Cerré mi diario, cogí la mochila y salí rápidamente de mi casa. Después de dos cuadras dando pasos apresurados logre llegar hasta la casa de mi amiga, toque dos veces y Brenda me hizo pasar.

-Espérame aquí, vuelvo enseguida.-
Dijo dejándome sola en el living.

Me senté en el sofá de un solo cuerpo era de cuero blanco, parecía costoso y de seguro que lo era. Los Anders tenían mucho dinero y se notaba.

El estar en su casa después de unos meses en los cuales no aparecí logró que los recuerdos invadieran mi mente y una sonrisa de nostalgia se dibujó en mis labios. Extrañaba todas esas tardes de películas, risas, snack y golosinas con James.

Me paré de golpe cuando oí pasos que se acercaban a la sala en donde estaba, él entró y parecía estar buscando algo, ni siquiera noto mi presencia.
Vi una pequeña mancha blanca en la comisura de sus labios, deduje que era pasta dental.

-Creo que tienes pasta allí.- mi voz sonó suave.

Me sorprendí a mi misma al hablar, no había ni podido pensar o si quiera cuestionarme en si debía decirle o no. Era como si mi cuerpo y mi mente reaccionaran por mi.

Deje de señalarlo, uní mis manos entrelazándolas y agache mi cabeza cuando vi que giró su cabeza en mi dirección.

Muy valiente para hablar pero no para mirarlo, ¡genial Carter!

James no pronunció palabra, simplemente se fue cruzándose con Brenda en el camino.

-Ya tengo mi mochila, ¿vamos?.- Asentí y salimos de su casa.