Capítulo 19
Punto de vista de Alejandra.
El fin de semana de la final de la Copa América que enfrentaba a Brasil y Argentina, que Marcos y yo habíamos visto en su casa, él iba con la albiceleste y yo con Brasil.
Desde que se acabó la Eurocopa había mantenido contacto con absolutamente todos los chicos de la selección, habían creado un grupo de whatsapp 'La Roja y las embotelladas' al que se llevaban todo el día mandando stickers o fotos de los lugares paradisíacos a los que se estaban yendo aquellos que no iban a los juegos de Tokyo.
En realidad agradecía eso, de que estuvieran tan activos por whatsapp, porque así casi que no sentía que ya no estaba con ellos y los tenía cerca.
Por el contrario, había vivido con Marcos estos cuatro días en su casa, habíamos visto la final de la Eurocopa juntos en el aeropuerto de camino a Río, ambos íbamos con Inglaterra, pero bueno, al final ganaron los Spaghettis. Así que, ahora estábamos en tierras Brasileras.
—Ya sé dónde está el hotel de Brasil y sé manejarme bien por Río. Puedes irte a tu hotel y muchas gracias por acompañarme, Marcos. —dije mirándole cuando salimos del aeropuerto.
—Te dije que me iba a asegurar que todo está bien y eso es lo que pienso hacer, así que hasta que no te vea sana y salva con Neymar, no me voy a ir. —dijo firme.
Era tan Bueno, tanto para mí, que ni siquiera sé cómo sigue estando conmigo tan normal después de lo que pasó, yo es que ni siquiera podría mirarme a la cara, pero claro está, Marcos es mejor que yo en todos los sentidos.
Habíamos conseguido llegar al hotel de Brasil, siempre era el mismo el Palacio de Copa Cabana, tenía vistas a la playa que eran increíbles y ya os digo yo que nada se compara a follar con esas vistas de fondo.
En la entrada me encontré a Thiago Silva el que llevaba mucho tiempo sin ver.
—¡Ale! —gritó al verme con su acento portugués. —¿Has venido a ver a Neymar?
—lo primero, me alegro de verte y lo segundo sí. —dije sonriendo. Thiago se quedó mirando a Marcos. —Thi, este es Marcos Llorente.
—Sé quien es, juega en el Atlético de Madrid. —dijo mi amigo. —un placer.
Marcos sonrió devolviendo el placer de la presentación.
—Está en la sala de Juegos, no para de hablar de ti. —lo que dijo Thiago me había hecho sonreír, sin embargo a Marcos le hizo rodar los ojos.
Caminé por los pasillos hasta llegar a la sala de juegos y ver a Neymar jugando con sus compañeros de selección, se lo estaba pasando en grande jugando a un futbolín.
—Mira quien está ahí, Ney. —dijo Richarlison cuando entré por la puerta.
Neymar se giró sonriendo, pero cuando vio a Marcos dejó de sonreír, no sé por qué.
—Sabía que ibas a venir con este. —dijo, mirando con menosprecio a Marcos. —Es que lo supe desde el momento que os encontré en aquella cafetería de Sevilla, o Alejandra, ¿Vas a negarme que te has liado con él?
Agaché la cabeza.
—No tienes ni puta idea de lo que estás diciendo, Neymar. —habló Marcos.
—¿tú sí? Que la tienes fichada desde el primer minuto. Pero una cosa te digo, que cuidado con ella que te dice que te quiere, pero realmente solo quiere tu dinero y luego dejarte como si fueras la peor basura y sin explicaciones.
Las lágrimas habían salido de mis ojos sin parar, había sentido mi corazón romperse de veinticuatro formas distintas, así que el único mecanismo de defensa que logré tener fue levantar la mano y estamparla en su cara.
—Vete a la mierda, Neymar.
Salí corriendo del hotel de Brasil, ahora sí que se acaba. La hoguera entre Neymar y yo, se apaga. No puedo más, llevo toda mi puta juventud enamorada de la misma persona, persona a la cuál dejé yo, y ahora me viene con esto.
—¡Alejandra! —gritó Marcos tras mí.
Eso era otra, había arrastrado a Marcos hasta aquí para que acompañara a ver a Neymar, después de lo que había pasado en Londres, que aunque dijimos que no tuvo importancia y fue la efusividad del momento, no dejé de haberme liado con él. Marcos era tan bueno, que hasta a veces pienso que enamorarme de él, sería mejor que estar enamorada aún de este tío.
—Marcos, Lo siento. —le dije girándome hacía él con los ojos inundados de lágrimas. —te he arrastrado hasta aquí y solo he pensando en mí. Lo siento mucho.
—No tienes que disculparte, pequeña. —cogió mis mejillas y juntó nuestras frentes. —Óyeme, ese tío no te merece, no tengo ni puta idea de cómo sería mientras estuvieran juntos, pero ahora acaba de perder todo el valor que yo le daba como futbolista y como persona.
—No sé porqué ha dicho todo eso yo...
—Tú te mereces el mundo entero, Alejandra. Hay que ser muy imbécil para dejarte ir, y él lo es. —me dijo.
Sonó tan convincente, tan bonito lo que dijo que ni yo misma pude controlar mis impulsos, así que no esperé más y le besé. Le besé porque lo necesitaba, le besé porque había querido hacerlo y le besé porque Marcos causaba tantas cosas en mí.
—Pequeña, dijimos que esto no se iba a volver a repetir. —dijo separándose de mis labios, pero sin dejar de juntar nuestras frentes.
—Dijimos que no se repetiría si uno de los dos no quería. Y los dos queremos.
—He querido esto desde Copenhague, Alejandra, no me quedan más excusas para fingir que me da igual que te vayas corriendo por la mañana. —Le sonreí y volví a besarle, pensé que no me respondería, pero sí que lo hizo.
—No necesito tus excusas, sólo a ti.
No hubo nada más que decir. Marcos sabía que lo quería y yo sabía que lo queríamos. El llegar a nuestro hotel, fue todo lo que teníamos que hacer.
Arranqué su camiseta y él hizo lo propio con la mía. Me comí un mueblecito que había tras mí por ir andando de espaldas y sin mirar, porque estaba concentrada en Marcos y su lengua en mí cuello.
Había tanta Pasión en ese momento que solo quería tenerle dentro de mí, sentir su cuerpo en el mío y olvidarme de Neymar, que para mí en ese momento no existía, ni él ni sus palabras hirientes. Solo Marcos, solo yo, solo nosotros y nuestras caricias.
Me tumbó en la cama y gateó sobre mí besando cada rincón de mí abdomen, solo cerré los ojos ante su contacto y lo disfruté mientras enredaba mis dedos en su cabello, su lengua había vuelto a llegar hasta mi boca y estaba que me moría por sentirle, los besos eran fuertes y apasionados, hoy era el día que se saciaban las ganas que le tenía a Marcos Llorente.
Cuando sus manos se aferraban a mis muslos y su lengua jugueteaba una y otra vez entre mis piernas sentía que me iba a morir, veía el paraíso, las estrellas o mejor el firmamento entero.
Joder Marcos, quien coño iba a apagar el brillo de tu estrella si eres capaz de hacer esas maravillas con la lengua. Se separó de mí.
—Mierda, no tengo condones. —dijo sentado de rodillas en la cama.
—Joder, qué más da. Hazlo ya. —casi que supliqué.
—Pero, Alejandra...no sé...
—Tomo las putas pastillas. —dije mirándole con la respiración agitada. Me acerqué a él.
—No sé yo, Ale, no estoy seguro de que sea buena idea. —dijo posando su mano por su pelo.
—Hazme gemir tu nombre tantas veces, hasta que me olvide que una vez gemí el de otra persona. —susurro en su oído y él me mira con los ojos lleno de lujuria, no se lo pensó mucho porque enseguida estaba encima mía completando la faena, y madre mía escucharlo gemir no tenía precio, me estaba volviendo loca.
No solo llegué una vez, llegué dos o tres, él sexo con este hombre es de otro planeta, otra galaxia u otro universo.
—¿te he hecho daño? —me preguntó acariciando mi pelo mientras mi cabeza reposaba en su pecho.
—No. —le dije mirándole desde abajo.
—¿te ha gustado? —me preguntó. Asentí. —¿y quieres ser mi novia?
Me levanté rápidamente en la cama. No me esperaba eso, me acababa de pillar por sorpresa.
—¿Qué? —pregunté atónita.
—Que ya no tengo nada que ocultar, que quiero estar contigo, quiero hacerte feliz, porque estoy enamorado de ti. Joder lo estoy desde que estuvimos en aquella fiesta. No te acordarás, pero me dijiste que sabías que querías estar conmigo, que solo necesitabas darte cuenta. —dijo incorporándose a mi altura. —Vamos a intentarlo por favor, prometo hacerte la mujer más feliz de este puto planeta.
—¿Por qué estás tratando de convencerme si te iba a decir que sí, idiota? —dije. —la única razón por la que he hecho este viaje era para tratar de negar lo evidente y es que te quiero. Marcos, he estado durmiendo contigo un mes y no ha habido día que no se me haya erizado la piel bajo las sábanas al sentir tu contacto. Si lo que te dije en esa fiesta era que necesitaba darme cuenta de que te quería, ese día ha llegado, es más, lo supe desde que nos besamos en el Big Ben, porque cumpliste mi sueño y sabes qué, me alegré tanto de que fuera contigo...
No pude continuar hablando porque el rubio había capturado mis labios otra vez.
—Te quiero, y no como un amigo. Te quiero como alguien que está jodidamente enamorado de ti y de todos tus defectos. —dijo juntando nuestras frentes.
—Yo también te quiero. —sonreí. Cogí el teléfono y nos hice una foto para subirla a Instagram, íbamos a darle una alegría a la selección y a todos esos Marcale Shippers.
El texto de la historia era: Marcale es real!!!
—y ahora qué hacemos. —preguntó Marcos, me puse encima suya.
—Pues ahora disfrutar de las vistas de este hotel desde la cama, haciendo cosas que sólo los mayores pueden hacer.
Luego le besé y lo hicimos durante todo el día, sin descanso, una y otra vez, habíamos esperado demasiado tiempo como para parar ahora.
Era increíble como al final, de las palabras tan duras de mi exnovio, ha salido mi relación con Marcos, pero lo que es más increíble aún es como estoy tremendamente feliz.
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