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10, Cuando todo converja.

Mientras Cassandra Kiramman festejaba el cumpleaños numero dos de su pequeña y única hija, Darling se refugiaba en su habitación. Acompañada por Felicia, que por segunda ocasión, en las mismas condiciones, estaba desanimada. Parecía estarlo mucho mas que ella, quien fue la que pasó, una vez mas, por un aborto espontaneo. 

 Darling se convencía en que aun era muy joven, y tendría mas oportunidades de tener un hijo. No era algo que esperaba con las mayores ansias, pero tampoco le aterraba la idea de tener uno junto con la persona que mas amaba. No estaban casados, pero su relación parecía tan firme como siempre, con los clásicos disgustos que eran ocasionados por vivir alejados.  

—Esto es una señal —dijo Darling—. Digo, en Zaun aun no se me hace conveniente criar un hijo, y acá en Piltover no me detengo un segundo. Ir a la academia con una gran barriga si sería complicado. 

 Hizo una pausa, y le dio un sorbo al té que Felicia le había hecho. Parpadeó un par de veces, endureciendo la mirada. No quería llorar por algo que no planificó, ni que tampoco tuvo tanto tiempo de ilusionarse. Aunque de eso ultimo no estaba muy segura. No le bastó tanto para darse cuenta que estaba aterrada, pero a la vez dispuesta. 

—De todos modos, como le diría a Silco que —otra vez se calló. 

 Él no lo supo nunca. En ningún momento le dijo o que estuvo embarazada, o lo del aborto. Ella misma no se creía capaz de decirlo por fuera de sus propios pensamientos, como para tenerlo en una conversación con su novio. Y si Felicia lo sabía era porque no existía manera alguna de ocultarlo. Lo sabría, a su modo, como siempre lo hacía. 

—Feli —la llamó. 

 Su amiga, parecía no estar oyéndola. Desde que se metió en la cama, Felicia se había sentado en la punta, y se quedó viendo por la ventana al horizonte de Piltover. No esperaba mucha atención de su parte, pero le preocupaba la distancia. 

—¿Ocurre algo? —le preguntó en cuanto le devolvió la mirada. 

Felicia tomó aire muy profundo, y Darling la vio temblar. Se asustó. Le ocultaba algo, y ante tanta seriedad, parecía ser algo muy grave. Se puso de pie, y fue a sentarse a su lado. Puso una mano sobre su pierna, y notó aquel brillo en sus ojos. Uno cargado de lágrimas. Hasta podía ver el nudo en su garganta, lo que le impedía hablar. 

—¿Qué pasa, Feli? —murmuró. 

 Revoloteó los ojos, hasta que los puso sobre Darling. Una lágrima cayó, y no se molesto en secarla. 

—Estoy embarazada —respondió Felicia, con la voz rota. 

 Pudo haber dicho algo mas, pero se calló en cuanto Darling la abrazó con fuerza. Lloró sobre su hombro, mientras ella le acariciaba el cabello. Sintió un deje de culpa en su pecho por haber dicho lo que dijo sobre tener un hijo en pleno cambio de la parte baja de la ciudad. Este creció aun mas, por el solo hecho de sugerir que tenerlo mientras estudiaba en Piltover era igual de terrible. Estaba hablando sin pensar, guiada por su propio desconcierto de no poder continuar con un embarazo.   

 Como no sabía que decir, porque iba a llorar lo que estuvo aguantando, se quedó en silencio con Felicia tratando de respirar. La entendía, estaba aterrada, vivir en Zaun no era un premio, y tener hijos allí abajo, parecía una condena. Pero no estaba sola, ni tampoco aquella parte de la ciudad. Aun entre tanta oscuridad, la falta de visión, se podía notar cierto resplandor. Algo de esperanza. 

—Soy terrible en esto —murmuró Felicia—. No te debería estar contando una tragedia cuando tu vives la tuya. 

 Darling sonrió, y luego rio, dejando escapar un par de lágrimas. 

—Bueno, una debe hacerlo primero para decirle a la otra como funciona —dijo Darling—. Decidas lo que decidas, estaré a tu lado, yo sostendré tu mano. 

 Felicia se incorporó, y le dio una sonrisa torcida. Sus ojos estaba rojos e hinchados por el llanto, pero aun así no quitaba cierta alegría reflejada, esa que era propia de su naturaleza. 

—Nunca me he visto como madre, ¿Crees que es muy complicado? —preguntó, aunque se sintió tonta de hacerla—. Lo siento, Dar. Ya no se de que hablo. Es que piénsalo, un niño en Zaun ¿Qué . . .?

—Te tendrá a ti, a Connol, a Vander, Silco —hizo una pausa, y la tomó de la mejilla—, estaré a tu lado. Haremos todo lo que este a nuestro alcance y mas, para que ese niño no pase por lo que pasamos nosotros. 

 Felicia sonrió, y se abalanzó para darle un fuerte abrazo. Darling la recibió con el mismo cariño de siempre, aunque su dolor aun seguía latente, solo por un instante pensó que era mejor así. Criar, ver crecer el hijo de su mejor amiga. Hacer aun mejor Zaun para que esa criatura no viera como todo a su al rededor moría con lentitud. 

—Aun no le he dicho a nadie —murmuró Felicia. 

—Lo harás —respondió, frotando su espalda. 

 Ahora tenía una razón un poco mas poderosa para trabajar día y noche en la academia. Aunque también debía dividir el tiempo entre el laboratorio textil y el atelier. Pasaron dos años de aquel acuerdo, y hacer realidad una idea se tornó algo difícil. 

 El primer prototipo no resistió la fricción de los movimientos. Por lo tanto, Darling debía hallar la manera de hacer algo mas grueso, y a la vez que no calcine a los trabajadores, ni que le haga mas torpes los movimientos en las minas. 

—Al menos has logrado que las mascarillas y las bolsas de frio, funcionen —dijo Cassandra, entrando a la pequeña oficina en la academia. 

  Darling arrojó el lápiz sobre la mesa, y luego se estiró en el lugar, dando un largo bostezo. 

—Si, pero no me pagas para eso —dijo Darling—. Y no se me cae una maldi ...

  La pequeña hija de Cassandra estaba a un lado, jalando de su vestido. Se calló de inmediato, pues en los últimos tiempos no dejaba de decir groserías cuando algo no le salía, y solo Caitlyn funcionaba como catalizador para sus frustraciones.  

—No trabajas para mi —le corrigió Cassandra, a un lado—, te patrocino para que puedas llevar a cabo tus proyectos de diseño e ingeniería. Hasta ahora te propusiste varios, y los hiciste, al menos los mas factibles.   

 Darling puso a Caitlyn sobre su regazo, y le sonrió. Le caía bien los niños, aunque no estaba muy segura de que hacer con ellos después de un rato. 

—Si, pero esto era para mejorar los trabajos a largo plazo —dijo, sonriéndole a la niña—, no solo para hacerlo durante el tiempo que los hombre de Piltover estén allí abajo. No estoy mejorando las condiciones, solo ...

 Hizo una pausa, y respiró. Debía buscar algo de calma para que la frustraciones no hablen por ella. 

—Mi mejor amiga tendrá un hijo, y quiero que su trabajo no la mate —dijo. 

 Tomó a Caitlyn y se puso de pie. Se la entregó a su madre, y antes de volver a su lugar, despeinó su lacio cabello oscuro. 

—Este traje, lo lograras —dijo Cassandra, y abrazó a su hija—. Sino, será algo que sirva mas como complemento. Ellos pueden respirar allí abajo, ¿No crees que demasiado? Se que llegaras al punto en que tus ideas converjan. Quizás debas verlo desde otra perspectiva, una visión diferente. 

 Se retiró, y Darling quedó sola una vez mas con sus pensamientos. Quizás Cassandra tenía razón, y debía tomar distancia, y continuar trabajando en otros diseños industriales, para otros tipos de trabajos. Una parte suya estaba decepcionada por tener que seguir postergado una posible solución.  

—Al menos respiran —murmuró al ver una de las mascaras de gas que hizo. 

 Sonrió, pensó en la ocasión en que Silco la usó, y le dio su visto bueno. No hubo fugas, pero el aire, mientras mas se bajaba se hacia mas denso, y el gris, controlado, seguía estado latente como parte del ecosistema de las minas. 

 Buscó un par de libros que tenía guardados, y comenzó a leer. Estaba segura que le faltaba un poco mas de base en cuanto investigación teórica, y estaba algo convencida de que entre las paginas que hablaban sobre la materialidad de los textiles industriales, encontraría la solución.

 Estuvo allí toda la tarde, bebido taza de té tras taza de té. Smith se había pasado a visitarla, y le llevó un par de galletas y panes para que tuviera algo mas que liquido en su estomago. Se quedó allí, haciéndole compañía, leyendo otro libro. 

—Me gustaría que sea reflectante —dijo Darling, con un lápiz a medio morder sobre sus comisuras—. Pero no todo, o sea, que no se vean como bolsas, porque eso es incómodo en la mina. 

—Quizás una textil inteligente sea útil —comentó Smith, y cerró el libro. 

—Lo he pensado —dijo Darling, dubitativa—. Debería ir al ala de tecnología, quizás o tiene algo, o me pueden ayudar a despejar un poco esta X. 

 Se puso de pie, se despidió de Smith con un beso en la mejilla, y se apuró para salir de allí. Estaba a punto de estallarle la cabeza, el dolor comenzaba justo por encima de sus ojos y se metía hasta dentro. Si era capaz de pensar algo con poca lógica, era que una mano estaba amasando su cerebro. 

 Tras dar vuelta por los largos y luminosos pasillos de la Academia de Piltover, llegó hasta la sala de tecnología. O al menos, lo que era el hall de recibimiento. El lugar estaba vacío, aunque sobre el escritorio habían muchos papeles revueltos. Darling, quien siempre saludaba  a las recepcionistas antes de entrar, siguió de largo, un poco extrañada por la situación.  

—¿Hola? —llamó, mientras caminaba. 

 Ingresó a la primera sala, y allí había un hombre. Un par de años mayor que ella, a quien supo ver en algunas ocasiones, pero nunca hablaron. Él mas bien, parecía que la veía con cierto desdén desde los primeros días como una becada mas. La óptica de Darling casi nunca le permitía notar que no todos eran como Smith o Lauren, o hasta Cassandra Kiramman, o sus compañeras del Atelier, en donde la trataban con respeto por el hecho de ser una persona mas. 

—Disculpa —dijo Darling, acercándose a él—. Quería saber con quien debo hablar para . . .

—Para ingresar a los laboratorios de investigación tecnológica debes llenar un formulario —la interrumpió el hombre. 

 Era la primera vez en dos años que le pedían algo como eso. Nunca llenó nada, a excepción de los papeles de la beca que le otorgó Cassandra, o los de renta para el departamento. Pero lo que era dentro de la Academia, con su gafete tenía acceso a la mayorías de áreas  que se le permitían a cualquier estudiante, incluso el laboratorio de tecnología. 

—¿Qué tipo de formulario? —preguntó Darling, enarcando una ceja. 

 El hombre se acercó a ella, y descubrió que era muy alto, quizás un poco mas que Vander, lo cual la obligó a dar un paso atrás. Darling recordó porque no entablaba una conversación nunca, porque no le inspiraba confianza, sus ojos oscuros, con las cejas apenas fruncidas, delataba que no le agradaba su presencia. 

—Para poder identificar que tipo de estudiante eres —respondió el hombre, y se cruzó de brazos—. De la ciudad o . . .

—¿O zaunita? 

—Estaba por decir de exteriores —dijo el hombre, dando una sonrisa socarrona—, pero si, zaunita suena mejor. Debes entender, es por seguridad. Nunca se sabe cuando alguno se puede infiltrar a los laboratorios. Es ser precavidos señorita Greywall, espero que lo entienda. 

 No, no quería entenderlo, y tampoco ponerse a discutir con alguien de quien ni sabía que rango tenia en la academia. Darling no dijo mas nada, y se marchó. El dolor de cabeza se agudizó, y al igual que una presión en el pecho. No pensaba que tendría que volver a pasar por una situación así, ahora por fuera de sus pensamientos. 

 De camino a su oficina, se cruzó con Smith. Darling, hizo todo lo posible para que no se le viera el enojo, pero sus ojos, brillantes por las lágrimas, el ceño fruncido, y las mejillas rojas, delataban lo que por dentro ardía. Tres años viviendo allí, bajando la guardia, porque por días temió que la trataran diferente por donde venía, nunca le dijeron nada, hasta esa tarde. 

—Dar —exclamó Smith, cuando ella siguió de largo. 

 Se frenó en seco, y se quedó quieta. Respiró profundo, tratando de controlar el enojo que la consumía, sin embargo, cuando Smith tocó su hombro, ella dejó caer las lágrimas que trataba de guardarse. 

—¿Qué ocurrió? —preguntó preocupado, al verla llorar. 

 Darling negó con la cabeza, y se abrazó a él. Smith, de alguna manera había aceptado que ella ya tenía pareja, y aunque una parte suya no abandonaba por completo las esperanzas de que entre ellos hubiese algo, seguía siendo el mismo amigo de siempre. Le correspondió, y dejó que se quedara allí hasta que se pudiera tranquilizar. 

—Es —Darling balbuceó, y se alejó un poco—. Oh, lo siento Eli. 

—No, esta bien —dijo Elijah y sonrió un poco apenado. 

 Darling se hizo a un lado, y acomodó algunos cabellos rojizos que caían sobre su rostro. Trato de sonreír, pero cada segundo que trataba de forzarse a hacerlo, la mueca se torcía. 

—Es que, ¿Tu me puedes buscar unos formularios sobre estudiantes de exteriores? —preguntó, con la voz temblorosa.

—Yo, no sabía que esos formularios existían —dijo Elijah, con un poco de duda.

—Al parecer es algo nuevo, tampoco lo sabía, y me enteré por boca de ese idiota del laboratorio de tecnología —dijo Darling, y dio un suspiro de enojo—. No importa ya, al menos no llore frente a él, nunca le caí bien. 

—Solo es uno —dijo Elijah, y sonrió—. Buscaré esos formularios, donde quieran que estén.

—Gracias Eli —dijo Darling—. Me iré antes a Zaun, quizás necesite estar allá para . . .

 Hizo una pausa, porque no estaba segura de que decir. La cabeza le llegaba al limite con el dolor, al igual que la mirada irritada, y todas sus ideas, las que creyó que tuvo en algún momento y las idealizó, se quemaban en su interior. Comenzó a caminar, y Elijah fue a su lado, esperando a que pudiera decir. 

—Necesito ver todo esto desde otro punto de vista —continuó—. Espero que funcione, sino estaré desperdiciando mi tiempo, o lo que sea. 

 Elijah sonrió, y puso una mano en su hombro. No detuvieron su caminata, fueron así, en silencio, oyendo el sonido de sus pasos que rebotaban en los muros de los largos y vacíos pasillos de la academia. Darling trató de disfrutar ese pequeño momento, pero no podía descartar de su mente con facilidad, que ella era una mujer que venía de afuera, una zaunita, que no estaba aportando tanto como lo pensó en un momento, tres años atrás.   

—Lo harás, ¿Cómo es que aun sigues sin confiar en ti? —preguntó, y le dio una pequeña sonrisa. 

—Ni yo se como es que sigue sucediendo —respondió Darling, frotándose uno de los brazos.    

☆☆☆

Hoy estoy que ardo con las publicaciones 💅🏻💅🏻💅🏻

Lo siento, se me cayó un poco "la vida es dura" muy mucho en un solo capítulo 😭

         

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