Capítulo 29
Punto de vista de Alejandra.
El avión había aterrizado en París, en cuyo aeropuerto estaba esperándome Neymar, ni siquiera sé qué hago aquí, tenía a Marcos en Madrid, tenia a la persona que me habría bajado la luna si quisiera, sin embargo yo había preferido venir a ver qué quería la persona que ya no formaba parte de mi.
Cuando llegamos a su casa, aquella con una vistas a la torre Eiffel por cierto, ni siquiera le permití acercarse a mí. Solo sabía pensar en Marcos, y pensar que estaba en Madrid engañado.
—Habla ya. Quiero volverme a Madrid. —le dije cruzándome de brazos tratando de sonar indiferente.
—Ale, lo siento. Me agarraron los celos cuando te vi con él.
—¿Enserio? —reí de forma irónica. —Esto lo deberías de haber pensado antes.
Me acerqué hasta la puerta para irme, pero entonces él me agarró del brazo, y me acercó hasta él. Me puso nerviosa.
—No quieres volver a Madrid con él. —enarqué una ceja.
No me esperaba para nada ese acercamiento tan repentino de Neymar y me puse nerviosa. No me arrepiento de haber venido, pero ahora al ver el peligro que había en esta situación no sé si ha sido la mejor idea.
—porque aquí, los dos sabemos que tú y yo, siempre seremos tú y yo, Alejandra. —tomó mis mejillas entre sus dos grandes manos llenas de tatuajes. El contacto de su piel, aún seguía erizando la mía. —Mírame y dime que no te mueres por besarme, por olvidar estos cinco años de mierda que hemos pasado, por tratar de evitar lo inevitable. Que nos queremos.
—Ney...
—Por favor, sólo bésame.
Y la tentación de besarle estaba ahí, de olvidarme de todo el daño y las lágrimas que había echado por él, por estar lejos de sus besos, de sus abrazos. Ahora sólo estaba lo bueno, las risas, los momentos, cada caricia, cada noche de pasión. En aquel momento se me había olvidado que ya no era él.
Pero hubo algo más importante, y es que cuando su sonrisa, sus manos, su cuerpo y su manera de hablarme y tratarme, pasaron por mi cabeza, mi corazón se aceleró haciéndome descubrir que ya no quería eso que estaba pasando.
Marcos.
Hasta mi mente viajaron, la Eurocopa, las noches bailando bachata, los desayunos en la cama cuando había estado enferma, Dubái, Río. Nuestro primer beso en Londres y la primera vez que despertamos juntos en Copenhague. Marcos me había hecho tan feliz en tan solo un verano, que me acabo de dar cuenta que no sé qué hago aquí, teniendo a mi novio esperándome en Madrid.
—Neymar no. —me separé de la persona que antes había amado tanto. —Ya no.
—Alejandra...
—No. —le dije, sin más. —Esto, se acaba hoy.
Me giré en dirección contraria hacia él, dispuesta a dirigirme hacia el aeropuerto de París y volver a Madrid, con Marcos.
Antes de que pudiera hacerlo, la imagen de la persona de la que había estado enamorada cinco años se puso delante mía con sus ojos verdes que tanto me habían dejado sin aliento tiempo atrás, cristalizados.
—¿De verdad le quieres?
—Le quiero de una manera casi inimaginable, le quiero hasta incluso más que a ti.
—Entonces, que seáis muy felices. —me sonrió de lado. Esa sonrisa no mostraba rencor, sino dolor y felicidad en el fondo.
Iba a continuar mi camino, pero sabía que no podía irme así. Volví hacia él y me acerqué para darle un abrazo, le seguía queriendo, pero le quería de una forma que ya no era la misma.
Y luego volví a Madrid, con mi chico rubio de ojos azules, volví con Marcos.
(...)
Me pasé todo el vuelo pensando en Marcos, en las ganas que tenia de abrazarle y de besarle, volvía a casa con él como le prometí. Lo mejor que había sacado de este viaje era darme cuenta de que realmente estaba enamorada de Marcos, había cerrado capítulo con Neymar y eso no hubiera sido posible nunca si ese hombre no se hubiera aparecido por el baño de Eric aquel día.
En cuanto el avión había aterrizado en Madrid, me fui volando para casa de Marcos, bueno, ahora nuestra casa. Estaba feliz, me sentía en paz, sentía a Neymar lejos y sentía a Marcos tan cerca. Él había sido el único motivo por el que había decidido hacer las prácticas en la editorial en Madrid. La gente no sabe lo bonito que es ver a Marcos dormir y tampoco sabe lo que es despertarse con sus besos, si lo supieran, no juzgarían en ningún momento mi decisión de estar aquí.
Al encender el teléfono tenía un mensaje de Eric, diciéndome:
Me tienes que contar que ha pasado. Espero que no hayas cometido una locura con Neymar. Marcos no se merece eso.
Y tenía razón, Marcos no se merecía eso. Por eso estaba aquí, porque le quería, porque me había dado cuenta que el destino había puesto a Marcos en mi camino para que pudiera ser feliz y olvidarme de todo lo malo, él hacía posible eso.
Al llegar a casa, sabía que él estaría en su rinconcito favorito de toda esa mansión. El balcón del ático. Subí la seis mil escaleras de la casa hasta llegar a él, quería darle una sorpresa, él me esperaba mañana.
Entré y le vi mirando a la nada, pensativo. Seguro que estaba preocupado por el partido que se aproximaba en unos días. Marcos es así, siempre se preocupa por los partidos aunque sabe de sobra que los borda en todos.
—Hola. —le dije dándole un beso en la mejilla de sorpresa, pero ni eso le pudo cambiar el rostro serio. —no me esperabas.
Traté de sonreírle, pero él giró su cara hacia mí, de nuevo serio. Esto ya me preocupa más, Marcos suele verme y sonreír, no suele estar serio.
—¿Qué tal Eric? —dirigí la vista hacia otro lado, culpable, porque le había mentido.
—Marcos, no he estado con Eric. —le dije, casi inaudible.
Él soltó un suspiro de rabia y como si hubiera dado la razón a algo a la que no quería dárselo.
—Lo sabía. —dijo con una sonrisa triste, mordiéndose el labio inferior aguantando. —¿Has estado con Neymar?
No respondí, pero por ahí dicen que quien calla otorga. Lo vi en su mirada, la decepción, el defraude que le había causado saber que me había ido a París a ver a Neymar. Vi su corazón roto y sobre todo, vi sus ojos llenos de lágrimas.
Intentó esquivarme para salir y perderme de vista, pero se lo impedí, sintiendo miles de lágrimas caer por mi cara.
—Espera, Marcos. Podemos hablarlo. —le dije entre sollozos.
—No hay nada de qué hablar. —me dijo, mirándome como no me había mirado nunca antes. Con frialdad. —¿Es que no te das cuenta, Alejandra? Da igual todo, haga lo que haga si Neymar te llama vas a salir corriendo a por él. Va a ser parte de tu vida siempre.
—No, Marcos. No es así.
—Esto, se acaba.
—No, por favor. Yo te quiero. —le dije, sintiendo mi corazón romperse, con miedo a perderlo.
—No. —negó con su cabeza. —Yo sí te quiero, tú a mí no. Tú sigues enamorada de Neymar.
Suspiré, no lo entendía y no quería escucharme.
—Lo peor de todo, Alejandra. Es que yo ya lo sabía. Sabía que sigues enamorada de él y aún así decidí arriesgarme contigo, sabiendo que en este partido Neymar jugaba solo.
—Marcos, Neymar ya es pasado, por favor escuchame.
—Adiós, Alejandra. —dijo saliendo por la puerta, pero antes se paró en ella. —Paddy tenía razón, enamorarme de ti era un error. Has sido la manera más bonita y triste que ha tenido la vida de decirme que no se puede tener todo. Ya eres libre para estar con él.
Le miré y vi como la lágrima que había estado guárdandose tanto, había bajado por su mejilla.
En el momento que dejé de verle lloré y pataleé como una cría, esto no podía acabarse, no ahora. Yo le quiero.
—Marcos. —fui tras él y tomé su mano rápidamente.
—¡No, Alejandra! —me miró con sus ojos llorosos. —Esto se acaba hoy, porque no quiero estar un día mas con el miedo en el pecho de que vayas a volver con él.
—es que eso se ha acabado, por favor. Escúchame.
—No. —acercó sus labios hasta mi frente. —Cuídate, sé feliz. Siento mucho que la felicidad que buscas no esté a mi lado.
Volvió a marcharse dejándome sola, con mis sentimientos hundidos y con la sensación de querer morirme.
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