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La puerta se abrió con un chirrido seco, interrumpiendo el momento tenso que se había desatado entre los dos.

Jimin se acomodó en su silla al escuchar la llegada del licenciado Jung, quien entró con un suspiro y un cuaderno en mano. 

Taehyung también retrocedió, alejándose de Jimin cuando ya estaba casi encima del pelinegro que no estaba preparado para aquello

Así que si, el licenciado lo había salvado

El profesor dejó sus cosas sobre el escritorio y los miró con cansancio.

— Bueno, a ver... chicos de tercer semestre y... unas notas que apenas llegan a la zona mínima. — Revisó sus apuntes antes de levantar la mirada —. Park Jimin y Kim Taehyung, ¿no me equivoco?

Ambos respondieron al unísono:

— No, señor.

— Muy bien. —Dijo, cruzando las manos sobre el escritorio— ¿Quién quisiera hablar primero? Razonemos, seamos adultos.

Jimin tragó saliva antes de decidirse a hablar.

— Yo... no creo que haya dado todo de mí este semestre, estuve muy estresado con todas las demás materias y olvidé la más importante, me descuide, a penas llegue a tener derecho a examen final pero...

— No pudo hacer nada, lo entiendo. ¿Y tu Taehyung?

— Lo mismo, aunque yo si logré ganar las otras clases. — Respondió Taehyung con un tono de confianza que hizo que Jimin lo volteara a ver con una mirada que podía ahorcarlo.

— Sí, he revisado su desempeño —comentó el profesor— Sus trabajos dejan mucho que desear.

Jimin intervino apresuradamente, tratando de salvar la situación:

— Licenciado, le prometo que si me da la oportunidad de demostrarle lo mucho que me importa esta materia, haré cualquier trabajo extra.

Taehyung respondió antes de que él pudiera decir algo más

— Ambos, señor. Ambos necesitamos esa oportunidad.

El licenciado los observó con una sonrisa comprensiva.

— Entiendo... Esta es una carrera de humanidades, y en psicología debemos ser muy humanos. — Hizo una pausa y miró a Jimin — Dime, Jimin, ¿conoces a Taehyung?

Jimin dudó un segundo antes de responder con sarcasmo:

— En algún sentido, sí.

El profesor soltó una risa suave.

— ¿Son amigos entonces?

—Sí usted lo dice, somos los mejores amigos —respondió Jimin, con una falsa sonrisa

— Ya veo —dijo el profesor, recuperando la compostura—. Sé lo que se siente perder una clase, sobre todo esta. Pero, aunque no puedo darles un trabajo extra, hay algo que pueden hacer para ganar unos tres o cuatro puntos adicionales.

Jimin se inclinó hacia adelante con entusiasmo.

— ¡Es justo lo que necesito!

— ¿Y tú, Taehyung? —preguntó el licenciado.

— Sí, tres puntos serían suficientes.

—Bien, entonces permítanme presentarles su próxima tarea.

El profesor se puso de pie y comenzó a buscar algo bajo el escritorio. Jimin estaba convencido de que sería algún papeleo o tarea académica. Cualquier cosa sería mejor que repetir la clase.

Sin embargo, no esperaba encontrarse cara a cara con un roedor.

— Él es Freud —dijo el licenciado Jung, sosteniendo con cuidado a un pequeño cuy marrón en sus manos— Irónico, mi cuy que no puede quedarse solo en casa porque, si no, entra en depresión.

Taehyung se inclinó un poco para observar al cuy, y no pudo evitar sonreír con ternura ante su pequeño y tranquilo rostro. Jimin, sin embargo, le lanzó una mirada de reojo, claramente no impresionado.

— Se preguntarán, "¿para qué este viejo nos enseña su mascota?", bueno... realmente es más que una mascota. Este pequeño animalito es mi vida entera —dijo el profesor con una sonrisa nostálgica— Desde que mis hijos se casaron y se fueron de casa, este pequeñín me ha hecho mucha compañía.

Ambos estudiantes permanecieron en silencio, escuchando con atención, aunque Jimin parecía más interesado en encontrar de donde iba a sacar sus puntos faltantes.

— Pero ahora tengo que hacer un viaje personal. ¡Mi hija va a tener un bebé! —continuó el profesor, con un brillo en sus ojos— Ella vive en el Medio Oriente, y hace mucho que no la veo. Quiero pasar una temporada con ella, un mes.

Jimin sintió un nudo en el estómago, ya imaginando lo que vendría.

— Como entenderán, no puedo llevarme a Freud. Exponerlo a todas esas emociones fuertes lo mataría al instante —dijo el profesor, mirando al pequeño cuy como si fuera un cristal— Así que escuchen bien lo que voy a decir.

Taehyung y Jimin intercambiaron miradas de anticipación

— Solo si son capaces de cuidar a Freud como si fuera su propio hijo, dándole la atención que merece, alimentándolo, cuidándolo y atendiéndolo... los aprobaré —sentenció el licenciado Jung, haciendo una pausa dramática—. Solamente si cuando regreso él está bien, vivo y sano.

— ¿Entendido? —concluyó el profesor, mirando fijamente a ambos.

Jimin respiró hondo antes de hablar, su voz casi temblando.

— ¿Quién va a cuidar al cuy? ¿Taehyung o yo? —preguntó, esperando que tal vez podría librarse de la tarea.

— ¡Ambos, pues! —respondió el profesor con firmeza— ¿No perdieron la misma clase y necesitan los mismos puntos? ¡Trabajen juntos!

Jimin abrió la boca para protestar, pero no encontraba las palabras.  — Dios, no... —se quejó, apretando los ojos —. ¿Seguro que no puedo hacer un trabajo aparte? ¿Quinientas hojas? No me importa...

— Jimin —dijo el profesor en tono paternal — Te pido que cuides a un cuy por un mes, ¿por qué querrías un trabajo de quinientas hojas?

Jimin bajó la mirada, sintiéndose infantil. Se mordió el labio, reconociendo lo absurdo de su resistencia.

— Sí... lo entiendo, pero... —intentó insistir, su voz desvaneciéndose.

— ¿Acaso me mintieron? —preguntó el profesor, alzando una ceja con sospecha— ¿No son amigos? Podría buscar a otra pareja que me cuide al cuy, pero ustedes dejarían esos puntos...

— ¡No! ¡Estaba bromeando! —respondió rápidamente Jimin, con desesperación. Se movió sin pensar, rodeando a Taehyung por la espalda y aferrándose a él. — Somos mejores amigos, todo lo hacemos juntos y, por supuesto, aceptamos el trato.

Taehyung, sorprendido por el abrazo, permaneció rígido. Cuando Jimin levantó su mirada hacia él, con ojos suplicantes, solo pudo fruncir sus cejas.

— ¿Verdad, Tae? —insistió Jimin, apretando el agarre.

Taehyung dejó escapar un suspiro y, finalmente, levantó las manos para rodear a Jimin por la cintura, devolviendo el gesto a regañadientes. 

Ambos sonrieron con dificultad hacía el licenciado

— Sí, obvio, sin problema —dijo Taehyung con voz apretada.

— ¡Me alegra mucho escucharlos! —dijo el profesor con entusiasmo, ajeno a la tensión entre los dos— Entonces, hoy en un mes regresaré para traer a Freud y para entonces sus notas estarán actualizadas en la plataforma.

El licenciado les dedicó una última mirada antes de despedirse, dejándolos solos en el salón con el pequeño cuy.

Cuando la puerta se cerró, Jimin se apartó lentamente de Taehyung, sintiéndose incómodo por lo que acababa de hacer.

La tensión era palpable, casi tan real como el pobre Freud, quien parecía ajeno a la tormenta emocional que se hacía a su alrededor.

— ¿Entonces...? — murmuró Jimin sin mirar a Taehyung, su dedo índice acariciando distraídamente la parte superior de la jaula.

— Somos tutores de un cuy deprimido — contestó Taehyung con una sonrisa ladeada. Sabía que Jimin odiaba cuando era tan despreocupado

— Esto es serio, Taehyung. — Jimin respiró hondo, como intentando calmarse. — No puedo creer que tengamos que cuidar a un cuy solo por una clase.

— Freud. — Taehyung corrigió, fingiendo seriedad. — Y, oye, no es solo por una clase, también es por el destino del pequeño Freud. Necesita amor y cariño... ¿y quién mejor que nosotros? — Alzó las cejas, subrayando su comentario con un tono burlón.

Jimin rodó los ojos. — Déjate de tonterías. Quiero dejarte claro que haremos esto como compañeros de proyecto. Nada más.

Taehyung no respondió al instante, estudiando a Jimin por unos segundos antes de inclinarse hacia él. — Ah, compañeros de proyecto... — murmuró, su voz suave, como si estuviera probando las palabras. — Siempre pensé que haríamos una gran pareja en más que eso. 

— ¿Puedes dejar de ser tan... así por un minuto? No lo soporto — replicó Jimin, frunciendo el ceño. No era la primera vez que Taehyung lo coqueteaba para fastidiarlo, y ya debería estar acostumbrado, pero no dejaba de irritarlo.

Taehyung sonrió de nuevo, esa sonrisa que Jimin encontraba irritante. —Sé que en el fondo, te gusta. — Sus palabras estaban cargadas de un tono casi sarcástico 

— Lo que me gusta — respondió Jimin, recuperando su firmeza — Es la idea de que esto termine lo antes posible. Así que déjate de estupideces y llévate al cuy.

— ¿Oh? ¿No vas a despedirte de Freud? — Taehyung miró a la jaula con afecto fingido, como si el pequeño cuy fuera su hijo. — Míralo, te está mirando con esos ojitos, pidiendo un adiós digno de su papi.

Jimin soltó un bufido, acercándose de mala gana a la jaula y mirando al pequeño animalito, quien seguía comiendo indiferente. — Definitivamente le voy a cambiar el nombre. Adiós, Freud. Espero que sobrevivas este mes. — Se giró para irse, pero la voz de Taehyung lo detuvo.

— Por cierto, si te pones celoso porque Freud y yo pasemos tanto tiempo juntos... siempre habrá un espacio para ti. — La voz de Taehyung era suave, coqueta, y definitivamente intencionada para incomodarlo.

— ¡Ya callate! — Jimin se giró para fulminarlo con la mirada dispuesto a pelear otra vez, pero se limitó a inhalar profundamente, cerrando los ojos un segundo para calmarse. — Nos vemos luego, Taehyung.

— Te estaré esperando aquí con Freud. — Taehyung alzó la mano en un gesto despreocupado, viendo como Jimin se marchaba del aula. Una vez solo, suspiró con una sonrisa mientras tomaba la jaula. — Bueno, de aquí en adelante seremos tu y yo.

El cuy siguió masticando en silencio, y Taehyung no pudo evitar soltar una risita. — Ya veo por qué te deprimías estando solo.

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