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Capítulo 43

Punto de vista de Alejandra.

Iba a ser tía, no me lo podía creer, me sentía feliz por mi hermano, pero a la misma vez me ponía a pensar y está creando su familia con veinte años, se ha casado y va a tener a su hijo, para sumarle más puntos, mi mejor amiga . No conozco a nadie más perfecto que ella para hacer feliz a mi hermano.

Yo también deseo una estabilidad así, Marcos y yo estamos mejor que nunca, pero me pregunto si algún día él y yo podremos llegar a tener esa estabilidad. Nuestra ruptura no había desaparecido, si es cierto que había quedado atrás, pero seguía ahí y eso no nos permitía tener una estabilidad. Yo vivía en París y él aquí en Madrid, es como si tuviera más estabilidad con Neymar que con Marcos.

Ahora estoy sentada en la hamaca del porche, bebiendo un trago, no sé porque pero me apetecía beber, Marcos no puede porque juega, pero yo paso de todo.

Me había bebido como ocho yo sola, el frío de Madrid en diciembre ya casi no lo sentía, y me estaba riendo de todo, pero no era nada. En resumidas palabras estaba borracha.

— ¿quieres? — le digo a Marcos cuando le veo y niega con la cabeza, vuelvo a tomar otro trago. — Que correcto eres.

— No bebo antes de partido. — me dijo cruzado de brazos.

— El Fuckboy santito. — hice un gesto con los brazos.

— venga deja de tomar. — me intentó quitar el vaso y se lo quité yo a él. Después le señalo con mi dedo índice.

— no me toques. — le dije con los ojos entreabiertos. — si me tocas que sea para quitarme la ropa.

— venga, Ale. te llevo a dormir. — me dijo intentando ayudarme a levantar.

— No puedo dormir sola, Marcos. —le dije zafándome de su agarre. — y además tú no me mandas. — me cruzo de brazos.

Me cogió y me cargó en su hombro como si fuera un saco de patatas sacándome del porche y llevándome al interior de la casa mientras le golpeaba y gritaba como una endemoniada. — ¡SUÉLTAME! ¡RONNIE, DILE QUE ME SUELTE! — Ronnie que ni caso me hizo, normal, era un perro. Le dejó continuar hasta llegar a la puerta de nuestro cuarto donde me dejó en el piso.

— A dormir ahora. — me abrió la puerta y me para frente a él con cara aparentemente enfadada.

— No. — cierro la puerta.

— A dormir, Alejandra. —me abrió abro la puerta de nuevo otra vez.

— ¡te dije que no! — suele tener mucha paciencia pero esta noche estaba acabando con ella.

— Por favor. — levanté una ceja y me crucé de brazos.

— ¿Sabes? — le miro de arriba a abajo. — no entiendo como puedes gustarme si de Fuckboy no tienes nada. — me quito de brazos cruzados y entro en su habitación.

Punto de vista de Marcos.

Sin darme cuenta estaba sonriendo como un idiota, lo siento legalidad, pero lo que voy a hacer ahora se sale fuera de tu línea. La tomo del brazo y la giro hacia mí para luego tomar sus mejillas sonriendo mientras su mirada se va a mis labios y la mía a los suyos y estos poco a poco se van uniendo lentamente al compás chasqueando entre ellos, mi lengua pidió acceso a su boca y ella me lo concedió, giramos sobre nuestros talones y sonó un fuerte portazo proveniente del choque del cuerpo de Ale sobre la puerta y entre mi cuerpo. Sus brazos se posan alrededor de mi cuello, pero en ningún momento nos dejamos de besar, mis manos bajan hasta su cintura y la acarician suavemente ella suelta un gemido en mi boca y ya estaba descontrolado. Bajo la mano hasta el pliegue de sus piernas y las enredo alrededor de mis caderas cuando ando hasta la cama y la tumbo debajo de mi, nos separamos para respirar un poco y es el momento que ella aprovecha para que sus manos viajen por la costura de mi camiseta blanca y la pase por mis hombros para sacármela, yo hago lo mismo con la suya roja y admiro su bonito pecho, había soñado todas estas noches que habíamos estado separados, con tenerla así para mí. Mis besos se dirigen hasta su cuello donde lamo y succiono cada rincón de él y ella vuelve a soltar otro gemido, baja las manos hasta el cierre de mi pantalón y lo quita mientras me acaricia por encima de él, yo me estremezco ante su contacto en dicho lugarcito, me voy bajando los pantalones negros y los mando a un lado de manera que estaba semidesnudo, ella gira sobre nosotros y se coloca encima, me encanta el poder que ahora mismo ejerce sobre mí. Va besando mi cuerpo en dirección descendente hasta pararse en la costura de mis bóxers que los manda bien lejos y antes de hacer nada me mira malvadamente, cuando lo introduce tengo que agarrarme al cabecero de las mil maravillas que esta chica está haciendo conmigo y no tardo mucho en irme me fue imposible.

— ni pienses que te vas a librar. — giré sobre nosotros y me desprendo de las ropas que ella aun vestía y se ríe cuando siente mis manos en la feminidad acariciándole, pero se lleva la mano a la boca cuando muevo la mano y aprieta los ojos intentando no gemir. Saco la mano cuando ya la tengo lo suficiente mojada y sus ojitos me suplican que lo haga, me coloco entre sus piernas y antes de hacer nada pregunto...

—¿Estás segura? — ella me mira con los ojos brillantes.

— ¿Eres idiota o que? — me dice. — tú sólo hazlo ya, Marcos.

Atendiendo a sus súplicas entro lentamente en ella y gime en mi oído mientras yo me aferro a sus cadera a dejar besos en su cuello, aumento la velocidad cuando siento sus piernas alrededor de mis caderas suplicando que lo hiciera.

— Ma...Marcos... — dice entre jadeos y entonces me vuelvo un poco más bruto porque sus gemidos en mi boca y en mi oído me estaban volviendo loco, lo que eso provocó que acabáramos juntos. Finalmente caigo desplomado a su lado y nos tapo con la fina sábana que hay en la cama. Ella se echa en mi pecho y se duerme y yo acaricio su pelo mientras dejo un beso en su cabeza.

— Que me perdonen por esto. — le digo mirando como duerme ahora que sé que no me escucha. — pero es que no elegí quererte. Tengo suerte de tenerte en mi vida, eres la mujer de ella. Te amo, Alejandra.

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