Felicidad
Kyojuro era un hombre que no solía avergonzarse por la mayoría de las cosas, no se podía decir lo mismo de la gente que lo acompañaba.
Cuando Rengoku Kyojuro estaba peleando, no podía lucir otra cosa más que genial, imponente, magnifico, y cuando daba órdenes a los soldados o guiaba a los aprendices aparecía como alguien maduro, confiable y de gran carisma, lo mismo cuando tenía que crear alguna estrategia o hacer sus reportes en las reuniones del cuerpo de cazadores. Pero las personas que hayan estado a su lado un poco más de tiempo no dudarían en decir que cuando el pilar estaba en sus ratos libres su comportamiento muchas veces daba vergüenza ajena: Le tiran un anpan a la cara, se lo come encantado; hay que hacer una misión de forma sigilosa, le pregunta a la policía si no ha visto algún demonio; se zampará diez bentos de una sentada mientras exclama ¡Umai! como si no existiera un mañana; hay que hacer reír a un compañero, se comprará unos lentes y hará el tonto sin dudarlo ni un segundo. Por eso se lleva tan bien con Uzui Tengen y es por eso que Rengoku Kyojuro no ha sentido en más de un par de ocasiones lo que es la vergüenza ajena.
Es por esa razón que le sorprende el sentimiento de querer parar de leer lo que dice ese diario que tiene frente a si, y al mismo tiempo desea seguirlo leyendo mientras siente su rostro enrojecer y se le escapa una carcajada nerviosa.
No es que el diario en esta parte sea muy gráfico, él ha leído todo lo relacionado con las relaciones sexuales como si fuera un libro sobre alguna técnica de respiración. Pero leer esta parte es algo muy intrusivo. Es el alma desnuda de su antecesor, sus sentimientos plasmados en unas pocas hojas de papel amarillento. Sentimientos que él reconoce y que al ver expuestos donde cualquiera pueda leer lo hacen encogerse ante el deseo de ser visto y de ocultarlos en lo más profundo donde nadie pueda saber de su existencia, el duodécimo primer pilar de la llama estaba muy enamorado y Kyojuro también. Al menos el no andaba poniendo cosas tan cursis en su diario... oh, espera, ¡si lo hacía!
"(...) a pesar de que comenzamos esta relación por deber, hemos podido encontrar la felicidad (...)"
"(...) quisiera al morir poder reencontrarme con él en otra vida (...)"
"(..) deseo vivir muchos años más junto a esta persona (...)"
"(...) espero que aquellos descendientes que continúen esta tradición, puedan encontrar la felicidad como nosotros lo hemos hecho (...)"
Eran sus propios deseos escritos hace cientos de años por las manos de otra persona.
Por lo que decían otras escrituras que nada tenían que ver con ese diario, sabía que este ancestro encontró su final de manera violenta, como la mayoría de los Rengoku, no pudo vivir muchos años, ni envejecer junto a su preciada persona. De hecho, casi ningún pilar de la llama llego a vivir una larga vida, su padre probablemente rompería el récord si continuaba bien de salud.
Hasta ahora todo estaba yendo bien para su chico y para él, pero ¿quién aseguraba que uno de los dos no moriría en cualquier momento? No tenían que ser cazadores de demonios para que algo ocurriera, la muerte viene de las formas más inesperadas, justo el otro día un hombre del pueblo resbaló en su casa, se golpeó la cabeza y murió, recordaba el pilar. Lo mismo podría ocurrirle a él.
Debía decirle a su chico cuanto antes lo que sentía, pero el cortejo no iba muy bien que digamos, como no sabía que se estilaba en aquella época, y tampoco se había atrevido a preguntarle a nadie, y menos a Uzui que lo atormentaba con sus consejos para "el dormitorio", optó por lo seguro: es decir, ya le había escrito y enviado poemas en papel perfumado cuidando de que su caligrafía no se viera menos que perfecta (nunca supo que Tanjiro estornudaba a veces por el olor del perfume), Tanjiro no le escribía ninguno de vuelta, lo que le preocupaba... ¡al menos le mandaba las gracias con su cuervo!
También le daba flores, al estilo occidental, y regalos de diversa índole, por supuesto: un hermoso kimono de seda rojo y negro, un set nuevo para el cuidado de su espada, papel y tinta de calidad, un libro para practicar la caligrafía, etc....
Cabe decir que el pilar del aliento original estaba muy confundido, Rengoku debía estar dándole todo aquello porque ahora prácticamente vivían juntos y no quería que un campesino inculto como él lo avergonzara.
Desechó ese pensamiento no más lo tuvo, durante tres años vivió bajo su techo, y Rengoku nunca se avergonzó de él, ni de Inusuke, que era y es peor...
Entonces... ¿qué significaba todo aquello?
Le daba igual, Kyojuro se veía muy feliz cuando él aceptaba sus regalos, por extraños que fueran y eso le bastaba.
Su cortejo al pilar al parecer era bien recibido.
Kyojuro siempre alababa su comida, le agradecía por tener la casa limpia y ordenada, siempre aceptaba sus invitaciones a restaurantes, al teatro y a las competencias de sumo. A Tanjiro realmente el Noh no le entretenía mucho, y el sumo le daba igual, pero uno de los libros que compro aconsejaba interesarse por los pasatiempos del futuro esposo.
Cuando Kyojuro le dio flores por primera vez, Tanjiro creyó que tal vez estaban llegando a algo, pronto su emoción se desinfló, su compañero le traía de todo tipo, y Tanjiro abandono sus lecturas del lenguaje de las flores para bien de su paz mental, un día le daba unas que significaban "amor eterno" y al otro unas que deseaban pronta mejoría a una persona enferma...
Lo de los poemas era otro punto de confusión para él. ¿No era mejor que se los mostrara a su hermano con mejor sentido artístico que él? ¿o a Uzui? Eran poemas muy bonitos, pero más que agradecer y decirle que eran hermosos, Tanjiro no podía opinar más porque de las artes tradicionales él no entendía mucho, ¿qué critica o profunda conversación podría tener con Rengoku en relación a un wakka?
Quizás Tanjiro hubiera entendido mejor si Kyojuro hubiera recordado bien lo que le dijo su madre sobre los poemas que le enviara su padre durante el noviazgo, o si hubiera tenido sentido común y le enviara al chico versos estrictamente románticos, pero no, el pilar de la llama escribía sobre lo que le viniera a la mente y lo enviaba con su cuervo. Siempre pensando en el joven Kamado, obviamente, el último haiku que le escribió y que era algo así como: "una rana se sumerge en el viejo estanque, el ruido del agua"... le vino a la mente cuando pensaba en que Tanjiro había dejado de lado el aliento del agua hace años, y quería verlo ejecutar algún movimiento un día...
Eso y que Rengoku Kyojuro sabía tanto del lenguaje de las flores como de cultivar las deliciosas batatas que Tanjiro le preparaba y que él devoraba con gusto.
•••
Habían pasado dos semanas desde la última vez que vio a su chico. Se le había encomendado una misión al norte. Al parecer la gente estaba desapareciendo en los alrededores de una montaña donde se alojaba una secta. Kyojuro hubiera querido acompañarlo, pero le fue dada otra misión junto a un par de cazadores jóvenes. Misión que ya había terminado sin más contratiempos y que le había dado algo de tiempo libre.
El cuervo de Tanjiro llego con noticias ese día.
Su chico volvería a casa esa misma noche.
Kyojuro respiró aliviado y muy contento comenzó a prepararlo todo para la noche. El joven Kamado seguro llegaría cansado y tendría hambre. Así que les pidió a Senjuro y Nezuko que prepararan algo delicioso para él. podría hacerlo él mismo, pero su cocina no era rival para la de su hermano, y Tanjiro solo merecía lo mejor.
Su padre lo miraba con desaprobación desde la otra esquina de la sala. En respuesta el pilar le sonrió brillantemente y el otro se puso a refunfuñar por lo bajo cosas como: "¡este hijo descarado! La juventud está perdida, y malditos cazadores"... hace mucho tiempo esas palabras hubieran sonado amenazantes, pero ahora Shinjuro las decía mientras cosía con dedicación una tela.
Kyojuro se rio para sí mismo, su corazón se sentía muy cálido últimamente, desde que Tanjiro llegó a su vida, las cosas empezaron a mejorar. Pero bueno, su chico tenía ese efecto en la gente.
Luego de que los hermanos menores de ambos prepararan la cena les agradeció y se fue a esperarlo en su casa. Allí tomo un buen baño y cuidó de limpiar y preparar bien ciertas partes de su anatomía, quizás el joven Kamado no llegara tan cansado y quisiera hacer el ritual esa noche...
La verdad es que el pilar de las llamas deseaba con todo su corazón que su compañero quisiera hacerlo, solo de pensar en las callosas manos del cazador más joven recorrer su cuerpo y apretar sus pechos o caderas lo hacían sentir un suave y agradable cosquilleo. Tuvo que detenerse mientras pensaba que eran los dedos de Tanjiro los que lo aflojaban y abrían mientras preparaba su trasero, no quería hacerlo solo, no cuando vería a su chico esa misma noche.
Se peinó y se puso una bonita yukata y se dispuso a esperar a su amado en el engawa.
Supo que Tanjiro había llegado antes de verlo. Un mal presentimiento se alojó en su pecho y saltó del portal al patio de un tirón. En ese preciso momento el hombre más joven cruzaba la entrada.
Kyojuro se quedó estupefacto sin poder moverse, el calor que lo rodeaba era intenso y la mirada que le dio Tanjiro le impidieron moverse. Qué habría pasado para que alguien naturalmente amable como el mayor de los Kamado se encontrara en ese estado. Sus ojos brillaban de forma peligrosa y al activar la visión del mundo transparente Kyojuro pudo ver de forma clara las llamas de la "bendición de Amaterasu" de las que se hablaba en los registros. Prácticamente estaban devorando el cuerpo de su chico.
- Joven Kamado...- dijo abriendo mucho los ojos.
La misión de esta vez fue un poco difícil. - lo interrumpió Tanjiro - Ese demonio... usó sus cobardes trucos para atraer a los más vulnerables, mujeres y niños - apretó los dientes con cada silaba que pronunciaba, la intensidad del calor aumentó - derroté al demonio, pero mi ira no desaparece. - decía apretando los puños hasta hacer sangrar sus palmas - No puedo contenerlo, así que no puedo controlar estas llamas, soy demasiado peligroso ahora mismo. Kyojuro san, gracias por esperarme, pero no soy una buena compañía esta noche. Por favor vete a casa.
Ese hombre frente a él se veía furioso, y cualquiera podía adivinar la amenaza velada tras sus palabras. Pero aun así Kyojuro no podía apartarse y dejarlo sufrir solo. En esos momentos Tanjiro se veía tan pequeño y vulnerable, un chico tan bueno y trabajador, que ha vivido toda su vida honestamente, un niño que solo lloraba por el bien de otros, por el propio bien de Kyojuro incluso, se ha convertido en una gran persona.
No lo abandonaría.
Tanjiro dio un paso dispuesto a retirarse, pero no pudo moverse. Unos fuertes brazos lo rodearon.
El esponjoso cabello de Kyojuro se restregó contra su mejilla izquierda y sintió el cuerpo del pilar del fuego tensarse contra el suyo.
¡Caliente! Se dijo Kyojuro apretándose contra su antiguo discípulo. Seguro era doloroso para Tanjiro también. Él debía estar sufriendo y aun así intentaba apartarlo.
- ¡Es peligroso! ¡Apártate! - oyó decir al pelirrojo entre sus brazos. El más joven intentaba alejarlo de sí, pero Rengoku no ostentaba el título de pilar por gusto.
¡Está ardiendo! ¡No me gusta! Pensó frunciendo el ceño, cada inhalación era como aspirar fuego liquido...incluso yo que uso la respiración de las llamas, siento que me estoy quemando, ¡sin embargo!
- ¡No te dejaré ir! - terminó su pensamiento en voz alta. Apretó más su cuerpo contra el de su amante. Aun si no fuera su deber él lo haría de todos modos. Respiró profundamente, siguiendo las instrucciones que memorizó en los registros. Encender su corazón, detener las llamas de la respiración solar con las suyas, tranquilizar el corazón agitado de su preciada persona.
Transcurrieron varios minutos hasta que el calor abrazador cedió.
Tanjiro vio el fuego que lo rodeaba luchar por destruir a la persona que lo abrazaba, él no podía hacer nada, el calor que lo rodeaba totalmente fuera de su control, el miedo lo paralizaba, ¿qué tal si hacia algo y lastimaba a Kyojuro? hacía mucho tiempo que Tanjiro no se sentía tan inútil, tan débil y tan indefenso. ¿Qué había hecho para merecer a esta persona? ¿Por qué no lo dejaba? Si seguían de aquella manera el fuego terminaría por devorarlos a ambos.
Sin embargo, de un momento a otro las llamas carmesíes de su respiración fueron tragadas por las doradas de Kyojuro y se fueron apagando hasta que no quedó nada. Le tomó un par de segundos darse cuenta de que todo había acabado.
Rengoku abrió los ojos, sentía gruesas gotas de sudor resbalar por su frente, su cuerpo estaba adolorido y sus pulmones ardían como la primera vez que utilizó la respiración de concentración total constante luego del ataque de la tercera luna superior.
- ¿Se termino? - dijo el cazador de cabello rojo-dorado separándose un poco de su chico. - ¡Funciono!
- Si... - respondió Tanjiro sorprendido y de repente soltó - ¡Kyojuro san! ¡Eso fue muy peligroso!
- ¡Umu!
- ¡Pudiste salir herido!
- ¡Pero!
- ¿Por qué no me dejaste?!- le gritaba enojado el pilar del sol. En la opinión de Kyojuro se veía muy adorable, engrifado como un gato gordo y esponjoso.
- ¡Pensé que Kyojuro iba a morir quemado! - dijo, por último. El hombre parecía al borde del llanto. Y el corazón de Rengoku Kyojuro no necesitó más para tomar su decisión. Aun si Kamado Tanjiro no lo viera de la misma forma, merecía saberlo.
- No moriré, - Kyojuro levantó la mirada y vio directamente a los rojos ojos de su compañero. - pero, tampoco te dejaré ir. Atraparé a Tanjiro con todas sus llamas, cuantas veces sea necesario, porque te quiero.
Tanjiro se puso rojo como una ascua.
- Kyojuro san...
- ¡No quiero perderte! - exclamó.
- Yo tampoco quiero perder a Kyojuro san...- dijo mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas, - lo eres todo para mí, te amo...- se limpió la cara con una manga, mientras su otra mano buscaba a tientas la de Rengoku. El pilar de las llamas la tomo entre las suyas y apoyó su frente contra la de su chico, cerrando los ojos.
- Tanjiro, déjame curarte esta noche también...
•••
Rodaron sobre las sábanas entre besos y caricias, ninguno quería perder el contacto del cuerpo del otro ni siquiera por un segundo.
Cuando tuvo a Kyojuro completamente desnudo debajo de él, Tanjiro bajo desde sus labios y cuello, pasando por los erectos botones de su pecho, dejando un húmedo rastro de lamidas, besos y mordiscos, hasta su hombría, nada le parecía más apetitoso que el pilar de las llamas en ese momento, deslizó sus labios y lengua por toda la erección, deleitándose en el olor de la lujuria de Kyojuro, que era más potente en aquel lugar, abrió su boca y engulló la cabeza con gusto, sacándole un sensual gemido a su amante que lo miraba con los ojos nublados por el placer.
Movió su cabeza de arriba abajo por aquella verga, bombeando con su mano la parte que no podía meter en su garganta. Llevó su otra mano a la entrada de su compañero, y no se sorprendió verla húmeda y lubricada, lista para él. Agradeció la previsión de su mentor metiendo dos dedos de una vez y alcanzando el manojo de nervios que hacía ver estrellas a Kyojuro cuando intimaban y comenzó a presionarlo con insistencia.
El pilar bajo él se revolvía y jadeaba, agarró un puñado del rojo cabello de su chico, indeciso entre dejarlo continuar o detenerlo.
Se decidió por lo segundo.
- Espera Tanjiro...ah...- lo llamó débilmente.
- ¿No lo estoy haciendo bien?
- No, lo estás haciendo demasiado bien - respondió con una sonrisa satisfecha - pero quiero correrme contigo dentro de mi...
- Ah... yo...- tartamudeo el chico. - ¡si!
- ¡Bien! - Se acercó a Tanjiro y envolvió sus piernas alrededor de la cintura del otro y dijo justo en su oído - Tanjiro siempre te has estado reprimiendo por mi bien, así que esta noche no quiero que te contengas...
Tanjiro tragó en seco.
Asintió una vez con la cabeza.
- Prepárate Kyojuro san, porque no me contendré. - dijo con un brillo peligroso en sus ojos.
Agarro con ambas manos los fuertes muslos de Kyojuro separándolos y doblando al pilar en dos.
- Sostente para mí, quiero verte.
Rengoku hizo lo que le pedía, sujetando sus piernas y exponiendo su sexo para su amante.
Kamado no pudo evitar acercar su rostro.
- Hueles divino, Kyojuro san... - dijo mareado y babeando, borracho por el aroma.
Un fuerte sonrojo coloreaba el rostro del pilar de las llamas y bajaba hasta su pecho.
- Tanjiro por favor...
El más joven se relamió y tomó su pene, húmedo por sus propios jugos y el aceite con el que lo cubría en lánguidos movimientos de sus manos. Lo alineó con el hinchado y rosado agujero rozándolo con la punta varias veces, disfrutando de la cara de impaciencia de Kyojuro y de las contracciones involuntarias de la entrada.
Lo metió poco a poco, los gemidos de su amante no se hicieron esperar, el pasaje de Kyojuro que su miembro había amoldado a su forma, lo apretaba cálidamente y lo hacía palpitar. Sacó toda su extensión lentamente dejando solo la cabeza dentro para volver a encajarse con fuerza. Si su querido maestro quería que no se contuviera él iba a complacerlo. Haría todo por la persona que amaba y que también le correspondía. Ese pensamiento casi lo hace llorar, pero se contuvo y se concentró en darle a Kyojuro justo lo que pedía. Se encajó hasta el fondo y apretó con su mano el pequeño bulto en el bajo vientre del pilar de las llamas.
- ¿Puedes sentirlo Kyojuro san? - ronroneo sobre él. El mayor de ambos respondió ahogando un grito. Tanjiro sonrió y lo cubrió con su cuerpo chupándole la boca a la par que comenzaba a embestirlo con fuerza, cada estocada más brutal que la anterior.
Kyojuro soltó el agarre en sus muslos con la intención de sujetarse de Tanjiro pero este no lo dejó, tomó entre sus manos las muñecas del pilar alzándolas y sujetándolas sobre su cabeza, follándolo contra el futón, mordiendo su cuello, penetrando su boca con su lengua y enterrando su nariz en sus axilas aspirando su olor.
El hombre bajo él tenía los ojos en blanco, gemía cada vez que su próstata era asaltada sin descanso y su miembro aplastado entre los dos cuerpos no paraba de soltar liquido preseminal.
- Tan..jiro..ah... voy a ...- dijo entrecortadamente, cuando el pelirrojo le se separo de su boca por un momento, un hilillo de saliva conectaba sus lenguas cuando se apartaron, haciendo que la visión de Tanjiro sobre él le pareciera mas obscena y exquisita.
Una mano se apartó de su férreo agarre sobre sus muñecas y se cerró alrededor de la base de su pene, impidiéndole eyacular.
- Vas a venirte cuando yo lo diga. - fue la respuesta que escuchó.
Con un brusco movimiento Tanjiro se apartó de él y de repente Kyojuro se encontró sobre sus manos y rodillas sobre el futón. Ningún pensamiento surcaba su cabeza que no fuera lo vacío que se sentía su trasero ahora que Tanjiro había sacado su miembro de él. Cuando las manos de su chico rodearon su cadera y fue ensartado de nuevo Kyojuro gimió de felicidad.
Tanjiro empezó a penetrarlo nuevamente, esta vez desde atrás, abusando su punto más dulce una y otra vez con cada estocada y Kyojuro no pudo evitar gritar, sus brazos cedieron bajo él, ahora apenas sosteniéndose sobre sus codos, de su boca abierta se escapaban gemidos mientras era jodido sin piedad.
Su virilidad temblaba y se sacudía de tal forma que a Kyojuro le tomó todo su autocontrol no venirse allí mismo.
Las manos de Tanjiro dejaron su implacable agarre en sus caderas y lo sujetaron por sus brazos alzándolo y empalándolo más fuertemente contra su verga, en esta posición, de rodillas, su rostro y torso paralelos al suelo, sujeto a la merced de su amante Kyojuro podía ver bien el bulto en su bajo vientre. La espada de carne de su chico estaba tan adentro que casi la podía sentir en su abdomen.
Tanjiro gruñía y jadeaba sobre él, empujándolo ahora contra el futón, enterrando sus dedos en las doradas hebras y jalando su pelo con fuerza.
Sus piernas cedieron ante el peso y la fuerza de las embestidas, si hubiera sido una persona menos flexible hubiera resultado una posición dolorosa, pero el entrenamiento de tantos años le permitió caer sin problemas en esa posición con las rodillas a cada lado y la pelvis y el abdomen contra el suelo. Abierto completamente para el otro hombre sobre él.
La mano de Tanjiro que no presionaba su cabeza contra las sábanas o jalaba su cabello, tomó una de sus nalgas y la separó mientras admiraba la vista de su carne penetrando la cavidad de su mentor. El joven repetía el nombre de Kyojuro sin parar mientras lo penetraba con más ahínco.
Kyojuro sentía cada vena recorrer sus paredes, su manojo de nervios era golpeado sin descanso y la fricción de su falo contra las sábanas más la presión de la virilidad que lo asaltaba sin descanso habían reducido sus pensamientos a puras incoherencias.
¡Está demasiado profundo! Pensó ¡mi estomago! Ah...
- ¡Tanjiro! Tanjiro-... murmuraba - si sigues así ...gah... voy a quedar encinta...
Tanjiro estaba muy orgulloso de sí mismo, que el orgulloso pilar de las llamas ni siquiera recordara que era un hombre que no podía tener un embarazo en esos momentos lo llenaba de satisfacción. Aun así, una parte de su mente fantaseaba con poder llenar a Kyojuro de tal forma que su cuerpo no tendría más remedio que crear vida dentro de sí.
Sentía el agujero de Rengoku apretarlo con tanta fuerza, su cuerpo tenso y los músculos de su espalda brillando por el sudor. El exquisito olor de su excitación y los sonidos que extraía de las pieles de ambos lo estaban volviendo loco a él también.
- Por favor...
Oyó suplicar a Rengoku.
- Déjame ah... quiero...ahhh... - intentó decir, pero no le salían las palabras. Todo lo que podía pensar era Tanjiro Tanjiro Tanjiro
- ¿Qué quieres Kyojuro san? - consiguió preguntar, el calor y la presión en su vientre aumentaban con cada estocada que le daba al cuerpo debajo de sí. Sus pieles chocando y la carne de su amado cediendo para él, no podía pedir más, lo tenía todo, Kyojuro lo quería, lo amaba, hacia esto porque lo amaba... no se iría... Kyojuro lo era todo.
- Por favor... déjame correrme Tanjiro...ah... lo necesito...- gimió el cazador de cabello más claro.
- ¿Lo necesitas?
- Te necesito... - contestó mientras sus últimos resquicios de sanidad lo abandonaban.
Tanjiro lo sentía temblar contra él y decidió tener piedad, presionó a Kyojuro contra la cama, girando su cara para poder ver al menos parte de su rostro que estaba rojo, de sus ojos se escapaban pequeñas lágrimas, tenía la boca abierta y la lengua afuera goteando saliva sobre el futón, a Tanjiro le pareció la visión más erótica y pornográfica de su vida, y solo para él. Aprovechó para lamer una de las lágrimas que se le escurrían a Rengoku y luego enredad su lengua con la de su amante, chupándosela mientras el pilar sollozaba y trataba de aguantarse.
- Vente para mí - prácticamente gruñó mientras él mismo se dejaba llevar por su primer orgasmo de esa noche, hundió sus dientes en el músculo del hombro de Kyojuro sacándole y un grito desesperado mientras veía como sus ojos giraban en sus órbitas y todo su cuerpo sufría estertor tras estertor. ambos gritaron su placer unos dedos callosos encontraron los más suaves del pilar de las llamas y se entrelazaron aferrándose el uno al otro como si de ello dependiera su vida, se mantuvieron así juntos, durante todo el tiempo que el blanco y cegador placer los consumió y luego, cuando todo se volvió negro para ambos.
•••
- Entonces todo este tiempo has estado cortejándome Kyojuro san? - preguntó incrédulo Tanjiro. Después de su literalmente acalorada confesión y posterior noche los dos pilares estaban descansando uno en los brazos del otro al día siguiente. La conversación sobre quien cortejaba a quien había surgido de la nada, como la mayoría de temas entre ellos.
- Si - respondió el pilar de la llama. - no puedo creer que haya tenido que aclarártelo...
- Ah... bueno... es que...no fuiste muy directo que digamos...
- ¡Tú tampoco fuiste muy claro! - protestó Kyojuro, dándole un mordisco a las sonrosadas mejillas de su amado.
- ¡Lo siento!
- ¡No te disculpes joven Kamado!
- ¡Somos tal para cual! ¿no crees Kyojuro san? - exclamó Tanjiro con una sonrisa. Tenia la seguridad de que, desde ese día en adelante, nada podría borrar la alegre expresión de su rostro, ¡Kyojuro lo amaba después de todo!
- ¡Umu! - asintió Rengoku.
A pesar de todos los malentendidos estaban juntos. El camino frente a ellos era sin duda largo y escabroso, lleno de dificultades y sacrificios, pero se tenían el uno al otro, y por ahora eso era más que suficiente.
Ancestros... yo también estoy agradecido... dijo para sus adentros Kyojuro, plantando un beso en la frente de su chico y apretándolo contra sí he podido encontrar la felicidad.
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