Nunca me he desmarcado,

cada segundo siendo fusilado,

cada instante cayendo fulminado,

cada momento resistiendo un día,

sin poder siquiera reclamar un "más" detrás del día.

Parpadeos que se vuelven invisibles,

cantos que no se escuchan ante lo repetitivo,

saborees que pierden su gusto,

amigos que nos dejan convirtiéndose en disgustos,

anécdotas que se vuelven meras leyendas,

luchas que transmutan en burlas o mentiras,

edificios que son ahora no más que lejanos mesías.

Nada llena mi mente y todo por eso lo agarra,

ningún trabajo paga las facturas de mis pensamientos,

ningún videojuego completa mi juego,

ninguna película enseña mis créditos,

ningún libro muestra mi epílogo,

y ninguna canción entona mis liras.

Soy un falso fenómeno que se piensa que será escrito,

algún idiota que incluso en su idiotez piensa que puede ser el más idiota;

porque el "idiota" puede sentirse especialmente idiota.

Soy la muerte de la vivas mañanas.

El huerto nutriente de las alimañas.

El cansancio ocupado por unas mañas.