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...ᘛ⁐̤ᕐᐷ cuy cuy 24

Jimin había pasado toda la tarde adornando, inquieto y en movimiento constante, mientras Taehyung lo seguía como su fiel asistente, haciendo todo lo que le pedía. "Taehyung, pon esto aquí, tú que estás más alto", o "Taehyung, si no estás haciendo nada, ve a limpiar el cuarto". 

No lo dejaba estar cinco segundos cerca sin que se le subiera el color a las mejillas y tuviera que apartarse, incapaz de controlar esa reacción cada vez que lo veía tan cerca.

Albertano paseaba feliz por el piso, soltando pequeños chillidos como si intentara llamar la atención de sus dos papás, aunque ninguno parecía prestarle demasiada atención. Iba un rato tras Jimin, luego tras Taehyung, y al final desistió.

Y desde que llego el primer invitado, supo que sus esfuerzos de ahora en adelante serían en vano, nadie lo iba a escuchar, ni su papá Taehyung que era el único que sabia que pedo.

Lo pasaron de mano en mano, como si fuera un pequeño trofeo, y alguien incluso le puso un gorrito de fiesta que lo hacía sentir algo ridículo, aunque tal vez un poco lindo también. 

Había mucha alegría en el ambiente, parecida a la vez que su papá Taehyung regresó, pero esta vez, el cuy no estaba encerrado en el cuarto viendo a Wild Frank, sino disfrutando de la atención.

Cuando lo dejaron en la mesa de regalos, rodeado de media verdulería que alguien (bendito sea Namjoon) le había llevado, se sintió agradecido. No entendía el propósito de la fiesta, pero ver a sus papás tan felices le daba tranquilidad.

Jimin, entre tanto, iba y venía por el lugar, sin parar de hablar y de atender a todos. A pesar de todo lo que había bebido, parecía estar completamente sobrio, siendo el alma de la fiesta. Mientras tanto, Taehyung, con apenas un par de tragos de cocacola, ya andaba en un estado medio entre el plano terrenal y el celestial. 

Sin embargo, animaba la fiesta con sus payasadas, más dulce que nunca, y sus sonrisas eufóricas lo delataban.

Jungkook, a punto de irse con Yoongi, miró a Jimin una última vez en la puerta y preguntó:

— ¿Seguro que no te va a causar problemas?

Jimin solo asintió, y Jungkook le devolvió una sonrisa confiada. 

Había algo distinto en Jimin esa noche, como si aquella tormenta que lo rodeaba finalmente hubiera encontrado calma. Después de despedirse, Jimin cerró la puerta, respirando profundo al fin tras la tarde agotadora que le había recargado la batería social al máximo.

Volvió a ver a Taehyung, quien seguía tirado en el piso, usando a Albertano como antifaz para dormir. La escena le sacó una risa, y se acercó para moverlo suavemente con el pie.

— ¿Todos se fueron? — murmuró Taehyung desde el suelo, mirando a Jimin con los ojos apenas abiertos.

— Sí. ¿Vas a dormir ya? Yo ya me voy.

— Pero aquí está hecho un chiquero... — se quejó Taehyung, haciendo un puchero que a Jimin le pareció adorable.

— Mañana, Taehyung. Hoy déjame dormir. — Le dio un suspiro cargado de paciencia y llevó a Albertano a la mesa, dejándolo con su montañita de verduras.

Esa respuesta, sin embargo, hizo que Taehyung abriera los ojos por completo. 

¿Eso significaba que Jimin seguiría aquí mañana? ¿Aunque Albertano se fuera? 

Ese pensamiento lo sacó de su medio coma etílico, y trató de levantarse, tambaleándose un poco. Jimin, riendo, lo ayudó a sostenerse, quedando a centímetros de su rostro.

— Mañana... — Taehyung repitió la palabra con una sonrisa soñolienta, mientras sus ojos se perdían en los de Jimin.

Jimin le devolvió la mirada, sintiendo un cosquilleo en el estómago al ver cómo lo observaba, con una ternura que nunca había visto antes.

— ¿Por qué me miras de esa forma? — preguntó, alzando una ceja, tratando de esconder su nerviosismo.

— Todavía me gustas — confesó Taehyung en un susurro. Su mirada, medio borracha pero sincera, tenía esa suavidad que pocas veces mostraba. — Mucho.

Aun en ese estado, Taehyung era capaz de ponerlo de los nervios.

— Estas confesiones están yendo muy lejos. Primero la de la semana pasada, luego la de ayer, ahora hoy. ¡¿No crees que todo va muy rápido?! — Jimin le dijo, tratando de sonar firme.

— ¿O sea que, si te pido que nos casemos mañana, me dirías que no? — Taehyung lo miró con una sonrisita.

Jimin rodó los ojos, pero esta vez Taehyung no lo dejó escaparse. Rodeó suavemente sus mejillas con ambas manos, aún algo mareado, pero seguro de lo que hacía.

— ¿Eso fue un no? — susurró de nuevo, su voz teñida de una ternura que Jimin no esperaba.

— Taehyung, eres insoportable, ¿no te lo dije? — Aunque el tono de su voz comenzó a bajar, ambos sabían que a esa hora nadie más los escucharía.

— Un par de veces.

— ¿Y hace falta que te lo recuerde? — Jimin frunció el ceño, sin moverse ni un centímetro.

— ¿Y hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo...? — Taehyung cantó, muy suavemente cerca de su rostro

— Cursi — murmuró Jimin, tratando de que parara, pero sin éxito.

— No quisiera yo morirme sin tener... algo contigo... — tarareó Taehyung, perdiéndose un poco en la letra.

Jimin soltó una risa suave ante el pequeño error, y Taehyung sintió una ternura tan profunda que su mano se deslizó, acariciando la mejilla de Jimin. Este, en un acto de amor recíproco, recostó la cabeza en su palma, mirándolo como si fuera el único en el mundo. Y para él, lo era.

Sus miradas sostenidas parecían llegar directamente al corazón del otro, encendiendo chispas que los llamaban a cometer un acto arriesgado. La atmósfera cada vez más íntima los alejaba de todo lo demás, y Jimin, en un impulso, decidió ir por el todo o nada.

Alzó su cuerpo, acercando su rostro lentamente hasta el de Taehyung. Sus labios encajaron en un beso cargado de sentimientos efusivos. Jimin deslizó sus dedos en el cabello de Taehyung, sujetándolo suavemente, mientras Taehyung le correspondía, sintiendo cómo sus corazones se alineaban en un mismo latido. 

Un pequeño golpe en su piel interrumpió el momento, y Taehyung se separó apenas unos centímetros, sobándose el área con una sonrisa divertida. Jimin lo miró, asustado de haber arruinado el momento, pero Taehyung solo le sonrió, un leve sonrojo iluminando sus mejillas.

Con dedos delicados, Taehyung retiró los lentes de Jimin y los dejó sobre la mesa

Luego, volvió a tomar el rostro de Jimin entre sus manos, como si sostuviera una joya inestimable, algo tan frágil que temía que se le escapara. Con más seguridad que nunca, lo besó sin temor a que la pasta gruesa de los lentes lo dejara sin un ojo teniendo al instante dos manitas frías que abrazaron su espalda, intentando que jamás volviera a separarse de él. 

La vista estaba buena, si no, preguntenle a Albertano


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