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Capítulo Final

Se acercaba diciembre y, con él, el frío y las fiestas. Las clases se habían intensificado durante todo noviembre, mientras los de quinto tomaban los TIMOS y los de séptimo padecían de estrés preparándose para sus EXTASIS, los de sexto se mantenían un poco más relajados, acudiendo a clases y cumpliendo con tareas un poco más amenas.

El viento soplaba con fuerza aquella mañana, comenzaban a caer las primeras nevadas del año; los terrenos del colegio y el campus se teñían lentamente de blanco. Los alumnos de Slytherin y Ravenclaw acababan de terminar su primera clase del día: Cuidado de Criaturas Mágicas. Mientras la mayoría corría hacia el castillo para resguardarse del frío, algunos alumnos se habían rezagado, caminando sin prisa y charlando animadamente. Dos de ellos, Draco y Pansy, se habían quedado un poco más atrás a propósito, llevaban tiempo sin tener una charla y aquel momento les pareció el más indicado. Ajustaron sus bufandas a sus cuellos y cubrieron sus cabezas con las capuchas de su túnicas.

—Tenemos un receso hasta la próxima clase —recordó Draco—, acompáñame al baño de prefectos, allí estaremos más tranquilos.

Ambos subieron hasta el quinto piso, conversando animadamente de diferentes temas y cuando por fin estuvieron dentro de los baños, tomaron asiento en uno de los bordes de la bañera vacía.

—Te conozco, Draco, no me trajiste aquí para tomar un baño de burbujas. Así que, ¡suéltalo! ¿Qué quieres preguntarme?

—Bueno, si tanto me conoces ya deberías saber lo que voy a decirte —rebatió él, estirando sus largos brazos hacia adelante y luego apoyándolos detrás de su espalda para recargarse sobre ellos—. ¿Sabes? En otro momento me hubiera enojado mucho contigo por no contarme todo lo que me has estado ocultando este último tiempo, pero como yo también te he ocultado cosas... supongo que estamos a mano.

Pansy lo miró un poco sorprendida por la actitud tan calmada que tenía su amigo en esos momentos. Era la primera vez que no estaba molesto por algo, despotricando contra Harry y sus amigos o jactándose de alguna cosa. Quizás estaba madurando y eso le sentaba bien. Ambos estaban a un paso de la mayoría de edad y el rumbo de sus vidas dependía de muchas cosas.

—Supongo que, si yo te cuento algo, tú también deberías contarme algo a cambio, ¿no? —propuso Pansy, invitándolo a iniciar esa conversación que tanto se debían.

—Me parece justo —reconoció él—. Entonces, ¿por donde deberíamos comenzar? ¡Ah, sí! Quizás por el hecho de que me ocultaste que estuviste castigada por dos semanas a causa de la menor de los Weasley, o tal vez... que estás saliendo con Potter.

Pansy se giró con todo su cuerpo hacia Draco, totalmente azorada por lo que acababa de oír. Trataba de ordenar las palabras en su mente para poder responderle, pero estaba tan abrumada que no sabía qué decir primero.

—¿Qué? ¿En serio creías que se me habían escapado esas dos cosas? —la encaró él, soltando una risa genuina—. Primero, no importa cuánto se molesten Theo y tú en ser discretos y tratar de que no me entere lo que sucede a mi alrededor. Todo lo que ustedes dos ocultan, yo lo noto de inmediato gracias a que Daphne es pésima ayudándolos. No tuve que presionarla mucho para que me contara todo. Igualmente, no te enojes con ella, sabes lo mucho que le importas y posiblemente creyó que al contarme también te estaba ayudando.

—Está bien, lo reconozco, te oculté lo de mi castigo, pero terminar en las cocinas, fregando trastos con todos esos elfos, no fue tan malo. Además, después de todo, me di el gusto de darle su merecido a esa cabeza de zanahoria.

—Sí, me enteré que les lanzaste bolas de fuego a ella y a Corner —se carcajeó el rubio—. Ojalá hubiera estado allí para verlo —admitió—. ¿Sabías que Daphne todavía quiere convertirla en un gusarajo?

Ambos soltaron fuertes risotadas y se relajaron aún más. Para esas instancias, aquella conversación no estaba resultando tan terrible después de todo.

—Respecto a Harry...

—Bueno, eso sí que me tomó por sorpresa —reconoció Draco—. Había notado que estabas un poco más distraída desde el año pasado, pero nunca pensé que fuera por él. Creo que me enteré demasiado tarde para digerirlo y todavía estoy un poco molesto por eso... —La miró a los ojos como reprochándole la omisión de todo lo que había sucedido últimamente, pero se armó de valor para contarle cómo se enteró de su relación con Harry—. Ese día, cuando él te pidió que fueras su novia, yo estaba en la lechucería.

—¿Cómo...?

—Sí, me oculté cuando vi entrar a Potter, pero llegué un rato antes que él y te vi dándole de comer a Loic. Iba a hablarte mientras alimentaba a mi águila, pero cuando él entró corriendo me oculté en uno de los huecos para poder escuchar lo que hablaba contigo —confesó—. Lo último que esperaba era que ustedes estuvieran juntos y me enojé mucho, quería salir y golpear a Potter por estar tan cerca tuyo, pero luego escuché todo lo que le dijiste y te vi tan feliz con él que me quedé oculto hasta que se fueron.

—Siento haberte ocultado eso también, Draco... Sé que tal vez no lo apruebas, pero, de verdad amo a Harry y no voy a perder el tiempo peleando contigo para convencerte de lo importante que es para mí.

—¡Ja! Sería un poco hipócrita si te reprochara sobre tu relación con Potter cuando yo besé a Granger... —susurró él, ocultando su cara entre sus rodillas y apoyando ambos brazos encima de su cabeza.

—¿Qué... qué hiciste, qué cosa?

—Ya lo oíste, no me hagas repetirlo —le dijo con su voz amortiguada por la tela de su túnica en su cara.

Pansy se dejó caer hacia atrás hasta quedar tendida en el suelo y se llevó ambas manos al abdomen. Mientras respiraba suavemente, trataba de asimilar las palabras que Draco le había dicho.

—¿Te enamoraste de ella?

—¡No, claro que no! Yo... yo... fue solo un beso y es Granger... claro que no.

—Está bien, no lo digas si no quieres, pero te enamoraste de ella —suspiró Pansy, sonriendo—. Supongo que el destino es un poco travieso con nosotros, ¿no?

—¿Travieso? ¡Es un maldito desgraciado! ¿Potter y Granger en nuestras vidas? ¡Qué sentido tiene eso! —trató de entender Draco.

—¿Crees que ellos se pregunten lo mismo respecto a nosotros? Digo, de porqué estamos en sus destinos y ellos en los nuestros después todo lo que hemos pasado.

—Potter, quizas sí, pero Granger... aún no me ha vuelto a hablar desde que la besé. Creo que me odia más que nunca.

—Bueno, ve y pregúntale qué siente ella por ti y si te responde como una tonta muggle que no siente nada, te ayudaré a llevarla a la reserva de criaturas mágicas para lanzarla al estanque y que las Kappas le chupen la sangre.

—Yo había pensado dársela como un tentempié al quintaped —bromeó Draco.

—Sí, mucho mejor, no dejará rastros si se la devora —rio Parkinson desde su lugar y Draco se le unió, recostándose a su lado y riendo junto con ella.

—Extrañaba que nos riéramos así, ¿sabes?

—Yo también, Draco. —Ambos se miraron y apoyaron sus cabezas como muestra del cariño que se tenían—. Granger sería una tonta si no sintiera algo bueno por ti. No seremos amigas, pero si quieres intentar algo con ella, estaré ahí para apoyarte.

Draco le guiñó un ojo y sonrió. En su interior, seguía sin soportar a Harry, sabía que jamás se llevarían bien y, de hecho, disfrutaba mucho llevándose mal con él y su grupo de amigos; era divertido, satisfactorio y hacía que todo fuera más soportable para él. Pero, lo cierto era que también deseaba que su amiga fuera feliz con Potter. No lo diría, pero de verdad quería que fuera así.

La última clase del día era vuelo con la señora Hooch. Draco había conseguido dominar el surfeo en escoba y estaba ansioso por utilizarlo en el próximo partido. Pensó que se vería genial atrapar la snitch parado sobre su escoba como todo un profesional.

Se acercaba la hora de la cena y no veía la hora de guardar su escoba para ir al gran comedor. Su estómago gruñía de hambre, con tanto frío esperaba con ansias poder calentar su cuerpo con un buen pastel de calabaza y una sopa.

Salió de los vestuarios, luego de dejar su escoba, y se encaminó a paso ligero hacia el castillo.

—¡Malfoy! —reconoció la voz de Blaise Zabini—. ¿Vas al Gran comedor?

—Sí, ¿tú también?

—¡Ajá! Muero de hambre, creo que hoy comeré doble porción de todo. La clase estuvo intensa.

Mientras ambos siguieron conversando animadamente, una mariposa apareció y empezó a revolotear alrededor de Draco. Él intentó espantarla dándole manotazos una y otra vez, pero ésta insistía en pegarse a su cara.

—¿Qué le pasa a ese insecto? ¿Quieres que lo fulmine por ti? —ofreció Blaise.

Draco estuvo a punto de decir que sí, pero de repente recordó algo: no era la primera vez que un insecto se acercaba a él de esa manera.

—No, espera, yo me encargo. Adelántate, luego te alcanzo —le dijo y se quedó parado allí hasta que su amigo ingresó al Gran comedor.

Sacó su varita del interior de su túnica y apuntó a la mariposa y probó lanzarle el hechizo de destransformación:

—Reparifarge.

Sin dudas, aquello fue muy acertado, pues al cabo de un par de segundos, la mariposa cambió su hermosa forma por la de un trozo de pergamino enrollado con una nota en su interior.

Lo tomó entre sus manos y leyó atentamente su contenido. Ladeó una sonrisa y respiró profundamente. Al fin se había presentado la oportunidad que tanto esperaba.

Llegó hasta la puerta del último invernadero y notó que una leve luz asomaba desde adentro, creando sombras deformes en los enormes ventanales. Ya era de noche y todo se amplificaba más en la oscuridad. Abrió la puerta e ingresó solo para toparse a pocos metros de él con la imagen de Hermione esperándolo junto a una de las mesas, iluminada suavemente por una vela mágica.

A medida que sus pasos se acercaban hacia ella, varias mariposas lo acompañaban volando cerca de las plantas y bordeando su cabellera platinada. Incluso, algunas más atrevidas, hasta se habían posado en su cabeza y ropa. Esto le daba un aspecto muy tierno a su alargada figura, al menos esto le pareció a Hermione cuando lo vio acercarse. Parecía una aparición mágica que surgía de las sombras, rodeado de vivos colores.

TUM TUM, TUM TUM, TUM TUM.

Otra vez los latidos sacudían con fuerza su corazón cuando lo veía.

—¿No puedes estar sin verme un minuto, Granger?

—¡Tch! —chasqueó su lengua tratando de quitarle importancia a las palabras que él le había dicho, pero el golpeteo de sus latidos en su pecho no la dejaban mentirse a sí misma respecto a lo que sentía—. Te llamé para devolverte este libro, olvidé dártelo en la última clase.

—¿Me trajiste a los invernaderos para devolverme un libro? ¡Tenemos clase de herbología pasado mañana! Pudiste dármelo ahí —le reprochó él, cruzándose de brazos a su lado para mirarla mejor—. ¿Esto es todo? Entonces me voy a cenar, estoy famélico.

—¡Espera! —lo retuvo no sólo con aquella palabra sino aferrándose con ambas manos a uno de sus brazos—. ¿No tienes nada que decirme?

Draco la miró intrigado preguntándose qué esperaba ella que le dijera. Podría aprovechar esa oportunidad y preguntarle si ella sentía algo por él, pero siendo Hermione, aquello no podía resultar bien, seguramente reaccionaría como una mula en una cristalería, lanzándole palabras aquí y allá, tratando de romperle todas sus ilusiones. Al menos eso pensaba hasta que ella volvió a hablar:

—¿Te... te gusto?

TUM TUM, TUM TUM, TUM TUM.

Esta vez, los latidos acelerados no eran de Hemione, sino de Draco.

—¿Lo dices por...?

—Sí, porque me besaste... —admitió ella, entrelazando los dedos de sus manos con nerviosismo para intentar calmarse—. Quiero saber porqué me robaste mi primer beso, quiero... quiero que me lo expliques.

—¿Tu primer beso...? —Tardó en procesar aquella información, pero luego de unos segundos, se enderezó y se acercó un poco más a ella hasta quedar frente a frente—. Sí, me gustas, Granger. Y te besé porque quise hacerlo —concedió—. ¿Tu sientes algo por mí también?

Hermione no pudo pronunciar ninguna palabra, estaba tan nerviosa que su voz se había ahogado en su garganta, pero logró controlarse lo suficiente para mirarlo a los ojos y asentir con absoluta seguridad. Sonrió tímidamente y volvió a asentir otra vez a pesar de estar hecha una bola de nervios.

Draco se acercó un poco más y le sonrió. Tenía en claro que Hermione no era como las otras chicas, por eso le intrigaba mucho cómo sería intentar pasar tiempo juntos, conociéndose e intentando no verse ni como rivales ni como enemigos.

Ninguno de los dos parecía ser capaz de decir algo más en ese momento, lo único que estaba implícito era que debían sellar aquella confesión de sus sentimientos con una reafirmación y qué mejor que un beso.

Fue Draco quien dio el paso final, parándose tan cerca de ella que ya era inevitable no sentir su calor. Bajó su cara a la altura de la de ella, miró sus ojos y su boca y como nada se lo impedía, la besó por segunda vez, tomándola de la cintura y del cuello suavemente para pegarla más a él. El beso duró mucho más que los quince segundos del primero. Las mariposas seguían revoloteando a su alrededor, la vela continuaba proyectando sombras en las enormes paredes del invernadero y afuera, una nevada intensa comenzó a caer, sirviendo de cortina para preservar el momento más dulce que Draco y Hermione estaban viviendo.

—¿Ese fue tu estómago haciendo ruido? —murmuró Hermione al notarlo.

—Sí, interrumpiste mi cena —se quejó él, fingiendo estar ofendido.

—Yo tampoco he cenado —reconoció ella, riendo—. ¿Quieres que vayamos?

—De acuerdo, pero antes de eso... —La besó nuevamente con más intensidad—. ¿Crees que el invernadero sería un buen lugar para reunirnos de ahora en adelante?

Hermione miró en derredor y asintió con una sonrisa. Luego apagó la vela de un solo soplido y salió corriendo rumbo a la puerta:

—¡Vamos a comer! Ya es de noche, mañana tenemos clases de pociones y tengo que estudiar —sentenció, fingiendo ponerse seria.

—Ése es tú problema, ratón de biblioteca —se burló él con un gesto adorable en su mirada—. Yo no necesito estudiar porque soy genial en pociones.

—¡Ah, sí, cierto! Tú eres genial en todo, ¿no? —ironizó ella, saliendo del invernadero.

—¡Claro que sí! Por eso estás loca por mí, Granger.

Si se preguntan qué sucedió luego... Pues, sencillamente siguieron discutiendo como solo Granger y Malfoy saben hacerlo, pero esta vez, el tono de las palabras había cambiado, era un poco más suave y dulce, muy parecido al del amor.

«¿Sabes, Harry? Los días han cambiado mucho desde que confesamos nuestros sentimientos. Creí que sería un año más en donde nada iba a suceder, estaba preparada para cualquier cosa: para la rutina, para los exámenes, para verte desde lejos, para extrañarte... Estaba lista para todo, excepto para el cachetazo que me dio la realidad cuando me confesaste lo que sentías por mí. Mi cabeza todavía da vueltas al pensar que también te gusto, que me besaste y que soy tu novia.

La primera vez que sentí algo por ti fue como si una gota de ácido quemara mis sentidos. No podía ignorar ese sentimiento que se despertaba en mi interior y consumía cada órgano de mi cuerpo. Creí que era odio, pero el odio no es más que un demonio que idolatra al amor.


Y de repente, un día, lo descubrí: era amor. El sagrado sentimiento que nace de los rígidos sueños se apoderó de mí. Algo endemoniadamente hermoso que nublaba mi mente y estremecía mi cuerpo; un espíritu tembloroso que invadía mi alma y la hacía inmortal.

¿Por qué será que, a veces, los humanos solemos tener tan bajas expectativas con nuestros propios deseos cuando amamos a alguien? No lo sé. Yo no esperaba nada y, sin embargo, tengo más de lo que había soñado.

¡Por Merlín! Sí que se siente hermoso ser correspondido.

Toda esta oleada sorpresiva de nuevas sensaciones me recordó a cuando era niña y el cielo se teñía de azul brillante mientras mi madre y yo salíamos a caminar y todo estaba bien. Ella me sonreía y la felicidad se me agolpaba en el pecho porque nada podía con esa alegría de sentirme segura, amada y tranquila junto a ella. Eso era lo más parecido al amor que había conocido hasta entonces.

Ahora que estoy contigo he vuelto a reír con facilidad como cuando era niña, a sentirme amada, a hundir mis pisadas en la nieve mientras camino a tu lado y saber que en cada huella habrá un nuevo recuerdo que se quedará en mi corazón.

Siento que respiro con más calma, que me expando por cada espacio de este mundo y que no siento temor. Cuando estoy contigo me siento perfectamente imperfecta, no hay incertidumbres en tu mirada y, aunque el futuro esté plagado de ellas, se siente bien saber que las afrontaremos juntos.»

Sé que Harry pasará esas fechas con los Weasleys y, ¡diablos! Lo voy a extrañar horrores. Pero quiero que sea feliz y sé que ellos son una familia para él. Estaremos separados un tiempo, pero volveremos a reencontrarnos después del receso escolar. Será maravilloso volver a verlo, abrazarlo, tenerlo cerca de mí.

Mientras tanto, nos enviaremos cartas mediante Loic y Hedwig, ellos serán nuestros cómplices para mantenernos unidos en la distancia.

Pero... me estoy adelantando, todavía falta para eso. Aún nos quedan tres días juntos aquí en Hogwarts, por eso voy camino a encontrarme con él en la lechucería, que ya se ha convertido en nuestro punto de encuentro diario.

Mi cuerpo se mueve solo, mis pies conocen el camino, mi corazón está allí con él, esperándome.

«Quizás él y tú estaban complotados, ¿no es así, Harry? Quizás ambos reescribieron esta historia y le dieron una segunda parte. Por que, de otra manera, no me explico porqué me siento así, como si hubiera caído en una trampa de arena y me estuviera hundiendo cada día más en tu corazón.»

Estás ahí, de espaldas a mí, acariciando a Hedwig, me quedo mirándote un instante, no quiero corromper la imagen que tengo ante mis ojos. ¿Es posible soñar despierta con nuestro futuro y hacerlo realidad? No importa, yo lo haré posible por los dos. Vamos a ser felices, no importa cómo, llegaremos muy lejos juntos, y mientras confiemos en uno en el otro, vamos a estar a salvo.

Te giras, me miras con ternura, te acercas lentamente a mí, sonriendo. Me tiembla todo el cuerpo, todavía no me acostumbro a que esa sonrisa es para mí.

Tomas mi rostro entre tus manos y me besas. Puedo sentir fuegos artificiales explotando en mi pecho. Créeme que no hay mayor felicidad que esta.

Estoy contigo, aquí y ahora, ya no estás solo. Y gracias a ti, yo tampoco lo estoy.

Sea lo que sea que se avecine, lo enfrentaremos juntos. Estaré ahí cuando me necesites, lo prometo. Solo te pido un único favor, Harry: sigue sonriendo así para mí.

¡Hola a todos, gente mágica!

¿Cuánto tiempo sin vernos? ¿Un mes, quizás dos? He demorado una eternidad, lo sé, pero volví con los últimos tres capítulos en recompensa por el apoyo, el cariño y la paciencia que han tenido conmigo y esta historia. ¡Se merecen un millón de dulces de Honeydukes! ♥

Me ha costado un poco terminar este fic, pero creo que he dado lo mejor de mí para darle un final digno. Espero que les guste, sino los convertiré en gusarajos jajaja. Nah, broma XD.

Ya me contarán ♥.

¡Gracias infinitas! Un beso inmenso a cada uno . Cuídense mucho hasta que nos volvamos a encontrar. ♥

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