Capítulo 2
No sabía que hora de la mañana era, pero los ruidos que se escuchaban fuera de casa no me dejaban dormir. Supongo que los vecinos del frente están discutiendo de nuevo o se ha armado alguna pelea callejera a estas horas de la mañana. Me levanté del sofá y luché por mantener mi equilibrio, mi cabeza daba vueltas y mi vista se volvió borrosa.
-Joder...
Me senté nuevamente esperando a tener el control de mi mismo, hasta que mi vista se acostumbró a la luz. Me levanto de nuevo, esta vez pude mantener el equilibrio y mis sentidos habían vuelto a mi.
Estiro mis dos brazos en el aire y siento como la pesadez en mi cuerpo disminuye.
-¡Zack! -mi madre me llama desde la habitación.
Camino rápidamente hacia ella y abro la puerta, mi madre está inmóvil en la cama con su mirada puesta en el techo.
-¿Qué pasa? -pregunto.
Ella abre la boca tratando de responder a mi pregunta pero al parecer se le hace imposible hablar.
Me acerco hacia ella y me siento en la silla de madera que está a su lado.
-¿Te duele algo? -le pregunto comenzando a preocuparme.
Ella asiente y toca su estomago. -Tengo hambre, Zack. ¡Mucha hambre!
Al escuchar su respuesta me levanto de un brinco de la silla.
-Está bien, mamá. Esperame aquí, iré a conseguir algo de comida -le respondí.
Ella empezó a toser nuevamente y yo me dispuse a salir de la habitación. Nuestros recursos se están acabando, ya no tenemos comida y ya no tengo trabajo. Cada día las cosas parecen empeorar...
Me acerco al sofá y agarro mi suéter gris que llevo siempre conmigo, luego salgo de la casa por la inestable puerta de madera. El sol me ciega por completo la vista, así que cierro los ojos y me tomo un minuto para de nuevo acostumbrarme a la luz.
De pronto, la bocina de un auto me hace sobresaltar. Dirijo mi mirada hacia el final de los escalones y visualizo un auto amarillo que está estacionado en la calle.
Fruncí el ceño confundido, por este barrio no suelen pasar autos.
La puerta del conductor de aquel auto amarillo se abre y aparece un hombre bajo y bastante barrigón que lleva puesto una camisilla blanca que deja ver su peludo pecho. En su boca lleva un cigarrillo que está a punto de acabarse.
Aquel hombre me mira fijamente con una sonrisa desagradable formada en su rostro.
-¡Hey tú! -me llama -. ¡Ven muchacho!
Mi confusión parece aumentar, no me he relacionado con personas en los últimos meses, y a este hombre... No lo conozco.
Reacciono de inmediato y bajo los escalones rápidamente hasta quedar frente a él. Aquel escupe el cigarrillo al suelo y de inmediato siento su apestoso aliento.
-¿Tu nombre es Zack? -me pregunta y frunce el ceño analizándome de pies a cabeza.
Me pongo a la defensiva antes de responder. -¿Quien eres tú? ¿Para que me necesitas?.
El hombre se ríe. -Tranquilo, muchacho. Solo he venido aquí para llevarte a un lugar.
-¿Crees que puedes simplemente venir y obligarme?
El hombre se inquieta, aquel frunce el ceño. -Me han pagado para llevarte a un lugar, así que no me hagas perder mi tiempo -me responde enojado y abre la puerta del asiento de pasajero del auto.
Sonrío. -¿Crees que me subiré así de fácil?
El hombre se rasca la cabeza, realmente lo estoy fastidiando. Sé que estoy siendo demasiado hostil, pero realmente no se puede confiar en nadie de este barrio.
-Mira niño, solo me han pagado para llevarte a un lugar, ni que yo fuera a raptarte y a violarte... ¡Solo sube de una maldita vez!
-¿Quien te pagó? -le pregunté de nuevo.
El hombre no responde y solo me empuja hacia el auto. Quedo atrapado en el interior y trato de abrir la puerta pero no obtengo resultado. El desagradable hombre se sube en el asiento del conductor y sin decir nada más empieza a conducir rápidamente.
-¡Dejame salir de una maldita vez! -le grito enojado comenzando a golpear la puerta.
Aquel se empieza a reír a carcajadas. Siento como el empieza a pisar el acelerador, el auto va demasiado rápido que incluso siento como me recorre una adrenalina no tan agradable. Me mantengo inmóvil sin otra opción, no puedo escapar por que las puertas están cerradas y el auto ya está en movimiento.
Observo por la ventana tratando de identificar el camino por el que este hombre me está llevando, pero me cuesta reconocer en que parte del barrio estamos.
Pasaron aproximadamente treinta minutos y el auto se detuvo en lo que parecía ser un estacionamiento de autos abandonado.
-¡¿Por qué carajos me has traído aquí?! -le grito al hombre, no me siento con la capacidad de controlar mi enojo.
El hombre aclara su garganta y mira todo su alrededor en busca de algo o... Alguien.
-La persona que lo necesita vendrá en un momento -responde él -. Ahora puedes bajarte de mi auto o lo vas a ensuciar, mocoso inútil.
Sin pensarlo dos veces me bajo del auto inmediatamente y cierro la puerta bruscamente, aprieto mis dos puños a mi lado enterrando mis uñas en mi piel.
El hombre se va del estacionamiento en su auto dejándome solo en este lugar desconocido. Suspiro enojado y miro a mi alrededor tratando de entender por que alguien me está buscando.
El estacionamiento es demasiado grande, con varias columnas de soporte y tubos en el techo. Aún así, todo parece abandonado, y sin ningún rastro de aquella persona desconocida.
De repente, veo que desde la entrada del estacionamiento un auto negro aparece, este es una limusina lujosa. El auto se estaciona frente a mi, y un hombre de vestimenta elegante sale de aquel.
-¿Es usted, Zack Davis? -me pregunta mencionando mi nombre completo.
-¿Quienes son ustedes? -pregunto confundido pero firme ante cualquier situación que se pueda presentar.
Aquel hombre me abre la puerta del auto y logro entender su indirecta, sin que el me lo diga, entiendo que tengo que entrar al auto.
Sin más opción entro en el auto, aquel se encuentra iluminado por una pequeña luz que está pegada en el techo.
Mi mirada solo se centra en los lujos que este auto tiene en su interior, frente al asiento en el que estoy sentado se encuentra una pequeña mesa con una botella de vino y una copa casi vacía.
-¿Asombrado? -me pregunta una voz desconocida.
Dirijo rápidamente mi mirada hacia el asiento que esta frente a mi, y veo que allí se encuentra un hombre un tanto robusto y calvo, que me mira seriamente.
-¿Para que me necesita? -lo interrogo.
-He escuchado mucho de ti, Zack -dice -. Y veo que tienes mucho talento.
-Solo vaya al punto -tomo aire hartándome de estar aquí.
El no emite ningún gesto, y mantiene su expresión seria tratando de intimidarme, pero no lo está logrando.
-Vengo a proponerte un trabajo -empieza diciendo -. Si aceptas ser parte de esto, tu madre y tu pueden tener una mejor calidad de vida, pero si no... Supongo que te quedaras en tu cochinero.
Controlo mi rabia al escuchar esas palabras.
-Sé que has participado en robos, y el talento se refleja en ti... Entonces no veo la razón por la que desperdiciaste ese talento y te dedicaste a limpiar un sucio restaurante -dice provocandome más enojo.
-¡Eso no te incumbe a ti! -exclamo -. ¿Entonces es por eso que está aquí?. ¿Me quiere contratar para que realice un robo por usted?. ¿Cual banco quiere robar usted, pedazo de mier...
El me interrumpe. -No he mencionado nada sobre robar un banco... Y no será un robo solo por mi, salvaras al mundo si participas en esto.
Bufo y trato de contener la risa. -¿Acaso salvaré al mundo si robo algo? ¿Acaso robar no está mal?
El hombre finalmente sonríe, agarra la botella de vino y llena la copa.
-Parece que estas comprendiendo de lo que hablo... Si te unes, puedo brindarte todos los tratamientos y medicamentos que necesita tu madre, puedo alquilarte una habitación en cualquier hotel de Nueva York, e incluso, si quieres irte del país con tu madre, haré eso posible.
El hombre le da un sorbo a su vino y mantiene la copa en su mano. Pienso por un momento, y me cuesta admitir que siento la necesidad de ser parte de ese trabajo, tengo que sacar a mi madre de el lugar en el que estamos viviendo, y necesito dinero para curar su enfermedad...
Trago saliva y dejo mi pedazo de orgullo a un lado.
-¿De que trata el trabajo? -pregunto.
-Solo te lo diré si aceptas el trabajo -responde y señala un sobre naranja que está sobre la pequeña mesa.
-¿Cuantas personas participaran en el robo? -le pregunto tratando de saber más antes de firmar.
El niega con la cabeza. -Esa información solo puede ser dada si eres parte de esto.
Empiezo a recordar el momento justo en el que le prometí a mi madre que no volvería a robar, pero eso fue hace mucho tiempo, y la situación de ahora a empeorado. No quiero hacer esto, pero lo haré por mi madre.
Agarro el sobre naranja y lo acerco a mi, me dispongo a abrirlo pero el hombre me interrumpe.
-Cuando abras ese sobre no habrá vuelta atrás...
-Ya lo sé -murmuro.
Nunca fui fácil de convencer, y a este hombre no se le hizo difícil contratarme. Si no fuera por nuestra situación actual, me hubiese ahorrado esta humillación.
-Durante el tiempo en que estés elaborando el robo, mandaré a un hombre para que le lleve comida a tu madre y cuide de ella, luego de eso. Cuando el trabajo esté completo, obtendrás el dinero y quedaras en la libertad de hacer lo que tu quieras.
Asiento ante las palabras escuchadas y abro el sobre, en el hay un documento blanco con pocas palabras escritas en el.
Leo un poco de lo que dice, y solo aparece la recompensa, lo cual es demasiado dinero que incluso podría comprar una mansión. También, aparece algo escrito que dice que no puedo decirle sobre esto a nadie.
Sin más que decir, firmo el documento.
-Te recogeré hoy en la noche, recuerda despedirte de tu madre por que no la veras en mucho tiempo. -dice sonriendo maliciosamente.
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