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25-Mereciamos un final feliz

Lo primero que hizo Magalí al enterarse lo ocurrido, fue llamarle a su novia, mientras la ambulancia viene en camino con la mujer herida luchando por su vida.

   ―Deb amor, ven al hospital urgente.

   ―¿Es Victoria? Le pasó algo, dime.

   ―No por teléfono, ven.

   ―Soy enfermera y sé el protocolo ―mientras toma las llaves y el casco de su moto―, ahora dime que pasa.

   ―Ingresó una mujer con herida de bala en estado crítico y no sabemos todavía, si es Victoria...

Julia.

Pasaron años, tristes y nostálgicos, camino por la playa sola, recuerdo con tristeza al amor de mi vida, miro hacia atrás y solo hay una par de huellas en la arena. Pocos lo saben pero a quien extraño desde hace años cuando mi corazón se detuvo aquel día, es a ella mi gran amor, el amor de mi vida, esa que vi morir desangrada sin poder salvarla.

   Recuerdo cuando éramos jóvenes, aunque las imágenes se distorsionan, jamás olvidaré su rostro, su voz y el calor de su piel contra la mía, la calidez de su mano, nuestros dedos entrelazados, su sonrisa, su perfume, su cuerpo desnudo entre mis brazos ¿Quién sería capaz de olvidar a un amor que te marca? Si en cada momento la recuerdo a ella.

   De haberla salvado... deseo volver el tiempo atrás a ese solo momento e interponer mi cuerpo en el camino la bala y morir yo en su lugar, porque es preferible estar muerta a haber seguido viviendo una vida sin ella. Me arde el pecho y el peso de los recuerdos, quema como una brasa. Hasta el último suspiro que exhalen mis labios, no dejaré de amarla. No fue lo que vivimos lo que duele, lo que me mata en vida es lo que me arrebataron el anhelo de lo que pudo haber sido, la casa en la que pudimos haber vivido juntas, el perro que corretea por el jardín mientras juega con los hijos de Tricia, las caminatas en la playa al atardecer, y las veces que terminaríamos de hacer el amor para decirnos cuanto nos amábamos entre caricias hasta quedarnos dormidas.

   Lágrimas silenciosas caen y su cuerpo tiembla con el sollozo...

   ―Amor, amor despierta... ―me mueve― ¡JULIA DESPIERTA!

   ―Victoria despertaste ―me despierto llorando y al verla bien, lloro más― despertaste.

   ―¿Estás bien? ―seca las lágrimas y  tomo su mano para besarla―, tenías una pesadilla bastante fea.

   ―Soñé que te perdía ―le digo secándome las lágrimas la abrazo y la beso, ella m abraza más fuerte aún―, fue horrible ver un futuro sin ti en el.

   ―Te dije que no me iría de tu lado y eso es una promesa, deberás aguantarme hasta que seamos viejitas.

   ―Mientras tú estés ahí ―La beso dulcemente―. Te amo, te amo tanto.

   ―Yo me siento muy amada por ti y te amo de vuelta, con la vida.

   ―Debo avisar que despertaste ―vuelvo a besarla y salgo a buscar al médico.

   Entra todo un equipo a revisarla de pies a cabeza, chequean que todo esté bien y luego de un rato se marchan, dejándonos solas nuevamente.

   ―¿Qué paso con Máximo?

   ―Murió de dos disparos.

   ―¿Y Harry?

   ―Lo arrestaron.

   ―¿Estás enojada?

   ―¡¿Es una puta broma?! Te dije que no te arriesgaras, que no pusieras tu vida en peligro y es lo primero que hiciste...

   ―¡Te dije que no dejaría que él te lastimara nunca más!

   ―Esa bala iba para mí...

   ―Se la podemos pedir al doc...

   ―¡NO ME CAUSA NI PUTA GRACIA! Pusiste en riesgo tu vida...

   ―¡Y lo volvería a hacer, Julia! No me arrepiento de tener una herida de bala, si eso te salvaba la vida ―suspiramos ambas―, amor estoy bien, estoy aquí contigo, te dije que no iba a dejarte.

   ―Tuve miedo... mucho miedo cuando vi toda esa sangre y te desmayaste, cuando no podías respirar, pensé que te perdía.

   ―Lo sé, sé que sí, yo tuve miedo cuando vi que él te llevaba a las rastras. Creo que nunca planeo que yo saliera con vida de eso y casi se sale con la suya ―guardamos silencio un momento― amor... solo escuché dos disparos ―traga con dificultad—, si yo recibí uno ¿Cómo es posible que Máximo muriera de dos balazos?

   ―Tomé el arma del suelo e intenté matarlo ―Victoria abre los ojos grandes―, pero no pude hacerlo.

   ―¿Entonces quién?

   ―Harry.

   ―El único buen acto en su vida, al menos no te dejó cargar con la muerte de Máximo ―suspira aliviada― ¿Qué fue lo que firmaste?

   ―Querían quedarse con mi empresa y todo mi dinero... al menos Harry.

   ―¿Ibas a dar todo por mí?

   ―Por supuesto que daría hasta mi propia vida sin pensarlo, si es por ti —acaricio su mejilla― eres lo mejor que me ha pasado y quien le ha dado sentido a mi vida, puedo vivir debajo de un puente, mientras sea contigo ―Me acerco a besarla.

   ―Cursi —dice en mis labios.

   ―Sí, pero la cursi que amas.

   ―La cursi de la que estoy enamorada ―abro los ojos grandes―, sí, dije enamorada, ya bésame.

   ―Pídemelo sin exigirlo, se te están pegando mis malas formas ―Victoria revolea los ojos, me toma del cuello y me besa, hasta quedarnos ambas sin aliento.

   La puerta se abre de golpe y entra Deb con Tricia detrás de ella.

   ―¡¿ESTÁN BIEN?! Bueno, digo vivas. Que tremendo susto me hicieron dar ―dice Tricia mientras Deb llora al lado de Victoria abrazándola―. Tú ―Tricia le da un golpe en el brazo a Julia― ¿no se te ocurrió pensar, quizás deba decirle a Tricia por las dudas?

   ―Deb no llores, estoy bien.

   ―Eres muy idiota, si alguien te apunta con un arma, te corres, no te interpones en el camino de la bala ¡idiota!

   ―¿Cómo llegó tan rápido la ambulancia? ―Cae Tricia en la cuenta.

   ―Los hermanos de mi novia son policías ―le explica Deb― y ellos nos ayudaron, porque esta otra idiota quería hacer todo sola. Si son el duo kamikaze.

   ―Menos mal que las ayudaron, porque si fuera por estás dos, tendríamos velorio doble ahora mismo ―agrega Tricia.

   ―Ella tiene razón, me cae bien —agrega Deb.

   ―Ella suele caer bien es el efecto Trish ―agrega Vic ―Al revés del efecto Julia ―las tres se ríen menos yo.

   ―Soy Patricia por cierto ―le estira la mano a Deb― la mejor amiga a la idiota que juega a la rescatista sin decirme nada.

   ―Soy Debra, la mejor amiga de la idiota que se cree chaleco humano antibalas, digo de Victoria, un gusto también, aunque desearía que la situación para conocernos fuese otra.

   ―Que gusto que se conozcan entre ustedes, ahora que saben que estamos bien, pueden irse así veo a mis padres.

   ―Tu madre está ―hizo la seña como si se quemara con la mano― que si no te mató la bala lo hace ella, y por supuesto Julia, que con esto ahora, no es exactamente tu más grande fan. Encima tu suegrita es latina, Argentina por cierto ¿sabes el tremendo sermón que les espera a ambas? Yo no me lo pierdo, me quiero quedar aquí.

   ―Yo también quiero verlo ―se suma Tricia a la petición de Debra.

   ―Ninguna de las dos se queda. Ahora vayan afuera y dejen que mi madre entre a darme sermón hasta para llevarme a casa ―Salen nuestras mejores amigas a punta de empuje por mi parte―. Amor te veo en un rato ―le digo e intento irme, pero, Victoria me tira de la mano hacia ella.

   ―Te faltó darme un beso. Y amor, mañana festejamos mi cumpleaños si o si, así que ―levanta y baja las ceja― ya sabes.

   ―Que insaciable sexópata me has salido, pequeña pervertida ―río encaminándome afuera, pero mi suegra me mete de nuevo adentro.

   ―Muy bien, ahora es tiempo de hablar con la dos y tú ―le habla a su esposo Albert― calladito la boca hasta que termine ―le dice eso en español.

   Cecilia da vueltas por la habitación yendo y viniendo, reprendiéndonos por haber sido tan irresponsables de no haberle dicho antes del hostigamiento de Harry y del secuestro de Victoria. Habla en español e inglés demasiado rápido y demasiado enojada, solo Victoria le sigue el ritmo de la conversación asiente e intenta defenderse en español e inglés cada vez que su madre habla en esos idiomas. Por supuesto que supo agradecerme por haberla salvado y dar prácticamente mi imperio y empresa a cambio de su hija, y me advierte que todavía estoy a prueba porque ella no ha olvidado de cómo le rompí el corazón, cuando Victoria renuncio y volvió a vivir a su casa.

Victoria

Dos meses después

Julia está acostada prácticamente sobre mí, que le acaricio suavemente la espalda y el cabello. Ambas descamos acostadas sobre el sillón viendo afuera a través del enorme ventanal, con las tazas de café caliente que reposan en la mesilla.

   ―Me encanta sentir los latidos de tu corazón.

   ―Cada uno de esos latidos es tuyo —le digo.

   ―Cursi.

   ―¿Será porque vivo con la reina de lo cursi?

    ―¿En qué momento deje de ser la reina de hielo?

   ―Desde que comencé a derretirte ―la beso dulcemente―. Sé que ya lo hablamos, pero se acercan las fechas navideñas ¿no te importa que tus padres ya no te hablen?

   ―Honestamente me hicieron un favor, la única familia que necesito y quiero eres tú, nuestro hijo y mi abuelo. No tener que volverles a ver a la cara es un beneficio extra.

   ―Nuestro hijo es hermoso, deberíamos tener otro así no está solito.

   ―Amor vemos cómo nos va con este y después vemos otro. Félix ven, que mamá te llama, ven aquí bebé, no ahí no ―levanta al gato que tantas veces le dí de comer camino al trabajo― es el único bebé que necesitamos.

   ―El único que soportaríamos ―reimos ambas.

   ―¿Sabes que te amo mucho?

   ―¿Qué tanto?

   ―Tanto como estrellas tiene el cielo ¿y tú?

   ―Tanto como granos de arena existen, jamás podría dejar de amarte.

   ―Soy muy feliz a tu lado ―se sienta para besarme y observa por la ventana―. Mira la primer nevada ―nos acercamos a cristal, Julia me abraza por atrás mientras cargo a Félix que ronronea en mis brazos―. Te amo, Victoria.

   ―Te amo con la vida, Julia.

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