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92| Festa di compleanno (I)

SHIRLEY

*

Acabamos de llegar al edificio donde tendrá lugar la celebración del cumpleaños de Luca. Un elegante auto nos recogió en casa y ahora se ha detenido frente a la entrada. El chófer nos abre las puertas para que salgamos. Luca lo hace primero y me da su brazo para que me sujete en él y salir con facilidad.

Menos mal, porque estos tacones me matan.

Nina me regaló hace unos días un conjunto para la ocasión e incluía unos tacones altos de esos que te cargan los pies, aunque el vestido coral me encanta, es largo hasta los tobillos y de una seda muy agradable al tacto. El clima me obliga a llevar una chaqueta encima.

Agarrada a Luca, entramos. Como era de esperar, somos los primeros ya que somos los anfitriones.

Observo el enorme salón donde nos encontramos. Paredes de papel pintado con damascos y un suelo de mármol tan brillante que casi podemos vernos reflejados. Varias mesas circulares se encuentran distribuidas por la estancia, con sus manteles de tela blanco y sus sillas de terciopelo granate. Al fondo, un pequeño escenario está invadido por varios instrumentos musicales, supongo que de la banda de música que amenizará la velada.

—Es muy bonito.

—Imaginé que te gustaría.

—Me gusta todo lo que tenga un mínimo de buen gusto —digo soltando una risilla.

Luca ha hecho su mejor esfuerzo por no lucir afectado o venirse abajo por lo de Nina. Recuerdo como su pulgar acariciaba el dorso de mi mano y su tristeza aseguraba no ser lo suficientemente bueno para mí. En parte tenía razón, me hizo mucho daño cuando quiso incluir en su venganza a mi familia y también me hizo daño todas las veces que me trató con desprecio e indiferencia, pero no tenía sentido sacar eso ahora. Aunque me doliera a veces, había decidido perdonarlo, eso era decisión mía.

Y se lo dije.

Me paseo por la sala mientras mi marido habla con los organizadores y se asegura que todo va bien; el menú, la banda, las copas de bienvenida... Localizo la mesa donde nos sentamos nosotros, justo en el centro del espacio.

—Hola. —Escucho una voz que acaba de entrar.

Me volteo y encuentro a los padres de Luca acercándose a él a saludar. Él muestra una sonrisa apagada, sin energías. Me pregunto si continúa queriendo llevar a cabo su venganza, esa de arrebatar el poder a su familia para hundirlos después en la miseria.

Me gustaría que no fuera así, pero dudo que su oscuridad se haya desvanecido por completo y entiendo que guarde tanto rencor a las personas que dañaron a su madre.

Saludo a mis suegros con mi habitual amabilidad. Alessandro siempre se muestra agradable conmigo, me cuesta creer que sea del tipo de persona que ordena asesinar a una amante para acaparar a un hijo del cual se desentendió en numerosas ocasiones.

Ni siquiera le veo el sentido.

Uno de los camareros nos ofrece una copa de cava y en el momento en que la acepto, veo a Isabelle y a Marco entrando agarrados. Mi corazón se acelera al verle, recordando ese beso caduco, mi parte de culpa en el tablero, si no me hubiera dejado llevar... Después poso mi vista en Isabelle, que en esta ocasión se ha alejado de los vestidos y porta un traje de chaqueta y pantalón color crema.

—Hola. —Marco saluda a cada uno de forma formal y a Luca le da un abrazo—. Felicidades.

Después se acerca a mí y me da un beso fugaz en la mejilla de forma cortés. En ese momento, creo que me va a estallar el pecho de los nervios, pero me esfuerzo en sonreírle como siempre lo he hecho hasta ahora.

—Hola, Marco.

Mi vista se mueve hasta Isabelle, que felicita a Luca manteniendo la distancia, instante en el que mis ojos se cruzan con los de mi marido y yo tengo como un primer impulso de apartarlos.

Nina no tarda en llegar y puedo ver la expresión de Luca romperse al verla, pero ella se muestra tan entusiasta como siempre, como si no pasara nada, y logra relajar el ambiente rápido. Parece que todos los de la familia ya saben de su enfermedad.

Al cabo de varios minutos, comienzan a llegar los invitados y yo me encuentro víctima del protocolo saludando a gente y sonriéndoles. Ser la esposa de Luca da para muchas presentaciones.

—Hola, Luca, un gusto verte de nuevo. —Le estrecha la mano un hombre de mediana edad de cabello canoso.

—Hola, Sr. Giallo.

No tarda en fijarse en mí.

—Bueno, bueno. ¿Es esta tu esposa?

—Sí, ella es Shirley.

—Mucho gusto —hablo dándole dos besos.

—El placer es mío. —Se voltea para mirar a su acompañante, una mujer cuya melena rubia ceniza está recogida en un moño bajo—. Ella es mi mujer.

—Encantada.

Permanecen un rato hablando de negocios en el que me siento obligada a prestar atención. Al parecer son poderosos en el país, controlan la zona de Mílán y sus alrededores. Su empresa se basa en el diseño de producto; todos los años encabezan la feria de muebles de la ciudad.

—Bueno, Luca —habla el hombre—, nos sorprendió mucho enterarnos de que te habías casado. No teníamos idea de que tenías pareja, fue toda una sorpresa.

Espero que no tenga que contar otra vez esa historia de declaración en Londres que se inventó en su día.

Lo que sí hace es agarrar mi mano.

—Ni yo mismo creía ser capaz de enamorarme hasta que la conocí a ella.

Una vez más, mi corazón late ante esa declaración y mis pómulos se calientan sutilmente. Antes me hubiera dolido porque era mentira, pero ahora no dudo de la veracidad de sus palabras. Una sonrisa de boba se me queda en la imagen y no soy consciente hasta que mi mirada se cruza con la de Isabelle.

—Y tú, Shirley, ¿a qué te dedicas?

Me quedo en blanco. Miro a mi alrededor y veo a un montón de mujeres de éxito; a Nina, que ha llevado una empresa tan grande hasta la edad que tiene y aún continúa tomando decisiones dentro de ella; a Francesca, que dirige una de las secciones de mayor importancia dentro de la corporación y a Isabelle, que sin ir más lejos es la jefa de su propio negocio. Y luego estoy yo, alguien que no terminó sus estudios, que se vio obligada a casarse, a trabajar en negocios de mierda y a trabajar para su marido en contabilidad y finalmente, ahora ha entrado en el departamento de diseño, no por méritos propios, sino por enchufe.

Soy decepcionante.

—Ahora mismo estoy en el departamento de diseño.

Me parece escuchar a Isabelle soltar una breve risa sarcástica. Ahora sí me siento humillada ante ella.

—Tuvo que pausar sus estudios en el último año —interviene Luca, pillándome por sorpresa. Me volteo al instante para mirarle, entonces sigue hablando—. Diseño de interiores. Es realmente buena.

—¡Anda! ¿Y por qué te viste obligada a dejarlo a medias, si no es mucha indiscreción?

Otra vez ignoro que debo decir.

—Hubo un delincuente intentando estafar a su familia —explica Luca—. Fue una etapa realmente mala y Shirley no podía concentrarse en sus estudios, así que lo dejó.

—Bueno, cariño —intervengo un poco mareada—. Tengo boca, puedo hablar yo.

—Perdona. Solo déjame decir una cosa más, es que estoy muy contento por ti.

—¿Contento?

¡Pero si está contando una desgracia tras otra!

—Sí. El año que viene terminará al fin sus estudios.

—¡¿Qué?! —exclamo tan sorprendida que creo que el resto de los presentes se han dado cuenta.

—Quería darte una sorpresa. —Dirige su mano a mi hombro y me atrae hacia él—. Siempre que tiene un rato libre está ideando planos y espacios en su bloc. Me dejó sin palabras cuando lo vi.

A mí sí que me ha dejado sin palabras.

—B-bueno —balbuceo apartándome. Ahora sí que está irradiando mi cabeza un calor impresionante—, no exageres. Eso lo dices porque soy tu mujer, exagerado.

—No exagera. Shirley es muy apasionada en todo lo que le gusta. Cuando se propone algo, lo cumple. —Esta vez es Marco el que toma la palabra y por primera vez en toda la noche, nuestras miradas se cruzan y ambos nos dedicamos una sonrisa cargada de afecto, la cual no dura mucho, pues se oye un carraspeo ocasionado por Isabelle y ambos cambiamos la expresión de nuestra cara y la dirección de nuestra vista.

—¿Sucede algo? —me susurra Luca.

Ha tardado en darse cuenta de que hay tensión entre nosotros.

—No, nada.

—¡Es genial! —celebra el hombre toda la información que le ha soltado Luca en un momento—. Me alegra que puedas seguir creciendo profesionalmente. Eres muy joven y tienes una larga carrera por delante, te lo aseguro.

Las palabras del invitado me hacen sentir reconfortada y por primera vez, veo algo de esperanza para mí como mujer.

Minutos después, Isabelle me agarra del brazo.

—Quiero hablar contigo.

Ambas nos apartamos a un rincón más íntimo y cuando pasa un camarero, Isabelle le habla.

—Ponme un Martini.

Tras dar la orden, se cruza de brazos y repiquetea con sus uñas de gel en su piel, hundiéndose en su carne.

La incomodidad que estoy notando me hace abrazarme a mí misma, como si tuviera frío pese a estar resguardada y rodeada de gente. Cuando Isabelle tiene su bebida en mano, es cuando al fin raja con un afilado cúter la tensión que nos rodea.

—Dime una cosa, Shirley —comienza a hablar en voz baja—. ¿No recuerdas haber besado los labios de un hombre que no eran los de tu marido?

Una roca pesada acaba de impactar contra mi cabeza. La observo confundida mientras que sus orbes negros me mantienen una mirada desafiante.

—No sé de qué hablas.

—¿En serio? ¿No lo sabes? —Da un trago—. Pues Marco no dice lo mismo.

Ahí está, todo el temor que tenía se ha personificado. Los estímulos que recibe mi cerebro pasan por diversas emociones; la incredulidad, el enojo, el miedo a lo desconocido... Realmente me molesta que Marco le haya hablado de nuestro pequeño desliz. Vale que eso no se le hace a tu pareja, pero fue solo un maldito beso. O dos.

—Isabelle, comprendo que estés enfadada, pero fue un gesto tonto —comienzo a excusarme, no me conviene que tenga esta información y esté molesta. Si se lo dice a Luca, no sé cómo puede reaccionar—. Además, Marco fue rápido en apartarme y supo cómo manejar la situación.

Noto como sus labios se fruncen por la rabia.

—Tú, puta... —Su insulto me pilla tan desprevenida que no soy capaz de tomármelo a mal—. Sé lo que pretendes. Este intento de venganza patético que tienes con Luca y conmigo... Nada de eso va a hacer que te sientas mejor, ¿sabes? Lo vuestro fue una mentira desde el principio, jamás nacerá algo de un matrimonio que nació por pura conveniencia, date cuenta de una vez y no intentes castigarnos por tu frustración. Además, sé que Luca fue claro contigo desde el principio.

Demasiada información de golpe. Siempre pensé que nadie, a excepción de Nina, sabía que lo nuestro era una farsa. Marco piensa que realmente nos casamos por amor, ¿por qué Isabelle conoce la verdad? Me siento tan expuesta que solo una palabra encaja conmigo ahora: payasa.

Soy una puta payasa.

—¿Cómo es que lo sabes?

Suelta una carcajada.

—Él confía en mí. —Agarra el palillo que sujeta la aceituna que está sumergida en su bebida y de un mordisco se la come—. Pero no te preocupes, rubita, que nunca más va a pasar nada entre nosotros.

La ira que siento emerge con intensidad en mi interior y no puedo contener mis ganas de decir todo lo que pienso.

—¿Y tú me llamas puta a mí? Te has pasado no sé cuánto tiempo engañando a Marco con su hermano... ¿Te das cuenta de lo rastrero que es eso? Cada vez que lo digo en voz alta siento repelús. Aunque bueno... Tú tampoco empezaste por amor, ¿no? A mí Luca también me cuenta las cosas.

Enarca las cejas y ladea la cabeza, como si me mirara desde arriba.

—Como empezó mi relación con Marco no es asunto tuyo, solo sé que ahora mismo no quiero que vengas a joderlo. ¿Queda claro?

Me cruzo de brazos.

—Perfectamente, pero solo para tu información, Luca y yo hemos formalizado lo nuestro. Se nota que hace mucho tiempo que no te lo follas, porque tienes la base de datos completamente desactualizada. Él y tú tuvisteis algo especial, pero ahora eso está muerto.

Después de soltar eso, paso por su lado y voy directa a mi hombre, ignorando la gente importante que lo rodea, y le beso los labios. Él no tarda en sonreírme y en pasar su brazo por mis hombros. 

Más cosas sucederán en la parte dos de esta celebración... 

Mañana más <3

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