OO5
Habían pasado más de tres días y Momo no se había comunicado conmigo, se que no está enojada pero debe estar pasándola mal, al final del día me contó lo que hizo que se alejara de la chica para siempre y la verdad es que si fue bastante doloroso.
Se supone que ésta siempre había sentido cosas por ella pero sus padres se dieron cuenta y se acercaron a Momo para decirle que si se volvía a acercar la chica pagaría las consecuencias de sus actos, el dolor que me causo ver a la persona que parece que nunca llora, hacerlo, hace que no pare de pensar en ello.
Quisiera ser un apoyo para Momo y decirle que eso ya pasó, que debe superarlo pero soy la persona menos indicada para decir eso, nunca he superado nada de mi vida y lo llevo cargando en mi espalda desde muy joven.
Tal parece que no se afrontar ni olvidar las cosas de mi pasado, aunque siempre voy a creer que me hicieron madurar, me quedo viendo hacia un punto fijo hasta que suena la puerta, le extraña que me vengan visitar ya que nadie viene, nunca, no me gusta que se acerquen al único lugar en el que me siento cien por ciento segura.
Me levanto y camino con tranquilidad hacia la puerta, el sueño me está matando, no pude pegar un ojo en toda la noche tratando de averiguar cómo podía aniquilar lo poco que me queda de Mina en el pecho, hasta pensando suena cursi y absurdo.
"Buena buenas". Momo entra por la puerta con la sonrisa que la caracteriza. "Siento no haberte escrito pero es que me estaba tocando". Entre cierro los ojos. "¿No sabes que es?" Sigo viéndola sin expresión facial. "Es cuando uno se mete los de-". Tapo su boca y cierro la puerta.
"Si se que es pero nunca habías venido a mi casa". Digo con ambas cejas levantadas, no me imagino que dirán los vecinos si escucharon lo que dijo Momo. "Y se que es tocarse idiota". Me quita la mano con un golpe.
"No me toques con tus manos que probablemente lo estabas haciendo y por eso tardaste mucho". Me gustaría que bajara más la voz, parece que lleva parlantes a cada lado de sus oídos.
"No lo estaba haciendo". Ruedo los ojos. "Pensaba en ti".
"¿Estabas pensando en mi mientras lo hacías?". Sus ojos se abrieron al igual que los míos, sus mejillas se sonrojaron al igual que las mías y ambas nos golpeamos al mismo tiempo.
"¡No seas idiota!". Grito con los ojos cerrados y los puños cerca de mi cara. "No me estaba tocando, estaba pensando en lo que le contaste". Aclaro.
"Esta bien Chaeyoung, soy muy guapa y tengo un hermoso cuerpo ¿Quién no se tocaría pensando en mi?". Me siento en el sillón sabiendo que seguiría alardeando de una mentira que ella cree verdad. "Recuerdo que la primera vez que te vi, cuando fui a mi casa me toque y creo que pensé en ti".
"No quiero saber que haces en tu habitación, cerda". Se ríe y no puedo evitar hacer lo mismo.
"Santa Chaeyoung". La miró con la frente en alto y una sonrisa suave. "Serás pendeja, no voltees así que de Santa no tienes ni un pelo". Pongo la mano en mi pecho ofendida.
"Mira quien lo dice, la que se tocó pensando en mi". Reclamo y ella deja de hablar, sabe que tengo razón. "¿Que te trae por aquí?". A veces es preferible no seguir hablando de un tema con ella, porque hace hasta lo imposible para ganar y es tedioso.
"Estaba de paseo". Murmura.
"Vives a medio kilómetro de aquí". Digo. "¿A caso caminas medio kilómetro y para ti es un paseíto?". Asiente y suspira.
"No todos somos flojos como tú". En eso si tiene razón. "Vine a visitar a mi chica favorita para decirle que no tendremos trabajo mañana y que siento que debemos salir hoy a algún lugar, como a un bar y emborracharnos hasta perder el conocimiento". Dice más emocionada que la vez que me dijo que vio a Red Velvet en persona. "Puede que hayan chicas lindas".
"Ni que este Seulgi voy". Luego de decir eso me quedo callada, ella mueve el cuello como si viniera de una película de terror y se me quedó viendo como si dije la cosa más horrible de este mundo.
"Nadie te dio el permiso de hablar así de mi bias". Hasta que recuerdo que es la chica de la que ha estado enamorada desde que aprendio a decir "hola" en coreano.
"No es para tanto". Bostezo y la miro.
"Es de la chica de la que me enamoré desde que aprendí a decir hola en tu estúpido idioma". La conozco tanto que ya sabía que eso mismo iba a decir. "¡Así que si es para tanto, para mucho, para demasiado!". Frunzo el ceño por lo último que dijo. " Que haya aprendido a decir hola no significa que sepa hablar muy bien".
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