Prólogo
No veo nada. Lo último que sé es que unos tipos encapuchados me forzaron a entrar en una furgoneta y me taparon la cabeza para confundir el recorrido. Cuando pararon, me encerraron aquí; en un lugar oscuro y que apesta a humedad. Posiblemente las paredes y el techo estén repletos de moho. Aunque para ser sincera, eso ahora mismo es lo que menos me importa, aunque me da un asco que me muera. A mí lo que me importa es saber por qué narices estoy aquí y cuánto tiempo más.
Muevo mi mano con dificultad, pero la cuerda que tengo atada a las muñecas me hace roce. Está muy apretada y por más que intente soltarme, es imposible. Suspiro, cabizbaja, aguardando alguna respuesta.
La única luz que alcanzo a ver es la de la rendija de la puerta y pronto comienzo a escuchar voces al otro lado. Mi espalda se tensa, en guardia. No estaba asustada, pero ahora se empieza a manifestar el pánico en mis entrañas. Escucho un crujido, una llave entrando en una cerradura y el inminente movimiento de esta.
Al cabo de unos segundos, varios hombres entran en la estancia, encendiendo una bombilla en el centro del techo. Llevan gorros y pasamontañas para ocultar su identidad.
-¿Sabes por qué estás aquí?
Arrugo la frente, confundida. ¿Acaso debería saberlo?
-No.
-Estás aquí como reclamo.
Vale, esto se está volviendo más absurdo por momentos.
-¿Reclamo? Creo que os confundís, esto no es King Kong.
Se quedan en silencio varios segundos en los que siento como se me seca la garganta por los nervios.
-¿Te crees muy graciosa? -La verdad es que no-. Estás aquí por tu esposo. Es la única manera de hacer que venga a esta zona.
Ahora sí que tengo ganas de reír y, de hecho, lo hago. Comienzo a reír a carcajadas, como si me acabaran de contar la anécdota más graciosa de toda mi vida.
-¿Qué te hace tanta gracia? -pregunta otro.
-Pues que si pensabais que así ibais a conseguir que viniera Luca, os habéis equivocado. Yo no soy ningún tipo de reclamo. Él a mí no me quiere, no le importo en lo absoluto.
Decir aquella última frase supone algo mucho más doloroso de lo que pensaba, pero la realidad es esa, que no me ama; estoy sola en esto. Más aun después de la última discusión que tuvimos, nos dijimos de todo. Un nudo se comienza a formar en mi garganta y mis ojos a humedecerse. Me la sudan estos tíos. Me la suda lo que me pase. Tan solo quiero pedirle perdón.
Repentinamente, el sonido neutro de un teléfono me obliga a alzar de nuevo la cabeza. Uno de los tipos responde a la llamada, la mayoría de lo que dice es mediante monosílabos. Segundos después, cuelga.
-Bien -comienza a decir-, pues parece que algo sí le importas, porque está en la puerta principal.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro