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Capítulo 17.

Desde la reconciliación de Minamisawa y Kurama pasó bastante tiempo a pesar de ser unas semanas algo intensas por los exámenes trimestrales. La simple ausencia de pocas clases y la falta de estudio debido a la depresión del peliazulado sus notas decayeron, pero poco le importaba en aquel momento de su vida. Se sentía a gusto consigo mismo, pero más comodidad llenaba su interior en los momentos en que el mayor de piel blanca estaba a su lado, tanto haciendo carantoñas como peleándose por cualquier tontería.

En aquel 24 de Diciembre, la casa de ambos estaba inundada en el silencio y todo parecía estar en orden. Los platos estaban limpios, la ropa tendida... pero no toda. En la habitación que compartían desde la declaración de Minamisawa, todas las prendas estaban tiradas en el suelo y demasiado arrugadas como para estar recién planchadas. Gimoteos se oían en el cubículo y en la cama, los dos amantes dándose "amor mutuo".

-N-No puedo más... M-Minami... ¡Gh..!

El cuerpo del moreno hacía rato que estaba bañado en sudor y placer proporcionado por el más alto, el cual estaba tumbado boca arriba en la cama en las mismas condiciones. Ambos jadeaban al mismo son y Kurama debía apañárselas para moverse encima del contrario con el fin de aumentar dicho placer creado por la fricción del miembro contrario en sus paredes interiores.

Por una vez había tomado las riendas, solo que de una forma que no se esperaba. Y realmente le gustaba.

-¡Ku-Kurama, dios! -Gimió el peliviolado, a punto de culminar de tanto gozo que azotaba su cuerpo mientras agitaba con más ímpetu la hombría contraria.- ¡N-No pares!

A pesar de aquellas súplicas, tanto el placer recibido por su delantera como por sus cuartos traseros terminó por soltar todo el gozo contenido en la mano del más mayor, ya húmeda por el presemen anteriormente escapado. El gemido que dio junto al arqueo de su espalda resonaron por el cubículo y poco tardó Minamisawa en seguir sus pasos, segregando su semilla en el interior del peliazulado.

Tras aquel largo y delicioso instante de disfrute por las secuelas del orgasmo, Kurama se desplomó sobre el pecho del más alto, el cual rodeó con sus brazos al menor para tumbarlo a su lado mientras sacaba su hombría del interior.

-Tendré... que cambiar las sábanas... otra vez... -Jadeó el menor mientras apoyaba las manos y frente en el pecho del pálido que se encargaba de deleitarle con mimos en la espalda.

-¿Otra vez Kurama-kun? -Minamisawa rió entre dientes, cansado.- ¿Cuantas veces las has cambiado estas dos semanas?

Kurama no contestó. Tan solo hundió un poco la cara enrojecida hasta el límite en el hombro contrario mientras el otro seguía riéndose por debajo la nariz.

Minamisawa tenía razón en eso. En lo que llevaban de tiempo saliendo juntos ya lo habían hecho más de diez veces -si era posible contarlo- y sus cuerpos ya se habían habituado a tanto "esfuerzo" diario. Pero Kurama seguía avergonzándose cuando sacaban aquel tema a pesar de que le gustara ser el dominado.

En el silencio que estaban metidos, el peliazulado habló con un hilo de voz.

-Minamisawa... -Dijo con voz baja antes de alzar la cabeza con cierta vergüenza.- Sabes que mañana es Navidad, ¿cierto?

El mayor asintió con la cabeza tras perfilar delicadamente la columna de su novio.

-¿Hay algo malo en eso?

Kurama negó con la cabeza antes de seguir hablando.

-No, que va... Tan solo me preguntaba si querías ir conmigo a ver la ciudad... Seguro que está bonita. Eso.

Tensó por unos segundos los labios. El peliazulado nunca había salido a ver las luces de la navidad por la noche y menos acompañado de gente. Sus padres siempre estaban de viaje incluso durante festivos y casi todas esas celebraciones las pasaba en casa de su abuela junto a un montón de gominolas saladas al ser las únicas de su agrado. Esta vez quería que fuera distinto y esperaba la aprobación de Minamisawa a toda costa a pesar de parecer dormido en el sitio y sin haberlo escuchado.

-Eh. -Se mosqueó.- Responde.

Pero nada. Tan solo de sus suaves labios destacaba una pequeña y fantasiosa sonrisa que mostraba lo descansado que se encontraba en aquel momento.

-¡Pero escúchame imbécil!

Llevado por los nervios al no reaccionar le propinó al mayor un golpe en la tripa, como si así pudiera despertarlo de alguna forma. Más que un quejido, lo que le arrancó fue una suave risa que llevaba conteniendo todo ese rato.

-La Culebrita se pone nerviosa. ~ -Volvió a reír entre dientes y con una mano en los labios.- Qué divertido. ~

-¡M-Maldito gilipollas! -Gritó el menor con la cara tan roja que se notaba sobre su piel morena, sentándose al momento en la tripa del contrario para regalarle una ronda de golpes por todo el pecho.- ¡No te rías de esto, joder, ¿sabes la vergüenza que me da chupapollas?!

Pero esos golpes solamente sacaban más risas por parte del mayor al incrementar sus cosquillas y Kurama desistió a continuar. A regañadientes dio media vuelta en la cama y le dio la espalda para descansar mientras gruñía por lo bajo incoherencias sobre el contrario.

Pudo notar cierto peso sobre su cuerpo y unos brazos rodear su cintura. Iba a apartar aquel contacto pero el notar el pecho del pálido tocar su espalda y sus labios besar su cien le hicieron retractarse a tiempo, suspirando por lo bajo.

-Claro que iré contigo, Culebrita... -Murmuró con voz suave al inhalar el aroma de su pelo.-En todas partes...

-Tch.

Dio media vuelta sobre si para estar de cara a Minamisawa y le regaló un pequeño pico sorpresa antes de esconderse en su pecho. El más alto estaba sorprendido por aquel pequeño arranque de pasión y al agachar la cabeza para pedirle alguna que otra explicación solo obtuvo una respuesta.

-No digas nada y abrázame.

Minamisawa sonrió de nuevo por aquellas palabras tan secas y a su vez tiernas que siempre soltaba el menor. Le encantaba aquel carácter frío que se iba calentando a medida que quería sus mimos, cariños o algo más, pero lo que más le gustaba era que solo él podía ver aquella faceta tan adorable suya.

Rodeó una vez más la cintura del peliazulado y lo acurrucó contra su pecho tal y como lo había pedido. Besó su frente tras apartar su flequillo y susurró antes de que los dos pudieran descansar:

-Descansa mi Culebrita...


******


Había demasiada gente en la calle y la música de los villancicos resonaba por todas las tiendas que pasaban. Los árboles de navidad estaban muy bien decorados con sus bolas y guirlandas y los niños no dejaban de correr en busca de Papá Noel mientras tiraban de las manos de su madre para que los acompañaran a pedirle el regalo que tanto deseaban entre risas por parte de adultos y menores.

Kurama ya había chocado bastantes veces con dos de aquellas criaturas nerviosas y la mandíbula se mantenía tensa a causa de ello. Si se chocaba contra uno más dudaba el echo de poderse controlar por mucho tiempo.

-Vamos Kurama. -Insistió Minamisawa mientras se subía la bufanda a la altura de la boca.- ¿No estabas tan deseoso de mirar las tiendas?

-Tch. -Chasqueó la lengua de mala gana.- No me esperaba tantos críos tocando las narices.

Minamisawa no pudo evitar reírse por lo bajo ante aquella respuesta, por lo que puso una mano en el gorro contrario mientras seguía con su tan tranquila sonrisa, ya nada arrogante (al menos por ahora).

Por el momento no habían visto muchas tiendas y casi todas eran especializadas en pequeños detalles para regalar en ocasiones específicas. Ya habían visto jerséis de Papá Noel y algunos renos, bolas de nieve, figuras en movimiento que iban a pilas... En una ocasión hasta había un gorro que Minamisawa se lo puso al menor para ver como le quedarían un par de trenzas blancas y las risas que se echó resonaron por la tienda. Kurama no hizo gran cosa salvo seguir con aquella cara de desprecio, como si intentara comprender a qué venían tantas risas, pero en cuanto se quito el gorro las tornas cambiaron al darle una barba de Papá Noel al mayor.

Fue una tarde entretenida a pesar de estar bien entrada la noche.

La pareja andaba y comentaba algunas cosas que habían visto por el momento de forma amigable y sin tratos cariñosos como cogerse de la mano o un simple "Te quiero". Y todo eso porque Kurama no se veía capaz de hacerlo y que todo el mundo viera su gusto por los hombres. No era que se avergonzara pero el aviso de Tsukasa había marcado bastante en su forma de pensar respecto a la homosexualidad y a si eran aceptados o no.

Tras un largo camino, antes de llegar a una plaza donde había una pista de patinaje junto a un árbol de navidad enorme, el peliazulado se detuvo mientras se bajaba un poco el gorro a la altura de las cejas.

Minamisawa, a los segundos, siguió sus mismos pasos y se giró hacia él con una ceja alzada.

-¿Ocurre nada malo?

Kurama negó con la cabeza antes de apartar la mirada.

-No... Solo que... -Tenía un mal sabor de boca por lo que iba a decir, así que se relamió por unos segundos y miró con seriedad al mayor.- ¿Puedes esperarme aquí, por favor? Tengo que ir al baño.

Minamisawa parpadeó al escuchar aquello. Su cara no mostraba más desconcierto porque no podía, pero al final sonrió con levedad tras entrecerrar los ojos.

-Te espero en aquel banco de allá. No tardes mucho.

Y se alejó de Kurama con pasos tranquilos y calmados.

Ahora que tenía vía libre, el peliazulado dio media vuelta para aventurarse de nuevo en la multitud de gente y así dirigirse a la tienda que realmente tenía intención de ir. Se chocaba contra algunas personas pero tras una pequeña disculpa sin mirarlos a los ojos continuaba su camino.

Por suerte no estaba muy lejos, así que se aventuró de nuevo en una de las tiendas que ya habían visto juntos.

Ignorando a todos los que se hallaban dentro fue pasillo por pasillo, examinando cada estantería y cada objeto que reposaba en la misma.

No fue hasta que pasó por gran parte de ellos que lo encontró.

Un objeto muy simple y quizás un tanto cursi. Era un llavero de color púrpura y pequeñas manchas caobas que se deslizaban por la superficie al ser una especie de productos químicos, como las luces de neón. Todo aquello estaba metido en un recipiente cerrado y con forma de gota. En la anilla tenía inscritos unos símbolos tan extraños y sin sentido que para Kurama fueron la cosa que más atención le llamaron desde el primer momento.

Tomó el llavero y lo llevó a la caja para comprarlo. La mujer que se encargaba de la caja, mayor de treinta años, comprobó el producto antes de dárselo y decir el precio con una sonrisa.

-Has tenido suerte. -Dijo tras coger el dinero del menor y buscar el cambio.- Y muy buen ojo. Nadie suele comprar esas cosas tan extrañas.

Kurama tan solo apartó la mirada tras tomar el dinero de vuelta y el llavero sin apenas envolver. Sobre gustos no le gustaba hablar salvo que no fueran serpientes.

-Será porque yo también soy un bicho raro.

Y dicho aquello, volvió a hacer una carrera calle abajo donde le estaría esperando un Minamisawa con ambas manos en la bufanda para cubrirse la nariz y con la mirada distraída a la pista de patinaje.

No se equivocó, pues nada más llegar allá fue esa estampa la que se encontró, sin contar su propio cuerpo jadeando al lado del contrario mientras trataba de recuperar el aire perdido.

-¿Tan cansado te ha dejado el apretón? -Dijo Minamisawa tras llevarseambas manos a la nuca con una sonrisa de pillo.

-Cállate imbécil. -Se quejó Kurama entre jadeos antes de sentarse a su lado, o más bien dejarse caer en el banco.

Minamisawa relajó la sonrisa y el rostro para mirar el cielo estrellado, con ambas manos entrelazadas y los brazos apoyados sobre las rodillas.

-Kurama... ¿Puedo decirte algo?

El mencionado asintió con la cabeza tras unos segundos. A saber lo que le soltaría ahora, pero por más ignorancia que mostrara su oreja estaba lista para escucharlo todo.

-No me gustan hacer este tipos de cosas. -Empezó.- Salir con alguien en Navidad, los asuntos tan pastelosos que hasta dan grima, ver a todo el mundo excesivamente feliz... No es especialmente de mi agrado. Pero lo raro es que estando tú aquí es una de las cosas que más me gusta. -Giró la vista en dirección al mencionado, sin borrar aquella sonrisa tierna que solo se la dedicaba a él en ciertas ocasiones.- Me gusta verte sonreír y a la vez me encanta tocarte las narices. No entiendo la razón...

Kurama se había bajando el gorro a la altura de los ojos tras escuchar lo último. Todo fuera para tapar su pequeño rubor ya camuflado en sus morenas mejillas, pero le era inevitable. Por todo lo dicho le hubiera dado un golpe y gritado lo imbécil que era, pero esta vez se había propuesto que sería distinto. Y así fue.

Sacó de su bolsillo el llavero que había comprado y se lo tendió con sequedad al contrario, dejando que la gota colgara y girara entorno a la cadena que la sujetaba.

-Idiota. -Dijo sin atreverse a mirarlo a la cara.- Yo solo había ido a comprar esto y no al baño. Podrías haberte ahorrado el discursito.

Minamisawa no pudo evitar sonreír un poco más al escuchar aquello. Tomó el llavero con suavidad, igual que la mano del menor para tirar de él y así poder abrazarlo, aunque Kurama no pudiera devolverlo debido a la mala postura que estaba.

-Has sido más cursi que yo de forma indirecta. -Se rió por lo bajo antes de darle un pequeño beso disimulado en la sien.- Te quiero Culebrita.

Ahora sí que Kurama estaba más rojo que un tomate, no precisamente por el abrazo, sino por lo que pudiera pensar la gente de la calle al verlos y escuchar su conversación.

-¡P-Pero no hagas eso subnormal! -Exclamó tras separarse con nerviosismo de él y mantener de nuevo las distancias.- ¡Q-Qué pueden pensar de nosotros..!

-A mí sinceramente me da igual. -Confesó Minamisawa tras colocar el llavero junto a sus llaves de casa.- Salvo lo que pienses tú todo lo demás me da igual.

-...Tsk.

Finalmente, la mano de Kurama rozó la de Minamisawa por unos segundos antes de cogerla. Se aproximó a él, arrastrándose por el banco; tomó su bufanda y, tras tirar de ella, le propinó un pequeño beso en los labios antes de dejar apoyada la cabeza en su hombro.

-No digas nada al respecto, y solo por hoy haré esto.

Una risita escapó de los labios de Minamisawa, el cual rodeó los hombros del menor para acariciarlos y así darle un poco más de calor mientras observaban el espectáculo montado en aquel momento por las luces del árbol central, las cuales acababan de iluminarse.

-Si insistes... no diré nada, Culebrita.


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Hola a todos. ~

Antes de nada quería pediros disculpas por estos meses de ausencia. Entre los exámenes y trabajos no he podido hacer gran cosa pero se acercan las vacaciones de verano y las cosas ya pueden ir más calmadas.

No pude cumplir con mi propósito. Iré de cabeza al infierno por ello.

Pero en fin. Espero poder subir más capítulos con más frecuencia.

Gracias por leerme gente. Os aprecio mucho por ello. ~

Firm: Sylve-desu

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