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13. KURT

Turn my television up so nobody can listen

KURT

La misión de pasar tiempo a solas con Coraline se retrasa por culpa de la castaña con mechones rojos que afortunadamente me está cayendo bien.

Ambas ríen por un comentario que suelto de la nada acerca de una pintura, aún soy algo malo para socializar, cuando era niño me costó demasiado relacionarme con los demás, fue así como me refugié en la música, aprendiendo a tocar cinco instrumentos en un año, pero he mejorado, y también depende de la persona, y Gigi es buena, noto un gran cariño por parte de ella hacia Coraline.

—¿Y cómo diste con él? —inquiere la castaña hacia el gatito ahora en sus brazos.

—Uno de mis amigos dio con una caja con cinco de ellos.

—¡¿Cinco?! —Abre sus ojos de par en par—. ¿Qué hicieron con los demás?

—Cada uno se quedó con uno.

—Aaawww qué lindos.

—Sí, son agradables. Deberías conocerlos.

Frunce el ceño y lleva sus ojos de Coraline a mí.

—¿Cómo? No creo que pueda, trabajo y no sé qué día esté libre.

—Un sábado —propone Coraline—. Son una banda, siempre practican sin falta ese día. —Me observa junto a un ceño levemente fruncido—. ¿O no?

—Síp —asiento, pero una idea se forma en mi cabeza—. O podrían ir al festival.

—¿Festival?

—Claro. Así damos una mejor impresión —bromeo.

Eso capta por completo el interés de Gigi, una sonrisa se forma en su rostro.

—¿Qué festival? ¿Harán uno?

—Tocaremos en uno.

—¡Oh por Dios, sí! —Observa a Coraline con emoción, esta realiza una mueca.

—¿Será un sábado?

—Tal parece que ese día es sagrado porque sí, será ese día.

Asiente, aún con la mueca.

—¿Y esta es una invitación formal?

Me pongo recto, como si fuese a presentarme frente al capitán de las fuerzas armadas.

—Muy formal.

Ríe despacio y Gigi le hace ojitos para intentar convencerla.

—Lo pensaré.

—Agh, vamos, será divertido.

La pelinegra borra su sonrisa y observa a su prima con una ceja enarcada.

—He dado mi veredicto.

Gigi gira los ojos para luego chasquear la lengua.

—Cederá con mis encantos.

Río y observo cómo Coraline no deja de acariciar al gatito, ni siquiera al estar este con Gigi, y siento algo en el estómago, ¿felicidad? Creo que sí, me hace feliz verla sonreír y no caer en pedazos como aquella noche.

Por lo que veo falta un poco más y la exposición culminará, así que aprovechamos y vemos todos los cuadros que podemos. Noto cómo los ojos de la chica a mi lado se iluminan al ver cada uno de ellos, cómo intenta ocultar un sonrojo que se le presenta al estar tan emocionada y cómo sus mejillas se ven más llenitas con cada sonrisa, algunas tímidas muy poco comunes en ella al hablar del trabajo realizado en las pinturas y otras llenas de entusiasmo hasta que se da cuenta y vuelve a una postura relajada, o lo intenta.

«Se ve muy tierna», pienso.

Ella abre mucho los ojos al ver otra obra y camina unos pasos hacia esta, la sigo con la mirada, curioso. Mis ojos bajan y doy con su mano, esta rasca una de sus muñecas por lo que debe subir la tela de su camiseta, y lo que veo me deja algo anonadado: cuenta con morados en la piel. Doy unos pasos hacia ella, sin dejar de ver ese punto, arrugando las cejas, se ven como si una mano la hubiera apretado con fuerza, mucha fuerza, como si los dedos de esa persona se hubieran clavado con dureza, rabia.

Gigi llega hasta ella. Coraline, al notar su presencia, baja la manga por completo con torpeza y desvía sus ojos de la pintura hacia otra. La castaña la observa, ceñuda, para luego llevar sus ojos a los míos, y quiero preguntar: ¿Tú sí sabes? ¿Ella está... bien? Pero no me atrevo, aunque las ganas de hacerlo me carcoman, no quiero arruinar el momento, y no creo tener derecho en cuestionar algo como eso, pero si se da el momento, si vuelvo a ver esas marcas, lo haré.

No sé qué carajos vive en su día a día, por lo poco que vi su hogar no cuenta con un ambiente del todo sano, pero eso... ¿Tendrá a algún chico que la lastima? Digo, no somos nada, ella puede tener a algún pretendiente que tal vez le haga eso, pero qué imbécil y poca cosa debe de ser. Y de solo pensar que puede estar pasando por algo así el estómago se me revuelve.

—Oye, Kurt —me llama Gigi y parpadeo varias veces para salir de mis cavilaciones.

—Dígame licenciado.

—Licenciado.

Me llevo una mano al pecho con una sonrisa.

—Gracias, muchas gracias.

Reímos, hasta Coraline lo hace y eso alivia un poco el ambiente.

—A lo que iba —dice la castaña—. Si son cinco gatitos, ¿te quedaste con uno tú también?

—Síp, con uno blanquito.

—Ay, quedan bien como un conjunto. —Frunzo el ceño y ella señala con sus ojos al gatito en sus brazos—. Negrito y el otro blanquito, ¡es lindo!

—Blanquita —la corrijo—. Y a ver qué haré cuando sea madre.

—Y me llamarás para ver eso.

Suelto un largo suspiro exagerado.

—El milagro de la vida.

Volvemos a reír, pero la mía dura menos al ver el semblante de Coraline. Su mirada está perdida en dirección a un cuadro, pero no lo observa, solo está ahí. Gigi también lo nota.

—Ey. —Posa una mano sobre su hombro y ella parpadea varias veces antes de observarla—. ¿Todo bien?

Sus ojos verde claros conectan con los míos y no veo la alegría de hace un momento, esta es reemplazada ahora por... ¿cansancio? No lo sé, no comprendo del todo, solo comprendo que el brillo ha vuelto a disiparse.

—Iré al baño —anuncia y se gira sobre sus pies en dirección a esta.

Ambos la observamos en silencio hasta que se pierde en un pasillo, esta cuenta con puertas en sus esquinas, siendo uno el baño de hombres y el otro de mujeres. Gigi suelta un suspiro pesado y me observa.

—¿No tienes hambre? —Niego e intento sonreír un poco—. Bueno, yo iré por más palomitas. —Alza al gatito hasta que queda enfrente de su rostro—. Eso si encontramos al vendedor, ¿verdad, cosita?

La pierdo de vista mientras sigue diciéndole cosas con voz chillona a Gato, así que vuelvo mis ojos hacia el lugar por el que se fue Coraline, esto solo por unos segundos antes de dirigir mis pasos hacia allí.

Una vez, a los ocho años, tuve la gran idea de saber qué hacen las niñas en el baño, así que ingresé al baño correspondiente y lo que recibí fueron miles de rollos de papel, hasta ahora sostengo que algunos contaban con aquella sustancia expulsada por el cuerpo, además de que mamá dijo oler algo raro en mí.

Al estar cerca de mi objetivo me giro para quedar de espaldas, verifico los lados del pasillo para saber que nadie me ve y empujo con suavidad la puerta corrediza hasta que logro ingresar un poco al interior del baño. Vuelvo a girarme y agradezco que no cuente con nadie, y más que no sean mujeres locas que puedan lanzarme algo, así que está todo despejado. Ingreso por completo y cierro detrás de mí.

La luz blanca ilumina cada esquina del lugar, y me sorprende lo pulcro de este. Recorro el sitio con la mirada hasta que escucho la puerta de uno de los cubículos abrirse. Coraline, aún con la mano puesta en el interior de la puerta, sube la mirada y se detiene en seco al verme.

—Debería estar sorprendida, pero no —dice ella antes de acercarse al lavado.

—Y yo que tenía todo un discurso.

Sonríe un poco y se coloca el jabón líquido. Meto las manos en mis bolsillos y me relamo los labios sin saber qué hacer o decir.

—¿Y a qué debo tu visita? —inquiere con tono bromista.

—Tengo una pregunta. —Alza ambas cejas a la espera de esta—. Pero tampoco quiero ser un metiche de mierda o algo.

—Tíralo.

Vuelvo a relamerme los labios con nerviosismo, de verdad no quiero incomodarla con la pregunta.

—¿Tú...? —Me aclaro la garganta—. ¿Tienes a alguien?

Arruga las cejas y me observa, divertida.

—¿Alguien?

—Sí, ya sabes, una... —Trago—, pareja.

Ahoga una risa y ahora soy yo el que arruga las cejas.

—Espera, no estás bromeando.

—Creí que era obvio.

Aún con las manos enjabonadas, recarga un costado de sus caderas contra la esquina del lavado.

—¿Por qué el interés?

Pienso en los morados, en su sonrisa desvaneciéndose, en su mirada perdida y en la falta de brillo en sus ojos antes de venir aquí.

—Curiosidad.

Hace una mueca y quiero arrepentirme por haberme inmiscuido.

—¿Crees que haría esas cosas contigo si tuviera pareja?

Mierda. Abro la boca y la vuelvo a cerrar sin saber qué decir.

—No, no es lo que digo, solo-

—¿Crees que te hubiera mandado la foto de hoy si tuviera pareja?

—Claro que no... Bueno, puedes hacerlo si quieres. —Aprieta sus labios para aguantar la risa—. Solo quiero saber y ya.

Deja de recargarse, se endereza y abre el grifo para quitarse el jabón.

—No, no lo tengo.

De acuerdo, eso solo hace que descarte esa sospecha, pero entonces, ¿quién le hizo eso? ¿O fue... ella misma? No, no lo creo, no sería capaz. ¿O sí?

Me observa de reojo.

—¿Qué?

Sacudo la cabeza.

—Nada.

Termina de lavarse las manos y va en busca del secador de manos.

—Si ya sabes lo que querías ya puedes irte del baño de chicas.

Asiento, porque pienso hacerlo, pero otra cuestión se hace presente, o mejor dicho, una propuesta.

—No. —Me observa sobre su hombro, frunciendo el ceño, aún secándose las manos—. Hay algo más.

—De acuerdo...

Doy unos pasos hasta quedar a una distancia no tan corta, pero quedo cerca. Ella enarca una ceja y se gira por completo, pasando una mano por la otra, las observo con cautela hasta llegar a sus muñecas, ella sigue mi recorrido con la mirada.

—Son pequeñas —digo por ellas—. De seguro puedo sujetarlas con una sola mano.

Alzo los ojos y me encuentro con la sonrisa que va formándose en su rostro, una coqueta y risueña sonrisa.

—¿De qué estamos hablando?

Encojo un hombro.

—Se puede interpretar de varias maneras.

Enarca una ceja.

—¿Estás coqueteándome? —inquiere con voz inocente—. ¿En el baño de chicas?

—Cualquier lugar en bueno para hacerlo.

—¿Hacer... qué?

—Cualquier cosa.

Doy un paso más hacia ella hasta que debe alzar su rostro para verme directo a los ojos, su sonrisa sigue ahí, sus ojos me analizan con intensidad, y voy a volver a hablar, pero unas pisadas en el exterior hacen que ella pierda cualquier atisbo de coquetería. Me toma con rapidez de una mano y nos dirige a un cubículo, encerrándonos en él justo cuando la puerta es abierta. Quedamos algo apretados, por lo que debo mirar hacia abajo para observarla.

—Es un lugar algo estrecho, pero no tengo problema, un fetiche más —bromeo y ella se apresura en colocar un dedo sobre mis labios.

—Shh.

—¿Coraline?

Esa es Gigi.

—Mierda —masculla Coraline por lo bajo antes de colocarme de nuevo el dedo índice sobre los labios en petición de silencio, lo tomo y atraigo hasta mi boca para morderlo—. ¡Agh, tarado! —se queja en un susurro y río despacio.

—¡¿Coraline?! ¿Estás aquí? ¿O ya saliste y no me di cuenta?

La pelinegra me fulmina con la mirada y alzo ambas manos en son de paz. Gira su rostro hacia la puerta.

—¡Aquí estoy, ya salgo!

—Ah, está bien. —Gigi ríe un poco—. Te espero.

—¡No!

—¿No?

Aprieto mis labios para no reír y ella bufa.

—Es que... creo que me bajó.

Aumento mi autocontrol y evito soltar la carcajada.

—Pues peor, mejor te espero, ¿necesitas algo?

—¡Que no, estoy bien!

Desvío mis ojos y me doy cuenta de que su rostro, al estar girado hacia la puerta y un poco alzada, deja su cuello expuesto, su camiseta negra haciendo sobresaltar mucho más su pálida piel. Me inclino, poso mis manos sobre sus caderas y comienzo a besar con lentitud, Coraline suelta un pequeño jadeo por la sorpresa y sonrío de lado.

—¿Qué fue eso? —pregunta Gigi.

—Emm... cólicos, doler... —Una lamida—. Mucho.

Solo para molestarla un poco más, muerdo con suavidad su piel, ella suelta un pequeño gemido y coloca una mano en mi hombro, ladeando un poco más su cabeza para darme más acceso, y lo tomo, me acerco mucho más y continúo con mi tortura, beso, lamo y chupo.

—Ay, ¿mucho, mucho? —inquiere de nuevo la castaña.

—¡Está bomba!

Me separo y suelto una pequeña risa, Coraline recupera la compostura y me propina un golpe en el pecho, formulando un inaudible ''Ya estuvo, para''.

—¿Acaso eso no se dice cuando algo está bueno?

—Buenísimo —digo en un susurro y recibo otra mirada fulminante.

—Gigi, en serio estoy bien, puedes irte.

—Hmm de acuerdo, le quitaré algunas fotos a Gato mientras te espero. —Se escucha un maullido por parte del susodicho y luego los pasos de Gigi al detenerse—. Y no he visto a Kurt, ¿sabes algo?

Coraline me observa y sonreímos al mismo tiempo.

—No, ni idea.

La puerta es cerrada y río con fuerza.

—No es como si fuese a delatarnos con alguien, ¿por qué el escándalo?

—Iba a ser algo raro, y al principio no sabía que era ella, pero luego ya... Agh, lo hice y ya.

Intenta acercarse a la puerta para abrirla, pero la vuelvo a atraer a mí con la mano en su cintura.

—¿Y ya lo pensaste?

Frunce el ceño.

—¿El qué?

—Lo del festival.

Gira los ojos.

—¿Eso era lo otro que me dirías?

Sep.

Ahora frunce los labios en una mueca, he visto que le gusta hacer eso cuando piensa en algo a profundidad pero, en vez de lucir como una chica con pensamientos serios, luce adorable.

—Es que... según lo que escuché, será en la capital.

—Así es.

—No tengo cómo ir.

—Conmigo —digo con simpleza y vuelve a fruncir el ceño.

—¿Y Gigi?

—Mira, Fish y James también cuentan con un coche, y son de fiar, puede ir con ellos o simplemente con nosotros, no hay mucho lío. —Me encojo de hombros para hacerlo ver mucho más fácil de lo que es.

Suelta un suspiro y posa sus ojos en un punto detrás de mí.

—Se te da bien sobornar a la gente.

Hago una mueca.

—No lo llamaría así. —Tomo un mechón de su cabello y lo coloco detrás de su oreja, sus ojos van hasta los míos—. Y sé tocar la guitarra.

Enarca una ceja.

—Eso ya lo sé.

—No... No lo sabes.

Formo una pequeña sonrisa y ella entrecierra los ojos.

—Especifica ''guitarra''.

—Te lo puedo especificar muy bien con una demostración. —Acerco mi rostro hasta que nuestros alientos se mezclan—. Pero solo ese día, si vas.

—¿Ves? —Frunzo el ceño, haciéndome el desconcertado—. Eres un sobornador de mierda.

—Y eso te prende.

De nuevo posa sus ojos en un punto detrás de mí, mordiéndose el labio inferior. Espero paciente por una respuesta, inclino un poco el rostro hasta que quedo frente a frente con el de ella, ríe y me observa.

—¿Dentro de cuánto tiempo será?

Articulo un ''¡BIEN!'' sin emitir sonido al sonreír con los dientes apretados, emocionado.

—Dentro de tres semanas.

—Ujuum.

Suelta una corta risa y me empuja con suavidad con una mano para hacerme a un lado y salir del cubículo. La sigo y, antes de que llegue a la puerta que da salida al baño, la tomo de una mano, girándola hacia mí.

—Entonces... —Alzo ambas cejas—. ¿Es un sí?

Sube su otra mano y da un toque a la punta de mi nariz con su dedo índice. Sonrío.

—Estaré en primera fila.

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Ufff wenaaaas

Se viene lo chidooo, no en el próximo cap, pero pronto 7u7

(Sí, sus cochinos detalles se acercan, gente pecadora😡😡)

Pero hablemos de los morados y del tontito de Kurt que pensó que tenía pareja, este hombre es bien ciegoOooOO:'v

¿Pero Cora se los hace? ¿O ya tienen a otra persona en mente? Yo sé que sí:c

Capítulo dedicado a fabs0504 por acertar en cuál es la carrera de Coraline, le diste al blanco, mijitaaa AJJASSHAJSAJ te quiero musho y nunca olvides lo importante que eres<33💐

Nos leemos pronto (eso espero) UwU

Pdta: tomen awua

¡Muak!

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