Out of the Letters TWO
ˏˋ ☾ ˎˊ
Julio 30, 2009.
Alzó su mirada al cielo el cual estaba cubierto por grandes y pomposas nubes grises, le dio la sensación de que estas sabían lo que iba a suceder. El aroma caracteristico de su auto le llevaba a recordar todas las cosas que habían sucedido allí. Como el día en que celebró junto a sus amigas el fin de la secundaria, en donde abrió su carta de aceptción a la universidad y sus momentos romanticos con Edward.
Un nudo se le formó en su garganta al pensar en el nombre de aquel muchacho. Aquel chico que había hecho su vida diese un giro de ciento ochenta grados y conociera otras formas de vida.
Se estacionó en frente de la gran mansión y se acercó hacia la puerta. Alice la recibió con una sonrisa apenada, como si supiese el por qué estaba allí.
── Edward todavía no está aquí – dijo ella. Lauren suspiró, no le sorprendía.
── Bien, lo esperaré – habló.
── ¿Quieres pasar?
La propuesta de Alice se veía buena, entrar y esperarlo allí sentada mientras tomaba algun café. Sin embargo, se negó.
── Lo esperaré en el auto.
Lauren fue a su auto y se quedó en el asiento de piloto por un largo tiempo. Lo bueno es que se lo veía venir, puesto que se trajo un libro.
La historia escrita por Julia Quinn, El vizconde que me amó, atrapó rapidamente su atención, desviandola de la clara decepción que le causaba la falta de Edward en la mansión. A pesar de que las interacciones entre Anthony y Katherine eran dignas de una pelicula y tan llamativas, no quitaba el echo de que había una pequeña y leve opresión en su pecho.
Habían pasado a penas dos horas cuando del cielo empezaron a caer gotas de lluvía. Eran leves, por lo que no hacían un gran ruido, más bien era como una melodía continua y que la invitaba a cerrar sus ojos un momento. Y eso mismo iba a ser de no ser que Edward había llegado a la casa.
La muchacha rapidamente salió del coche y corrió hacia la puerta. El vampiro parecía darse cuenta de su presencia, por lo que no se movió hasta que hubiese llegado a su lado.
── Vamos a hablar.
Edward asintió sin decir una palabra y ambos empezaron a caminar por el camino que los llevaba a travez del bosque frondoso. Nadie había dicho una palabra, solamente los sonidos de la lluvia llenaba el ambiente. Lauren sabía bien que se terminaría enfermando, pero no le interesaba mucho si quería ser sincera.
Los minutos pasaron y ninguno había dicho una palabra. Era extraño para la muchacha aquella sensación de incomodidad en la presencia de Edward, nunca la había sentido antes.
Siempre que caminaban juntos ella tenía una sensación de paz y tranquilidad cuando estaba a su lado, como si eso fuese lo que había anhelado toda su vida. Podían pasar los años, pero aquella sensación jamas se iría. Ahora era como si caminase con un extraño, el cual no era nada lejos de su realidad.
Edward no era el mismo que antes. Él desde un principio había sido muy atento y dedicado en su relación, inclusive se disculpaba decenas de veces si es que llegaba tarde por un minuto, lo que hacía que ella se riese y lo callara con besos. Sin embargo, aquella actictud atenta y cariñosa había sido reemplazada por una fria y distante, como si fuese la de un extraño.
De pronto ante sus ojos se mostró la hermosa luna llena brillando en el cielo, la lluvía caía, pero parecía ser que la luna quería hacerse un lugar para brillar en aquel pueblo. Ambos yacían a las orillas del rio, justamente en el limite de territorio Quiluete. Lauren decidió sentarse en una gran roca y mirar hacia las aguas tranquilas del rio.
── ¿Qué es lo que necesitas, Lauren? – habló Edward. La muchacha dio un largo suspiro antes de mirarle.
── Quiero la verdad.
Al parecer aquello lo veía venir, puesto que el vampiro se sentó junto a ella y miró hacia el rio.
── ¿Cúal es la verdad que quieres escuchar?
Muy buena pregunta, no sabía cual era. ¿La verdad de que él estaba ignorandola? Y si fuese así ¿Cúal era la razón?, quería saber si es que Edward todavía la amaba a ella como lo había profesado en esos tres años ¿Seguía siendo cierto aquello? ¿Seguía siendo verdad aquel anhelo que tenían por pasar una eternidad juntos?
Los pensamientos de Lauren eran como un remolino que no paraba de dar vueltas, no podía ordenarlos.
── Hace un tiempo atrás mi abuela me contó una leyenda de la tribu – empezó – Se trataba sobre el amor entre dos personas que sobrepasaban toda adversidad, ambos eran de tribus diferentes, ambos eran los hijos de los jefes. La hija decidió en ese entonces rebelarse ante su padre al escucharle decir que su amor no era posible, que era en contra de las leyes de los dioses.
«Pero a ella no le importó, sino que corrió hacia la tribu de su amado. Ambos se casaron ante la unica presencia de la luna y de la abuela del hijo del jefe. Se casaron a pesar de las negativas que habían oido y de la maldición que podía recaer en su descendencia.
Edward la miro por un momento y asintió.
── He eschuchado la historia – murmuró – ¿A que quieres llevar esto?
Lauren suspiró y retuvo las lagrimas que querían asomarse por sus ojos.
── Ambos lucharon por ese amor prohibido, inclusive lo hicieron hasta su ultimo respiro. Nosotros fuimos como ellos, luchamos por nuestro amor – respondió – Pero, a diferencia de ellos, en vez de fortalecer nuestro amor, este se debilita.
Por un largo momento ninguno dijo nada ¿Por qué se tendría? Ella tenía razón y Edward no la podía contradecir.
── Lo siento – murmuró él.
── Lo se. Por eso se que esto se terminó – exclamó levantandose de su lugar. Ya no iba a controlar sus lagrimas, estaba muy cansada para hacerlo, estas caian como cascadas y se mezclaban con la lluvía que caía sobre ella – Te deseo lo mejor Ed.
── ¿Solo dirás eso? – murmuró este con voz quebrada.
── Si, creo que veías venir esto de la misma manera en que yo lo veía – dijo con una pequeña sonrisa. Su labio inferior empezó a temblar y ella dio un hondo respiro para controlar su llanto – Nos vemos.
Y como sis sus palabras fueran un botón de inicio, la lluvia empezó a ser cada vez más fuerte. Lauren no le tomó importancia y caminó por el camino que habían transitado hasta la mansión. Su llanto era opacado por el fuerte ruido de la tormenta y su ropa estaba totalmente empapada. Sabía que se enfermaría.
Llegó a su auto y entró en él, sin prestar su atneción a los gritos y llamados de Alice y Rosalie.
El motor rugió y se dirigió hacia la ruta. Entre llantos y el ruido de lluvia llego hacia la casa de su abuela, quien estaba sentada en el porche como siempre hacía cada vez que llovía. Al verla se levantó de su silla y la miró con preocupación.
── Mihija... – llamó.
Lauren no dijo nada, sino que se quebró en ese instante y, cayendo de rodillas, su llanto se incrementó a tal punto que sus sentidos se nublaron y el frio la había abandonado.
No supo como es que llegó a su cama, tampoco supo como es que ahora tenía otra ropa y estaba arropada hasta el cuello. Lo unico que si supo es que su abuela nunca la abandonó, se sintió como una niña una vez más que era cuidada por su abuela.
Y con este capitulo especial finalizamos la temporada dos de "Oh, dear boy!"
¿Quien lloró al igual que yo mientras lo escribía? ¿Quien quiere pegarle a Edward?
Buenos my loves, espero que hayan disfrutado de esta temporada, y como les advertí antes, vayan preparando sus pañuelos para el tercero que, a pesar de que será corto, va doler como nunca.
See you!
RiderStilinski ── 18/01/2024
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