
Capítulo 15.
Cuatro días habían pasado desde que las heridas de Kurama habían sido creadas en su cuerpo. El moratón de la tripa aun era visible y el golpe en la nuca tan solo le había hecho un chichón que pocos días más necesitaba para irse como si nunca hubiera estado. En aquel tiempo, el chico serpiente no había salido de su habitación en ningún momento salvo para ir al baño a hacer sus cosas. Pero siempre que lo hacía procuraba de que Minamisawa no estuviera en la casa para no tener que verlo.
Aquel día de la pelea, el menor regresó a su casa y no contestó a las típicas bromas del peliviolado como siempre solía hacer, acompañándolo con un gruñido o un murmullo de insultos que no pretendían ser ofensivos. Nada más cruzar la puerta subió a su cuarto y allí se encerró para no volver a salir, sin contestar a las preguntas de su compañero que se encontraba confuso por aquella extraña conducta. Para su suerte, Marie lo había acompañado a causa de su mal estado y no físico precisamente, pues muchas eran las veces que había regresado a su casa sin su ayuda y con numerosas heridas por el cuerpo. Minamisawa escuchó todo lo que le dijo la enfermera acerca del encuentro y cuando terminó de hablar agradeció la información antes de despedirse.
No obstante, Marie alzó ambas cejas en una expresión de preocupación.
-¿Seguro que va a estar todo bien?
Minamisawa se peinó el flequillo con todos los dedos de su mano, junto a un pequeño resoplido y una sonrisa cansada.
-No te preocupes. Son muchas las putadas que le hago a Kurama pero tras contarme la pequeña disputa que tuvieron... creo que necesitará un pequeño descanso de mí y del mundo que le rodea.
Marie suspiró por lo bajo, abrazándose el cuerpo antes de alzar la mirada a las escaleras al intentar ver al menor del lugar.
-Se recuperará pronto... -Dijo Minamisawa colocando una mano en el hombro de la mujer.- No lo conozco muy bien, pero si pudo aguantar mis tonterías todo este tiempo seguro que esto le será leve.
-Eso espero Minamisawa... -Susurró la mujer en voz baja antes de pasar a observar los ojos bicolores del muchacho.- Eso espero...
Pero aquella previsión no salió como todos pensaron. Transcurrido aquel periodo de tiempo, Kurama no daba muestras de querer salir de su pequeño cubículo y muchas eran las veces que Minamisawa llamaba a su puerta con el fin de avisarle de que la comida estaba en la mesa o era hora de ir al instituto. Pero nada. Ni siquiera un gruñido o una palabra de negación.
La noche había vuelto a caer y Minamisawa acababa de poner la mesa antes de la hora de cenar. Alzó la vista en dirección al pasillo y, tras enfundar ambas manos en los bolsillos, se dirigió a la puerta del menor para picar en ella con los nudillos tras inspirar profundamente.
-¿Kurama? Está lista la cena.
No obtuvo ninguna respuesta por quién se encontraba encerrado. Volvió a llamar, con algo más de insistencia.
-Kurama, llevas cuatro días ahí metido. Seguro que tu habitación huele a podrido por estar ahí sin moverte durante tanto tiempo. Hish podría comerte si sigues en ese estado.
Daba igual, no iba a responder de todas formas... y Minamisawa era consciente de ello.
-Anda, Kurama-kun... Sal, que sin ti la casa es muy aburrida y las tareas las estoy haciendo yo solo... -Apoyó la frente en la madera antes de cerrar los ojos y seguir insistiendo.- Tendrás que hacer la faena los días que te la estoy haciendo y dudo mucho que esa idea te guste...
Y de nuevo vino el silencio. Minamisawa decidió esperar unos segundos más pero no escuchó nada proveniente del otro lado de la puerta.
Con un pesado suspiro separó la frente de allí y con tan solo dos pasos pudo oír un murmullo amortiguado por la puerta y la voz baja de Kurama.
-No me llames Kurama-kun...
Al fin había podido escuchar su voz, aunque fuera cosa de pocos segundos. Alzó la cabeza al cielo para pronunciar un "gracias" sin voz al ser que acabara de brindarle aquellas palabras y volvió a su habitación con nuevas esperanzas de lograr sacarlo de ahí. Si había conseguido hablar, significaba que tenía una mínima oportunidad de mantener una conversación con él.
Cuando se situó frente a la puerta inspiró de forma profunda. Tomó el pomo con una mano y avisó antes de entrar.
-Voy a entrar...
Se internó en aquella habitación oscura por las persianas bajadas y la poca luz que entraba por las ventanas al ser de noche. Tan solo la iluminaba la puerta al mantenerse abierta y Minamisawa hizo ademán de encender la luz. Como respuesta a aquel movimiento, escuchó las sábanas frotarse y necesitó acostumbrarse a la oscuridad para ver a Kurama en un rincón de su cuarto, encogido y cubierto por aquella tela. El mayor avanzó hasta quedar frente al muchacho, el cual seguía con la cabeza escondida entre sus piernas y sin molestarse en levantar la cabeza.
Antes de decir nada arrugó la nariz. Tato tiempo sin ventilar la habitación más el hecho de que el peliazul no se hubiera duchado no creaba un buen aroma en el ambiente
-Kurama... -Suspiró, acuclillándose frente a él.- ¿Se puede saber por qué te has escondido? Tu habitación está hecha un asco y apestas. Deberías ducharte y abrir las ventanas.
No obtuvo respuesta por su parte. Kurama se encogió en las sábanas aun más si cabía y hundió la cabeza en sus rodillas hasta el punto de parecer una bola hecha con mantas.
Minamisawa cambió el suspiro que iba a hacer por un resoplido.
-Oye, sé lo que ha pasado y sé lo que te ha dicho Tsukasa para que estés así. -Dijo tajante, sentándose en el suelo y con el ceño fruncido.- Pero lo que no puedes hacer es esconderte en tu caja de cristal como hace Hish. Aunque más bien lo suyo es un encierro obligado en comparación al tuyo voluntario.
Siguió sin obtener respuesta por su parte, pero bajo aquel montón de sábanas los labios de Kurama empezaban a tensarse y temblar. Parecía a punto de estallar en llanto si Minamisawa seguía así.
-No quiero que estés ahí encerrado. Tienes que salir a que te toque el aire y Hamano y Hayami no dejan de preguntar por ti. -Acercó una mano al lugar donde en teoría estaba la cabeza para acariciarlo.- Vamos, levántate y ven...
Pero aquel simple tacto que ejerció presión sobre las mantas hasta alcanzar la cabeza del peliazulado hizo que este reaccionara por primera vez. Descubrió por un pequeño agujero su mano que, con fuerza, golpeó la contraria para que no lo tocara más.
-¡No me toques! -Gritó con todas sus fuerzas mientras alzaba el rostro hacia el contrario. Apenas ambos quedaban iluminados por la triste luz que entraba por la puerta, y las mejillas del moreno tenían marcas blancas y sucias de lágrimas que no se había molestado en secarse.- ¡No quiero que me toques con tus sucias manos! ¡Dan asco! ¡Y con ellas has tocado todo mi cuerpo!
-Kurama por favor. -Gruñó Minamisawa con desgana mientras apartaba la mirada de el menor, con los puños cerrados con fuerza.- No empieces con tus sermones habituales.
-¡No! ¡Esto no es un sermón, esto es.. es... GHRÑ! ¡No sé ni lo que es!
Ahora que Kurama se había descubierto Minamisawa contempló que llevaba aun puesto el uniforme desde aquel día.
"Estúpida culebrita..." Pensó para sus adentros mientras el tembloroso Kurama volvía a abrazarse a si mismo, con nuevas lágrimas de impotencia y rabia que lo hacían temblar en el sitio. Arrugaba su propia camisa, ya apestosa por no haberse lavado durante tanto tiempo y por la falta de ventilación.
-Culebrita, ¿Acaso eres estúpido? ¡Si te digo estas cosas es para que salgas de aquí! ¡¿Por un gilipollas te vas a encerrar en esta mierda de cuarto que huele a estiercolero?!
-¡QUE NO ME LLAMES CULEBRITA, COÑO!
La gran sorpresa que se llevó Minamisawa fue el hecho de que Kurama hubiera saltado como una fiera a su cuello para derribarlo y tirarlo al suelo con el ruido hueco del parqué. El peliviolado tan solo pudo chasquear la lengua por el dolor, y al abrir los ojos ya tenía al menor sentado a horcajadas sobre sus rodillas.
-¿Quién te crees tú para estar jodiéndome todo el rato? Que si Culebrita, que si Kurama-kun... ¡Estoy harto de todo! -Gritaba sin parar y sin importar que su propia saliva salpicara la cara de su acompañante.- ¡Tan sólo quiero olvidarme de todo esto! ¡Pero claro, el señor Atsushi no me deja refugiarme en mi burbuja llamándome cobarde! ¡Si eso sucede es por las cosas que me superan! ¡Nunca he sentido esto, nunca he estado tan confundido, nunca me ha sucedido tal cosa, nunca me ha importado las palabras de l-la gente..!
Ahora la cara del peliviolado recibía gotas mayores que la empapaban y las lágrimas que no eran suyas descendían por su mejilla hasta chocar contra el suelo. Eran pocas las palabras que había empleado Kurama, pero las necesarias para entender más o menos la razón de tanto enfado. Entreabrió los labios para exhalar su nombre, pero ni eso pudo hacer ante el corte de Kurama, el cual apretaba los puños entorno el cuello del uniforme contrario.
-Calla... N-No digas nada más... -Gimoteó, temblando por la vergüenza de que le viera llorar de aquel modo.- No quiero oirte... S-Solo quiero... Irme de aquí... Y abandonarlo todo... -Se sorbió unos pocos mocos.- M-Me rindo... No sé lo qué me pasa y t-todo... por tu culpa...
Minamisawa pudo notar como el menor aflojaba su agarre y se dejaba caer sobre su pecho para hundir el rostro en él. Su cabello olía mal, pero no por ello se quejó. Levantó ambas manos y lo abrazó con suavidad.
-¿Sabes Kurama? Sé que no es momento para decir estas cosas pero cuando decía que me gustabas no lo decía para picarte... Aunque me gustara hacerte enojar. -Siguió acariciando circularmente la base de su espalda.- Vamos culebrita... Anímate...
Kurama negó con la cabeza mientras seguía en su escondite. No le gustaba que lo viera así, se sentía terriblemente humillado, pero lo necesitaba tanto que no le importó en absoluto que siguiera acariciándolo. Apretaba la tela entre sus dedos mientras hipaba, escuchando sus palabras a pesar de estar sollozando en su pecho.
-¿E-Entonces... T-Tan solo era para ju-jugar con...conmigo..?
El mayor negó con la cabeza antes de incorporarse en el suelo, sentando al peliazulado sobre sus muslos mientras esbozaba una tranquila sonrisa antes de peinar un poco el flequillo del contrario con los dedos.
-No... Ahora no quiero jugar contigo. Por eso te estoy contando todo esto y por eso te estoy diciendo que me gustas. Es la verdad, pero algo tienes. Y pienso hacer alguna cosa para que lo veas. -Pasó dos dedos por debajo los pómulos del moreno, limpiando cualquier rastro de lágrimas.- ¿Por qué no te levantas y vas a cenar algo, eh? Sigues pesando mucho y mis piernas no aguantarán mucho.
El peliazulado negó de nuevo con la cabeza, dejándose hacer por su compañero de piso. Tan solo pudo escuchar algunas palabras, como gustar y que algo tenía para que eso fuera posible, pero en parte no podía creerse tanta palabrería. Sus sentimientos hacia él, si habían existido en algún momento, cambiaron por culpa de la palabrería de un muchacho que conocía mejor que él al peliviolado y si su propósito era meterle miedo de alguna forma lo había logrado. Entreabrió su ojo visible para contemplar el rostro pálido del contrario y negó con la cabeza. Parecía que tan solo podía reproducir ese gesto a parte de llorar como un crío.
Minamisawa volvió a suspirar y sonrió con expresión cansada por ello. Kurama inclinó el cuerpo hacia delante y apoyó la cabeza en el hombro contrario para seguir derramando lágrimas en un abrazo que no quería pero necesitaba.
*****
El lavavajillas acababa de encenderse y Minamisawa salía de la cocina con un pequeño suspiro. Paseó por todo el salón hasta llegar al sofá, dónde un Kurama recién duchado se encontraba envuelto en unas sábanas limpias y mirando la televisión bastante centrado. La película que daban no era de sus favoritas, pero al menos distraía y no se centraba en quien lo estaba viendo.
-¿Te encuentras mejor, Culebrita?
Kurama se encogió de hombros en el sitio y luego se encogió un poco en la esquina del sofá.
-Al menos espero que me dejes sentarme a tu lado.
Se arrinconó de nuevo en el sofá para dejarle espacio y Minamisawa lo agradeció con un suspiro, sentándose a su lado pero manteniendo las distancias.
A pesar de haberse declarado y lograr que el menor se duchara y comiera con él en la mesa este seguía sin querer dirigirle la palabra o creer en las del mayor. Ahora, la prioridad del peliviolado era descubrir qué le había dicho Tsukasa para poder debiliarlo de esa forma. Y, conociendo cómo era y lo que le hizo tiempo atrás antes de irse de su instituto... Se esperaba cualquier cosa de él. Cualquier truco rastrero. Cualquier mentira para jugar con él.
Pero por el momento, mejor no hacer nada y disfrutar de la película y la compañía a pesar de ser hostil con él. El día siguiente ya tendría una charla con el causante del estado de Kurama.
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Buenas otra vez. ~ Vengo sobretodo a pediros disculpas por este mes de espera. El internet no me iba y los estudios atacan de nuevo. Intentaré estar más a menudo, porque creo que la promesa de escribir un capítulo por semana me será imposible...
Pero tendréis capítulo nuevo tarde o temprano. Espero que sea más temprano que tarde.
Mucha suerte en todo, gracias por seguir leyendo y... hasta la próxima. ~
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