95| Nipote e nonna
LUCA
*
Por alguna razón, me tiembla el pulso cuando entramos al hospital a paso acelerado. Shirley me trajo después de explicarme lo que había pasado y ahora me acompaña alentándome con su mano aferrada a la mía.
Observo desde la distancia como un médico habla con mis padres. No escucho lo que dice, pero me tenso al verlo. No es hasta que Alessandro suelta un suspiro, que mis hombros se relajan.
—Hola —saludo—. Me acabo de enterar. ¿Se sabe algo?
Mi padre esboza una sonrisa cuando sus ojos se posan en mí.
—Está estable. Aun sigue en coma, pero ya está fuera de riesgo.
Shirley acaricia el dorso de mi mano con el pulgar.
—Me alegro.
Según me contó Shirley, Marco ha tenido un accidente de coche provocado por la ansiedad al volante. No estaba en estado para conducir, y las últimas noticias fueron demasiado para su sistema nervioso.
—¿Te alegras? —inquiere mi madrastra, que parece volver a respirar tras varias horas bajo la angustia de la incertidumbre—. Después de no haberte importado lo más mínimo el hacerle daño a tu hermano.
Noto una punzada de culpa.
Jamás había sentido cuando me acostaba con Isabelle. Nunca sentí culpa en relación a él. Sin embargo, ahí estaba, manifestándose.
Me pregunto que hubiera pasado si la verdad no hubiera estallado, si yo no hubiera hecho lo que hice.
—Yo... —Las palabras se atascan.
Realmente no sé qué decir.
—Francesca, querida —habla mi padre—, entiendo que estés molesta, pero ahora no es el momento. Todos nos sentimos mal por lo que ha pasado.
Apoya su mano en la espalda y ella se echa a llorar.
—Deberías descansar —le dice.
—Pero esta noche...
—Me quedo yo —declaro—. Yo pasaré lo que queda de noche aquí. Vosotros ir a descansad.
Francesca me mira con duda.
—Vamos, cariño. Vendremos por la mañana.
Después de insistirle un poco más, ambos se van.
Shirley y yo nos quedamos solos.
—Márchate a casa si quieres. A ti también te conviene descansar después de lo sucedido.
Me mira preocupada.
—No quiero dejarte solo.
—No está solo —dice una voz tras nosotros.
Ambos nos giramos. Mi abuela está con una bebida en un vaso desechable.
—Nina —se apresura Shirley en saludar, acercándosele—. ¿Cómo estás?
—Ha sido un caos de noche, pero ya bastante más tranquila desde que sabemos que despertará. Isabelle se fue hace poco a casa, estaba destrozada.
Por primera vez siento también culpa por ella. Quizá, de no haber sido por mí, ella y mi hermano podrían haber empezado una relación normal.
Shirley nos mira fugazmente a ambos antes de hablar.
—Entonces me voy, así os dejo solos.
—Como quieras.
Se aproxima hacia mí, se pone de puntillas y envuelve sus finos brazos alrededor de mi cuello.
—Por favor, si necesitas algo, llámame —susurra cerca de mi oído.
—Tranquila.
Me esfuerzo en sonreír y deposito un beso sobre su boca.
Ella se voltea y abraza también a Nina. Después, se aleja por el pasillo. Mi abuela y yo nos sentamos en la sala de espera, aún no se nos permite pasar a ver a Marco. El silencio está entre nosotros, me siento tan avergonzado de lo que ha pasado y de que ella lo haya visto que no sé qué decir.
—Menuda nochecita se ha armado por no tener la polla quieta.
Por un instante he olvidado que Nina no tiene pelo ninguno en la lengua.
—Lo lamento.
—Conmigo no te disculpes, al fin de cuentas lo que se ha chafado ha sido tu cumpleaños. —De repente, se echa a reír—. Y encima ha sido Shirley quien ha enviado esa fotografía. Madre mía, menuda pareja hacéis.
No sé qué le resulta gracioso, pero consigue que yo también me ría.
—No lo lamento por eso —hablo entonces—. Lo lamento por haberte decepcionado.
—¿A mí? Rey, no ha sido ninguna sorpresa lo tuyo con Isabelle. Lo sé desde hace tiempo.
Abro ampliamente los ojos, sorprendido.
—¿Lo sabías?
—Claro. Luca, eres mi nieto favorito así que me temo que eres el que más atención mía recibe. E Isabelle tampoco es una persona que pase desapercibida, que digamos...
Me llevo los dedos al puente de la nariz, aun procesando ese último dato.
—Joder, abuela.
—Sé que llevas mucho tiempo perdido y que lo único que hacías era generar más desdicha alrededor de tu vida. Cualquiera diría que nunca has aceptado que puede haber más gente que te quiere más allá de tu madre.
Es la primera vez que menciona a mi madre, después de años.
—Por eso ideé ese matrimonio con Shirley. Cuando me enteré de la desgracia familiar que tú mismo provocaste.
Ahora, directamente, el corazón se me detiene.
—¿Eso también lo sabías?
—Encontré unos documentos una vez que fui a tu despacho, así que tuve que hacer unas cuantas indagaciones. No te voy a engañar, eso sí que me decepcionó un poco. No esperaba que tu odio y tu rencor hubiera traspasado la frontera y hubiera llegado hasta la familia Jones. Más aún cuando Shirley te adoraba de niños.
Mi pecho se contrae. No creo ser capaz de poder soportar esta situación.
—Lo hice porque...
—No quiero saberlo. Lo que quiero es que de una vez por todas abandones esa vida, moriré tranquila y feliz si lo haces. Por eso me alegra que al fin ese matrimonio por conveniencia haya dado sus frutos, se nota los resultados. Se te ve en la cara que por fin estás saliendo del túnel.
Mis ojos se humedecen y me veo obligado a ocultar mi rostro en la palma de mi mano, antes de emitir un sollozo.
—Todo lo que hago es crear daño —musito—. Todo, Nina. Le deseé el mal a mi hermano, de verdad. Lo odié por lo que pasó cuando eramos niños, le odié por el rencor a mi padre y ahora que está en esta situación me he dado cuenta de que no he hecho más que perder el tiempo con él. Él sí me quería como un hermano, yo solo fui el malo de esta historia.
La mano de Nina se posa en mi espalda para colmarla de caricias.
—Eres bueno, Luca. Desde que te vi supe lo bueno que eras. No es tarde. Nunca lo es. De todo se sale en esta vida menos de la muerte.
Las lágrimas han alcanzado mi mandíbula.
—No quiero que te vayas.
Ella sonríe.
—Yo tampoco, pero a todos nos llega la hora. Solo disfrutemos de lo que nos queda juntos.
Apoyo tímidamente mi cabeza en el hombro de Nina, como ese niño que tanto tiempo se negó a recibir el amor de su abuela.
—Te quiero, cielo —dice—. Lo hice desde el primer día.
*
Hablar con Nina me ha ayudado a aligerar la carga que siento en mi pecho. Llego a casa por la mañana. El silencio se hace patente. Shirley debe continuar durmiendo. Me asomo a la habitación y allí está, profundamente dormida. Apuesto a que ha estado dándole vueltas a todo y habrá cogido el sueño muy tarde.
Me quedo prendado de su imagen, resulta tan dulce mientras duerme.
Y entonces, sin pretenderlo, me fijo en la cicatriz que se le ha quedado en la mejilla. La acaricio con el dedo.
Abre los ojos lentamente.
—¿Luca? —murmura—. ¿Cómo ha ido?
—Shhh. —Deposito un beso en su frente—. Hablamos más tarde, ahora duerme.
No le cuesta hacerme caso, nada más parpadear se queda dormida de nuevo.
Permanezco un rato sentado al borde de la cama, pensando.
No voy a permitir que nadie más de mi alrededor sufra.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro