Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

32| Desiderio e paura

SHIRLEY

*

Cuando me di cuenta de lo terriblemente expuesta que había quedado a los ojos de Luca, comencé a sentirme profundamente avergonzada. Había sido tan inconsciente de besar los labios de aquel hombre frío y despiadado... No me había parado a pensar en la humillación que supondría después tal muestra de debilidad.

Al apartarme, hice lo posible por evitar su mirada mientras notaba como mis mejillas comenzaban a irradiar un calor agobiante.

Le había tenido que besar, joder. No solo había llorado frente a él, sino que para colmo le había besado. Doblemente denigrante.

—Perdón. Me he dejado llevar —hablé entonces, moviendo con nerviosismo mis brazos—. Mejor me voy a mi habitación.

Una huida a tiempo era el mejor ataque. Solo que yo ni huía tiempo ni planeaba atacar nada.

Pasé por su lado, todo lo apresuradamente que mis piernas alteradas eran capaces de permitirme, pero no pude ir muy lejos, pues noté un repentino agarre en mi brazo que me impulsó hacia él.

Todo ocurrió muy rápido, aunque yo por un momento lo vi a cámara lenta; cómo me atrajo hacia su cuerpo, sin dejar un solo milímetro de separación el uno con el otro; cómo sus cárabes me observaban serenos, contrastando con la impulsividad de sus movimientos. Aquellos sutiles detalles fueron como verlos despacio, aunque entre la perfecta simetría de su cara y su aura atractiva, acabé perdiéndome cómo fue que nuestros labios volvían a estar juntos. No lo vi venir.

Su brazo izquierdo acorralaba con cierta posesión mi espalda, a la par que ejercía presión contra su torso, evitando que me zafara de ninguna manera. Con su otra mano continuaba agarrando mi muñeca de un modo tan fuerte que comenzaba a ser doloroso. Pero esa actitud posesiva y dominante que estaba ejerciendo sobre mí no hacía más que incrementar un deseo que permanecía oculto hasta aquel momento, mientras su boca devoraba la mía sin ningún tipo de escrúpulo ni pudor.

Estaba convencida de que ese cosquilleo que notaba en mi entrepierna se debía a lo mucho que echaba de menos que un hombre me deseara y que yo le deseaba. Después de todo, continuaba extrañando tener sexo. Hacía demasiado tiempo. Era joven y guapa y sin embargo llevaba largos meses insatisfecha. Tampoco tenía la cabeza para pensar en llenar mi cama de amantes y, desde que vine a Italia, mucho menos.

Pero allí estaba, entremezclando su saliva con la mía y sin dejarme apenas medio segundo para tomar aire. De nuevo sentía como todo mi cuerpo ardía, pero en aquella ocasión poco tenía que ver con la vergüenza. Irradiaba calor del ansia que estaba despertando en mí.

Ni en mis mejores sueños ni en mis peores pesadillas había imaginado a Luca en aquella situación conmigo. Sin embargo, entre ese momento que me estimulaba, me gustaba, volví a sentir como unas manos tocaban mi cuerpo, unas manos que no eran la suyas. Sentí asco y repulsión por un momento y me obligué a cerrar los ojos y a reprimir esas emociones dolorosas, no quería que me fastidiaran el día a día, quería poder dejarme llevar.

No fue hasta que noté un incipiente bulto en su pantalón, que no hice ningún tipo de ademán en apartarme.

Sentía mi respiración entrecortada por la falta de aire. Parecía que hubiera estado corriendo en un maratón. El pecho de él también se movía de forma agitada, resultaba que la intensidad de aquel gesto le había tomado más oxigeno de lo que pensaba.

Pero entonces fue peor. El silencio incómodo entre ambos mientras nuestras miradas lujuriosas continuaban devorándose. Mi instinto me pedía a gritos que me lanzara a él de nuevo, era como si hubiera activado un botón cuya marcha atrás era irreparable. A juzgar por su expresión, parecía sentirse del mismo modo que yo. Y ambos nos encontrábamos en tierra de nadie, estáticos y reprimiendo nuestro instinto.

—Esto... —comencé a decir, aunque sin saber cómo acabar la frase.

Él suspiró.

—Lamento esto. —No sé por qué, pero esa disculpa me sentó como una patada en el culo—. No volverá a suceder.

Acto seguido se marchó por donde había venido, dejándome con cara de idiota y con un calentón que no lo tenía ni un primate. Sin embargo, sabía que era mejor así. Haber parado esa ráfaga de emociones contradictorias y confusas a tiempo.

Aun así, no veía necesario que se fuera. Posé mis dedos sobre mis labios, acariciándolos y repasando en mi mente cada palabra de aquella noche, cada mirada y suceso. ¿Cómo se suponía que había derivado en aquello? ¿Y cuál era el plan? ¿Hacer como que no había pasado nada?

Era inútil aparentar que, en caso de no ignorar el tema, algo fuera a salir bien. Sabía que debía hacer lo propio y borrar tan accidental suceso de mi memoria o posiblemente acabaríamos a gritos de nuevo.

Aquella noche apenas pude conciliar el sueño. No dejaba de darle vueltas a todo y recapitulaba mi vida en busca del momento exacto en que se torció. Me iba bien: tenía amigos, tenía dinero y poco para terminar la carrera. Y de repente un día todo se fue al garete sin comprender por qué. Simplemente me encontraba en la miseria.

La inquietud que no me dejaba dormir hizo que hiciera algo mejor en su lugar. Levantarme de la cama, encender la luz de mi escritorio y abrir mi viejo blog de esbozo. Apenas pude traer conmigo los portaminas y alguna escuadra y cartabón. Comenzó a mirar cada rincón de mi habitación, mientras frotaba mi mentón con el pulgar, pensativa.

Desde hacía mucho tiempo, si había algo que me tranquilizaba era el bocetar espacios o imaginar posibles redistribuciones del lugar. Estaba horas focalizada con los trazos hasta que mis parpados se tornaban pesados y mis bostezos interrumpían a cada rato. Y entonces sabía que ya podría dormir tranquila.

Aunque no lo iba a negar, era consciente de que al día siguiente la paz que recientemente había adquirido se esfumaría en cuanto sonara la alarma. 

Mis últimos pensamientos antes de cerrar los ojos tenían forma de cuestión: ¿A dónde había ido Luca después de haberme besado? Y la que más me inquietaba...: ¿Por qué me sentí tan feliz cuando lo hizo? 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro