Prologue
24 de Abril del 2006
"He escuchado que hay muchísimas formas de desahogarse. Gritando, golpeando, llorando, hasta incluso tocando algún instrumento. Yo por mi parte escribo. O eso intento. Supongo que nunca fui una persona violenta, no me gustan las peleas, y también soy pésima con la música. Pero desde pequeña siempre me ha gustado escribir.
Escribir historias en donde el protagonista batalla para la liberación de su pueblo. Historias que relatan la ruptura del sistema y que un grupo de muchachos deben arreglarlo antes de que empeore o el enamoramiento de dos personas. Me gustan mucho las novelas románticas, y creo que aquello hizo que tuviese expectativas muy altas con lo que respecta en el amor.
Pero tú... tú las cumpliste y las sobrepasaste.
¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos? fue mágico para mi, y creo firmemente que lo fue para ti también. Creo que apenas tenía dieciséis cuando te vi, mirándome fijamente. Quizás fuese aterrador en otra perspectiva pero no lo fue para mi. Supongo que solo el hecho de que eras tú quien me miraba cambiaba el hecho de que hubiese sido extraño que alguien me mirara de aquella manera.
Supe en ese instante que mi vida daría un rumbo de ciento ochenta grados, pero no sabia si para bien o para mal.
Recuerdo haber salido de aquel mercado con una extraña sensación en el pecho, intenté saber que me había sucedido al ver tus ojos dorados (que extrañamente me enamoraron a pesar de su anormal tono) por poco creí que necesitaba un doctor, mi corazón iba demasiado rápido para mi gusto.
No saliste de mi cabeza en días, quería conocerte y una parte de mi deseaba verte otra vez. Ahora entiendo que fue tú belleza lo que me había cautivado.
Luego de las vacaciones de pascuas me di cuenta que ibas a mi clase, nunca les había prestado atención a ti y a tus hermanos. Mis amigos creían que estaba loca o era alguna clase de tonta por nunca haber escuchado de ustedes. Supongo que estaba tan metida en mi mundo y en mis estudios que nunca me paré a ver quienes estaban al mi alrededor.
Tú me miraste con tanta intensidad aquel día, y cuando me sonreíste algo se removió dentro de mi. Algo mágico me pasaba y mi corazón lo sabía.
Los días pasaban y de alguna manera me había acostumbrado a tu mirada en mi en el almuerzo y en las clases. Nunca habíamos hablado, no tenía el valor para acercarme hacia ti y decir un mísero "hola". Sabía que mi voz me traicionaría y no quería lucir como una tonta.
Pero cuando llegó el día en que junte valor para acercarme hacia ti, tú ya estabas allí. Recuerdo que no dijiste nada y con un leve gesto me señalaste hacia el bosque.
Mi subconsciente me había gritado que no lo hiciera, que probablemente podría matarme y enterrarme en el bosque para que nadie me encontrara, que no sea tan tonta en confiar tan rápido en él. Pero mi corazón había tomado las riendas de mi cuerpo y te seguí.
Aquel día paseamos por el extenso bosque, fue bonito. nos conocimos y por primera vez te vi sonreír levemente. Había sido la sonrisa más hermosa que había visto y mi corazón saltó de alegría al saber que yo lo había causado.
No quería volver a casa, de alguna manera me sentía completa contigo. No quería volver a aquella aburrida rutina y poder pasar todo el día contigo.
Me llevaste a casa y recuerdo ver a mi madre en la ventana, sorprendida de ver por primera vez un muchacho con su hija. Obviamente estuvo de chismosa y me llenó de preguntas. A mi papá no le hacía gracia, supongo que es una actitud normal en los padres al ver a su única hija crecer.
Los dias pasaron y siempre me acompañabas a casa, y me gustaba. De cierta manera me sentía más protegida contigo a mi lado.
Te conocí más, supe que eras un aficionado por la música y que tenías un don especial para el piano. Tú me lo demostraste cuando te invité una vez a casa, nuestro viejo piano estaba algo desafinado por lo que te dedicaste a afinarlo. había sido algo hermoso de admirar. Como te habías arremangado tu camisa y al estar tan concentrado no te dabas cuenta que mordías tu labio.
Música había sido para mis oídos escucharte, literalmente, fue placentero. Yo era demasiado mala y me intentaste enseñar, apenas pude tocar algo aceptable y me prometiste que me daría más clases.
Te presenté a mis padres ese día y te quedaste a tomar la merienda. Mi padre era de descendencia mexicana y fue criado con esa costumbre, por lo que aquello era totalmente normal cuando el reloj marcaba las síes de la tarde. Sabía que no habías probado siquiera un sorbo del café, y cuando te pregunté me dijiste que te caía mal.
Por alguna extraña razón te creí.
No me acuerdo como ni porque, pero luego de varias semanas supe que algo extraño te sucedía. No era normal que fueses tan pálido y nunca te había visto dar un bocado de la comida de la escuela, aunque en realidad yo tampoco lo comía porque era extremadamente asquerosa.
Te intenté preguntar, pero o cambiabas de tema o solo me decías que tu familia seguía una estricta dieta.
Tiempo después me enteré, y quizás de no una forma tan bonita.
Caminaba por el bosque, ya estaba atardeciendo y debía volver a la casa de mi abuela. Había sido un día esplendido, mis primos y yo habíamos pasado el día en el lago cerca de la casa de uno de ellos y tenía que volver, la mala suerte era que la camioneta del tío Carl se había descompuesto y no podía llevarnos. Mi primo Sam me acompañó para que no volviese sola, estábamos a solo unos minutos de allí.
Todo había sido tan confuso. Un gran viento nos había chocado, lo más extraño era que había sido tan repentino y me asustó un poco. Pero no le dimos importancia. Pero no estaba preparada para verte de esa forma.
Por alguna razón no te diste cuenta que estábamos cerca, y cuando alzaste la cabeza tú boca estaba llena de sangre de un coyote. Tus ojos mostraron terror al verme y mi primó empezó a hervir, literalmente.
Sam convulsionó frente a mi y yo grite al verlo. Intenté abrazarlo para que no se moviese tanto pero uno de tus hermanos apareció y me separó de él.
Grité y lloré de tal manera que creí que se me rompería la garganta y me quedaría muda. Pero literalmente me quedé sin palabras cuando vi a un gran lobo negro frente a mi. Gruñó en mi dirección y rápidamente tú hermano me soltó. El lobo corrió y se puso frente a mi para defenderme.
── ¿Sam? – llamé y este me miró de reojo antes de volver su vista hacia ti y tus hermanos para gruñirles.
Un hombre se acercó hacia él de forma pacifica, levantando los brazos en son de paz. Era tú padre, o eso creo. Era demasiado joven. Convenció a mi primo que no había peligro, que solo habían ido a cazar. Se presentó como Carlisle Cullen, líder del clan Cullen. Un clan de vampiros. Y para colmo, vegetarianos.
Recuerdo que me quedé en shock al escucharlo, quise mirarte pero me evitabas. Tú boca aún tenía rastros de sangre y Alice intentaba reconfortarte. Necesitaba una explicación, estábamos a cientos de kilómetros de Seattle, no podía entender el porque estabas allí, justamente en la reserva Quileute (o en las fronteras del territorio, para ser específicos).
Mi cabeza había hecho click en ese momento dándome cuenta de las obvias pistas, pero mis pensamientos eran tantos que no podía enfocarme bien. Hasta me mareé
No fueron hasta dos semanas después que pude verte de nuevo, no te dignaste a acercarte a mi casa y eso me preocupaba. Tampoco ibas a clase aunque tus hermanos si, me preocupé mucho y me acerque a Alice para preguntar por ti. Me dijo que estaba avergonzado, y me dijo que sentías algo por mi. Quise creerle, en verdad, pero quizás mi corazón quería escucharlo de tus labios y no de los de ella.
Luego de haber insistido tanto a tú hermana, cedió ante mis peticiones de llevarme a tú casa, me advirtió de que debía tener cuidado con Jasper, su novio, porque aún se estaba acostumbrando a la vida vegetariana.
Agradecí a los dioses de que mi periodo fuese la semana pasado.
Tú cuarto estaba desordenado, ni siquiera tenías cama por lo que supuse que no dormías (lógicamente no lo necesitabas, y creo que eso fue lo único en que acertaron las películas de terror). Tenías más ojeras de lo habitual y tus ojos eran negros. Por un momento temí que nunca pudiese ver aquellos ojos dorados que brillaban al verme.
Renegué mucho con tú silencio, ni te dignabas a mirarme. Me acuerdo de haber acarrado tu rostro con mis manos e hice que me miraras, sentí un escalofrío cuando tus ojos se posaron en los míos y creí que me desmayaría.
Y hablaste. Me sentí tan feliz de haberte escuchado después de un largo tiempo.
Me dijiste que yo era tú Tua Cantante. Personas que estaban hechas para ser el alimento de un vampiro, pero en vez de producirte sed hizo que sentimientos nacieran en ti.
Recuerdo haber mandado todo al demonio y te besé.
Y había sido lo mejor que me había sucedido en toda mi existencia.
Luego de dias, oficializamos nuestro noviazgo. Mis padres estaban encantados contigo, no podían creer que había encontrado a un chico tan atento y caballeroso (actualmente no se encuentran muchos muchachos así) y recuerdo las miradas de la mayoría de las chicas sobre mi, mirándome con odio. Pero Rosalie y Alice estaban conmigo y me protegían, ellas me habían aceptado al instante en la familia.
Y hasta la graduación fue una de las mejores etapas de mi vida."
Tuya por siempre, Lauren.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro