Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2

Minutos antes de llegar, se colocaron sus túnicas. Ron y Hermione —en su segundo año como prefectos— se pusieron de acuerdo para ir al compartimento en donde se hallaban el resto de los prefectos y delegados para recibir las indicaciones de ese año.

Detrás de ellos, Harry salió del compartimento con su mochila para adelantarse hacia las puertas y esperar a que sus amigos terminaran de alistarse. Caminó un par de pasos cuando sintió que unos ojos lo observaban con intensidad. Miró a un costado y vio que en el interior del compartimento de al lado se hallaban Astoria y Daphne Greengrass, acompañadas de Pansy Parkinson. Pansy lo miraba directamente a los ojos como hipnotizada, pero apenas él le sonrió y la saludó tímidamente, ella abrió los ojos con incredulidad y escudó su cara tras las páginas de un libro de pociones.

Harry se sintió un poco confundido por la reacción, pero no le prestó más atención de la necesaria y prosiguió su camino. Daphne, que había observado todo, comentó:

—Sé que Potter está muy sexy este año, Pan, pero, no estarás pensando en preparar amortentia para él, ¿verdad?

—¿Eh? No, ¿de qué hablas? —se sobresaltó Parkinson, rascando su nuca con incomodidad.

—No sé, quizás esa miradita que le echaste no me pasó desapercibida...

—Daph... es Potter, ¿por qué me interesaría en él?

—¿Por qué no? Es uno de los chicos más populares de nuestra generación, le falta un poco de clase y un estilista... pero no está nada mal —resolvió con cierta picardía la rubia. Luego viendo la preocupación en el rostro de su compañera, añadió—: Pero haces bien en no fijarte en él, después de todo, es un Gryffindor y eso no le caería nada bien a nuestros compañeros. Bien por ti, Pansy. Me alegro de que no te guste.

Luego de remarcar aquellas últimas palabras, Daphne se levantó y se retiró del compartimento, agitando su larga y rubia cabellera.

—Yo creo que si te gusta está muy bien —murmuró Astoria que seguía a su hermana hacia la salida y aprovechó que ésta estaba algo lejos de ellas para poder hablar—. Potter es un chico lindo y, si te gusta, está bien. Creo... creo que no debería importarte nada de lo que diga el resto.

Mientras las hermanas Greengrass se alejaban por uno de los pasillos del tren, Pansy continuaba sentada en su lugar, sopesando las palabras de las chicas y sus propios sentimientos. Harry Potter había despertado en ella un sentimiento profundo y latente que parecía no querer abandonarla nunca. No importaba cuántos meses estuvieran separados, ni todo lo que ella hiciera para borrarlo de su mente y su corazón: cuando volvía a verlo era como si una bomba nuclear impactara contra su pecho. No podía huir de lo que sentía por él.

Instantes después, todos los alumnos descendieron del tren, subieron a los carruajes y se dejaron llevar hasta Hogwarts. Afortunadamente, a partir del momento en que pisaban el suelo del colegio, era Hagrid quien se encargaba del equipaje, por eso Harry se sintió aliviado de no tener que cargar con el pesado baúl, en tanto, Ron respiraba agradecido por no tener que seguir escuchando a Hermione quejarse por algo que todavía no había pasado.

Entraron como todos los años y se prepararon para el banquete, Dumbledore les dio una acogedora bienvenida a los nuevos estudiantes e inició la ceremonia de selección de casas. Luego de un prolongado acto, todo terminó con nuevos y curiosos niños sumándose a cada una de las mesas para disfrutar de los manjares que comenzaron a aparecer sobre estas para deleite de todos los alumnos y profesores.

—Me siento repleto —comentó Ron, masajeándose la panza después de un rato.

—Yo creo que he engordado unos cuatro kilos desde que estoy en Hogwarts —añadió Neville—. En casa de mi abuela nunca como tanto como aquí.

—Mañana comienzan las clases, creo que deberíamos ir a dormir temprano para poder llegar antes a Herbología y conseguir mejores lugares. —Las palabras de Hermione sonaron como escarbadientes clavándose en sus oídos.

—¿Nunca te relajas? —refunfuñó Ron, mirándola como a un extraterrestre.

—Ya tuve demasiado tiempo de relajarme en las vacaciones. Es tiempo de estudiar, no de "relajarse", Ronald —le refutó ella, levantándose y comenzando a caminar apresuradamente junto a Ginny hacia las escaleras que llevaban a la torre de Gryffindor.

—¿Alguien puede explicarme qué hay de malo en no querer pensar en estudiar nuestro primer día en Hogwarts después de las vacaciones? —preguntó Ron sin mirar a nadie en particular. Todos rieron por lo bajo y siguieron a las chicas hasta las escaleras con paso cansino.

—"Ajedrez mágico" —Ginny pronunció la contraseña y la dama gorda los dejó pasar.

Como siempre, los compañeros de habitación de Harry y Ron eran Seamus, Neville y Dean Thomas, ellos tres eran los primeros en entrar a la habitación, pero esta vez decidieron quedarse un rato charlando con otros compañeros en la sala común.

Harry estaba contento, conversaba animadamente con Ron sobre las estrategias que tenía pensadas para ese año en los partidos de Quidditch. Después de un rato, todos comenzaron a sentir sueño, pero Harry se sentía muy despierto esa noche. Quizás fuera porque había vuelto a su hogar con sus amigos y todo lo que disfrutaba allí. Miró el reloj que pendía en una de las paredes de su sala común y vio que aún quedaban unos minutos para que se cumpliera el toque de queda y todos debieran estar en sus habitaciones. Le avisó a Ron que saldría un momento y se apresuró a ponerse una bata sobre su pijama para ir más rápido hacia la lechucería y estar un momento con Hedwig antes de irse a dormir.

Descendió las escaleras de la Torre Oeste y caminó sigilosamente por cada pasillo hasta llegar a los terrenos ondulantes que conducían a la lechucería, ingresó y escuchó el ulular de algunas lechuzas y búhos que entre dormidos lo observaban moverse entre ellos. Llegó hasta Hedwig y comenzó a acariciarla. Desde donde estaba podía ver claramente los terrenos de Hogwarts, la luna llena iluminaba perfectamente el campo de entrenamiento y el claro que precede a la reserva en donde se hallaban las criaturas mágicas que estudiaban cada año.

—¿Estás bien, Hed? Perdona, no pude venir antes, entre el viaje y la cena de bienvenida se hizo muy largo el día. —Harry sentía que podía hablar con su lechuza con tanta confianza como con sus amigos. El ave ululó suavemente e infló su níveo plumaje en señal de alegría.

Harry acarició su pequeña cabeza y ella cerró los ojos disfrutando el mimo. De súbito, un sonido casi imperceptible llamó la atención de Harry. Observó la lechucería de un lado al otro, escrutando a través de la oscuridad para ver si veía algo o a alguien, pero todo parecía en perfecta calma, a no ser por el aleteo o movimiento inquieto de algunas aves. Segundos después, el sonido volvió a repetirse, pero esta vez fue más notorio.

—¡Lumos!

De la varita de Harry brotó un tenue haz de luz que dirigió hacia el frente y luego hacia los costados hasta que dio con el motivo de su preocupación:

—¿Pansy?

La joven slytherin estaba parada en un rincón de la lechucería, vestida con un grueso pijama de franela verde que resaltaba aún más sus ojos.

—Sí, Potter, soy yo —expresó entre fastidiada y avergonzada por haber sido descubierta.

—Lindo pijamas —sonrió él, acercándose un poco—. ¿Qué haces aquí escondida?

—No estaba escondida... yo... solo... —Podía sentir su rostro enrojecer segundo a segundo. ¿Por qué siempre se trababa al hablar cuando estaba cerca de él? Odiaba eso—. Estaba visitando a mi lechuza, me sorprendió escuchar a alguien entrar y no tuve tiempo de decir nada. No me estaba escondiendo —remarcó, tratando de sonar convincente y firme.

—Está bien, no te alteres, yo también me sorprendí de encontrarte aquí a estas horas, creí que era el único que visitaba a su lechuza.

Harry siempre parecía ser más amable de lo normal con ella. Eso la confundía aún más. También odiaba eso, porque parecía que sentía cierta lástima por ella. ¿O tal vez era aprecio? ¡Diablos! Otra vez su mente se ponía inquieta y retendría cada palabra que le había dicho Harry y cada uno de los detalles de ese encuentro.

—Loic es un lechuzo bastante dependiente, por eso vengo a verlo, siempre está nervioso después de cada viaje y se tranquiliza si le hablo un poco. —Pansy sintió la necesidad de contarle algo que para ella era importante y de alguna manera sabía que él la entendería porque había visto como trataba a Hedwig.

—Bueno, gracias por contarme eso, Pansy. Es ameno saber que alguien además de mi se preocupa así por su ave. —Harry se sintió enternecido al ver a una Pansy tan vulnerable y honesta—. Si quieres puedes poner a Loic con Hedwig y ambos se harán compañía —sugirió luego con una sonrisa.

Y otra vez las defensas de Pansy cayeron al suelo. Esa sonrisa derribó todo en ella, si él fuera el enemigo podría haberle lanzado un avada kedavra y matarla allí mismo de tan indefensa que se sentía.

«¡Maldición, Potter, ya deja de sonreír!», pensó, embobada con aquel gesto.

—Entonces, ¿qué dices? ¿Ponemos juntas nuestras lechuzas?

—Sí, sí, es buena idea. A Loic le hará bien tener compañía. —Las palabras se agolparon en los labios de Pansy, pero se sentía tan bien hablar así con Harry. Quizás era la primera vez que tenían un momento tan íntimo y peculiar, aunque parecía que ya habían compartido muchos más.

Harry la ayudó a poner a Loic junto a Hedwig y ambos acariciaron a su aves, despidiéndose de ellas antes de prepararse para irse nuevamente a sus salas comunes. Mientras ambos se chocaban tímidamente el uno con el otro preguntándose cuál era el mejor momento para despedirse, algo llamó la atención de Pansy:

—¡Un águila real! —exclamó, dándose cuenta de a quién le pertenecía el ave—: Qué extraño, no sabía que Draco la dejara aquí.

—¿Malfoy tiene un águila? Típico de él —comentó Harry, riendo.

—Sí, su padre le regaló un águila dorada para su onceavo cumpleaños y la utiliza para su correspondencia desde entonces. Pero... no suele dejarla en la lechucería sino en la pradera donde está la reserva de criaturas mágicas.

—Veo que sabes mucho al respecto —comentó Harry un poco molesto de que Draco se hubiese convertido en parte de la conversación—. Quizás este sea el mejor lugar para ella. Seguro Hagrid estaría de acuerdo. ¿Te gustan las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas?

—Bueno, en realidad... no. No me gustan mucho últimamente, no soporto a Hagrid, no le entiendo cuando habla... —Luego de decir aquello se arrepintió de inmediato, recordando que el guarda llaves del colegio era uno de los mejores amigos de Harry—. Pero... me gustan los unicornios —comentó luego, intentando desviar el tema.

—No te preocupes, Pansy, sé que a ti y a tus amigos no les cae bien Hagrid, pero te aseguro que si lo conocieras cambiarías de opinión.

Parkinson se sentía molesta y avergonzada por segunda vez en toda la noche. Harry, en lugar de enojarse con ella, volvía a ser amable. Eso la agitaba terriblemente. Odiaba que la hiciera sentir todas esas cosas porque después no podría deshacerse de todo eso y se quedaría toda la noche despierta, repitiendo en su mente una y otra vez cada una de sus sonrisas y palabras.

—Quizás no tuvo tiempo de llevarla a la pradera y la dejó aquí —sugirió Harry, sacándola de sus cavilaciones.

—Es verdad, posiblemente sea eso.

—Entonces, ahora que resolvimos el dilema, ¿qué opinas de irnos a dormir?

Pansy asintió y ambos salieron de la lechucería en silencio. Todas las aves los observaron fijamente hasta que desaparecieron por la puerta.

—¿Te acompaño hasta tu sala común? Digo... Filch podría estar en los pasillos y...

—No te preocupes, a esta hora está en su oficina durmiendo una siesta con la Señora Norris —aseguró—. No puede estar despierto toda la noche, ¿o sí? —Rio—. Estoy segura de que llegaré bien.

Ambos se sonrieron tímidamente sin saber qué agregar. Caminaron juntos muy despacio iluminándose con la tenue luz de sus varitas hasta que se dieron cuenta que debían separarse. Harry avanzó un par de pasos y luego se giró inesperadamente:

—¡Buenas noches, Pansy!

Ella se detuvo en seco al escuchar su nombre y se giró para mirarlo y comprobar que no había sido su imaginación. Estaba muerta de nervios, el corazón le latía en la garganta y la voz no le salía a causa de eso. Respondió al saludo con una leve y temblorosa sonrisa, agitando lentamente una de sus manos. Cuando Harry continuó caminando, se sintió aliviada, pues creía que se pondría a gritar allí mismo de la emoción. A partir de ese instante tenía otro motivo para seguir despierta toda la noche, odiando lo mucho que amaba a Harry Potter.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro