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Library

Era jueves por la noche cuando llegué a la biblioteca para entregar el libro de fisiopatología que presté, era un día horrible para mí, el auto se había estropeado, mi bata se había manchado y por si fuera poco tenía una multa de nada más y nada menos que cuatro meses en la biblioteca.
 
 
En mi defensa no había encontrado el libro, pero eso de nada servía ya, estaba preparada para perder unos cuantos muchos dólares e ir a dormir hasta que mis ojos se pegaran.
 
 
Llegué al mostrador y no había absolutamente nadie, me giré confundida, pensando que tal vez el lugar estaba cerrado y no me había dado cuenta; pero no, el letrero estaba allí todo coqueto mostrando "abierto".
 
 
 "¿Hola?"

 Mi voz retumbó en la basta sala central.
 
 
Luego escuche un pequeño jadeo.
 
 
¿Qué rayos?
 
 
 Ok, estaba en una biblioteca gigante sola en la noche, esto de alguna manera podría ser un poquitin tenebroso...
 

 Volví a escuchar el jadeo más fuerte, creo que provenía de una sala contigua al mostrador. Bueno, no tenia nada que perder, ¿verdad?

 
 Me encojo de hombros e inspiro profundamente. En mi vida ya nada me sorprendía.
 
 
 Camino lentamente por los pasillos de libros y libros, pasando desde deportes a ciencias, novelas y hasta catálogos de rocas, llegando a una puertita de madera, de la cual provenían los sonidos.
 
 
 
"¿Acaso me volví loca y soy la maldita Alicia en el país de las maravillas?" Susurré para mí.
 
 
 
Empujé la puerta, esta sin hacer ninguna clase de chirrido reveló a un joven frente a una pantalla.
 
 

Pajeándose de lo más tranquilo.

 
 
Desde aquí veía todo el panorama, el chico tenía lentes y su pequeña melena se le pegaba a su frente sudada por el goce, allí en la pantalla una estrella porno vestida de enfermera brincaba sobre lo que yo suponía, por las ropas tiradas en el suelo, era un doctor calvo y de lo más buenote.
 
 
 El muchacho masajeaba su polla lentamente de arriba a abajo, disfrutando el toque al máximo.
 
 
 Y juro que trate de no mirar, pero todo el conjunto era obscenamente embriagador.
 
 
Trate duramente de no excitarme, de no gemir de pura casualidad. No quería ser descubierta, no ahora que el chico estaba a punto de correrse.
 
 
 Pero fue imposible.
 
 
 Solté un suspiro involuntario, frotandome las piernas inconscientemente, o tal vez lo hacía a propósito, no lo entendía realmente.
 
 
 Él giró rápido al escucharme, y quedó petrificado. Ahora que estaba parado su polla parecía aún más grande y listo para atacar al primer coño que se le acercara.

 
 Y vaya si quería que ese coño sea el mío.
 
 
 Yo estaba goteando, pero no me di cuenta hasta que el muchacho quiso ponerse los pantalones.
 
 
 "¡No! No lo hagas, sigue" Le dije impaciente.

 
"Pe-Pero..." Trato de pronunciar aún anonadado.
 
 
Y allí no sé que fue lo que se apoderó de mí, si el cansancio o la abstinencia que inconscientemente había recaudado en el último año; pero me acerqué a él y lo volví a sentar en la silla, sacando la enorme polla que el había metido en el pantalón a duras penas.
 
 
 
Y se la chupé, ansiosa, deseosa de el placer que se me había negado.
 
 
 
Él reaccionó enredando sus manos en mi coleta, guiando mi boca a su pene una y otra vez. Mirándome atentamente.
 
 
 "Oh nena lo haces tan bien"
 
 
 Eso sólo me alentó aún más, metiendo todo lo que podía en mi boca y masajeando el resto con una mano, mientras que con la otra desabrochaba mi camisa. 
 
 
 
Él me arrastró a un escritorio cercano y  estampó mi culo contra la fría madera de roble. 
 
 

"¿Así que lo quiere rudo, doctora?" Técnicamente aún no era doctora pero eso me puso muchísimo más caliente.
 
 "Lléname" Susurré en su oído, besando el camino a su clavícula.

 Lo oí respirar pesado, y luego se agachó a sacarme los pantalones.
 
 
 "A sus órdenes"
 
 
 Mi bata fue arrancada salvajemente, soltándose de ella mi ID.
 
 
 "Qué sexy es usted, Dra. Ingold" Dijo alcanzando la tarjeta.

 
"Digo lo mismo..." Lo miré.
 
 
 "Justin." Dijo seco.
 
 
Y luego me besó, allí supe que no había vuelta atrás, un desconocido iba a follarme en una biblioteca vacía.
 
 
 ¿Cuán caliente sonaba eso?
 
 
Fui sacada de mis pensamientos cuando oigo la tela de mis bragas siendo arrancada.
 
 
Jadee.
 
 
"Espero que sepa que esta noche será mía, Dra."
 
Y me penetró lentamente. Volviéndome loca poco a poco.
 
 La película porno olvidada, la ropa en el suelo, la biblioteca abierta y nosotros follando fuerte en el despacho.
 
 
 No supe como lo hizo, pero con cada embestida llegaba más lejos, llegando a mi útero, yo estaba volviéndome loca.
 
 
"Oh Justin, por favor no pares."
 
 
 "Ni aunque me pagaran" Replicó batiendo las caderas más fuerte, golpeando sus bolas contra mis nalgas una y otra vez.
 
 
 "Te sientes tan malditamente estrecha, mi amor" Susurró en mi oído, a punto de estallar.
 
 
 
"Siii ah mmmm" Balbucee cual bebé.
 
 

 "Me voy a correrrr" Los dientes chirriaban, no se si los suyos, o los míos.
 
 
 "Ordeñame" Gruñó. Y yo grité gozando cada segundo de ese orgasmo atronador; si la biblioteca debía estar en silencio yo no lo sabía.
 
 
 Sentí su leche caliente chorrear por mis muslos, cada minuto importandome menos, los músculos relajándose, los besitos siendo regados por todo mi cuello, yo estaba más satisfecha que en navidad.
 
 
 
"¿Esto cubre la multa del libro?" Dije simpática.
 
 
 Él gruñó, encaramandose por mi pezón, chupando fuerte, haciéndome gemir de vuelta.
 
 
"Cubrirá la puta deuda del estado si así lo quieres preciosa"
 
 
Yo reí y lo besé. Volviendo a empezar.
 
 
 
Y esa fue la historia de como me hice "mejor amiga" del bibliotecario nocturno de la Biblioteca Nacional.
 
 
 
 
Tenía pase libre a todos los libros que quisiera. Siempre.
 
 

 
 





Que quede claro que las extraño muchísimo y les dejo este pequeño popo para aunque sea me recuerden como la popo escritora

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