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91| Sono con te

SHIRLEY

*

El silencio se ha unido a nosotros por varios segundos. No sabemos qué decir. Miro a Luca y puedo apreciar su frustración, escapa por cada poro de su piel.

—¿Cómo que tienes cáncer? —cuestiona al fin.

—Pues eso mismo.

—¿Desde cuándo lo sabes?

Casa vez está más alterado.

—Hace un mes y medio.

—¿Hace un mes y medio? ¿En serio? ¿Y te lo has estado callando hasta ahora?

Nina toma aire con sus ojos cerrados y alza una mano pidiendo calma.

—Es complicado hablar de esto. Estaba esperando el veredicto de los médicos y no quería contaros nada hasta que hubiera tomado una decisión.

—¿Qué quieres decir con una decisión?

Hace rato que la pierna de Luca da pequeños movimientos frenéticos.

—Pues sobre qué haré al respecto.

Luca se toma unos segundos antes de lanzar otra pregunta.

—¿Y qué has decidido?

—Que voy a vivir mi vida el tiempo que me queda como lo he estado haciendo hasta ahora.

—Eso quiere decir...

—No voy a tratarme. Los especialistas han calculado que todavía me queda alrededor de un año. La quimio solo haría que acotar mi tiempo de vida y robar la calidad de éste. Tengo 78 años, no me arrepiento de nada de lo que he hecho y como he vivido y simplemente quiero seguir así hasta el final.

Puedo notar como el malestar de mi pareja, así que agarro su mano por debajo de la mesa. Es todo lo que puedo hacer en este momento. No sé qué decir. Me he quedado muda.

Salimos tiempo después de casa de Nina, aún impactados por la noticia. Ella ha hecho hincapié en que se siente bien, en que no tiene miedo y en que lo único que le importa es su familia. Al parecer, está comunicándose oficialmente con todos sus nietos. Hasta ahora el único que lo sabía era el padre de Luca.

Conducimos en un silencio sepulcral hasta que llegamos a casa. Me gustaría decir algo, pero no sé el qué. Nada de lo que diga va a cambiar la realidad, eso es un hecho que debe aceptar.

Cuando entramos a casa, trato de quebrar este silencio.

—¿Cómo estás?

—Bien.

No le he preguntado buscando una respuesta estándar.

Observo que se ha detenido en el pasillo y ha posado su mano sobre la pared. Le tiemblan las muñecas y las piernas, es tan sutil que si no te fijas no eres capaz de notarlo, pero ya lo conozco lo suficiente como para leer esas señales en él.

Con cautela, enlazo mis brazos a su torso y apoyo mi cabeza en su espalda.

—Si no quieres hablar de ello ahora, no pasa nada, pero me gustaría que me dijeras lo que sientes de verdad, sin miedo. Sabes que yo no te juzgaré.

Permanezco unos segundos más abrazándole, hasta que finalmente habla.

—Voy a fumar un cigarrillo en el balcón, necesito un rato solo.

Me separo de él sin decir nada. Espero no haberle presionado, para él también debe estar siendo demasiado. Después del día tan especial y maravilloso que pasamos ayer, no es justo que todo se tuerza de esta manera.

Tomo una ducha y al salir compruebo que Luca continúa fuera. Me acerco a él y observo como su mirada está perdida en el horizonte, no parece ver nada realmente más allá de sus miedos.

Doy unos golpecitos en el marco de la puerta para avisarle de mi presencia.

—Hola —dice.

Mi vista se posa en el cenicero, parece que en este rato han caído más de un cigarro.

Suspiro.

No me gusta que fume de ese modo.

—Esto...

Quiero preguntarle cómo está, pero me corto a mitad de oración. Sé cuál va a ser su respuesta y también sé el poco sentido que tiene ahora mismo mi pregunta.

Sin embargo, él se me adelanta.

—Triste. —Me mira—. Estoy triste. Nina era más figura materna de lo que será Francesca nunca. Ella fue mi guía tras la muerte de mi madre, la única que me escuchaba sin tomar de menos mis palabras por venir de un niño. Que ella me llegue a faltar ahora... —Su voz se quiebra—. Creo que no estoy preparado. Creo que no lo estaré nunca.

Veo como una lágrima se desliza por su mejilla, luce tan vulnerable ahora mismo.

Me limito a agarrar sus manos.

—La vida es una mierda, Luca, pero podemos pasar esta mierda juntos y buscar lo positivo. Siempre hay algo, te lo aseguro.

Suelta mis manos para abrazarme con una firmeza que me paraliza. Noto como su presión podría llegar a dejarme sin oxígeno. Le devuelvo el gesto con dificultan, aferrando mis manos a su espalda. Su rostro está hundido en la curva de mi cuello y puedo notar como todo su cuerpo se estremece y sus sollozos alcanzan mis oídos.

—Tranquilo... —susurro.

Sigue liberando esa pena sin control. Después de todo, nunca pensé que le vería llorar.

—Era todo lo que me quedaba —musita apartándose levemente.

Acuno su rostro con mis manos, poniéndome de puntillas, y le miro fijamente a los ojos.

—No, no lo es. Ahora me tienes a mí, Luca. Estoy aquí contigo y voy a seguir estándolo.

Su mirada está cristalizada, unas gotas se aglomeran en su lagrimal y el rojo tiene demasiada presencia en él.

Posa su mano sobre las mías, que siguen en su semblante y me perfora con sus iris. Ahora mismo es una de esas ocasiones en las que no tengo ni idea de lo que Luca Caffarelli puede estar pensando.

—Yo no te merezco —murmura entre lágrimas.


El próximo capítulo es ya la celebración del cumpleaños de Luca y pasarán algunas cosas. ¿Qué creéis que sucederá? jijiji 

Nos leemos muy muy pronto

<3

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