intento —dice con sarcasmo sin quitar esa mueca.
—Como que no hay esa confianza para formalidades, ¿no crees?
Bufa y observa sus pies con desgano.
Si no la conociera bien diría que solo está aquí para molestarme las pelotas, pero algo me dice que no es así, sobre todo por esa mueca, y podría decirse que hasta percibo enojo y tristeza en sus ojos.
—No es que espere una gran bienvenida luego de-
—Di lo que sea que tengas que decir y vete de una vez —zanjo con firmeza.
Suspira y se toma su tiempo antes de hablar, tragando con fuerza y posando sus ojos en otra dirección que no sea la mía. Arrugo las cejas por ese acto.
—¿Quieres que sea directa? Pues bien. —Toma mucho aire y no me espero lo siguiente que dice—: Papá falleció.
Mi cuerpo se tensa de inmediato.
El único ser humano que velaba por la seguridad de Valeria era su padre, su madre murió cuando la tuvo a ella, una situación que marcó por completo a aquel hombre, pero que no por eso fue un mal ejemplo para ella, es más, él fue el que intentó ayudarla antes, durante y, estoy seguro, luego de conocerme. Hasta intentó ayudarme a mí, eso hasta aquel día en el que ya no supe nada de ambos.
Y ahora, viéndola acudir a mí luego de todo el daño, no tengo idea de cómo reaccionar, eso y que tampoco comprendo del todo por qué me lo está diciendo.
—Lo lamento. —Es lo único que puedo decir.
—Lo sé. —La veo tragar—. Él te apreciaba.
Sí, lo hacía, hasta llegué a sentir celos de ella al contar con alguien como él de padre y, al mismo tiempo, molestia por no valorarlo, lo que era descabellado al yo también estar en el mundo de las drogas con ella, apoyándola en esa mierda.
—¿Por qué yo? —inquiero de una vez y se remueve en su lugar.
—Por eso, porque... te quería.
Niego lentamente con la cabeza. La conozco muy bien.
—No, hay algo más.
Aprieta sus labios.
—En realidad... fui primero con tu padre.
Parpadeo varias veces para caer en cuenta de lo que ha dicho.
—¿Que tú qué? —El enfado es obvio en mi tono de voz, por lo que retrocede un poco cuando doy un paso hacia ella.
—No tenía otra opción, debía-
—¿Por qué mierda fuiste con él?
Me paso una mano por mi cabello, ¿no tiene suficiente con aparecerse de nuevo en mi vida?
—Él fue quien me dio tu dirección, le imploré por este y fue así como vine la vez pasada.
La fuerza con la que aprieto mis dientes podría romperlos.
No puedo creerlo. Todas aquellas veces en las que él apareció para restregarme en la cara lo de ser un musiquito como el mayor pecado del mundo, él había contribuido en darle mi dirección a la persona principal en meterme de lleno en aquel maldito mundo que tanto me costó dejar atrás.
Me cubro el rostro con ambas manos para así gruñir con fuerza y que estas amortigüen un poco el sonido.
—¡¿Qué demonios le pasa por la cabeza?!
Bajo mis manos y ella intenta acercarse a mí con una mano alzada.
—Kurt...
—¿Y para qué carajos fue eso? —inquiero con ira contenida—. Porque según recuerdo me tiraste una de tus mierdas para así ver si volvía a ella, ¡¿fue para eso?!
Hace a un lado su rostro para así encogerse en su lugar, temerosa, y puede que me sienta un poco mal por eso, pero mi enojo es mayor.
—¡Ya sé que estuve mal y fui una idiota! —exclama desde su lugar, sin verme.
Bufo, girando sobre mis pies y pasándome una mano por el pelo, de nuevo.
—Vaya, te diste cuenta. —Sonrío con remordimiento, volviendo mi vista a ella—. O si quieres te cito todo lo que pensé aquel día de ti, ¡lo que me hiciste sentir!
Da un bote en su sitio y poco después me doy cuenta de lo fuerte que he dicho aquello, esto también por los ojos de Valeria posados detrás de mí. Volteo el rostro y me encuentro con el del señor González quien termina de subir las escaleras. Me enderezo y aprieto la quijada, su expresión es de asombro y debe estar descolocado al verme así, porque no soy de esta forma, hasta yo me desconozco. Él llega hasta su puerta, asiente hacia mí, algo dudoso, y yo desvío la mirada por cómo me hace sentir su expresión reprobatoria.
Una vez ingresa a su departamento, me acerco con rapidez a Valeria y la apunto con un dedo.
—Dime de una vez lo que quieres y deja de joderme la vida.
Aprieta de nuevo los labios y por lo rojo de sus ojos no sé si esté a punto de romper a llorar o sea por todo lo que se mete.
—Necesito dinero.
Bufo, riendo sin ánimos.
—No me jodas.
—Es en serio. —Traga y la observo con seriedad—. Debo pagar el pequeño lugar en el que me quedo, papá lo pagaba pero ahora...
Su voz se quiebra y poso mis ojos en la pared detrás de ella al ver que derrama una lágrima. No quiero sentir lástima.
—No puedes estar pidiéndome eso.
Niego con la cabeza y me dirijo a mi puerta, tomo la manija justo cuando la escucho seguirme, quedando a mi costado.
—No tengo a nadie más, Kurt.
Abro la puerta y la observo con desdén.
—No, no tienes a nadie. Yo no figuro en ninguna de tus listas de caridad.
Intenta tomarme del brazo pero lo sacudo.
—¡Solo tengo dos semanas o me tirarán a la calle!
—Pues ve buscándote un trabajo.
Ingreso e intento cerrar la puerta, pero coloca un pie entre este y el marco para impedirlo junto con sus manos sobre la madera. Bufo con cansancio.
—¡Te lo pido por favor!
—Ya vete —digo entre dientes.
—¡Te lo estoy suplicando!
—¡Mierda!
Termino por abrir la puerta y casi cae por la rápida acción de alejar la madera de ella, pero logra no hacerlo. Sorbe por su nariz y se limpia las lágrimas con las manos.
—Te lo estoy suplicando —repite en voz baja.
Inhalo todo el aire que me es posible, observando hacia el largo pasillo.
Vuelvo mi atención a ella cuando noto que saca un pedazo de papel de uno de los bolsillos de su desgastada chaqueta y me lo extiende, este tiene números en él.
—¿Qué es?
—Mi número de teléfono. —Se encoge de hombros—. Por si cambias de opinión.
Suelto una corta risa y sostengo el papelito de mala gana. Hasta esto preparó la muy lista.
—No lo haré.
Da algunos pasos hacia atrás.
—Tú no eres así.
Eso me hace apretar la quijada con fuerza.
—No sabes cómo soy.
Se encoge de hombros por última vez antes de girarse y caminar con rapidez para comenzar a alejarse, sus pasos apresurados hacen que su cabello atado en un moño alto y desaliñado se agite y le dé un aire falso de inocencia.
Suspiro, ya harto de este día, y me paso una mano por el rostro.
No tengo idea de qué haré, aunque la mayor parte de mí quiere ser rencoroso y no ayudarla, está la otra parte que suelo detestar, esa que quiere dar el buen visto a medio mundo.
Cierro detrás de mí con desgano, eso provoca que Misha venga corriendo hacia mí con la mayor velocidad que sus patitas le permiten. La tomo en mis manos y ella restriega su cabecita por mi pecho cuando la atraigo a este.
—Hola, cosita hermosa.
Le doy un corto beso en su pequeña nariz para luego suspirar y dirigirnos hacia la cocina, mientras le acaricio el pelaje hasta que llego al paquete con su comida y me acuclillo para colocársela en su platito, el sonido de esta impactando contra el objeto la hacen removerse y salta al suelo para empezar a comer.
Sonrío, pensando en qué aburrido sería este piso sin ella, de por sí es la que me despierta al restregar su cola por mi nariz, gracias a ella no pierdo el empleo.
Misha, mis amigos y la música son los únicos capaces de sacarme sonrisas en estos momentos en los que me siento del culo.
Coloco mis manos en mis muslos para tomar impulso e incorporarme, dejo el papelito sobre el mesón al tiempo que giro los ojos tras el recuerdo. Busco mi teléfono y sonrío al ver un mensaje inesperado pero para nada desagradable.
Cora<3:
Mira ese culitoooo, soy una madre orgullosa, ha sacado mi hermoso y sensual culo:') 12:30
¿Qué haré cuando entre en la etapa promiscua?:0 12:30
Creo que no podré dejar que me dé nietos, estamos bien los dos juntos 12:30
¿Soy mala por eso? 12:30
Perdón, me ha salido el lado random XD 12:31
Observo con diversión la fotografía antes de todos esos mensajes, se trata de Gato mirando hacia atrás, a su dueña supongo, y la cámara enfoca a su traserito. De seguro el pequeño ya dice que su dueña ha perdido el juicio al quitarle fotos a su culo y no a su rostro. Río, negando con la cabeza.
Tú:
Creo que lo haces genial, por más que seas una adicta a su culo 12:33
Cora<3:
Son unos grandes dones, debo compartirlo con el mundo:0 12:33
Decido seguirle la corriente y también le saco una foto a Misha, solo que no una de su pequeño trasero, sino de cómo come su comida.
Tú:
Y aquí un padre feliz por lo sana que está su pequeña:'3 12:34
Es así como iniciamos un intercambio de fotos de nuestros pequeños, ella unas toda borrosas a veces en las que los ojos de Gato parecen salirse de sus lugares y yo unas muy buenas de Misha, me salió fotogénica la niña.
Me quito la camiseta hasta tirarla en el sofá y luego echarme en esta, se ha vuelto una costumbre para después darme un refrescante baño. Río de nuevo al ver otra fotografía muy mala de Gato, sin poder creer que hasta lágrimas me han salido por lo mucho que estoy riendo.
Decido dejar de lado el hecho de que no la vi el día de hoy en la universidad, tal vez ocurrió algo personal o qué sé yo, amargaría el momento, y no busco eso luego de lo de hace un momento.
Entro a su perfil, sin poder evitarlo, y observo su fotografía, está con el pequeño gatuno, ambos observando algo en la distancia de forma graciosa, aunque de igual forma se ven bastante bien.
Definitivamente ellos también están en la lista de sacarme sonrisas.
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¡Hellow madafakaaaa!
Solo un poquito de interacción entre nuestros amores pero porque lo que pasa con Valeria es importante, irán viendo por qué, nada está de relleno aquí, y eso que quise que sea una historia corta y pos nop jeje
Espero hayan disfrutado del capítulo, de las ocurrencias de los chicos y las fotos inexistentes de los gatunos XD
Ya son más de 60k de lecturas, LO VEO Y NO LO CREO:O
Muchas gracias, my lovers, no saben lo feliz que me hacen con cada comentario, voto, con los edits y demás, LOS AMO UWU
Vi que les gustó el capítulo 20... Pronto vendrá más diversión 7u7
Capítulo dedicado a fer83111 por leerme y espero te siga gustando la historia y que estés bien en este besho día🛐💕
Cuídense, tomen awua y saquen fotos a sus mascotas🥰
¡Muak!
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